martes, 7 de julio de 2015
Diario de una perra en Argentina (Semanas 106 y 107)
SEMANA 106
Día 743
(Preparando a los humanos especiales)
Huelo
el pensamiento de Javi mientras se fuma un pitillo en la puerta de casa. Sus
emociones fluyen por debajo y resultan dulcemente indescifrables. Hoy, en el
trabajo, ha iniciado un proceso necesario, que consiste en preparar a los
humanos especiales para su ausencia. La espera se extiende así sobre la
realidad de nuestra calle. Y hay un embudo provisorio por el que todo se cuela sin más.
Ha llevado
un mapa del mundo y les ha estado mostrando a algunos dónde se encuentra
nuestra tierra. Siguiendo su dedo lo observaban. Volando miles de kilómetros
sobre el océano. Una pequeña península al sur de Europa, una isla sostenida por
una gran cordillera al continente, llena de montañas, de valles y de gentes que
añoramos desde el día que decidimos venir. Los humanos especiales le han
preguntado algunas cosas, reaccionando a sus razones. Javi les prometía volver,
con los ojos humedecidos. Durante dos años ha sido su referente y quiere cerrar
el ciclo con ellos con transparencia y cuidado.
Javi se
pregunta ahora qué les quedará de su trabajo, aunque sabe que a través de Pedro
le recordarán. Cada humano especial proyecta en sí mismo un mundo único, y por
tanto han de tener despedidas particulares. Unas más conscientes, otras que
obrarán miradas, caricias y gestos. Y todas dependientes de un profundo cariño,
que se sumerge en las claves del aprendizaje.
Día 744
(Flores de invierno)
Paseamos
por la villa hacia el río enorme, dejando el muro de los countries humanos a la derecha, siguiendo el camino de los primeros
brazos. Los árboles imponentes forman una línea bajo el azul del cielo
oscurecido por la luz del atardecer. Sus ramas no tienen hojas y dibujan
entramados imposibles que nublan la vista. En el suelo, algunas flores del
invierno abren sus pétalos de colores, y además de perpetuar la vida,
embellecen la muerte prematura y temporal, conservando la primavera en su
postura. El frío y la niebla no las mata, sino que las yergue y las impulsa.
Javi se frota las manos y las guarda en un bolsillo. Yo muevo el rabo,
siguiendo el rastro de una tortuga, corriendo entre pasto y las flores, atenta
cuando Javi me silba.
Día 745
(El frío declina)
De
pronto, en este invierno anticipado, el frío declina con el sol de la mañana.
Las lagartijas se descuelgan de las paredes, los pájaros regresan de su viaje
migratorio y los mosquitos preparan una nueva ofensiva. Los humanos pueblan las
calles y veredas y se agrupan para tomar infusión con el palito metálico. Las
despensas, las verdulerías y kioscos están llenos y un rumor sostenido se alza
como si el ciclo volviera a su inicio.
Me
tumbo bajo el sauce y cierro los ojos. Mi respiración se funde con la brisa,
cuando Gos y Oso se persiguen por un hueso, y los patos mojan sus alas en el
balde para apartar a las pulgas sonoras.
La
humana vieja se ha ido de viaje y el cachorro grande campa a sus anchas por la
casa, vaciando la nevera y los armarios, mientras la humana con gafas le reta
sin lograrlo y por ello ahora tiende la ropa en las cuerdas enredadas, con cara
incongruente, oliendo a violencia reprimida.
Javi
regresará en unas horas, y daremos un paseo por la villa. La temperatura
concilia el movimiento, aunque el sueño, en este instante, me lleva un sendero
de montaña, donde los rastros se suceden y se mezclan, donde mi nariz es libre
de perseguir sombras imperfectas.
Día 746
(Mate y poemas)
Hoy
nos hemos ido a pasear al centro del pueblo, sorteando cuadras y calles, para
tumbarnos después sobre la hierba del parque d la estación. Javi ha sacado
entonces de su mochila un termo con agua caliente y preparaba infusión para
tomar con el palito metálico. Luego se ha armado un par de pitillos y se ha puesto
a escribir en su libreta. Su mente olía tierna y decidida, y de cuando en
cuando se posaba sobre mí y sobre los cachorros humanos que poblaban los
columpios oxidados, jugando a balancear el tiempo incierto.
Siento un cordón
desabrochado
[en mi pie
izquierdo
la sangre bajar desde
mi nuca
la soledad raspando mis
pupilas
y el temblor de mi
aliento sonriente
el abismo en el que me
caí
susurra canciones de
muerte a mi espalda
la luz del sol me daña
y me hace libre
y mi piel respira
como el pensamiento
me salvé
porque nunca me quise
perdido
porque nunca me rendí a
la certeza
ya no volveré a caerme
en este abismo
me cogeré sensatamente
a cualquier otro.
* *
* *
Llegó la hora de volver
de soltar la corriente
imprevisible
la inercia determina el
movimiento
y todo se encoge en su
amplitud
desde que el sueño dejó
de expandirse
con sus alas
anhelando el mismo
punto de partida
la nostalgia choca
con el presente dado
y el futuro es de nuevo
la incógnita del mural
los pájaros migratorios
siempre regresan
algunos lo hacen
con misticismo de
patria o de costumbre
y otros como yo
con los bolsillos
llenos
de sueños extraños
y sed de alegrías
viejas.
El
mate y los poemas forman un buen conjunto. Más tarde hemos ido a comer a una
rotisería. Javi milanesa a la napolitana. Yo un hueso que ha comprado en una
carnicería de Av del Libertador.
Día 747
(Calma ansiosa)
Javi
habla por la pantalla con los suyos. Una calma ansiosa llena su corazón y se
manifiesta de múltiples maneras. Se vuelve un imposible sentir con claridad,
pues todo resulta confuso y mudable. Nada funciona salvo el paso de las horas y
la certeza que el tiempo nos conduce a un desenlace. Los sonidos se distorsionan
y los colores neutralizan su intención. Este pequeño invierno se convierte así
en un desafío, en el que la soledad pugna absurdamente con las relaciones
fundamentales. Javi me llama a su lado y me abrazada. Se acurruca conmigo entre
los pliegues de la manta verde, deseando ser un perro sin memoria, obviando que
los perros somos una parte de la misma, ignorando las raíces de nuestro
aprendizaje común de la realidad.
Día 748
(Platos y baldes)
Una
hora después de que Javi se marchara al trabajo, he saltado el portón del patio
y he iniciado el recorrido habitual. Es domingo y el barrio está henchido de
silencio y quietud. Sólo los perros callejeros merodean por las esquinas y se
pelean. Como soy una oportunista, me aprovecho. Y para conseguirlo cuento con
mi propia estrategia.
La mujer de
uno de los vecino mecánicos pone un plato con restos de comida en su puerta
cuando el sol trepa por los tejados. Cuando llegue a los cables de la luz, lo
hará la vecina de al lado, y para el medio día el humano que vive unas puertas
más allá. Sobre el mediodía habré dado la vuelta a la cuadra y tendré la tripa
llena. Entonces dormiré un rato, antes
de empezar de nuevo.
Los
domingos, los humanos ponen en cada puerta, platos y baldes; para los perros
callejeros, es decir, para justificar sus sobras. Como los compañeros pelean,
yo aprovecho dicha coyuntura. Javi no me dará de comer esta noche, pues sabe
que ya he comido más que suficiente. Pondrá en cambio un plato y un balde en
nuestra puerta, para que mis compañeros callejeros sacien con demora su
conciencia del día.
Día 749
(Última semana en el hogar de humanos
especiales)
El pensamiento de Javi dibuja las
semanas, los sentimientos que proliferan al liberarse, que distinguen tras las
cortinas de los días. Esta semana viene marcada por las despedidas, y un tinte
amargo que Javi convierte en sal positiva.
