eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

lunes, 13 de octubre de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 68, 69 y 70)


SEMANA 68
Día 477
(Milonga salva)
            Desde la mañana ha estado sonando en la radio de nuestros vecinos humanos mecánicos un tipo de música que a Javi le gusta mucho. La melodía es dulce, con guitarras, violines o bandoneones y, unos tambores provisorios, las letras hablan de la vida y la muerte, del amor y sus sufrimientos, de la naturaleza y el tiempo que no regresa, y están cargadas de tierna nostalgia, pero no del pasado, sino de aquel paraíso perdido que todos los seres humanos llevan grabado en la sangre y que les empuja a luchar por su libertad.
            Los días que suena esta música los mecánicos no trabajan y se dedican a beber incesantemente litros y litros de vino y cerveza, hasta que sus rostros comienzan a enrojecer de ebriedad. Juegan a las cartas y platican dando voces, lo que convierte nuestra calle en una fiesta improvisada en la cual unos van y otros vienen. Los perros de la calle se sientan en la vereda aguardando que los restos les restituyan, pero en el fondo ya saben que lo único que les espera son un reguero de botellas vacías y que alguna que otra irá a atormentar su descanso bostezante, pintado de moscas y pulgas.
            Cuando Javi regresado del trabajo no ha tenido más remedio que unirse por un rato a la juerga de los vecinos y brindar con ellos por las grandes y pequeñas cosas. Javi se ha dejado llevar por esta alegría forzosa pues entiende su filosofía. Es un sentimiento que trata de aplacar la angustia sin obviarla, que zurce momentáneamente los agujeros de la razón y permite construir instantes felices de la nada. La milonga salva, como salva el flamenko y el rock y el reagge. La música sublima las esperanzas ajadas. Javi saca ahora brillo a sus ojos y se coloca la máscara adecuada. En la vereda los perros se pelean, y desde nuestro patio, Gos, Osos y yo los vemos morderse mientras que los humanos se ríen pasándose los pitillos y las botellas.
              


Día 478
(El gordo cachito)
            Hoy ha venido a casa un humano al que Javi está ayudando con su terapia. Es muy gordo y alto y tiene los labios inflamados y morados y unos ojillos chiquititos que no dejan ver el blanco. Ha dejado su pago jugoso sobre la mesa y cuando se ha sentado en la silla las patas parecían que se iban a romper. Tiene una adicción muy fuerte a algunas sustancias y huele a sangre y grasa. Este humano es carnicero y no cree absolutamente en nada.
            Hasta ahora no ha podido ayudarle nadie y eso que ha pasado por las manos de muchos profesionales y centros de desintoxicación. Por temporadas logró desengancharse, pero siempre volvía a caer de nuevo. Javi necesita conocerle más, aunque en este instante le envía la primera premisa: tú siempre te guiaste por métodos y pautas externas a vos… esperabas que los médicos, los psiquiatras, dios o el gaucho gil te ayudaran a ser una persona nueva… que renacieras y olvidaras de pronto quien habías sido durante tantos años… Nadie más que vos puede encontrar las motivaciones para abandonar definitivamente el abuso… Por mi te puedes drogar para siempre, aunque la diferencia es que tú tengas el control… Hay quien lo hace por sus hijos, pero la única certeza es que si no lo hacés por vos, porque te querés y respetás… estarás perdiendo el tiempo y te abocarás a morir en un perpetuo suicidio silencioso.
            El humano le mira y sonríe. Parece que las palabras de Javi le cuadran.
            Todos mis amigos me llaman el Gordo Cachito, dice golpeándose la enorme panza…
Javi le devuelve la sonrisa y le responde. Hoy cuando empezamos a hablar me dijiste que no tenías amigos, amigo...


Día 479
(Nueva habilidad)
            ¿Qué mecanismo o suerte nos hace descubrir de pronto una nueva habilidad que no sabíamos que dominábamos? En este viaje, tanto Javi como yo estamos hallando formas distintas de comunicarnos, de compartir esta realidad cambiante que con nuestra fuerza doblegamos en cotidianidad. La mente de Javi y la mía están unidas de un modo prodigioso, por participar de las mismas experiencias y pensamientos y por fusionar nuestros corazones, tratando él de manejar las fuerzas inconscientes de su interior para servirse de ellas, y yo, por racionalizar mis comportamientos instintivos. Nuestro equilibrio es nuestro amor, ese puente que afronta el terrible abismo de la vida y la muerte, del tiempo y el espacio. Así pude empezar a oler primeramente sus sueños, y luego sus pensamientos y sentimientos diurnos. Aún recuerdo aquel día transcendente en el que por primera vez me vi a mi misma mirando a través de sus ojos y escuchando y sintiendo la vida a través de su cuerpo diferente. Poco después comencé a comprender muchas cosas del mundo humano, conceptos, ideas y costumbres, hábitos relacionales, abstracciones y memorias, con sus coherencias y también con sus contradicciones. El gusto semejante de Javi por comprenderme como ser vivo y de buscar el rastro olvidado de sus animales interiores, le llevó a rodearse de especies. Es el humano más perro que conozco, y es seguro que yo sea la perra más humana que conozca él.
            Hoy sin embargo, por no alejarme sus vivencias, una nueva habilidad ha venido a sumarse a las anteriores; habilidad que me ha orientado hacia mi propia raza y a la vez me ha llevado a unirme aún más con los humanos. Y es que hoy, cuando Javi se ha marchado por la tarde noche, al cerrar los ojos esperando que me encontraría dentro los suyos, me he hallado en cambio en unos ojos desconocidos, unos ojos plausibles, los de un compañero perro, uno que veía caminar a Javi por las calles del centro del pueblo, distraídamente, sin rumbo. He comenzado así a seguirle, y cuando por cualquier motivo él se perdía entre la gente, de inmediato otro compañero parado en una esquina u olisqueando en una vereda le captaba. Javi parecía contento al comprobar con asombro cómo distintos perros y perras iban tras él moviendo el rabo. En vez de extrañarle, le entusiasmaba. Y quizá por ello, cuando se ha sentado en un banco de la plaza y un perro oscuro y flaco se ha acercado a olerle las manos, ha sentido que en verdad era yo. En aquellos ojos sentía los míos, y ha sido que su corazón le ha hablado de esa igualdad sencilla de todos los bichos existentes.  
             

