eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 22 de julio de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 58)



SEMANA 58
Día 407
(Musicoterapia)
            Voy en los ojos de Javi y le veo así preparar uno de sus talleres con los humanos especiales. Reparte un objeto musical a cada uno. Maracas, tambores y panderetas. Saca de dentro de una caja un peluche de un león con cara fiera. Les explica pacientemente que cuando el león camine han de hacer sonar las maracas, cuando salte lo harán los tambores y cuando ruja las panderetas. La escena empieza con el león despertándose. Los humanos especiales prestan atención pero rápidamente se distraen y Javi ha de comenzar de nuevo. No obstante, poco a poco van entrando en la historia. El león despierta en medio de la selva y lo primero que hace es desperezarse. Los humanos especiales le imitan y aunque alguno se evade a su mundo de fantasías propias, la mayoría parecen dispuestos a continuar porque les pincha la curiosidad. El león inicia su recorrido por la selva y las maracas así lo corroboran. Puede que se cuele algún tambor y alguna pandereta pero Javi va corrigiendo estos deslices y la orquesta de sonidos despliega toda su capacidad. Javi mueve el león con sus manos pero es como si las manos no existieran y sólo estuviera el león. De pronto salta y los tambores repican su movimiento. Cuando ruje las panderetas lo refutan. Javi, que está dentro del león como cuando yo me meto dentro de él, es el director de la orquesta y los músicos aguardan sus indicaciones y gestos, que no son otra cosa que los movimientos del mismo león por la selva. Los ritmos surgen en distintas combinaciones, en tantos las miradas se concentrar para no perder el hilo. La canción termina con un enorme rugido al que todos los humanos especiales se unen para imitarlo. Durante unos minutos han estado creado una historia con fondo musical y han participado con su potencialidad en la composición. Javi pide un aplauso y todos los músicos responden aplaudiendo. Sus sonrisas están cargadas de satisfacción. El león se despide ahora y vuelve a su caja. Ya es la hora de hacer un descanso y los humanos especiales tornan cada cual a su embudo. Los rostros se ablandan, los ojos se sumergen y los codos se apoyan en la mesa. Antes de salir por la puerta, Javi se gira, y por un momento el león asoma de nuevo su gran cabeza del interior de la caja para despedirse de sus amigos con una pata. Los humanos especiales se iluminan y le dicen adiós con sus manos, pensando como panderetas, maracas y tambores.

Día 408
(Kilombo en nuestra pequeña comunidad)
            Desde por la mañana se sentía la tensión en el patio y los árboles doblaban sus ramas con el viento. Los humanos andaban enfadados, se echaban la culpa unos a otros porque nunca se paran a hablar de lo que ocurre o lo que piensan. La madre del cachorro grande se ha quedado sin trabajo y los apuros económicos han desatado la tempestad. La vecina vieja, la abuela del cachorro, ha aprovechado para atacar al humano que vive con ella en el fondo, gritando que lleva años sin trabajar y que es un vago. No le falta razón a la humana vieja, pues el humano siempre está cimentando negocios millonarios en el aire pero no mueve un músculo para concretarlos y rechaza muchos trabajos que le salen. El cachorro grande está en una etapa muy egoísta y no ayuda en nada su comportamiento. Su madre brega entre su relación de pareja y su hijo y se ve atrapada en los pliegues irracionales. La única que no se mete es la humana con gafas, tal vez porque su vida ya es de por sí demasiado complicada. Cuando Javi ha regresado del trabajo se ha encontrado este kilombo, todos discutiendo con todos, gritándose e insultándose y aunque por un momento parecía no querer intervenir, ha seguido sus impulsos, ha aplacado las voces momentáneamente y los ha mandado cariñosamente cada uno a su casa.
            Después de nuestro paseo, acortado por las circunstancias, ha ido hablando uno por uno, sabiendo que la simple expresión de sus frustraciones y ansiedades lograría mitigar en parte su estado. La humana vieja está cansada de dar y dar sin recibir nada y como el cachorro humano vive prácticamente con ella termina por incidir en su educación más que su madre. A esa madre humana le cuesta poner límites y se aprovecha de la situación para evadirse de sus responsabilidades. Del humano, que es su pareja, únicamente hay que decir que pese a que no contribuye poco en aspectos materiales ejerce de autoridad para el cachorro, es baremo emocional de la madre, y ayuda a unos y a otros en lo que puede. La vieja no le traga. La humana madre del cachorro no es capaz de expresar lo que siente ni de separar su relación de pareja de su familia. El humano habla de la abuela como de una bruja manipuladora, pero después se sienta cada día a comer lo que ella le prepara y pone su mano cuando ésta le da plata. El cachorro, siempre el más vulnerable de todos, rinde a su antojo estos tirones y se está convirtiendo en un psicopatilla practicante dispuesto a crear un infierno cotidiano y a hacer lo que sea para conseguir sus querencias y caprichos.
            Javi  ha obrado como un cirujano para separar cada problemática individual y ha hecho la puesta en común durante la cena. Todos le han escuchado y se han comprometido a seguir sus consejos. El ambiente cargado se ha diluido cuando para terminar Javi ha propuesto que cada uno dijera algo positivo de los otros. Las risas han llegado con los mates y poco después Javi y yo entrábamos en casa. Javi rendido, yo con un gran hueso en la boca. La humana vieja me lo ha dado como una especie de recompensa por el esfuerzo de Javi. Por hoy todo ha regresado a la normalidad. Esperemos que la calma dure al menor por un tiempo y que cada humano se conciencie para hacer sostenible la convivencia. Gos y Oso me han mirado con envidia al pasar con el hueso, y ahora Javi cae rendido en la cama mientras yo me acurruco en la manta verde mordisqueando en silencio la verdad.       