Ahora
fuma un pitillo de yerba durante el paseo. Ha comenzado su última semana de
trabajo en el hogar de humanos especiales, y es por ello que va recordando y
clasificando cada instante vivido, como si tratara de conservar su esencia en
la profundidad de su ser. Sopla el viento en las calles, y las veredas de
hierba están henchidas de perros callejeros acurrucados, los lomos doblados en
círculo, y los hocicos metidos en la tripa como calefactor. Apenas hay humanos,
ni cachorros siquiera. Pero en la mente de Javi bullen los rostros nítidos de
los humanos especiales, y es así que en este paseo solitario por la villa, una
multitud de magos con sus maravillas caminan con nosotros.
SEMANA 107
Día 750
(Crema de zapallo)
Hay
una bolsa con varios zapallos sobre la mesa, porque el resfriado de Javi acecha
de nuevo, y la mejor cura puede ser una crema caliente. Zapallo es como acá
llaman a la calabaza. Javi los va pelando y después los trocea en una tabla.
Pone a calentar agua en un cazo mientras termina. Los zapallos se cuecen al
igual que yo dormito sobre la manta verde. Javi los escurre y los aplasta con
un cucharón en un balde. Sus manos trazan círculos y espirales, regresando a
veces sobre sí mismas para estructurar el caos, aumentando la velocidad o
frenándola, dependiendo de la perspectiva y el sentimiento. El resultado es una
pasta espesa que Javi condimenta a su gusto. Sal, un chorrito de aceite,
perejil, albahaca y pimienta que paralelamente la cuchara distribuye. Luego
añade un vaso de leche al cazo, queso cremoso y algunos besos, colocándolo otra
vez sobre el sagrado fuego de las pócimas alimenticias.
Ahora
el olor sube con el vapor para llenar la cocina y sin entender comienzan mis
tripas a crujir y mi boca a salivar. Javi sonríe en tanto cambia la música de
la pantalla. Va a bañarse al calefón y le escucho cantar para mitigar el frío.
Cuando retorna por el pasillo, secándose con la toalla lo primero que hace es remover
la crema. Justo después se viste, arma un pitillo y le da un último toque de
sal. Sitúa dos pequeños baldes por fuera de la ventana y se sienta a escribir
un poema en su libreta.
La crema de
zapallo humea en la ventana, y lleva en su interior dos soluciones: la del
resfriado de Javi, y la de hacerme levantar de la manta verde para relamerme
confusa.
Día 751
(Sueños en la incertidumbre)
Huelo
el pensamiento de Javi y siento su zozobra. La impaciencia rasgando el aire
optimista, la inseguridad creciendo absurdamente en un huerto de lechugas y
tomates. Hace dos semanas que envío su sueño para confrontarlo con la opinión y
la crítica de algunos humanos, y la ausencia de respuestas empieza a herir su
confianza. Se dice asimismo calma, todo
está bien. Aunque a veces resuena el sinsentido en sus entrañas y precisa
de grandes lametones para despertar del nudo.
Cuando
esto sucede, Javi hace lo mismo que hace precisamente ahora. Agarra su libreta
y escribe, impulsándose a dilatar sus miedos y a representarlos con palabras.
Una honda satisfacción emerge en esta lucha, por más que todos sus sueños estén
inmersos en la incertidumbre. Recuerda el esfuerzo, el tremendo aprendizaje y
la esperanza derrochada estos últimos años. La cual dilata sobre la zozobra
para afrontar su sino, dirigiendo su barca hacia la orilla, evitando las rocas
invisibles y el mar abierto y desconocido.
Día 752
(Despedida maravillosa)
Javi
ha llegado a casa con los ojos brillantes, humedecidos, azorados por las
emociones diversas, lúcidos en la tempestad y el silencio. Las imágenes ceñían
su espalda, con la ropa llena de restos de huevo y harina, a través de los
cuales he podido esclarecer lo sucedido.
Hoy
han preparado para él una despedida maravillosa en el hogar de humanos
especiales. Se han juntado todos después del almuerzo, colocando unas mesas y
unos bancos en el parque, y como hacía mucho sol y calentaba, los ánimos se han
esclarecido. Una compañera ha preparado una tarta con la bandera de nuestras
dos tierras. Javi ha sacado fotografías de los humanos y los compañeros, y también algunas de Pedro. Le
han regalado a Javi un poncho de gaucho muy bonito y un árbol dibujado en un
papel con todas las huellas dactilares de los humanos especiales. Javi sonreía
y no paraba de pensar en cuánto los va a echar de menos. Acá deja una familia
humana a la cual se ha ido adaptando y por la que ha luchado cada día durante
los dos últimos años. Pasaron cosas buenas y otras no tanto, pero sólo cuenta
ahora en su cabeza el trayecto positivo, el crecimiento personal, las relaciones
afianzadas y la experiencia útil. En este lugar ha podido conocer y comprender
el trasfondo social de esta tierra, que el resto de vivencias afianzaban con
múltiples perspectivas. Las clases sociales, desde las más bajas a las más
altas, conviven en este hogar y se retroalimentan, unas veces favorablemente si
es que persiguen la igualdad, y otras veces con un aliento deshumanizador que
profundiza el abismo. Las semejanzas y diferencias con anteriores aprendizajes
partieron asimismo desde el trabajo. Javi ha logrado vincularse estrechamente
con los humanos especiales y también con sus compañeros. Los respeta y los ama,
no incondicionalmente, o tal vez a algunos sí, agradeciendo al conjunto todo lo
que le enseñaron en este tiempo, sabiendo que acá puede volver siempre que
quiera.
Existe
acá, una especie de ritual de despedida con el compañero que se marcha, del
trabajo o de la tierra. Han atado a Javi con las manos la espalda y le han
vendado los ojos. Le estallaban después en la cabeza algunos huevos echándole
varios paquetes de harina por encima. Es un ritual de prosperidad y de alivio
cósmico, de risas intransigentes y miradas humedecidas.
Día 753
(Por demás)
En
esta tierra los negros se quieren pintar a toda costa de blanco y en la nuestra
son los blancos quienes se pintan frecuentemente de negro. El pensamiento de
Javi me dibuja el arsenal de razones que sin embargo resulta insuficiente para
afrontar tal desliz de la especie humana. Los pobres desean lo que poseen los
ricos y los ricos tienen miedo de perder lo que poseen. A partir de esta
premisa emocional que provoca la economía de mercado, que es como llaman ahora
al capitalismo, el mundo es lo que es, y por demás que no puede ser lo que la
mayoría, por ser pobres desea. Ojala nunca dejen de desear, aunque no por ello
deberían pintarse de nada.
Día 754
(El silencio de esta tierra)
La
selección de Argentina ha perdido la final de la Copa América de fútbol con
Chile. Lo sé ahora que Javi sale a la puerta de casa y su pensamiento es el único
sonido que se escucha. Hasta la brisa afloja su empuje. Ni alma humana ni
canina puebla en este instante las calles convirtiendo la Pampa en absoluta
Patagonia. Hay una especie de duelo en cada casa y la noche es el mejor luto
posible. Los cohetes, los petardos se guardan esta noche, aunque no las balas,
que de cuando en cuando resuenan y silban buscando el calibre de la sinrazón.
Día 755
(Último día de laburo)
Javi
se ha marchado esta mañana temprano, más temprano de lo habitual. Y cómo sabía
desde ayer que hoy es su último día de trabajo en el hogar de humanos
especiales no he podido hacer otra cosa que acompañarle.
He
cerrado los ojos acurrucada en el galpón del patio para volverlos a abrir en
los suyos en el instante preciso que doblaba la esquina de nuestra calle para
marchar caminando hacia el centro primero por el bulevar de 9 de Julio y luego
por Tapia de Cruz. Ha parado a comprar dos kilos de vacío para convidar a los
compañeros, y aun que salía de la carnicería con la bolsa de carne en la mano,
poco ha faltado para que todo terminara en pelea y desdicha, pues el carnicero
y una de sus ayudantes han confundido el acento de Javi, y pensando que era de Chile no se la querían
vender. La aceleración del día y la madrugada nos ha llevado en vehículo
colectivo al centro de humanos especiales, que riendo Javi que fuera como
cualquier otro día, salvando las más íntimas y pequeñas despedidas silenciosas,
bajo gestos, miradas y caricias, que esgrimía con cada uno y que le eren
devueltas o no. Las horas han pasado con rapidez y ha llegado el momento
abandonar todas y cada una de las conjeturas. Ha recorrido con su vista el
espacio y el porvenir indispensable. Se ha abrazado fuertemente a algunos,
también a alguna de sus compañeras, y antes de mandarse al portón y salir para
prenderse un pucho, ha ido a cosquillar a Pedro una última vez en la nariz para
pedirle que se porte bien y que siga haciendo lo mejor que sabe, ser un buen
perro, reconocerse parte de una manada, y cuidar de cada uno de sus miembros.
