eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 25 de febrero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 37 y 38)

SEMANA 37

Día 253

(Sensaciones)

Qué ocurre al despertar, al abrir los ojos. Mi nariz se llena de alegría. Brilla el sol, la pradera se seca y el barro retrocede. Llegan hasta mí los olores de las flores nuevas que regresan de su muerte turbia de hace un mes. Che corre como loca que es. Javi se prepara para ir a trabajar y el viento arrastra las nubes haciendo bailar las ramas de los árboles imponentes.

Javi ha regresado e inmediatamente se ha ido sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. A su vuelta traía los ojos brillantes. El aroma de su pensamiento me colma de buenos presagios y en él destellan las estrellas distantes. Ha vuelto a montar a Pepe después de muchos días pero ha tenido que dejarlo pronto porque los mosquitos le comían las piernas y los brazos. Tal vez por ello, después de darnos de comer y de cerrar a los gansos, se ha puesto a teclear hasta la noche. Che y yo hemos aprovechado para dar un paseo por los campos contiguos y hemos ido a hacer una visita a Pedro por detrás de la valla del centro donde viven los humanos especiales.

De pronto hemos oído silbidos. El atardecer apagaba los colores y desnudaba la noche, la luna creciente y el concilio de las estrellas. No ha habido tiempo para más y hemos tenido que apurarnos. Cientos, miles de mosquitos, engordados y multiplicados por la humedad de las últimas semanas, invadían literalmente la casa-chabola mientras Javi los rociaba con spray, encendía espirales de humo, el ventilador, y los mataba a pares con las manos. Hemos estado así hasta la madrugada. Las sensaciones se nublan. Tengo varios picotazos en la nariz.



Día 254

(La pradera brilla)

Javi abrió la puerta de la casa chabola para permitirnos salir anoche. Quería librarnos así de los mosquitos, mutantes, inteligentes e implacables. Nos refugiamos en un corralón y antes del amanecer ya estábamos cazando ratas y cotorras.

Cuando el sol ha aparecido por encima de los árboles hemos asistido al espectáculo de los colores y a la fuerza de la luz sobre las superficies. Primero el azul del cielo y la blancura de las nubes. Luego el intenso e interminable verde de la hierba, de las plantas ocupando cualquier pequeño espacio, las hojas incalculables, mordiendo nuestras pupilas para teñirlas; y el marrón ocre de la tierra, oscuro por el barro, entre la plata de los charcos y las lagunas. El azul, el amarillo, el naranja y el rosa de las flores. El rojo de las capuchas de los picapinos, de las crestas de las gallinas, el color de la vida entremezclándose y dirigiendo nuestros ojos.

Nos dejamos llevar por este humano modo de ver la realidad, pero nuestra nariz inventa otros colores, al corregir estos. El olfato es el sentido más poderoso para los perros. Antiguamente para los humanos era mucho más importante, pero al erguirse se separaron de la trayectoria de los rastros, y ocurrió como casi siempre ocurre, que mientras unas cosas se pierden otras se ganan.



Día 255

(Lucha Laboral)

Hoy Javi se ha marchado a trabajar con los humanos especiales y nosotros nos hemos quedado tumbadas bajo el camión. Las nubes amenazaban lluvia y sin embargo el sol salía un rato después. Estando dormida he sentido que el corazón de Javi reventaba, que latía con una intensidad frenética y he cerrado los ojos para acercarme a él. Le he visto entonces discutir con algunas de sus compañeras humanas y cuestionarlas por haber pegado a uno de los humanos especiales. Se estaba enfrentando a ellas cara a cara, porque por lo visto no es la primera vez que ocurre aunque Javi nunca hasta hoy lo presenciara. Ahora acalla sus gritos diciéndoles malcogidas, palabra que ignoro pero que enciende de vergüenza sus mejillas, explicándoles después que este no es lugar para volcar frustraciones y rabias. No intenta hostigarlas sino que reconozcan lo ocurrido, que sean conscientes, clamando a su empatía el maltrato. Una de ellas comienza a llorar y se muestra arrepentida. La otra en cambio amenaza a Javi y altiva le dice que ella lleva muchos años trabajando allí y que él no es nadie para reprocharle. Entonces Javi va a la oficina para hablar con su jefe y al rato éste llama la compañera aludida. De nuevo discuten y como la humana se siente acorralada la toma con Javi y su forma de trabajar. El jefe la corta y le comunica muy serio que está despedida.

Más tarde convocan una reunión urgente con todos los trabajadores del centro para establecer una regla de oro en cuanto a los residentes; es decir, a los humanos especiales. Cualquier tipo de violencia o maltrato será motivo suficiente de despido. Al parecer la dirección ya estaban informados de lo que ocurría pues hay cámaras en algunas estancias y grabaron dichos sucesos. Todos han felicitado a Javi por enfrentarse de este modo a la situación, pero Javi, reflexiona sin entender que si ya estaban enterados de lo que sucedía por qué han esperado a que él interviniera..

