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sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

jueves, 24 de abril de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 46)

SEMANA 46

Día 316

(El sueño)

Huelo los sueños de Javi. Esta noche ha viajado de nuevo a la gran cordillera y subía a las cumbres nevadas conmigo y con Che. El paisaje mutaba con la luz del sol y los escarpados, las quebradas y los valles se abrazaban hasta confundir nuestra mirada. Arriba nos hemos encontrado con la estrella. Laurita ha venido volando sobre un cóndor, con la ropa de colores y una sonrisa resplandeciente. Después del encuentro hemos caminado con ella hasta un paso entre dos montañas tras el cual el entorno se tornaba diferente y no. Estábamos en las inmediaciones de nuestro antiguo pueblo, de nuestra tierra, como si hubiéramos atravesado una puerta invisible en la que la distancia se ciñera a nuestras conjeturas. Naquel ha salido a recibiros y enseguida hemos llegado a un campo rodeado de robles donde unos cuantos caballos corrían libremente o pastaban con calma. Javi ha silbado y los caballos se han acercado hasta nosotros. Ha montado sobre uno y ha empezado a hacer círculos a nuestro alrededor. Luego ha galopado entre las jaras, saltando varios muros de piedra y pizarra, hasta desaparecer de nuestra vista. En ese momento hemos distinguido una furgoneta enorme cruzando la plaza y al alcanzar las dehesas han empezado a bajar de ella un grupo de humanos especiales. Laurita los ha recibido y ha ido a acercándose con ellos para que acariciaran a los caballos. El viento soplaba del sur y el sol hacía brillar las copas de los árboles y la hierba. La estrellita brillaba y Che Lokita y yo saltábamos de alegría a su alrededor.

Javi ha despertado y se ha marchado a trabajar. Yo me he quedado atada con la cadena en el patio, aguardando con paciencia su retorno. El cielo amenazaba lluvia y la tierra anticipaba las horas pues ya huele a mojado. Se me cierran los ojos hecha una bola sobre el viejo colchón. Los sueños se luchan, se respiran, se viven, y por supuesto, también se comparten.



Día 317

(Trabajo con Pedro)

Hoy me ido con Javi a su trabajo. Al quedarme en el patio atada he cerrado los ojos y me he prendido al instante de los suyos. Es la primera vez que consigo esto en un acto cotidiano, y supongo que ha sucedido porque Javi y yo hemos logrado pasar a un nuevo nivel en nuestra relación afectiva. De este modo he podido comprobar cómo trabaja con Pedro y con los humanos especiales.

Nada más llegar le ha soltado para bajar su energía mientras algunos de los humanos limpiaban su casa, a la que llaman cucha, barriendo las hojas de los árboles, quitando las cacas, cambiando el agua de los baldes y poniéndole un poco de pienso en su cuenco. Después de un pequeño descanso, en los que los humanos han estado tomando todos juntos una infusión y unas galletas y Javi fumándose un cigarro y charlando con algunos de sus compañeros, han vuelto a la labor, que ahora se dirigía hacia el contacto con Pedro. Con los humanos especiales, más especiales de todos, es decir, los más complicados, trata de crear un espacio de comunicación sensorial a través del acercamiento visual y táctil, sintiendo su pelo y su calor, rascándole las orejas y la tripa, notando sus lametazos. Algunos se reían y otros parecían asustarse, aunque poco a poco Javi los iba presentando, sin forzar ni a unos ni al otro. Pedro trabaja muy bien y es muy bueno con los humanos especiales. Le ha hecho caso a Javi en todo momento y se nota que han estado trabajando mucho en su adiestramiento. Después de la hora del almuerzo con otro grupo de humanos especiales han ido a pasearle. En esto se turnaban y Javi les enseñaba a llevar la correa, a hacerse respetar y a dirigirle. Más tarde han estado jugando a tirarle la pelota y a correr con un premio en sus manos para llamarle desde lejos por su nombre. Por último le han cepillado, llevándole todos juntos a su casita, ya para despedirse de él hasta mañana. Antes de terminar se ha llevado después a los más conscientes o problemáticos para hacer terapia individual. En ella abordaban los miedos y el resto de sentimientos con dinámicas estructuradas, siempre aprovechando la presencia de Pedro y su energía. Todos los humanos especiales han disfrutado en mayor o menor grado las distintas actividades y a mí me ha encantado contemplar cómo trabaja. Tal vez algún día pueda trabajar de nuevo con él. Aún recuerdo cuando trabajaba Javi con los cachorros grandes y sus familias. A veces me llevaba para conocerles y creo que eso le servía para evaluar sus problemas y establecer una senda para conseguir que se sintieran mejor.