El hogar de humanos especiales se ha quedado
ahí, entre los árboles, al final de una calle de tierra en los campos y praderas
cercanas a Loma Verde, sobrevolado por los pájaros que cazan y los pájaros de
colores, envuelto en sus gritos, sus risas y sus luchas. Ha sido triste, como
era de esperar, y no cabe ahora más sentimiento que el mencionado.
Día 756
(Disturbios)
En
el mundo humano afloran disturbios que revelan la inquietud, el malestar, y el
desequilibrio de muchos. Las uniones económicas fallan, y las políticas están supeditadas
a ellas, con alianzas sublimes que provocan deuda o pugnas de poder y capital
que conducen al conflicto, cuando no a la guerra.
Imagínense cualquier ecosistema de la
naturaleza. ¿Qué sucedería si en él los depredadores se aliaran unos con otros
y salieran a cazar juntos? ¿O si los bichos tranquilos se armaran para
defenderse de los otros obviando su propia labor de conservación? De un modo u
otro el ecosistema se rompería, provocando una extinción al alzar. El sur de Europa
no puede soportar las medidas de ajuste del norte, y esto ocurre porque el sur
del mundo ya no se banca los ajustes interhemisféricos. ¿Hacia dónde gira la
peonza? Y, sobre todo, ¿qué fuerzas la impulsan. Evidentemente seguirá girando
alrededor del sol, aunque hay quien duda del grado de inclinación y certeza
científica. Hay un ejército de geógrafos que andan estableciendo una nueva ley
de cartografías universales, y doscientos mil economistas trabajando como
albañiles de la realidad. ¿Qué ocurre con los pueblos? ¿Acaso ellos carecen de
iniciativa?
Los
disturbios vienen cuando el pueblo se levanta para asumir su soberanía. El
pueblo llena las cárceles que construye y sostiene con esfuerzo el sistema que
lo coarta y lo castiga. Entre los pueblos no debe existir más el sur o el
norte, únicamente el centro o la periferia, la riqueza o la pobreza, el
bienestar o la renuncia.
martes, 23 de junio de 2015
Diario de una perra en Argentina (Semanas 101, 102, 103, 104 y 105)
SEMANA 101
Día 708
(Cómo purificar un ambiente trabado)
Cuando Javi
ha llegado del trabajo a la tarde, sus pensamientos custodiaban un cansancio diferente. Las últimas semanas en
el centro han sido complicadas, por cuestiones materiales que no se solucionan
y enfrentamientos entre los trabajadores que no se entienden o se culpan
absurdamente de lo irracional. Cualquier chispa provoca confrontaciones que se
quedan sin resolver y que amplían las distancias entre los compañeros, y en
ella, son los humanos especiales los que saldrían más perjudicados.
Javi se
cambia la ropa, prepara infusión para tomar con el palito metálico y se sienta
en la puerta de casa. Mientras, yo correteo olisqueando la vereda, y cuando él,
después de fumarse un pitillo de yerba contemplando las nubes moradas, se pone
a escribir en su libreta, decido tumbarme junto a sus pies. El sol se consume
en el atardecer. Se acerca el invierno y los días son cada vez más cortos.
¿Cómo
purificar un ambiente trabado y turbio? Escribe. Y su conciencia construye la
imagen de una mano abriendo una ventana para dejar entrar el aire y la luz.
Javi sabe que hay que hacer algo, y que dicho movimiento producirá en sí mismo
el atenuante necesario para lograr un punto de inflexión. Todo pasa primero por
asumir las contingencias materiales, de las que ninguno de los trabajadores es
responsable, ni siquiera una parte de los jefes. Segundo establecer las prioridades
esenciales en el proceso de cambio. Cuándo y cómo describir lo carente; tener
claro con qué personas se puede contar, con cuales hablar resulta ineficaz, y
también comprender con mayor profundidad y nitidez que la unión hace la fuerza
y no al revés. Es importante barajar posibles soluciones en vez de acomodarse
en la crítica y no regodearse en los problemas y menos aún hacerlos personales.
Agrandar cualquier forma de comunicación tranquila es el desafío prioritario.
Este vendría a ser el aire para purificar el ambiente trabado. Aunque además
del aire debe penetrar asimismo la luz.
Javi sonríe,
cuando la calle se oscurece de silencio, dilatando sus presagios. Huelo en su
pensamiento que, mañana, está decidido a implementar esta idea. La lucha, sólo
se sostiene más allá del espectro propio, si se comparte con otros.
Día 709
(Un humano y una perra entre la
niebla)
La
niebla ha llegado desde el río enorme, a nuestras espaldas, cuando Javi y yo
atravesamos la villa. Ya se ha hecho de noche y una nube densa pretende cubrir
la realidad de insomnios y escalofríos. A Javi le gusta la niebla; y a mí
también. La niebla huele a misterio inverosímil, a humo de salamandra y a sopa
de tierra aire y agua, a canción sin letra, a caricia helada. A Javi le gusta
como le gusta cualquier otro fenómeno climático: como el viento, la lluvia, la
nieve y el sol. La niebla aviva nuestros sentidos, y es una cosa de acá, del
sitio en el que vivimos, en esta época del año. Reconocer los acontecimientos y
amarlos como son, supone una gran ventaja adaptativa. La niebla es peligrosa,
la niebla esconde los senderos, pero es linda y suave, reposada y silenciosa.
Ningún humano debería manejar un auto o un vehículo con esta niebla, al igual
que ningún perro debería cruzar la carretera. Sin embargo un humano y una perra
sí que pueden caminar juntos entre la niebla. Y más si el humano sonría y la
perra van moviendo el rabo, marchando hacia casa, con los ojos brillantes y
atentos, desde el fondo de la villa.
Día 710
(La humana linda del kiosco se
marcha)
Javi
y la humana linda del kiosco se aman bajo las sábanas. Ella se va mañana del
barrio con su familia, mudándose a una lejana ciudad del sur de esta tierra.
Intercambian por última vez afectos y se prometen volverse algún día. La humana
linda es muy joven aunque ya es madre. Se marcha porque quiere alejar a su hijo
de su padre y está decidida a comenzar una nueva vida. Javi acaricia su cara y
le dice que es muy valiente y que lo logrará. La humana le abraza fuerte y no
puede evitar llorar. Como el kiosco cierra algunos perros callejeros perderán
su sitio, y es por ello que en la calle aúllan.
Día 711
(Unificación familiar)
Voy
dentro de los ojos de Javi, viendo a través del cristal de un auto por la gran
carretera hacia abajo, camino de la gran ciudad, con otros humanos conocidos:
el humano que vivía con nosotros, su hermano, y otra humana, edificios
iluminados, parques enormes y avenidas. El auto va lleno de humo y sonrisas a
camino de la joda sinuosa y efervescente en un boliche del centro.
Javi
hoy no tenía que ir a trabajar pero ha ido sin embargo un par de horas. Ha
hecho una salida con uno de los humanos especiales a un centro comercial y
resultaba positivo, porque dicho humano llevaba sin salir mucho tiempo y
necesitaba una experiencia así para procesar su situación real y tener mejor
conciencia de su enfermedad. Ha llegado a casa contento, y nos hemos ido a dar
un paseo por el barrio. Yo me he quedado atrás con algunos compañeros
callejeros y poco después Javi me silbaba desde la puerta de una despensa. Nos
hemos sentado un rato en la terraza, él para tomar un café y yo para
mordisquear un hueso. De vuelta en casa
nos hemos echado la siesta y luego Javi se ha preparado para marcharse. En su
pensamiento podía oler la razón, y es por ello que me he dirigido a dormitar mi
agujero en el galpón del fondo del patio.