Día 409
(Bar-rotisería)
            Cuando Javi ha salido del trabajo traía ojos de loco escéptico y durante el paseo era como si buscara algo o a alguien. Hemos pasado por la puerta de un negocio en cuyo cartel se lee rotisería. Este establecimiento es una mezcla de bar, cafetería y restaurante. Se sirven igualmente copas que cafés o infusiones que platos simples como milanesas y empanadas. Javi ha pasado y yo me he quedado fuera temblando porque justo un momento antes han tirado un petardo y me da miedo. Javi ha salido a la puerta con un whisky con coca-cola en la mano y se ha sentado en una silla para saborearlo. El interior del local estaba lleno de parroquianos humanos con boinas y las paredes mostraban mapas del país, banderines de los distintos equipos de fútbol, de tenistas, de boxeadores, de caballos y de pilotos de coches de carreras. Todos bebían vermut combinándolo con soda en sifón. Me ha recordado un poco al bar que había en aquel pueblo de la sierra donde vivimos una vez. Algunos humanos amables le han preguntado a Javi de dónde era y pronto se ha reunido a su alrededor un pequeño corro de curiosos. Le han invitado a otro whisky aunque después de algunas explicaciones e indagaciones pronto han vuelto a sus conversaciones de siempre.
            Javi ha sacado entonces una libreta de su mochila y se ha puesto a escribir un poema irracional, como si estuviera poseído por una voz ajena que en verdad no lo es. La luna iniciaba su camino en el cielo. El atardecer era apenas un último envite del sol moribundo. Nuestro barrio se oscurecía hacia la selva del río enorme y las casas parecían formar parte de los árboles. Las risas sonaban en la rotisería mientras un olor a fritos y carnes me envolvía la nariz haciendo que mis miedos se disiparan. Javi escribía:
            No rotures tu silencio/ sigue preguntándote si más allá de vos hay una espera/ un sentido que transgredir
            No bajes la vista/ cuando tus ojos tendrían que brillar entre las nubes/ transformando la realidad prisionera/ aquella que pretendes libre
            No me digas que me calle/ que deshaga mis palabras en impulsos/ que aguarde a otro día/ a otro instante impredecible/ si lo que yo quiero es pintar sobre el vacío/ comerte la boca y la razón/ sobrevivir momentáneamente a la controversia de la soledad elegida y el deseo continuo.
            Ahora regresamos a casa y Javi sonríe no con ojos de loco escéptico sino de loco optimista. Un nuevo petardo en una esquina me hace temblar pegada a sus pasos. Ya se ve la puerta de nuestra casa, blanca con un sol unas nubes pintadas sobre un mar azul desde el pomo. Sopla viento frío, y me siento sobre mis patas mientras Javi busca sus llaves con la ebriedad en sus bolsillos.   
Día 410
(La bici vuelve a casa)
            Tiene la rueda de atrás destrozada y la de adelante torcida, el sillín hecho mierda, los guardabarros doblados y raspones en el pedal y el cuadro. Sin embargo, así apoyada como está, como siempre estuvo apoyada en la pared, resulta una sobreviviente rotunda. No es una sombra ni un eco. Pronto volverá a rodar, volverá a llevar a Javi al trabajo y le permitirá sentir el viento y la velocidad sin más protección que la piel latente.
            Javi la ha traído esta tarde a casa y la pared que permanecía vacía se ha llenado con su presencia. Javi sonríe ahora mientras teclea. Y de cuando en cuando la contempla ensimismado, como si recordara. Yo me acerco a ella muy despacio para oler aquella escena que el destino marcó en su pintura gastada.   