Día 480
(Noa ha muerto)
            Cuando me he despertado hoy, no me imaginaba que mi nueva habilidad pronto me reportaría un gesto triste. Quizá cuanto mayor es nuestra conciencia mayor es también la amplitud de las desgracias.
            Las horas han trascurrido como escalones invisibles. Javi no ha ido hoy a trabajar y se ha pasado la mañana tecleando. Al mediodía se ha dado una ducha y se ha preparado para salir. En el patio, he cerrados ojos, y antes de que Javi doblara la esquina de nuestra calle ya le estaba siguiendo dentro de un pequeño amigo que le ha seguido hasta calle Libertad. Allá he cambiado de compañero, en este caso de compañera, una perra de raza pero abandonada. En ella hemos llegado hasta la terminal de autobuses. Con el hocico pegado a la cristalera de una tienda he visto cómo Javi dejaba la pantalla tecladora y luego de marcharse hacia el parque. Mientras se comía un sanwchis de milanesa yo era un cruce de labrador con pastor italiano y cuando se ha armado un par de pitillos para escribir versos en su libreta era un qué se yo de pelos y orejas tiesas. A media tarde se ha dirigido de nuevo hacia la terminal y ha tomado un vehículo colectivo. En ese intervalo he podido distinguirle en una infinidad de compañeros que se distribuían estratégicamente entre nuestro pueblo y el sitio de los perros. Apenas un reflejo y sombra tras la ventana en movimiento, un olor de fondo entre el asfalto, el humo, la hierba y los árboles. De pronto me he reconocido en uno de los hermanos petizos poco después en Dama. Javi recorría la calle donde vivimos una vez y yo aguardaba entrar impaciente en los ojos de mi vieja compañera, Noa y sentir en mí su cuerpo cálido, su dulzura innata y su valentía. Sin embargo al llegar a la casa he contemplado cómo Javi abría la puerta del patio delantero y daba unas palmadas para avisar de su llegada. Noa no ha aparecido como siempre para saludarle. Tal vez estuviera deambulando por las calles, en busca de cualquier resto preciado y precioso. No obstante no era; aunque yo he tenido que esperar toda la noche y la mañana para descubrirlo.
            Javi salía de Joda rato después con uno de los hermanos humanos y otros humanos y humanas. Sé que para él ha sido una noche maravillosa; tal vez con la astilla febril y trágica que suponía entender lo que nunca quiso decirme y sin embargo ahora. Sé que se divirtió de lo lindo, que bebió lo imposible, que se rió sin amarguras, del tiempo, del amanecer y la esperanza, que besó unos labios y su cuerpo se estremeció de placer en una cama ignota, que desplegó su ideología, su alegría, y amasó pan par un horno extraño.
Pero a su regreso su olor, entre tantos que se describen, me dice que mi amiga Noa, también su amiga, murió hace unos días atropellada, callejera imperfecta e impura, cerca de la gran carretera, y es por ello sus ojos son ya un enigma, y se niegan a ver nada más.  


Día 481
(Duermo con Javi)
            Estoy triste y no sé qué hacer. Me he estado preguntando si se encontrará bien los viejos amigos de nuestra tierra. Lucky, Yura, Naquel, Kubala. Javi ha sacado la manta verde a airearse en una cuerda del patio, y como si sintiera mi angustia y mi contrición, me llama ahora con él a la cama para acariciarme cariñoso y susurrarme a la nariz: tú también eres Noa, ya lo sabes; ella vive asimismo a través de ti. Vos sos todos los perros y perras del universo profundo.


Día 482
(Carne mechada)
            Javi ha traído del trabajo un táper lleno hasta arriba de carne mechada. Hace mucho que comía cerdo ni él tampoco. Los sabores nos han cargado de nostalgia y recuerdos. Los recuerdos no engordan, pero la nostalgia sí. Por ello tanto Javi como yo hemos ganado algún kilito.