Ha
bajado así en un vehículo colectivo hasta el sitio de los perros, y allí iba a
comprar algunas botellas a un supermercado. Ha encontrado la llave donde el humano
que vivía con nosotros siempre nos dejaba para poder entrar en casa. Javi ha
preparado los vasos a la espera de algunos humanos. Todos los viejos amigos del
sitio de los perros, que han ido llegando gota a gota. Horas después la casa
donde vivimos al comenzar esta aventura estallaba de recuerdos y alegrías y un
grupo de humanos y humanas bebían fumaban platicaban sonreían bailaban
estableciendo la diferencia emocional y característica imprescindible. El
humano que vivía con nosotros ha aparecido el último y ha puesto en las manos
de cada uno una bolsa y un papel. La noche se desplegaba y varios coches salían
de este modo hacia la gran ciudad para celebrar el cumpleaños de Javi.
En
la puerta del boliche se han encontrado con una compañera del trabajo de Javi y
han entrado todos al interior para disfrutar de la música y desprenderse de la
cotidianidad y de las cargas. Siempre me he preguntado porque le gustan a Javi
tanto los boliches, los bares, los conciertos y las asambleas festivas. Pero la
respuesta resulta simple. Tantos humanos interactuando, en actitud positiva,
siembran en el corazón de Javi semillas de libertad que le trascienden. Su yo
se vuelve algo más real, entendiendo que también los de los otros. En medio de
aquella confusión luminosa, es capad de pensar y sentir con claridad, como si
estuviera realizando un ritual antiguo. Quizá también hay algo que tiene que
ver con la soledad normalmente se auto-aplica. Por ser un bicho solitario,
necesitado de cierta soledad para fundamentar sus ajustes humanos, ha de
compensar ocasionalmente su vida con estos encuentros nada fortuitos, a los que
se entrega sacando afuera todos sus sentimientos y recogiendo las enseñanzas
adquiridas, valorando el blanco, el negro y todos los matices del gris.
Javi
regresa ahora a casa montado en un vehículo colectivo. Ya es de día y el
vehículo va lleno de humanos tan borrosos como Javi. Han terminado la joda en
la casa del humano que vivía con nosotros. Uno tras otro los humanos se han ido
marchando y los abrazos y las sonrisas se sucedían y se sujetaban. Javi quería
quedarse en el boliche pero no, quería llevarlos a todos a la casa pero no,
quería estirar la noche y el tiempo aunque todos han ido abandonándole en su
querencia. La unificación familiar se acabó muy pronto, y es así que va
escribiendo en su teléfono mensajes de agradecimiento a quienes han compartido
la noche con él. Sin embargo los dedos cobran vida, y escribe también a los
amigos de nuestra tierra, a la familia, a aquellos que seguirían con él en este
instante negando la noche y el tiempo, buscando pulir ese yo más real y
ineludible, y escribe a las estrellas distantes para decirles que las ama y que
le desgarra la distancia y la espera, y escribe a la estrella para confundirse
otra vez y confundirla, y se escribe por último a sí mismo antes de fundir la
batería y empezar por fin a contemplar los árboles que rodean la carretera,
movidos y mezclados por la velocidad,
transportándose a otro mundo, volando con los dientes vencidos, ebrio de
esperanza, poesía y muerte, consumiendo sus ojos con la hoguera de la
ilusión.
Día 712
(Feliz cumpleaños)
Sin
apenas dormir dos o tres horas, nos hemos levantado para transpirar las
emociones y ventilar la borrachera. Yo tumbada y atenta sobre la manta verde
que Javi ha colocado de nuevo para mí en un rincón de la cocina, y Javi
hablando por la pantalla tecleadora con sus seres queridos. Los rostros
diferentes atravesaban las horas como caricias volátiles y cuando ha apagado la
pantalla la tarde empezaba a declinar.
La
manta verde aún huele demasiado a jabón pero pronto transformaré su fragancia
en algo mío. Javi ha encendido un fuego en el patio, antes de salir a comprar
algunas cosas. El olor de la carne asada atraía a algunos vecinos y a muchos
perros callejeros al portón de la entrada. Javi está cansado de la joda de
ayer, pero se afana en preparar la de hoy, un año más viejo o no, con los ojos
brillantes.
Día 713
(Si me apuran puedo morder)
Hoy
ha ocurrido algo curioso en el fondo de la villa. Javi se ha marchado a
trabajar temprano y le notaba tan cansado que no merecía la pena emprender la
simbiosis con él. Mi nariz se ha sentido por ello libre, queriendo seguir así
el viejo rastro de las calles y los parques. Soy lo que soy, y como Gos y Oso vienen tras de mí, he de ser yo su
cabecilla, pues éste es mi mundo más que el de ellos.
Hemos
encontrado un pequeño vertedero en mitad de un pastizal alto, donde decenas de
perros se reunían para compartir y pelear los restos humanos. Gos y Oso han
decidido volver a casa, aunque a mí me apetecía tentar la suerte. Mi olfato
privilegiado y entrenado me ha llevado enseguida a encontrar una bolsa con
restos de carne y algunos compañeros callejeros han acudido rápido para
apurarme. Cuando agarraba varios pedazos dispuesta a retirarme uno de esos
compañeros ha empezado a gruñir y a mostrarme los dientes. Le he tenido que
morder en el hocico, pues de no hacerlo me arriesgaba que otras muchas fauces
me mordieran a mí.
Unos
minutos después, sin parar de correr, mirando en cuando para atrás, alcanzaba a
Gos y Oso de regreso a casa, y compartía
con ellos varios pedazos de carne. Feliz, me tumbo en una vereda de hierba y
sol, a saborear mi premio ganado y repartido. Si me apuran puedo morder. Del
mismo modo que si me huelen despacito puedo ofrecer mi cariño.
Día 714
(El mural)
Javi
se ha vuelto a marchar hoy al sitio de los perros, pero no a la casa del humano
que vivía con nosotros, sino a la casa de esa excompañera del trabajo que tiene
una cachorra que le gusta comer el polvo de los sobres de jugo. Y ha ido a
pintar el mural prometido: un árbol. Y por ello que regresa ahora todo manchado
de pintura verde, con los ojos muy brillantes, con los brazos cansados y el
corazón vivo, guardando en su mochila el mejor pago: el recuerdo inolvidable de
la cachorra preguntándole cosas mientras él pintaba las raíces el troco y las
ramas, un pitillo de flores poderosas
que le llevará por un rato con las estrellas distantes y un duende risueño, de
miga de pan, que Javi coloca en el altar de la pieza junto a nuestros santos y
maestros antes de encender su barrita de incienso y poblar mi nariz de
fantasías.
SEMANA 102
Día 715
(Política radical)
Al
parecer, en nuestra tierra ha habido elecciones municipales y autonómicas y un
cambio político comienza a fraguarse en diferentes sedes y provincias, empujado
por la mayoría de la sociedad. Si no fuera ella quien empuja, el cambio sería
intranscendente, pero como ocurre así, una pequeña brecha de luz agranda en el
muro y es la mejor de las noticias que podríamos recibir.
Javi
no cree en el sistema, pero asume que una transformación favorable en el mismo
supone otro paso para su supresión. Cada vez que los humanos acuerdan
mutuamente cómo regir sus vidas, el miedo que los privilegiados imponen
retrocede un poco más. La necesidad va abriendo esa senda. Nuestra tierra
continúa siendo una sombra en la incertidumbre, cuántos hay que quisieran que
siempre siguiera así. Sin embargo la política radical, la política ciudadana de
base, las nuevas voces que se atreven a decir las viejas proclamas, pueden
convertir esa incertidumbre en una fuerza irrefrenable, estableciéndose como el
instrumento de la revolución legítima.