Día 411
(Safari fotográfico en el Paraná)
            Aunque a Javi no le tocaba trabajar, hoy nos hemos levantado muy temprano. Desde el principio he sentido que algo especial poblaba los ojos de Javi, y cuando hemos salido a la calle, dirigiéndonos después hacia el fondo de la villa, marchando más allá de los contries de los ricos, siguiendo la paralela de los canales de esteros y lagunas del río enorme, he entendido el porqué.
            Hemos caminado durante varias horas por senderos desconocidos, siempre hacia el este. Javi consultaba frecuentemente un mapa para asegurar nuestra dirección, pues era la primera vez que nos alejábamos tanto del pueblo, bordeando la selva impenetrable y su red de árboles, plantas y flores. De pronto el sonido del agua nos anunciaba que el río enorme estaba cerca y al acercarnos un poco más el estruendo era tan fuerte que asustaba. El sol convertía este espacio en un rincón maravilloso. El verde brillaba con toda su intensidad. Javi ha sacado la cámara y se ha puesto a fotografiar todo cuanto veía. Nos hemos sentado en una especie de ensenada, sobre unas piedras blancas desde las cuales podíamos distinguir las dos orillas. Al poco rato de estar allí, la fauna ha comenzado a surgir de su aparente inexistencia. Javi ha retratado decenas de pájaros distintos, cuyos colores variaban como un arcoíris, grandes como un gato, con garras y picos impresionantes o tan pequeños que podían entrar dentro de las flores para libar su néctar, sacudiendo con rapidez sus alas casi invisibles, cazadores y presas, también serpientes, ranas, lagartos, insectos y arañas, y unos roedores descomunales que nadaban y pastaban hierba entre los árboles. Yo me he vuelto loca literalmente persiguiendo a unos y a otros, y he registrado sus rastros y olores para no olvidar esta locura.
            Al mediodía hemos regresado hacia el pueblo, cuando las nubes ocultaban el sol y presagiaban lluvia. Hemos tornado justo cuando empezaba a llover y el barrio se embarraba de silencio y el sonido de las radios se distorsionaba con el gris del cielo y los relámpagos inconcebibles. Javi prepara una infusión para tomar con el palito metálico mientras yo me hago una bola sobre la manta verde y me dejo cautivar por el cansancio y la molicie. Estas lluvias intensas harán subir el caudal del río enorme y probablemente ahora todos sus animales habrán buscado un buen refugio como nosotros para pasar el temporal.

Día 412
(Nuevo día del amigo)
            Hoy me ido dentro de Javi a su trabajo. El sol lucía en el amanecer después que lloviera durante toda la noche. Los domingos la estación de vehículos colectivos está casi desierta a esas horas y salvo los cachorros grandes que vienen de esas jodas infinitas y del interior de los portales voluptuosos, ciegos de alcohol y claridad, sin un peso en sus bolsillos, asidos a la ideología del sueño sin distancias y a la espera de cualquier accidente prometedor, pocos humanos más acontecen por las dársenas vacías.
            Como el círculo del nuevo año ha dado un giro completo hoy en el hogar de los humanos especiales se celebra nuevamente el día del amigo. Javi y sus compañeros han intentado así que los humanos vivieran un día diferente. Por ello han estado haciendo carteles y tarjetas para regalarse unos a otros, han decorado los talleres, han cocinado, han bailado. Javi ha hecho un cuentacuentos con títeres y los humanos han disfrutado de lo lindo. Y como el día lo ha permitido han merendado fuera tomando mate con los palitos metálicos.
            Al llegar a casa, Javi ha recibido algunos mensajes de sus amigos de acá y él ha enviado otros. Parecía muy emocionado porque no se esperaba tanto afecto. En esta aventura nuestra, lo que ayer resultaba extraño o distinto a nuestra costumbre, poco a poco se va convirtiendo en una realidad que toca nuestro corazón hasta abarcarlo.

Día 413
(Luna-uña)
La luna es apenas una uña flaca que ondea en el cielo de este amanecer. Javi debe estar esperando aún el vehículo colectivo en la esquina de nuestra calle porque puedo oler desde aquí su sombra insomne. Se pasó media noche tecleando en la pantalla y únicamente ha dormido un par de horas. Oso y Gos me miran desde un rincón del patio y los patos y las gallinas extrañas aún permanecen dormidas. Sólo los gallos hace rato que cantan al alba subidos en el tejado de la casa como gatos. Hace un poco de viento porque los árboles mueven sus ramas con ritmo. El barrio despierta y no, echándose la manta de nuevo por encima. Las semanas se suceden y los sueños avanzan con lentitud. ¿Qué será de la visa, del título de Javi, de su ilusión por trabajar con caballos y animales, por aprender todo lo posible, por continuar siendo lo más libre y lo más despierto, por descubrir insólitas esperanzas y bregar contra las tragedias de la vida?
Somos un humano y un perro luchando en un mundo inmenso y diverso. El mundo es mucho más que nosotros, mucho más que humanos y perros. Vivimos en esta tierra hermana de nuestra tierra. Y en verdad todas las tierras son hermanas, pues son una misma sustancia geológica, un mismo útero vagando en el espacio alrededor de una estrella ávida de átomos y amor. Por eso sé que al contemplar esta luna-uña, flaca y luminosa, nuestros amigos del otro lado, también la estarán viendo ondeando en este cielo que amanece para traernos otro día que se sumará a todos los anteriores en su lucha.

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