Día 256

(Visa Humana)

Javi se ha ido muy temprano hoy y yo me he ido desde el principio dentro de él. Hemos bajado en el vehículo colectivo por la gran carretera hasta la gran ciudad. Después hemos viajado un rato en otro vehículo colectivo que marchaba por unos raíles bajo tierra, hasta llegar a un lugar donde se levantaba un enorme obelisco rodeado de edificios y carteles publicitarios. Desde allí hemos ido caminando hasta migraciones, pasando y cruzando avenidas, plazas y parques importantes, 9 de Julio, Córdoba, Santa Fe, Retiro, General San Martín, o Antártida Argentina. Por suerte no ha llovido, como sucediera la semana pasada y llegamos sin que se den más percances.

La espera es ardua. Primero una fila para sacar turno, luego otras para ser atendidos. De allí te envían a otro edificio y desde este de vuelta a esperar de nuevo otra fila. Cuando hemos dado estos pasos el funcionario nos ha enviado a pagar la tasa, el diezmo a esa soberana que se autoproclama la libertad. Otra vez en una fila y a pagar la plata. De regreso nos dicen que el funcionario que nos había atendido se ha tomado un descanso por lo que tenemos que esperar una media hora. En este proceso hay gente que se desespera, que desiste o se resignan. Asistimos a la pelea de un hombre chino con los policías mientras la gente silbaba y abucheaba a los agentes. Le han sacado esposado de pies y manos y los rostros se han emborronado de preocupación. Todos los que estamos aquí tenemos una historia compleja detrás: la falta de trabajo, la violencia o la situación política o económica de nuestra tierra nos han conducido allí, a ser emigrantes, todos de algún modo hermanados en la necesidad y el sueño de mejorar nuestras vidas. Hemos dejado la familia, los amigos, las ilusiones dispuestos a labrarnos un mejor futuro y tal vez regresar algún día entre los nuestros.

Cuando el funcionario ha sellado la visa a Javi sus ojos han comenzado a brillar. Tres meses más para extender las expectativas y construir un nuevo universo, para reinventar la vida y su sentido. Agotados, regresamos ahora a la pradera en otro vehículo colectivo. En el trayecto Javi se ha quedado dormido. Es extraño estar dentro de él cuando duerme. Puedo sentir su silencio interior, que es como un susurro de colores, y después toparme con ruido de palmas, de viento y olas rompiendo un acantilado. Desde aquí es fácil contemplar sus sueños, observar cómo nacen y la dirección que toman. Olfateo de entre muchos algunos pensamientos concisos: amo las estrellas distante… tengo que aprender a pensar como un caballo… como un perro… el anarquismo no es una doctrina política ni ideológica sino pura biología y psicología humana… o esta noche habrá que celebrar la fugaz legalidad con una buena joda.



Día 257

(Nueva resaca)

Javi ha llegado al mediodía. Nos hemos ido a pasear a Pedro y Javi se ha echado a dormir. Sólo se ha levantado para cenar y para fumarse un par de pitillos tumbado sobre la tela que está colgada entre los árboles. Al atardecer se ha puesto a teclear un rato y luego se ha echado a dormir. Nosotras nos hemos quedado dormidos en el colchón de gomaespuma. Sus sueños huelen a ilusión y se ve galopando sobre Pepe en una playa larguísima, de nuestra tierra, avanzando hacia los suyos, que le aguardan al final de la misma, sonriendo, con los pelos revueltos por el viento de levante mientras las olas incesantes se meten por sus patas y le salpican arena y plata sobre la cara.

Día 258

(Paseos)

Nos hemos pasado el día paseando por ahí. Desde que Javi se ha ido a trabajar hemos estado dando vueltas por los caminos, por los campos de flores, por la laguna del fondo, visitando a amigos y compañeros, rebuscando entre la basura, olisqueando rastros, cazando ratas y pájaros. De cuando en cuando volvíamos a la pradera para comprobar que todo estaba bien. El pony tiene de nuevo la herida abierta y las moscas le acechan. Los gansos han elegido nuevo líder y le siguen a todos lados. Las gallinas no dejan de escarbar con sus patas buscando insectos para comer. Si se comen mil pondrán mañana un huevo. No hay maíz ni tampoco avena, pero con las últimas lluvias la vida bulle y los bichos tienen suficiente con el pasto.

Cuando Javi ha regresado del trabajo se ha puesto a teclear hasta la noche. Hoy ha habido una nueva batalla descomunal con los mosquitos. En cuanto se ha puesto el sol han comenzado a entrar por todos los agujeros de las paredes y el techo de chapa de la casa-chabola.