Día 716
(El espejo)
Javi se
peina frente al único espejo de nuestra casa. Un pequeño círculo situado sobre
la canilla de la cocina. Acaba de ducharse en el calefón y su pelo chorrea
agua. Se peina hacia atrás, y sin querer le recuerda una foto del salón de la
casa de sus padres, allá en nuestra tierra. Ya agarra la mochila y se prepara
para salir, sintiendo la maravilla del día, colocando una vez más sobre sí la
metáfora gitana, arrinconando las penas sin desdeñarlas, para cantar siempre
por alegrías.
Día 717
(La cajita mágica)
Una
compañera de trabajo le regaló a Javi por su cumpleaños una pulsera de plata y
Javi ahora la guarda en una cajita de madera que trajo de nuestra tierra. La
cajita es mágica pues hay que resolver el acertijo para poderla abrirla, y sólo
consiente hacerlo si tienes buen corazón, es decir, si lo tienes. Javi está
empezando a reunir en su interior sus mejores artesanías, ubicando en su
consecución sus legítimos dueños, las cuales habrá de entregarles antes de
nuestra partida.
La
cajita mágica seguramente se quedará pequeña. Pero como posee propiedades
mágicas, sólo hay que establecer una solución oportuna y determinante. Porque
luchar por el vacío suficiente es más fácil que llenar el espacio sempiterno, y
desprenderse de todo lo que uno posee allega las fibras de la distancia para
formar un solo cordón umbilical.
Día 718
(Comienza la última lectura)
Javi ya ha
preparado infusión para tomar con el palito metálico, ya hemos salido a pasear
y le miro con las orejas alzadas desde la manta verde, ya ha compuesto la casa,
comprado los atados de cigarrillos, papel de arroz, vino, manaos-cola, media
docena de huevos y mucho pan. Todo está dispuesto para las horas y es por ello
que enciende la pantalla tecleadora, dispuesto a comenzar la última lectura de
su sueño.
Está nervioso y sabe que a lo largo de los
próximos días se sucederán los instantes de entusiasmo y desaliento. Por
momentos tendrá ganas de destruirlo todo, antes de encontrar el sentido
suficiente para amar sin condiciones lo creado. Se volverá loco y cualquier
pequeño acontecimiento de la vida presente vendrá para aportar otra capa de
pintura. Sus ojos brillan y se empañan, y mi nariz está dispuesta a guiarle en
dicho desenlace.
Día 719
(Los grillos albicelestes)
¿Por
qué será que acá, en esta tierra, los grillos cantan chacareras y milongas
desde las siete de la tarde hasta las seis del otro día, en tanto la niebla
emprende su cometido de espesar el tiempo desde los siete brazos del río enorme
hasta el rio de la plata, ese mar absorbido rozando una ciudad de veinte
millones de humanos que pelean y conviven sin conformarse y sí?
Los
grillos, acá, llevan camisetas albicelestes, tocan el violín y el tambor de la
murga, y prefieren comer carne que pescado. Vinieron en algún carguero desde
Europa para mezclarse con los bichos que existían en esta tierra desde tiempos
inmemoriales. Por ello se llaman asimismo criollos, aunque su canción sea
decididamente universal.
Día 720
(Un asado en cada puerta)
A
media mañana me he despertado en el galpón del fondo del patio. Mi nariz
acuciaba el aroma de las brasas que algunos humanos preparaban para el asado.
Javi se ha marchado a trabajar temprano, y eso me daba tiempo para incidir en
mi querencia. Gos y Oso ya estaban abriéndose paso bajo el portón para unirse a
una turba de perros callejeros que salivaban y se relamían en las veredas,
aguardando cualquier señal.
Hay
que explicar que la suerte está con quien la llama, y del mismo modo que hoy
todas las carnicerías del pueblo fían a sus clientes, por ser final de mes,
siendo muchos que andan de prestado, nosotros confiamos en que algo de todo
esto nos llegue, y elegimos cada cual nuestra espera, ladrando, aullando,
gimiendo y moviendo el rabo.
Cuando
Javi ha regresado por la tarde, nuestra calle era una fiesta de huesos
olorosos. La música sonaba en las radios y los perros callejeros tornaban a sus
refugios. El sol se metía entre las ramas de los árboles imponentes y el frío
se posaba sobre el barrio como una sombra. Me ha encontrado tumbada sobre la
hierba de nuestra vereda mordisqueando un hueso enorme, y ha sonreído,
preguntándome con los ojos qué tal me fue el día, alegrándose de hallarme allí
sin angustia alguna.
Día 721
(Nuevas vacaciones)
Los
ojos de Javi brillan. Hoy comienzan nuevamente sus vacaciones. Nos levantamos
temprano con el sol, y salimos a pasear por la villa. Ahora enciende su
pantalla y sé que las horas atravesarán las cortinas de la cocina e irán
cambiando la luz y los sonidos de la calle. Sobre mi manta verde le veré entre
sueños luchar contra sí mismo hasta que la noche llegue. Javi teclea incansable,
y sueña, y de cuando en cuando enciende un pitillo para dorar su ilusión con el
humo.
SEMANA 103
Día 722
(Descripción luminosa)
El
barrio desprende vida, cuando la soledad es un pasaje inventado que olisquean
todos los perros callejeros antes de dejar su marca. Deambulo por la amplitud
de las calles, entre autos, motos, bicicletas, carros y vehículos colectivos.
El patio hoy se quedó pequeño, y por ello amplío el espacio sonoro y visual con
mis patas. Las despensas vomitan clientes, y las verdulerías exhiben sus
mercaderías de colores para atraer a los humanos silenciosos. Únicamente los
cachorros ríen, despreocupados de cualquier suerte y cualquier futuro, no
descalzos como en el verano, aunque sí corriendo con zapatillas cubiertas de
agujeros y sus trajes de escuela ambigua, pagada y definitiva. El aire viene
cargado de humedad, y de este modo el sol sujeta el frío en una descripción
luminosa. Los mosquitos rezagados buscan el agua sucia en las zanjas y vuelan
como adormecidos para vivir sus últimos instantes. Los arboles imponentes mudan
sus hojas, formando sus ramas entramados caóticos contra el azul del cielo.
Algunos se resisten a abandonar el verde, y sus matices sueñan con una
primavera extendida e irracional. La música de las radios se confunden, y hay
tantos olores entremezclados que me cuesta decidir hacia cuál ir. Mido las
distancias en círculos y de cuando en cuando regreso a tumbarme en la puerta de
casa.
Javi teclea
en el interior, y no hay fuerza humana que le saque de ahí, pues se encuentra
alimentando los últimos entresijos de su pequeña revolución personal.
Día 723
(Comenzamos a flotar)
Javi
ha terminado por fin de corregir su sueño de madrugada, y sus ojos brillaban de
alegría. Estaba tan contento y cansado
que no ha quedado otra que salir a recibir el sol y a poblar la mente despejada
de nuevas ideas. Desde el instante en que ha cerrado los archivos y ha apagado
la pantalla, empezábamos ambos a calibrar la sensación de flotar, como si
nuestro cuerpo iniciara un despegue de regreso a nuestra tierra y a la lucha
cotidiana que allí dejamos, como si de alguna forma anticipáramos el vuelo
ansiado que pronto llegará. Así, nuestras patas, por instantes no tocaban el
suelo, y caminábamos por las calles del barrio dos centímetros por encima del
polvo y el asfalto y de esa realidad que empieza a diluirse en el retorno.