Cuando ha terminado el turno, aún se ha quedado un rato con Pedro para entrenarle y abordar nuevos juegos que irán poniendo en práctica. Pedro debe quererle mucho. Me lo dicen sus ojos y el movimiento constante de su rabo. Y Javi lo está aprendiendo todo de él. Es como un trueque de cariño, conocimiento y disciplina.



Día 318

(Los perros del barrio empiezan a respetarme)

Hay un perrito cojo con el que juego casi todas las tardes en los descampados de la villa. Javi le llama Chusta y me gusta porque aunque lo intenta no me puede alcanzar. Otro tiene la piel llena de heridas que supuran. Javi le compro hace unos días una cura en el hospital de perros y le también llevamos un poco de pienso y parece que comienza a recuperarse un poco. Hay otro grande y negro que cuando llegamos al barrio siempre trataba de morderme. Ayer me pilló despistada al venirme desde atrás y yo me asuste tanto que me revolví mordiéndole una oreja. Algo ha debido cambiar en él pues hoy al verme doblar la esquina del parque, se ha acercado despacio para olerme moviendo el rabo. Los otros perros, al comprobar que su jefe, lo hacía, han actuado igual. Yo me he puesto entonces a jugar corriendo a su alrededor, aunque me han mirado como si no supieran cómo hacerlo y se han marchado a rebuscar entre la basura de las veredas.

Luego hemos estado paseando por algunas calles nuevas y aunque algunos perros me han gruñido detrás de las vallas, al estar más confiada, enseguida se han callado. Poco a poco me voy haciendo a nuestra nueva vida. Sigo echando de menos a Che Lokita, igual que Javi, pero ya nos estamos haciendo a vivir sin ella. En este continuo inexorable, bregamos contra el miedo y la soledad. De este modo resistimos, alcanzando pequeñas alegrías que van alimentando nuestro corazón y colmando nuestra memoria, aprendiendo a construir nuestra vida desde cero, conspirando contra el mundo, forjando en cuanto se puede los optimismos.



Día 319

(La tortilla)

Hoy Javi no ha ido a trabajar y se ha levantado más tarde que de costumbre. Sonaban los despertadores pero él se daba vuelta entre las sábanas sonriendo y llamándome a sus pies antes de dormirse. Después de despertar ha estado componiendo la casa y luego hemos salido a pasear. Durante el paseo Javi ha comprado comida y en cuanto hemos regresado a casa, se ha puesto a teclear.

Le brillaban mucho los ojos. Y es que por suerte, esa tristeza que quiso agarrarnos de nuevo hace unos días se va desprendiendo de nuestra conciencia, tornando a los antiguos propósitos: a la lucha, a la esperanza y a la ilusión.

Por la tarde, cuando el sol ya caía, hemos salido nuevamente a dar una vuelta. La calle estaba llena de humanos, aunque el frío, traído por un viento repentino, la ha vaciado en apenas unos minutos. Ya en casa, mientras yo me acurrucaba en mi manta verde, Javi ha empezado a preparar una tortilla enorme con patata, batata, cebolla, pimiento y calabacín. Le ha llevado la mitad a nuestros vecinos humanos y el resto la ha compartido conmigo.

Es una buena señal que Javi haga una de sus tortillas. Esto quiere decir que convierte su nostalgia de allá en entusiasmo con el acá.



Día 320

(A gusto en casa)

Como respuesta al presente de Javi, la humana vieja y la que lleva gafas nos han traído esta mañana un guiso muy rico para comer. Hemos comido tanto que no ha quedado otra que echarse la siesta para digerir el atracón y hacer nuevo hueco.

Por la tarde hemos ido a pasear hasta el pueblo y Javi ha estado tomando de esa infusión de hierba con el palito de metal sentado bajo un árbol de la plaza mientras escribía versos y fumaba pitillos. En uno decía así:

Un rato después volvíamos a casa, justo cuando parecía que iba a ponerse a llover. Javi ha prendido el calefactor de aire y calor y nos hemos tumbado, yo en la manta verde, y él en la cama. Ya no nos hemos movido de allí. Afuera soplaba ese viento que arrastra las hojas de los árboles haciendo mucho ruido. El frío pretendía colarse por debajo de nuestra puerta pero no lo ha logrado. De estar todavía en la casa-chabola seguro que lo sentiríamos en nuestra piel. Entraría por todos los agujeros de la chapa. En todos los cambios se pierden unas cosas y otras se ganan. En esta casa estamos tan a gusto, protegidos del frío y más seguros. En ella tenemos nuestro nuevo refugio. Esperemos que nada ni nadie venga a arrebatarnos su condición, aunque Javi vela con todo su ímpetu, su mente y sus santos se constituyen, para que ninguna desgracia nos toque, y si nos toca, que la aguardemos firmes y confiados.