Día 483
(La espina dorsal del barrio)
            Hoy durante el paseo hemos recorrido la espina dorsal del barrio. Esta no es la calle más grande, ni siquiera es una de las que están asfaltadas. Sin embargo en esta calle, porque es sin duda una calle aún cuando no lo pareciera por momentos y vacíos, fluye la vida, desde un centro neurálgico, compuesto por un racimo de casas pobres donde viven unos humanos que organizan la murga musical, en aquel galpón en el que Javi ya ido alguna vez a tocar el tambor, hacia el resto del pueblo. Alrededor de estas casas hay un parque con un par de potreros con porterías de madera. Varios kioscos y despensas se amontonan en una esquina, porque de cuando en cuando la fiesta nace acá y montones de humanos se juntan para celebrar. Tal vez sea el lugar del mundo donde existen mayor número de perros callejeros. Pareciera que quisieran competir mis hermanos y hermanas con las pulgas que los acechan y para repartirlas ellos se reproducen. Esta calle de noche es también la más peligrosa y pocas veces nos hemos atrevido a adentrarnos en ella después del atardecer. Esta tarde el galpón se encuentra lleno de humanos y mientras Javi toca y disfruta con la murga, yo busco restos de comida en los distintos montones de basura de las veredas. He olido en los pensamientos de Javi que la murga se está preparando para un acontecimiento que pronto sobrevendrá. Los humanos quedan así después del trabajo para ensayar. Hay humanas vestidas con trajes de colores y bailan los ritmos de acá, la samba porteña y el candón uruguayo. A Javi le gustaría formar parte de la murga pero no lo tiene fácil, aunque le dejen tocar pues siempre falta alguno de los músicos. Para conseguirlo tendría que estar casado con alguna mujer de acá, o ser hijo de alguno de los músicos.
            Los tambores suenan en la Chechela y levantan el ánimo de sus habitantes. Los árboles se adormecen con el ocaso y cientos de pájaros sobrevuelan las casas en dirección al río enorme. La espina dorsal lleva su impulso desde el cerebro hacia las extremidades. La música es luz, cuando el aire se electrifica y una multitud de perros, a coro, se ponen a aullar.


SEMANA 69
Día 484
(El concilio de la sangre)
            Sin la pantalla tecleadora, Javi se dedica a escribir en su libreta y a leer libros. Cuando ha regresado del trabajo hemos ido a pasear por la villa, casi hasta el río enorme. Los días más largos nos lo permiten, y el olor de las plantas y de los árboles, henchidos de flores y frutos, es un misterio que escapa a mi nariz. Los ojos de Javi brillan contemplando el paisaje verde. Algunos caballos pastan tras un cercado y se escuchan las sirenas de los barcos que surcan las aguas. Javi ha llegado más tarde de lo habitual y un aroma extraño se desprendía de su cuerpo.
            Ahora, ya en casa, se cambia de ropa y compruebo que se ha pintado nuevamente en el brazo. Prepara el jabón y la crema y por momentos su mirada me busca con complicidad. Me llama y me muestra el concilio. Me veo a mi misma en su brazo, perra callejera, linda, compañera, incondicional, fiel y poderosa.
            Por primera vez en mi vida siento que mis emociones me trascienden, y mientras muevo como la perra que soy el rabo de la alegría, mis ojos se desbordan de lágrimas humanas. 