Día 724
(2 años en Argentina)
Hoy
hace dos años que aterrizamos en el pájaro de hierro con una idea fija:
aprender; aunque sin saber cómo ni dónde establecerla. Recuerdo aquellos
primeros instantes como una mezcla de determinación y optimismo, de angustia y
convencimiento, tratando de afianzar la incertidumbre con el corazón,
entregándonos en el umbral del abismo a las soluciones improvisadas, confiados
en la vida, peleando el día a día, callando el desconcierto con el asombro de
esta tierra que nos acogía irreversiblemente. Javi luchó por trabajar y por
construir lentamente un camino, y yo nunca me separé de él. Fuimos superando
juntos nuestros miedos, y en ese proceso, los aprendizajes copaban nuestro
instinto y nuestra reflexión. Manejamos de este modo la corriente que nos
dirigía hacia la comprensión y el sueño, y ésta nos condujo a un nicho, en el
cual comenzamos a construir nuestra esencia conjunta, a desplegar nuestra
suerte. El sitio de los perros primero y luego la pradera, fueron los hogares
necesarios. En el primero ubicamos nuestro centro emocional, cultivando la
familia humana, y en la pradera emprendimos una utopía entre especies. Cuando
vinimos a vivir al barrio, nuevamente con los humanos, iniciamos nuestra
verdadera independencia aunque asimismo dejamos atrás una parte de nuestro
sentido. Con todo, intimamos el mundo
humano de esta tierra en estas calles, ubicados entre dos dimensiones
enfrentadas, adaptándonos a una nueva rutina que poco tiempo después cobró su
importancia para ambos. Según Javi se acomodaba en sus esfuerzos, íbamos siendo
aceptados en las distintas comunidades. Por ello, cuando la soledad, la
adversidad o la nostalgia prendían sus alarmas y bocinas, nos acurrucábamos en
la interacción y en la compañía, haciendo del cariño la clave y del sentimiento
el trueque. Javi consiguió realizar algunos sueños, mientras que otros se
frustraban en su medida. El mundo humano es complejo en su administración y de
este modo traspasamos la línea de la legalidad y la esperanza. No hubo forma ni
suerte de crecer en dicho ramal, aunque mientras tanto crecieron otras
constantes. Javi acumuló experiencia con los humanos especiales, escribió y
corrigió su novela, trajo cierta luz al barrio y a los amigos humanos que acá
viven. La familia se fue extendiendo y multiplicando, a pesar de todas las
dificultades, pero siempre ha faltado algo en su comparativa. Porque esta
tierra no es diferente a la nuestra en unas cosas, pero en otras sí.
Hoy
todo se revela nítido. Han pasado dos años y nos preparamos para volver, cuando
todo se apura y quiere sujetarnos. Hoy nos ofrece esta tierra todo aquello que
nos negó, pues ahora entiende nuestra marcha y su espíritu se resiente y
adolece sus conjeturas. Los papeles, el amor incondicional, la fortuna, las
oportunidades se nos dan ahora sin compromiso. Tenemos tanto que agradecer. Dos
años de experiencia intensa y de búsqueda de libertad. Y es que podemos
arreglarnos con tan poco y por supuesto elegir.
Día 725
(Delicia)
Qué
delicia poder levantarnos sin prisa ninguna, atravesar la villa en dirección al
río enorme, perseguir rastros y sonidos, coleccionar seres y plantas, aromas y
colores, sumergidos en las sensaciones crecientes, flotando y arraigándonos al
piso, sorteando árboles imponentes, sintiendo su presencia y su sombra, y
regresar despacio por el mismo camino, con el hambre despierta y él animo
tranquilo. Saborear la espera tumbada en la manta verde, en tanto Javi prepara
la comida. Mi boca se inunda de saliva y mis tripas se acompasan al estímulo.
Qué bien nos hace estar así juntos, comer exactamente lo mismo, y echarnos
después una siesta que es un sueño compartido, en el cual volábamos como si
nada hacia nuevas aventuras futuras.
A
la tarde ha venido a casa una compañera del trabajo de Javi, y Javi le ha
estado haciendo en el pelo una trenza de hilo. Luego de terminar, Javi ha hecho
algo de cena, aunque quedaba felizmente intacta sobre la mesa pues se han
puesto a beber hasta emborrarse mientras escuchaban música en la pantalla y
mutaban sus conversaciones entre risas.
Qué
delicia poder acostarme ahora en la cama con Javi, y calentar sus pies. Cerrar
los ojos, acompasar mi respiración a la suya, y soñar de nuevo justo donde lo
dejamos en la siesta.
Día 726
(27 revoluciones)
Javi
se ha marchado esta mañana a la gran ciudad, a recuperar su cámara fotográfica,
pues la estaban arreglando, y por tanto a fotografiar otro pedacito de memoria.
Al mediodía llegaba a un parque a orillas del río que parece un mar, y se
encontraba allí la humana con la que a veces va a tocar el tambor. Han estado
haciendo música y tomando infusión con el palito metálico hasta que el sol ha
retirado su cobertura en el cielo y la plata se encendía en el agua. Han
regresado juntos en el auto de ella al sitio de los perros, donde les esperaban
el humano que vivió con nosotros, su hermano, y algunos otros amigos y amigas.
Han estado bebiendo primero en casa y luego en el bar de un amigo.
Las horas
se esfuman, afianzando los cariños. Tumbada en un hueco del galpón del patio
del fondo, con el hocico bajo el rabo, echa una bola de calor tranquilo, sé que
Javi aún tardará en volver a casa un buen rato, bien entrada la mañana, tomando
un vehículo colectivo, con las pestañas en llamas y el corazón latiendo en
veintisiete revoluciones. No tengo que ver a través de sus ojos que disfruta de
estas últimas jodas convencido que ellas han de filtrarse los deseos y los
sueños. Y con la poca plata que le quede, comprará una barra de pan y una
cajetilla de puchos.
Día 727
(Bocetos y acuarelas)
Hoy
hemos ido en un auto que le han prestado al vecino del fondo, a un lugar
maravilloso situado en los brazos del río Luján, que los humanos llaman
Otamendi: una reserva de flora y fauna de la provincia. Muchos humanos estaban
pescando en las orillas y varias familias almorzaban bulliciosas en una pradera
bajo el sol. Cientos de pájaros diferentes poblaban las copas de los árboles
imponentes, de paso en sus migraciones hacia el norte. Hemos marchado por un
sendero pegado al cauce del río hasta llegar a una pequeña ensenada donde
algunas tortugas peleaban por unos restos de pescado podrido. Las nubes altas y
blancas atravesaban el cielo y el verde se entremezclaba con los colores de las
flores. El otoño acá, tiene pequeños trazos de primavera y las ramas se cubren
así de semillas y frutos.
Mi
nariz recogía cada detalle. Javi, con su cámara, hacía lo mismo, pero mientras
que a él se le acababa la batería, mi nariz no ha perdido su energía y ha
estado hasta la tarde haciendo bocetos y acuarelas de este entorno.
Día 728
(Marieta)
El árbol de espirales respira,
cuando se confunden hojas y estrellas. Javi sonríe en tanto encuentra las
palabras, que guadan momentos felices y no tanto, vaciando su corazón,
acometiendo el trabajo útil de esclarecer sus sentimientos íntimos.
MARIETA
Mujer
esperamos demasiado para consumar
nuestro cariño
unidos ya para siempre
hasta que la muerte nos separe
contigo aprendí muchas cosas sobre el
amor
sobre todo a desaprender aquello que
ya sabía
a deslizar mi cerebro bajo la
superficie
liberando los objetos de mi deseo
convirtiendo los adornos de plástico
en pájaros de colores
no fue por falta de respeto
por lo que dibujé penes y caries
en tus libros de nutrición y chacras
cada uno
hace su revolución como puede
de igual modo
que el mundo no está preparado para
la vanguardia
de tus labios rojos
tampoco lo debería estar
para las estéticas del fanatismo
moderno
cómo poder amarte sin asumir que soy
libre
y que vos lo sos
por supuesto
gracias por cultivar de tomates mi
vida
y te pido perdón
de nuevo
por robarte aquel par de calcetines
que le pongo en el invierno a mi
optimismo.
SEMANA 104
Día 729
(Fin de las vacaciones)
Dormimos
hasta tarde. Por el pensamiento de Javi, sé que este es su último día de
vacaciones. Comemos con la humana vieja y el cachorro grande, y Javi se pasa la
tarde tomando infusión con el palito metálico sentado en la puerta de casa y
escribiendo en su libreta. Yo deambulo a ratos por la calle con los compañeros
callejeros, pero como quiero disfrutar asimismo de su compañía me quedo en los
restantes tumbada cerca de sus pies, observando lo miso que él atiende.