Día 321

(Traduzco lo que Javi teclea)

Javi teclea. No existe otra realidad ni otra actitud en todo el día. Tal vez los leves descansos en los que hemos salido a pasear por el barrio y en los que se armaba unos pitillos inmensos han sido una inocente tregua ante su esfuerzo creativo.

Ahí está ahora concentrado, fabricando historias, sueños y quimeras, obrero del ritmo y del tiempo, expresando sus ideas y concepciones más profundas, que no son más que sus sentimientos atrapados en una red de palabras. Puedo oler con nitidez sus intenciones, pues cuando Javi teclea se siente feliz. El torbellino de palabras vibrantes recorre su mente y pugna por concretarse y respirar. Intenta explicar lo que ocurre en nuestra tierra, alzan sobre el barro los porqués, establecen conexiones sutiles que van filtrando los olvidos y unen los desastres y las esperanzas del pasado con las del presente. Estas palabras implican amor, solidaridad, justicia social y libertad, y juntas pretenden de levantar puentes sobre el rencor y de establecer una única consecuencia humana, la igualdad. Sus personajes luchan, iluminando un sendero sombrío, sin descanso, nutriendo de verdad la memoria, y también se mueren.

Javi siente sus muertes como si algo dentro de él también se muriera. Por ello teclea aún un poco más. Para animarse con lo que sigue a la muerte, pues siempre se trata de la vida.



Día 322

(Comparativa)

Primero vivimos en el sitio de los perros, donde lentamente nos hicimos a esta tierra inconcebible y querida, donde nuestros miedos fueron retrocediendo asociados al continuo temporal que nos otorgaban los posibles: el trabajo de Javi con los humanos especiales, la fuerza para romper con lo injusto y la caída posterior, al comprobar los sentimientos turbios de quienes en su día nos acogieron. Allí vivía suelta o compartía el espacio del patio con Noa. Al principio dormía en el viejo colchón pero después lo hacía en el horno. Javi rompía a veces las reglas, sobre todo su la lluvia o el frío se intensificaban, y me colaba a escondidas en su cuarto. Por entonces comencé a oler sus sueños y sus pensamientos, pienso porque él se adentraba en los míos. La pradera fue como saltar al paraíso y a un tiempo al abismo. Para ambos supuso una liberación y también una ruptura con las comodidades a las que estábamos acostumbrados. El trabajo se acumulaba pero resultaba positivo. Nuestra relación con las otras especies crecía en tanto nosotros continuábamos profundizando en la nuestra. Pronto vendría la estrella y con ella mi hermana Che, aunque los problemas con el dueño lo hicieron de corrido. Teníamos libertad para estar sueltas casi todo el día y los árboles imponentes, Negro, el clan de los gansos, las ratas, las gallinas y el gallo, los patos, los pájaros de colores, Pepe y su compañero, los burros, el pony y los animales extraños se convirtieron en nuestra familia. El ecosistema funcionaba pues se mantenía en equilibrio. La utopía se hacía posible, custodiada por la gran carretera, las estrellas distantes y el esfuerzo común. No obstante el mundo humano nos acechaba, simplificado en el dominio de los amos. Vinieron los maltratos y las avaricias para hacer marchitar nuestro sueño.

Hace poco que llegamos a este barrio acogedor y peligroso. A un lado tenemos la pobreza extrema de la villa y al otro la miseria interior de la abundancia. En ninguno de los dos lados nos sentimos totalmente seguros y nuestras intenciones parten para equilibrar este nuevo ecosistema insostenible. Nuestra casa nos protege del frío y de la lluvia y la mente de Javi de cualquier acción irracional. El mundo humano es cambiante y caprichoso. Por ello no sé por cuánto tiempo seguiremos aquí, pues vamos haciendo del movimiento una costumbre. Al fin al cabo vinimos acá para aprender. Y no hay aprendizaje mayor que la adaptación a cualquier cambio. A veces soportar su extensión y otras veces provocarla.

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