Día 485
(El árbol de espirales)
            Se abre la puerta de casa y después la del patio. Javi me silba y se agacha para abrazarme sonriendo. Su olor, sus pensamientos y otras señales, me advierten enseguida de lo ocurrido. Es mediodía y no debería estar aquí, sino en el trabajo. Mi mente hurga en sus gestos y mi nariz acaricia sus recuerdos. Uno de los humanos especiales ha empujado con fuerza la puerta de un taller y le ha pillado el dedo. Javi se retuerce de dolor y comprueba que el dedo cuelga por un segmento de piel. La sangre gotea de camino a la enfermería. Con rapidez sus compañeras le auxilian. Sus jefes llaman a la ambulancia. Rostros que se apuran en agilizar su socorro, en tanto Javi trata de mantener el buen humor y la calma. La ambulancia llega con rapidez. El médico decide trasladarle al hospital, aunque primero pregunta quién se hará cargo de los gastos. Sus jefes no dudan. Lo justo es que sean ellos quienes se encarguen y así sucede. Javi no tiene obra social, y por tanto carece del derecho gratuito a la atención sanitaria. Acá, en esta tierra pródiga y desigualitaria, como tantas que existen, como en la nuestra también ahora, Javi continúa su lucha por convertirse en ciudadano. Por ahora sigue siendo un expatriado voluntario, alguien que decidió venir a probar suerte. Pero la suerte es como los humanos, unas veces sonríe y otras se torna grave. En el hospital le hacen radiografías, exploran la herida, la limpian. El dedo está fracturado, con lo que no le pueden coser. Le vendan, le entablillan para reprimir el movimiento libre y le ponen una vacuna contra el tétanos. El dolor cede al efecto de los primeros analgésicos y aunque Javi desea regresar al trabajo, pues tiene sus razones. Una de sus jefas, que le ha acompañado todo el tiempo, le quita la idea y le trae a casa.
            Veo a Javi prepararse un armado. Los vecinos humanos le preguntan y se apresuran a prepararle algo de comer. La familia improvisada no aguarda su conformidad, simplemente actúa, con cariño y atenciones. Javi se emociona y cierra el círculo. Sabe que lo mejor es dormir y situar su mente y su cuerpo en el descanso.
            Tumbada a sus pies, en la cama, huelo sus sueños y las imágenes se suceden. Javi camina por un sendero ascendente de una montaña desconocida. Al alcanzar la cima se sienta en una roca y despacio se quita el vendaje que cubre su dedo. En el cielo hay nubes oscuras de tormenta y los truenos anuncian una tormenta próxima. Al destaparlo, el dedo presenta un aspecto terrible. Está hinchado, ennegrecido, infectado, y gotea sangre y pus, Javi lo alza hacia el cielo y un rayo cae sobre él para curarlo. La cima se ilumina y Javi respira aliviado. La herida en su dedo se encuentra sobre la misma cicatriz que tanto tiempo ha estado sanado y que durante dos años ha ido retrocediendo. Aquella vieja cicatriz que Javi siempre concedió un aspecto emocional, pues tiene la creencia irracional que representa sus desamores. Por ello, en más de una ocasión, ha querido cortarla con su navaja.
            Javi despierta y en su reencuentro con la realidad sonríe. La vida, de acuerdo con sus expectativas, ha logrado que el humano especial cerrara la puerta para violentar aquella vieja cicatriz y crear una nueva. Era un resquicio de miedo el que Javi sostenía en ella. Las estrellas distantes brillan ahora en el techo de la habitación para salvaguardar la verdad de su amor y su esperanza efímera y fugaz. Javi está ebrio de optimismo mientras se levanta para lavar con dificultad mi rostro en su brazo. Después se pone a escribir en su libreta y todo concuerda con el nuevo sentido. Esta aventura nace una y otra vez. Si la vieja cicatriz de su dedo encarnaba el miedo a la muerte, el desamor sublimado, la nueva simboliza la regeneración y la libertad. El amor como posible, como base del cambio consciente hacia la libertad del yo.
            El corazón le late en el dedo y le brillan muchos los ojos. En su libreta anota: ¿cómo transformar el árbol del escepticismo en un árbol colmado de espirales?


Día 486
(Absorbiendo)
            Es extraño pertenecer a la piel de Javi. Es algo más que metafísico y afectivo. Un paso más en nuestro arraigo personal, en nuestra relación sincera. Ahora sé que puedo ser un animal de poder, pero también entiendo que no soy el único. La vida no se compone de elementos aislados. Todo forma parte de una conexión microscópica que nos mantiene unidos. Las cuerdas se tensan y la luz se acelera. Ahora veo que el tiempo, la libertad y el amor componen un cántico humano que es la conformidad de todas las especies y seres.
            La tinta queda grabada, como las experiencias y las ilusiones. Javi y yo absorbemos lo que vivimos, como la piel absorbe la tinta oscura. La piel del recuerdo es la memoria. En ella está el conocimiento y el afecto, y como en las paredes y abrigos de las cuevas, el arte mágico surge y se desarrolla.
            Javi se ha marchado al trabajo esta mañana. Ha dormido toda la noche y el dedo apenas le duele. Co esto pretende rascar de lo negativo su fe, del trauma el sueño inmóvil, mover sus intenciones, ficha, hurgar en las entrañas humanas, y calibrar lo inverosímil y la mínima verdad si la hay. En otras palabras, Javi ha ido a trabajar para demostrarse así mismo su fuerza, para no perder más tiempo, para comprobar las verdaderas intenciones de sus jefes, para enfrentar la burocracia con el cariño, la hipocresía con el afán.    

Día 487
(Las raíces del árbol)
            Javi dibuja un árbol, sus ramas, mientras teclea, a la vez que yo correteo con Gos y Oso por el patio, haciendo que los patos y las gallinas extrañas vuelen espantadas por nuestro juego. Hoy no ha tenido que ir a trabajar, y en su descanso evoluciona la creatividad
            En su pantalla aparece un título: el árbol del escepticismo, que es una especie de selección de sus viejos poemas. Yo me acerco por la puerta con un hueso en la boca y tumbada en la manta verde le huelo hacer. Ahora escribe con letras grandes: El árbol de espirales. Y como si fuera una casa, su mente se asienta en las raíces afectivas y conforma el principio de su inventario.

ALFONSA
No llegué nunca a conocerte
pues la muerte te llamó temprano
qué extraño fue sentir tu cariño
tras el cristal de una foto vieja
y más
 tras las palabras de aquellos que dejaste.

fuiste una mujer valiente
como tantas mujeres de tu tiempo
con la olla solazabas la magia y la miseria
y con la hoz construías el sustento insuficiente

cuántas penalidades remendaron tus agujas
y cuantos sueños perdidos

abuela Alfonsa
de tus ojos saqué el brillo
                                       y de tu voz poderosa la paz.