El
sol camina rápido por el cielo y pronto la luz se entibia y se afloja. Javi
enciende la pantalla para hablar con los suyos, para que le cuenten cosas de
allá hasta empañar sus ojos.
Día 730
(El viejo ritmo)
Hay días que el patio es suficiente, y otros
días que quisiera seguir el rastro de Javi hasta su trabajo. Cuesta
acostumbrarse al viejo ritmo, y esto es algo que me sorprende incluso a mí.
No ha sido
fácil comenzar el día fuera de la manta verde, y saber que hasta la tarde Javi
no volverá a casa. Por ello me he tumbado cerca del portón y acerco mi nariz a
la tierra, para descubrir el olor de las raíces que me reconstruyen sin hambre
ni sed en la inacción.
Día 731
(Arma revolucionaria)
Javi
ha llegado del trabajo con la mirada turbia. No desea involucrase más en las
diferencias que existen en el hogar de humanos especiales. Sólo quiere
disfrutar del tiempo que le queda con los chicos, con Pedro y los compañeros.
Hay dos fuerzas que pugnan y chocan constantemente. Una que pretende cambios
positivos y otra que se alimenta de conflictos y discrepancias para frenar
cualquier avance. Javi no puede evitar ser como es y siempre termina implicándose
en dicho choque. Hasta el último día, seguirá peleando por el bienestar de los
humanos especiales, tratando de mejorar en lo posible el trabajo de sus
compañeros, rediciendo las desigualdades y subrayando hasta la saciedad aquello
que resulta imposible de aceptar.
Y es por
ello que ha llegado del trabajo con la mirada turbia, renegando de sus propios
deseos, dispuesto a urdir su despedida como un arma revolucionaria.
Día 732
(La imaginación al poder)
Hoy
ha venido a casa la humana amiga de Javi que pinta y me ha dibujado un retrato.
Javi preparaba mientras una de sus tortillas y hemos terminado los tres riendo
y rodando sobre la cama hasta que de pronto he distinguido en sus miradas una
separación positiva y cierta, que me ha hecho bajar al piso, antes de que ellos
empezaran a subirse de placer por las paredes, retorciéndose entre besos y
caricias, manejando posturas e intenciones sin otros artificios.
Después
han estado viendo una película en la pantalla, que ha logrado rescatar sus
mentes y unirlas, pues han terminado cambiando el mundo humano en una sola
conversación. Han decidido que en este mundo nuevo las fronteras no existirían
ni tampoco las clases sociales. Los perros, los pájaros, y el resto de animales
tendrían los mismos derechos que los seres humanos, pero igualmente los
árboles, las flores e incluso las piedras. Desaparecerían también los términos
de locura y cordura, bondad y maldad, y asimismo lo legal de lo ilegal,
borrando de un plumazo las diferencias y los prejuicios, la angustia y el
miedo, el cielo y el infierno, y la esperanza vacía. En este mundo, el amor
colmado de vida y muerte, sería la única fuente filosófica, otorgando las
medidas de poder a la imaginación.
Javi
envía un mensaje ahora a la humana que pinta, y le da las gracias por ser así,
y por pintarme en mi retrato con unas lindas alas de mariposa.
Día 733
(Certificados y vacunas)
Hoy,
al mediodía, hemos estado en el hospital de perros. No me ocurría nada, pero
han terminado pinchándome con una aguja y me han dado varias pastillas. Javi me
ha llevado a ponerme una vacuna y a hacerme un certificado de buena salud. No
he entendido bien sus pensamientos, aunque parece necesario para que pueda
regresar con él en las tripas del pájaro de hierro a nuestra tierra.
En
el hospital de perros había un compañero con las piernas quebradas, que gemía
mientras enyesaban su desgracia, y también un cachorro extraño que había nacido
con dos rabos, que movía con alegría doble.
Javi
escribe ahora sentado en la puerta de casa, fumándose un pitillo:
Todo lo pagamos
los sueños
se realicen o no
la muerte
aunque nos negamos
y la vida
porque queremos.
Día 734
(Las ITAS)
Las
tres últimas ramas del árbol de espirales se estiran hacia el cielo a la vez.
Son tres corazones que Javi ama sin condiciones y por los que daría la vida sin
dudarlo. La copa se vuelve redonda y lúcida con su presencia. El proyecto
emocional acaba y ambos aullamos de impura felicidad.
ELENITA
A veces ocurre de pronto
que nos encontramos con un ser
extraordinario
que resuena muy profundo en las
entrañas
y sin concebirlo nos hace crecer
y creer en lo imposible
un ser que camina
siente
y sueña
que conspira con cada movimiento
y ama con el cuerpo y la mente
[por igual
acariciando la ilusión y la desdicha
para transformarla en aire limpio
prima
siempre guardaron tus ojos
pequeños destellos de tristeza
que no podían aplacar aquella felicidad
que manaba del verde incombustible
brillando como un fuego
en mitad de la noche
nuestras soledades respectivas
nos acercaron
y el respeto fraguó el mineral
de nuestra esencia mutua
desde entonces
nunca dejamos de amarnos
aunque otros amores
vaciaran y llenaran nuestra capacidad
y la vida nos llevara por diferentes
senderos
prima verde
te quiero tanto
que puedo también querer
todo lo que tú amas sobre mí
gitanitaguardabosques
sombra pajarera en mis sueños lúcidos
madre humilde de la libertad y la
lucha
corazón en llamas
sonrisa indivisible
espuma de mis anhelos clandestinos
te quiero libre
porque te quiero
así.
LAURITA
Primita
te di mi corazón
cuando este se preparaba para volar
muy lejos
y tú me diste el tuyo
a pesar de que lo sabías
tuvimos que aplicar la fórmula
del sentido práctico
y administrar nuestras emociones
atrayendo las dos orillas enfrentadas
a un sólo hemisferio de igualdad
fuiste la estrella distante
que bajó del cielo positivo
quebrando la distancia en su esfuerzo
que caminó un cachito de esperanza
y alimentó de gestos la utopía del
amor libre
eres transparente
como un manantial del monte
un bordado de luz en los días
apagados
un puente indestructible
entre esta tierra y mis manos
entre la tierra que dejé contigo
y el sueño concebido en soledad
eres amiga
amante y compañera
por haberme acompañado siempre
porque nunca me empujaste hacia vos
ni obraste contra el destino
que ambos elegimos
eres la sustancia justa
la verdad creciendo del vacío
una flor nacida entre las rocas
aire y espuma en el acantilado
arena blanca misteriosa
viento entre las ramas dormidas
hogar en el invierno frío
y patio de primavera humana
tengo tanto que agradecerte
tantas cosas que recordar con
optimismo
te amaré toda la vida
por ser como eres
porque es inevitable amar la bondad y
la confianza.
ANITA
Cuántos poemas se quedaron en el
olvido
cuántas ilusiones rotas
sobre las que crecieron otras nuevas
te quise tanto
que fui capaz de amar el desamor
de emprender un viaje sin retorno
hacia la controversia de la libertad
individual
y el estrago de sus renuncias
trastoqué así
mis propios sentimientos
para que los tuyos se lavaran
fue una suerte soportar tu decisión
porque aprendí a sentir despacito
cada fibra resultante
a valorar tu vida y la mía
a confiar en nosotros
sin ser ya un nosotros
conservando nuestra amistad
y en ella
nuestro amor intacto y arraigado
como nunca te vi
después de estar conmigo
tan feliz que como entonces
sigues brillando callada
en un territorio de soledad
que mi corazón guarda del destino
siendo la estrella de mi mano
mi sueño más profundo
mi más sentida esperanza
.anita
nunca he conocido a nadie
que me hiciera sentir tanto
contigo comenzó a expandirse el universo
en sus inicios
y contigo seguirá extendiéndose
mientras el árbol de espirales viva.