Ahora Javi duerme y yo desde el colchón de gomaespuma huelo sus sueños. Y sueña que estamos juntos, los tres, en una casa distinta; pero todo es borroso. Las imágenes se diluyen, hasta que repentinamente nos veo en nuestra tierra, bañándonos en un río, con algunos humanos desconocidos que nos dan de comer chuletas y salchichas.



Día 259

(Lo improbable)

Otra semana más trascurre con un silencio desvanecido. Javi trabaja con los humanos especiales, teclea, cuida de todos nosotros, procesa el viento cada tarde, es decir, calcula el destino y los sentimientos, calibra el color de las cosas, a veces con nostalgia creciente, y otras, con deseos extremos y cercanos.

Los árboles imponentes muestran como cada día su silueta borrosa en el atardecer y Javi nos mira rascarnos las pulgas. Pelo que cae y que mañana crecerá. La pradera respira doliente, como aguardando algo, como si entendiera aquello que sigue, ante un futuro cargado de improbables y de poesía.

Los sueños de Javi se presentan a mi nariz turbios. Sus intuiciones le hacen estar más alerta de lo normal. El aire parece viciado por una incertidumbre racional, que Javi medita mientras fuma sentado en la puerta de la casa-chabola o tumbado sobre la tele verde entre los árboles.

Che está tocada por las mismas sensaciones y se viene a dormir a mi colchón. Javi hoy no sueña, cualquier pequeño sonido le despierta o acaso soñamos los tres distintas vías de escape mientras afuera los gansos y los pájaros de colores nos avisan de intrusos que no lo son.



SEMANA 38

Día 260

(Aprendizajes)

Javi ha regresado de la gasolinera con los ojos muy brillantes y después ha estado montando a Pepe. Lo ha hecho galopar tan rápido que ha estado a punto de caerse. Parecía que lo forzaba al máximo, como si tratara de alcanzar un nuevo nivel. Se ha tenido que agarrar muy fuerte con las piernas a su lomo y con los pies descalzos y hasta con las uñas. Pepe resoplaba de gusto y ambos han perdido peligrosamente el control. Che y yo hemos ido corriendo hasta donde se han parado y todos, incluso el mismo Pepe teníamos cara de susto.

Por la noche hemos cenado juntos y Javi se ha tumbado sobre la tela verde entre los árboles a fumar un rato pitillos de yerba.

Ahora que sueña huelo la brisa del mar de sus pensamientos y la profundidad inmensa de sus encargos. Y es que vinimos dispuestos a aprender cosas necesarias para la vida, por las buenas, por las malas, a las claras, a las ocultas, con libreta y papel y esperanza, y mirada nítida; con nariz despierta y corazón loco.



Día 261

(Reverso)

Javi ha leído varios de sus escritos en un programa de radio. Lo sé porque sus pensamientos se lo han revelado a mi nariz, revelándome también la raíz de su esencia, que es esa humana que trabaja con él y que huele a bondad infinita. Cuando huelo sus pensamientos voy comprendiendo el universo humano, aunque a veces su sentido es inútil. Por ejemplo:

¿Por qué piensa en este instante Javi en un desierto de colores?... ¿Por qué sus pensamientos huelen a cactus y piedras rojas, a cielos infinitos, a trenes que van por encima de las nubes, a montañas secas que ocultan oasis salvajes y selváticos, paraísos perdidos y nunca artificiales, paisajes de otro mundo, rozando otra realidad?...

Es como si su imaginación se desquiciara para bien y trajera de la nada un espacio libre, inmenso y optimista. Por lo que parece acá en la Argentina, el norte es el sur y el sur es el norte. Todo es al revés o el reverso de todo. Vivimos en las antípodas del porvenir, extraviados y no, reinventándonos cada día, bregando contra el egoísmo propio y el ajeno, en busca de esa humanidad abandonada o arrebatada en las entretelas de la historia la avaricia y el poder.

Demasiado para una perra callejera. Suficiente para una perra enamorada.



Día 262

(No)

Javi escribe uno de sus poemas. Dice así

Democracia

como no sé esperarte te denuncio/ porque tienes sed de sangre y adversidad para repartir

no derechos ni libertades/ no armonía/ sólo armas

apretando a los oprimidos de siempre/ violando las bases que te alzaron de la oscuridad

la puta no se vende/ amargamente se alquila

pero tú/ remendada de sangre y muertes

te has vendido al poder calmado

que aterroriza a los niños y a los viejos

cerrando escuelas y hospitales.

Javi continúa, y de cuando en cuando prende un cigarro en sus labios. El humo le da descanso al corazón aunque no lo atropella. Sin querer explica la verdad y saca afuera de él esa preocupación creciente que nos llega desde el otro lado del océano, desde nuestra tierra, en forma de conversaciones, noticias e intuiciones. El mundo humano se desmorona y no para renacer. Se promete así mismo regresar si la revolución tocara su tambor emocional. Antes no. Y es un no que a la vez le estraga el alma y le hace caminar de frente hacia la esperanza.