JOAQUÍN
Por tu caminar despierto
por tu sonrisa cercana
porque me enseñaste del pasado la grieta en el muro
del porvenir el círculo
 luz que lo atravesaba
y cómo derribar ambos
siempre fui como tú
 tuerto y optimista

porque nunca te oí queja alguna
porque fuiste un rebelde amable
campesino consciente de su esfuerzo
desde la guerra miliciano
desde el exilio un sobreviviente más
quiero agradecerte la memoria

porque incluso al final
nos demostraste a todos tu entereza
porque cuando cumpliste ochenta y cinco te emancipaste
y con los noventa te convertiste en tesoro

todos ansiábamos que llegaras a los cien
pero nos olvidamos que era sólo cosa tuya
y de tu cuerpo gastado

abuelo Joaquín
tú no creías en cielos e infiernos
tú creías en la tierra bajo tu azada
y en aquella revolución social.

                                   

             
VÍCTOR
Fuiste hijo de la sierra
roble
                pedregal
                                pizarra
                                                y jara
vástago de las grandes nevadas
de la matanza del cerdo
de los prados y los rebaños comunales
de los bosques cubiertos de hojas
del hongo sabio y la cabra aviesa
de la trucha del estío
de la libélula y el águila
del mastín y del lobo
de los brotes y las huertas
de la miel y la mies tardía
de la jota y la bota de vino
del tambor y la guitarra
del trigo y la reguera
de la hoguera y la manta
del afecto natural y espontáneo
también del hambre
y de aquella armonía que tanto defendiste

abuelo Víctor
ahora descansas en su seno
ya eres pasto
                          flor y retama
ascua
               arroyo
 y cante.



ANTONIA
Cuánta vida puede entrar en un puchero
cuánto amor improvisado
                                           nunca efímero
cuanto cariño remendado en lana
cubierto de ilusiones
tendido en una cuerda de viento
doblado en los armarios
entre la leña y las lechugas

cuando era niño me gustaba echarte un pulso
aunque no te ganara
cómo olía la cocina a rosquillas
a tortas de anís
a cocido serrano
a judías pintas con chorizo casero
cuando tus manos labraban en la chimenea un hueco
cimentando la felicidad de todos
cuando salías a la calle a buscarnos
o mirabas hacia la sierra
recordando cuando de pequeña te tocaba subir allá
a llevarle a tu padre un pan
o a buscar el chivo huérfano

abuela Antonia
llenaste mi alma de olores y gestos
cómo decías medecina y mese
y tu tenaz escepticismo hacia los políticos y los aviones.



Día 488
(Panadería: el trébol)
            Doblando la esquina de nuestra calle y siguiendo apenas una cuadra: una carrera insomne al alba, antes de que Javi marche al trabajo, está la panadería del trébol. No tiene cártel que lo atestigüe, pero en una de sus paredes un dibujo lo señala. Una hoja que son cuatro, verde desgastada. Es el mismo trébol que luce la pared de un bar en la calle donde Javi creció, allá en nuestra tierra. No es una casualidad, sino una conexión cósmica.
            A la misma hora, cuando el sol asoma desde su agujero, el panadero sale con un saco de pan duro a la puerta, y entonces los perros nos disputamos la primera comida del día. Antes no era capad de emprender esta lucha. Mis compañeros me rechazaban y sentía miedo. Me mostraban los dientes y yo metía el rabo entre las patas. Ahora soy una perra más del barrio y me sumerjo en su suerte del trébol con confianza.
            Escucho el silbido de Javi y es señal de que ya se marcha. Los pájaros aguardan en las ramas y tejados las migas prodigiosas. Oso me mira fijamente, y después de desafiar al perro más grande, agarro un trozo de pan clandestino y corro de vuelta a casa apuntando la trayectoria con mi hocico.



Día 489
(El buen presagio)
            Hoy Javi se ha despertado esta mañana con un buen presagio. No recordaba su último sueño, pero yo desde la manta verde lo he olido con toda la claridad. Besaba a una humana linda en la orilla del río enorme, y la luz de sus besos era tan suave, que parecían formar parte del agua. Sé que ahora, su sonrisa, forma parte del augurio, y ya se prepara para salir al pueblo, ya prepara el termo, el mate, la pajita metálica, la libreta y el lápiz, ya le brillan los ojos y el corazón le late, ya está dispuesto a recolectar la libertad en esta nueva realidad que nos ciñe.  



Día 490
(Resumen provisorio)
            Lo cierto es que el avance continúa, que la evolución marca sus premisas, por más flases y sombras que acontezcan, aunque a veces parezca que unos hilos invisibles impidan el movimiento y la paz.
            Como siempre, suceden cosas buenas y también malas. Lo importante es que las malas no sesgan nuestro porvenir y que las buenas componen los peldaños de una escalera maravillosa. Yo estoy pegada a un destino mutante y humano, soy el eco de un instinto tenaz, la voz de un deseo extraviado. Javi no cesa en sus ideales, y mientras lucha por cambiar el sistema, sufre, pero sin dejar de construir estructuras alternas, contagiando a sus prójimos próximos. Los accidentes se convierten así en energía, la frustración en terapia para los miserables, la esperanza en un bifé con papas y choclo, y la nostalgia impositiva en versos cargados de agradecimiento.
            Siento que Javi se equilibra. Retorna a las primeras sensaciones de este viaje improvisado, y aguarda a que el trabajo y el esfuerzo den sus frutos, como los árboles aguardan la lluvia en primavera para percibir el inicio de un nuevo ciclo de vida en su interior.   