Día 735
(El ocaso)
Se
viene el ocaso de nuestra aventura. El pensamiento de Javi así lo fija en mi
nariz. Colean en su mente todas las sensaciones imaginables. También un último viaje improvisado con los bolsillos llenos de agujeros, varias recorridas por
la gran ciudad, por todos aquellos lugares que ganaron nuestro corazón en este
tiempo fragmentado, varias jodas celestes, seguro, para martirizar tanto el
sentido como el vacío, un centenar de despedidas tristes, amargas, alegres,
necesarias, y todos los besos y gestos que sujeten un distanciamiento que
comienza a crecer.
El sol
rueda sobre los árboles imponentes del barrio, y Javi, sentado en la puerta de
casa, se muerde las uñas pensando en lo que nos espera. Duerme cada día un poco
menos, y cuando lo consigue se dedica a soñar anticipando. La máquina para
construir sueños no descansa ni un solo instante, y en su corazón arden todas
las sustancias de la vida, consumiendo el tiempo y el deseo.
Despacito, me acerco a él y le saco de la
irrealidad. Él me acaricia las orejas y sonríe, tratando de equilibrar su
mirada sobre mí mientras pasa levantando polvo y poesía la moto de un boludo
que huye de la muerte o de sí mismo.
SEMANA 105
Día 736
(Atrapada)
Esta
mañana salté el portón del patio, como tantos días, cuando el sol calentaba la
mañana fría y las gallinas corrían por la vereda de casa escarbando con sus
patas la hierba y el rocío. No imaginaba que después de mi recorrida, buscando
restos, persiguiendo compañeros callejeros y olores indescriptibles, me
quedaría atrapada de nuevo, tras las puertas de un galpón de obra, durante
horas y horas, cayendo ya el sol de la tarde, sabiendo que Javi regresaría sin
encontrarme donde siempre, moviendo el rabo tras la puerta del patio o tumbada
en la puerta de casa, esperándole.
He
sentido su angustia como una ráfaga de viento y he comenzado a ladrar
desesperada. Javi me buscaba ya por todo el barrio, preso del miedo de
perderme, lleno de dudas razonables que sus sentimientos trataban de eludir
para forjar el optimismo necesario. Me ha escuchado entre los sonidos del mundo
humano y sus propios pensamientos y cuando me ha visto atrapada, la esperanza
ha caído sobre él como un rayo.
No
había forma alguna de sacarme y ha preguntado a los vecinos por el dueño del
galpón y del taller. Luego de conseguir el número, le ha llamado, y un rato
después llegaba éste para abrir la puerta, para que Javi me abrazara y diera
rienda suelta a sus lágrimas de alegría. En instantes como éste entiendo su
amor humano incondicional al igual que entiendo yo el amor incondicional de mi
propia especie. No me ha regañado ni tampoco ha discutido con el dueño, aún
sabiendo que había tratado de quedarse conmigo. Siendo en verdad así. En casa
me hacía cosquillas en la tripa y me preparaba un arroz con verduras, antes de
ponerse él a cuatro patas, para gruñir jugando como un niño.
Hoy
he dormido con él en la cama, y aunque de cuando en cuando olía en sus
pensamientos y sus sueños que tal vez sería mejor dejarme en el patio atada, sé
que no lo hará, porque sería algo incoherente al cariño y el respeto que juntos
inventamos. Me duele ahora haberle asustado, y es por ello que mañana tengo que
portarme bien.
Día 737
(Frío)
Sopla
viento del sur, que en esta tierra viene a ser ese norte antártico. El frío se
vuelve intenso y pareciera que el invierno adelanta su retorno. El pasto se
está escarchado y en el aliento de los seres se dispersa el vaho de la vida.
Javi
se ha marchado a trabajar muy abrigado, y yo me he metido en el agujero del
fondo del galpón para hacerme una bola y suspirar, aguardando que el sol se alce
en el cielo y corrija levemente la temperatura.
Los
humanos caminan ateridos y todo adquiere una presencia tenue, difusa, a mi
alrededor. Las gallinas se activan y bajan de las ramas de los árboles, aunque
los patos se amontonan unos sobre otros para darse calor. Las veredas están
vacías y es por ello que el silencio mana de la tierra.
Las
horas han de pasar despacio. Sueño con el regreso de Javi, para pasear con él
por el barrio, pero sobre todo para acurrucarme en casa, en la manta verde y
administrar cada sombra helada con el amor que Javi y yo guardamos en el
corazón.
Día 738
(Indígenas)
En
esta tierra hay rostros humanos con los que nos cruzamos, rostros con rasgos
diferentes, cuerpos y miradas que varían en su inventario, de los cuales Javi
nunca deja de sorprenderse y aprender, y que le atraen por su significado
universal. Ojos rasgados, pómulos subidos, labios anchos y piel oscura. El
pensamiento de Javi me indica las respuestas, y aunque los perros seamos
iguales en cualquier parte, existen características territoriales que nos
definen.
Los
ancestros de estos humanos vinieron desde el lejano norte, cruzando un mar de
hielo, para poblar un nuevo continente. Traían con ellos perros, y también
otros animales amansados. Hasta acá llegaron prorrogando sus sueños en las
constelaciones, y siguieron tan al sur como les fue posible. Crearon culturas y
sociedades, que florecieron y se extinguieron como tantas, hasta que otros
imperios llegaron atravesando el océano, con barcos e ideas disímiles, y a
pesar de las calamidades que provocaron, no pudieron terminarlas del todo. Los
pueblos se mezclaron y revolvieron, y surgieron después nuevos países. Las
razas se combinaron en esencias, pues si no hubiera sucedido de este modo,
hubieran desaparecido sin duda. Quedan pocos indígenas verdaderos, y son
aquellos que tratan de hacer perdurar aquellas identidades. En otros tiempos fueron
perseguidos, utilizados, relegados, negándoles la tierra que descubrieron y que
otros reclamaron como descubierta, masacrados, convertidos en esclavos de reyes
y virreyes y después de terratenientes y caciques criollos. Hoy caminan hacia
el futuro sin olvidar el ayer, y por ello en sus altares los viejos dioses
perduran: la tierra, la luna y el sol; la serpiente, el cóndor y el jaguar.
Día 739
(El mal pedo)
Javi
se resfrió en el hogar de humanos especiales y hoy se ha pasado casi todo el día
en la cama. Por la tarde ha encendido la pantalla y se ha puesto a hablar con
los suyos. La nostalgia le atrapaba, convertida en eco de incertidumbre. Por
ambas circunstancias, no tenía ganas de hacer otra cosa que meterse de nuevo en
la cama y flotar un poco más en el aire de su imaginación, dejando que el
tiempo se escurriera en su desagüe.
No
obstante, el humano que vivía con nosotros y su hermano le han llamado para
salir, y de este modo se marchaba, algo aterido y confuso, para emborracharse
sin declinar por nada.
Ha
regresado así de madrugada, sabiendo que su cuerpo le decía basta. El mal pedo
es una formalidad psicológica de la cual Javi nunca se arrepiente. Por ello
sonríe y me acaricia las orejas mientras trata de sujetarse las nauseas.
Día 740
(La chacarera ardiente)
Javi
tiembla bajo las sábanas. Estoy tumbada a sus pies, sintiendo las mareas de la
fiebre subir y bajar con las horas. La música corrige su descanso, aunque Javi
no se resigna. La chacarera ardiente resuena en la ventana, pero el continúa
soñando rumbas prohibidas.
Día 741
(A la deriva del tiempo)
Javi
se ha marchado a trabajar temprano y el día ha sido una lengua helada cayendo
sobre el patio y sus bichos. Por la tarde regresaba sonriendo. Y es que se
encuentra mucho mejor del resfriado, aunque su corazón va a la deriva del
tiempo, acumulando sentimientos enfrentados.
Día 742
(Poesía personal)
Javi escribe en su libreta sentado
en la puerta de casa. Apura un pitillo con el sol de la tarde sintiendo el
frío.
Probé durante un tiempo
el sabor de la verdad
y escuché el ruido
sordo de la muerte
saliendo de mis manos
ceñí lo incomprensible
al viento
y logré atrapar en mi
conciencia
los estragos y los
extremos
es por ello
que cada día puedo
parar un instante
para perdonarme a mí
mismo
antes de comenzar el
retorno
a la lucha íntima y
clandestina.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)