SEMANA 70
Día 491
(Soy perra de acá y allá)
            Hoy he escrito mi primer poema. Supongo que no seré la primera perra que lo hace. Y como no sé escribir, he tenido que convencer a Javi para que me ayudara.
            Cuando ha llegado del trabajo parecía cansado y tal vez por ello el paseo por el barrio ha sido más corto de lo habitual. Ha sucedido después. Javi leía fumando y sentado en una silla del patio. Yo permanecía tumbada aprovechando los últimos rayos del sol que dan hacia el fondo, junto al galpón. Nuestra vecina humana con gafas recogía la ropa de las cuerdas. El cielo se llenaba de nubes densas, anunciando lluvia.
            De pronto he sentido la necesidad de decir algo, y entonces Javi me ha mirado. Durante ese instante mágico Javi ha sentido también mi necesidad, nuestras mentes se han unido y las consecuencias han sido prometedoras. Javi ha ido a casa a por su libreta y se ha sentado de nuevo para escribir. Yo ya sabía que su mirada podía ser un embudo, pero nunca tan cercano. Simplemente hemos convenido ambos terminar con el vacío y la distancia. Javi describía así mis pensamientos y emociones.

Soy perra de acá y de allá

no me rige más destino que mi corazón libre
 -pues mi nariz aprende, lucha y participa-

de acá
                                                           porque me alimento de esperanzas flacas
de allá
                                                           porque no me olvido de aquello que perdí 

 

Día 492
(Ramales y diques)
            La tormenta primaveral descerraja las nubes cielo y todos los baldes del patio se llenan hasta arriba.
            Javi ha regresado del trabajo empapado, con una bolsa envolviendo su mano, para que el dedo entablillado no se le mojara, y después de cambiarse de ropa, de ponerse las botas de agua, el chubasquero, y ajustar la bolsa de su mano, nos hemos dirigido a través de la villa hacia el río enorme. El barro nos embadurnaba y la lluvia arreciaba en el camino. Javi tenía en sus pensamientos alcanzar los primeros canales y tras cruzar un puente de hierro, llegar hasta el brazo principal del río.
            Nuestro pueblo se encuentra cerca de un delta inconmensurable. Bajo la tierra que pisamos corren otros ríos, siendo esta tan sólo un remanso de sedimentos antiguos. Hace cientos de años, probablemente también nuestra calle y nuestro barrio formaría parte de otro ramal del río, que en toda esta zona se parte en miles de brazos para terminar descargando sus aguas en el río de la plata y con él en el océano. Desde más al norte de nuestro pueblo, y siguiendo la costa hacia el sur, el río enorme está sujeto por diques, diques que se construyeron para dominar su empuje y que las lluvias de la primavera a veces quiebran. La tierra entonces se inunda y se sumerge como antaño. Estas condiciones consecuentes la convierten en un universo fértil, donde los árboles, las plantas y los cultivos hallan su mejor porvenir. Por ello acá, el verde es constante y los frutos pródigos.
            Después de avanzar con lentitud y de salvar un denso cañaveral salpicado de ceibos y ombúes, escuchamos el tremendo estruendo. Yo me asusto y permanezco a cierta distancia. Javi se enciende un cigarro en la orilla y sonríe. El río enorme es una serpiente infernal que arrastra troncos y estructuras con una velocidad vertiginosa. Ningún barco se atrevería a navegar con esta corriente, sin embargo algunos humanos de la villa, arriesgando sus vidas, se afanan en comunidad para rescatar algún oxidado tesoro removido por la fuerza del fondo. Lo que saquen lo venderán mañana, a peso, en la herrería más cercana. Javi se acerca en silencio y agarra una de las cuerdas. Algunos humanos le miran y otros le tienden la mano. El río enorme ruge y se estrella, obviando los diques y los canales que trataban de someter su libertad; libertad que nace del número individual de gotas y de su sola trayectoria en común.      


Día 493
(Las curas)
            Javi se cura del su dedo y con él también de las adversidades. El optimismo ha de nacer espontaneo, no como exigencia impuesta o conformidad, y morir en el fuego sin dolor. Ha ido hoy al hospital, y parece que la fractura cierra bien y que la herida se lleva otras heridas. De nuevo se lo han entablillado y ahora ya en casa lo cubre de yodo y esperanzas.
            El cuerpo tarda menos en curar que el espíritu. No obstante Javi se apura mientras lee:
            A veces, en los sueños, en las fantasías, o cuando el individuo se halla en estado de ebriedad, puede aflorar algo del yo original, sentimientos y pensamientos que no se habían experimentado en muchos años. A veces se trata de malos pensamientos o de emociones que fueron reprimidas porque el individuo experimentó miedo o vergüenza. Otras, sin embargo, se trata de lo mejor de su personalidad, cuya represión fue debida al miedo de exhibir sus sentimientos, susceptibles de ser atacados o ridiculizados por los demás.
            Y antes de que estos pensamientos se acomoden demasiado, se arma un pitillo de yerba y se traga dos pastillas, y se pone delante de la pantalla para seguir corrigiendo su sueño.

 
Día 494
(Nuevos problemas tecnológicos vs soluciones dialécticas)
            La pantalla tecleadora se ha vuelto a romper. Javi la sacó de la tienda apenas unos días atrás, a la espera de que traigan la pieza que consiga hacerla de nuevo funcionar. Por ello se ha puesto a escribir en la libreta, con los ojos brillantes, y como la lluvia caía de vuelta sobre el pueblo, no hemos podido salir de casa.
            Yo me he pasado las horas de la manta verde al patio, y Javi de la mesa a la entrada. El vecino humano del fondo ha venido al mediodía para fumarse con Javi un armado y ver cómo se encontraba. Cuando se juntan para fumar y hablar siempre terminan riéndose, pues aunque nacieron en tierras lejanas y desiguales, sus sentimientos y sospechas se asemejan. Se cuentan sobre el mundo humano que cada cual vivió y asimiló. Este intercambio es fluido. Javi entiende sobre las cuestiones de acá y el otro descubre que las cosas allá no son muy distintas. Por suerte para ambos lo que ocurre es enriquecedor. Por suerte la humanidad no es aún un trance frío y hermético donde una imagen en la pantalla sustituye a la caricia y el mensaje momentáneo a la palabra y el gesto momentáneo que oculta su mentira o su verdad.
            Javi ha vuelto esta tarde después de pasar unas horas fuera. Un nuevo animal comparte conmigo su brazo. La tinta graba en él su segundo animal de poder: un caballo. Camarón, el migue, la Santa Muerte, yo, y su sueño del mañana: la terapia con caballos, que se acerca de a poquito. Aún queda por asimilar la libertad, pero en su piel todavía queda bastante hueco. 


Día 495
(Nuestro pueblo se llena flores)
            Hoy han estado tirando petardos…Uff… Las fiestas del pueblo acaban, y también las murgas y desfiles. No me he podido meter temblando bajo el galpón del patio o la cama de Javi porque nos ha pillado en medio de una tempestad humana, recorriendo las calles del pueblo. Javi echando fotos: en el jardín japonés y la plaza, en el parque de la estación y las veredas coloridas, entre puestos de artesanía y de comida. Yo con el rabo entre las patas y cara de contrariedad. En el mercado de la flor -yo me he tenido que quedar fuera- Javi ha estado maravillándose con las innumerables especies de flores que cultivan las diferentes asociaciones de viveros que participar en la exposición. Mientras él lo hacía, yo me he buscado un agujero en un caño, y como los petardos seguían y seguían, Javi ha tenido que gritarme mal para hacerme salir.
            Todos los humanos llevaban alguna maceta o ramo de flores en sus manos. Javi ha comprado una orquídea de color blanco y se la ha regalado después a la humana vieja al llegar a casa. Luego él se ha vuelto a marchar. Por seguirle en los ojos de varios compañeros con los que se cruzaba le he visto entrar en la misma librería a la que fue aquella vez para el café literario. Le encanta ir porque hablan de muchos escritores argentinos, chilenos, uruguayos que no conoce. Hoy ha leído un texto con el ánimo de expresar a estos nuevos amigos humanos los sentimientos que dibujan nuestro porvenir acá.
              En toda mi vida he estado más nervioso que ahora. Recuerdo nítidamente otros momentos en que la incertidumbre me tocaba el pensamiento pero nunca como hoy. No hay disfraz ni máscara posible para mi cara despierta ni reposo para mi corazón acelerado. Trece horas en avión a Buenos Aires, para llegar con el atardecer, para contemplar los millones de luces artificiales y la gran urbe que se extiende por la desembocadura del Río de la Plata. Y sentir sin disimulo la zozobra del aterrizaje, la intensa alegría de haber dejado atrás el mundo conocido en el que el azar me precipitó. Es al mismo tiempo la elección de mi voluntad libre y la asimilación de que algo se está derrumbando por lo momentos. Porque, como yo, millones de personas tienen que abandonar su tierra en busca de trabajo.
            Mi abuelo me decía siempre aquella frase de que el trabajo dignifica al hombre. No me he considerado indigno estos últimos años que no trabajé, o precisamente porque decidí no trabajar en la precariedad me considero un indignado más. Digno es querer sobrevivir, luchar por algo o por alguien, mejorar el conjunto, compartir cada avance. Por otro lado, a tan prematura frase de mi abuelo, habría que añadir que no sólo dignifica el trabajo al hombre sino también a la mujer.
            En la aduana comienzo a distinguir mi nueva condición de emigrante. Paso por la zona de extranjeros de no-mercosur; me toman las huellas; me preguntan la dirección concreta donde estaré hospedado, cuánto dinero llevo, y por dónde me voy a mover, como si estas cuestiones fueran a abrirme a la realidad de un continente entero y encima me permitieran responder firmemente. Digo una dirección, aprendida de carrerilla de la tenue lista de mis contactos, ¿o era la de un Hostel de Internet?, y de pronto estoy dentro, no con uno sino con los dos pies, con noventa días de legalidad efímera que mi cerebro y mis manos habrán de dilatar hasta que todo gire y se reencuentre. Comienzo a atenuar mis sentidos y a recoger algunas diferencias palpables: los acentos, los rostros indígenas agitados entre las razas occidentales, los criollos, los otros negros, las marcas publicitarias -aunque algunas sean semejantes-, la moneda, los prefijos, y ya después los paisajes, los árboles, los edificios, el color reciente, la expectativa dorada, la distancia sobre todo, todos los sentimientos adelantándose a la razón para crear un pequeña burbuja de ilusión, frágil pero segura.    
            Una humana le ha regalado un ramillete de azaleas y le ha dicho con una sonrisa: bienvenido amigo. Javi se ha echado a reír. Ahora, tumbado sobre la cama y oliendo el ramillete, Javi recuerda su respuesta: Gracias che!... Más vale compañera… por romper la burbuja.


Día 496
(Una tortilla descomunal)
            Después de regresar del trabajo Javi se ha puesto a hacer una de sus tortillas. Hace tiempo que no lo hacía y esto quiere decir que está feliz. Ahora bate los huevos, media docena, pues la patata y la batata ya forman en la satén un conglomerado dorado, y a lo batido le añade pimiento, cebolla, chorizo y mozarela. En un cazo termina de mezclar los ingredientes y limpia la sartén con papel justo antes de volcar en ella el resultante. Todo lo demás ocurre enseguida. La tortilla se hace por debajo en unos cuantos segundos y el plato y el giro logran que en otros cuantos la tortilla se culmine. Queda redonda, imperfecta y descomunal, colmando la sartén hasta el borde, esperando enfriarse un poco, previamente a reposar en el plato y semejar a una luna amarillenta.
            Sé que esta tortilla no es para mí, que será para bocas humanas. No obstante su olor es un estímulo, una delicia cargada de cariños y gratitudes.   


Día 497
(Dos poemas trascendentes)
            Cuando Javi ha regresado del trabajo hemos ido a dar un paseo por la villa. Podía oler en los pensamientos de Javi la madeja de palabras que ya le envolvían. Al llegar a casa, se ha sentado en la puerta con su libreta, el lápiz y un cigarro y se ha puesto a escribir. Sus ojos se llenaban de brillos mientras trazaba el tronco del árbol. El sol caía sobre las copas y tejados y en el cielo comenzaban a asomar las primeras estrellas distantes.   

MANOLO
Como quisiste ser torero
pudiste dar varios capotazos al destino
conservar ese aire sencillo al natural
y trastear contra el patrón y los despidos
contra los decretos y las indemnizaciones
contra las malas faenas y las cornadas

como lo de torear no cuajó como esperabas
fue la fábrica tu coso
y tu encargado la mula ciega
si el empresario sacaba un pañuelo blanco
tú entendiste que lo hacía por el toro
que tu arte llenaba sus bolsillos
y que por más años y esfuerzos
tu gloria acabaría en la sindical

 me alegra que lograras reponerte siempre
y que tu rostro honesto me acompañara en tantas lidias
para mi fuiste un maestro imprescindible
aunque tuvieras que cortarte la coleta antes de tiempo
y dejar el capote en el maletero
de aquel Renault12 inolvidable.


TOÑI
Aunque te pienses la maga del trapo
                                                                   mamá
y padecieras mil tormentos con mis trazas
aunque tengas la manía de comunicar tus deseos al revés
                                                                                                justo
y te sumerjas en todos esos programas sensacionalistas
tras los que te escondes
aunque sigas viéndome para siempre como un niño
o porque sigo viéndote yo
doblar con tanta ternura mis calcetines

eres tantísimo más
madre competente y preocupada
sabia con las cuentas de la casa
generosa de principios hasta el fin
diputada de las cortes del apego
funcionaria del bienestar público
maestra de mis juegos y mis afectos
 portavoz de tantos valores y angustias
agitadora de las carnicerías
rebelde en las fruterías
y en cualquier sala de espera de hospital
artesana del fregasuelos y del cubo
virtuosa del estropajo y la lejía
terapeuta del abrazo y el suspiro
de los platos rebosantes

corazón maravilloso prendido de un amor con condicionantes
felizmente extintos

tus manos pueden verter hoy todo lo que hiciste
y fregar las impurezas que tocan
pero tus ojos escapan al destello
y brillan limpios en el dulce cosmos de tu cara.

            Dos poemas trascendentes han salido de sus manos. Ahora, tumbada en la vereda, observando cómo algunos perros se pelean en la esquina de nuestra calle, puedo sentir en mi nariz una alegría desconocida, fruto del entendimiento y del respeto. Javi me llama y me caricia sonriendo las orejas. El aire huele a promesas y bienvenidas.