Día 263

(El cumple del humano que vivía con nosotros)

De nuevo voy dentro de Javi. Hace un rato volvió de trabajar, se afeitó y se preparó para salir. Mi nariz ha cantado una rumba humana y me he dicho que lo mejor era cerrar los ojos. La camioneta del dueño ha pasado silenciosa por los caminos que rodean la pradera y Javi ha fruncido el ceño. Sin embargo la alegría efímera se ha trabado en sus pies y los ha dirigido hacia el vehículo colectivo para descender por la gran carretera, primero hasta una casa desconocida en Escobar, donde ha estado limpiando y haciendo pequeños montoncitos de mugre, y después hasta el sitio de los perros.

Qué tendrán aquellas calles de asfalto y tierra, colmadas de árboles prodigiosos y flores, que tanto atraen a mis compañeros con esa libertad descompensada, casi imposible. Se acercaban a Javi para olerle y olerme a mí, y en verdad es una delicia acariciar con manos humanas el pelo, las orejas, notar las babas y apartar las patas de mis amigos. Noa está preciosa. Cuando hemos llegado a aquella casa en donde vivimos un tiempo nos estaba esperando en la puerta del patio delantero moviendo el rabo. Ha empezado a gemir contenta y ha echado el lomo al suelo poniendo sus patas hacia arriba. Ese gesto lo aprendió de mí, al igual que ella me enseñó a enfrentarme a los perros grandes y a defenderme del miedo. Y ha debido notar que yo me hallaba en el interior de Javi, pues sus ladridos decían hermana, cómo está, todo bien, donde andás… cuanto te he echado de menos.

En la casa hay muchos humanos celebrando una fiesta. Es el cumpleaños del humano que vivía con nosotros porque Javi le ha abrazado el primero y le ha tirado cuarenta veces de las orejas. Javi ha saludado a todos más tarde y sonreía feliz de estar allí, compartiendo este buen momento entre amigos, recordando a los suyos, con una mezcla de dolor y gozo. Se ha puesto a beber y enseguida se le ha pasado. Noa no se separa de nosotros y algunas humanas tampoco. Sin embargo Javi mira a la luna y a las estrellas distantes abrazando su brillo pueril. Bailamos, reímos, contamos cosas de nuestra tierra, hablamos de otras muchas otras cosas de aquí. Nos drogamos, emitimos señales al universo, doblegamos el desencanto, corregimos la paz, sacamos punta a la ironía y encendemos pequeñas velas en nuestro faro de optimismo eterno. Javi habla con uno y con otro y a todos trata de ayudar. Está suelto, duende, moreno por las circunstancias y por el sol, con los ojos algo caídos por la borrachera, lindo de sangre y palabras.

Poco a poco la gente se marcha y quedamos en la fiesta un grupo reducido. Los mosquitos acuden a la luz. Las ascuas sirven para asar pedazos de carne y sueño. El alba despunta el cielo y diluye la oscuridad de azul celeste. Silban los pájaros. Los amantes se juntan. Mientras Javi escribe en el patio, con la cabeza hecha trizas, viéndome asomar la nariz por la entrada del horno. El humano que vivía con nosotros se acerca a Javi y le abraza. Parece al fin entender sus convicciones. Javi se queda en el patio llorando y yo le dejo ahí, respetando su sino, y me duermo en el viejo horno para despertar mañana debajo del camión con los ruidos existenciales de la pradera.









Día 264

(Roban en la casa-chabola)

Y mientras estoy dentro de Javi percibo a los intrusos conocidos y me escondo…

Anoche vinieron por detrás de los corralones, sin dejar ningún coche en el portón de la entrada ni en el cercado de alambre. Eran cuatro humanos, tres de ellos jóvenes y otro más mayor. Primero se cercioraron de que no había nadie en el interior de la casa-chabola golpeando la chapa de las paredes. Che empezó a ladrar desde debajo del camión y yo también pero comenzaron a tirarnos piedras hasta atinarnos y creo que en verdad pretendían hacernos daño, quizá matarnos o secuestrarnos, pues después nos llamaban con silbidos, cambiando el todo de voz, aunque sin conseguir engañarnos. Sin poder hacer nada más nos fuimos al medio de la pradera y desde allí continuamos ladrando. Ellos se colocaron detrás de la casa-chabola y empezaron a levantar la chapa de metal de una de las paredes en tanto el mayor vigilaba. Se valieron de un travesaño de madera para sostenerla y por allí entraron, revolviendo todo, entre risas, haciendo agujeros, para encontrar la plata. Como llevaban linternas no encendieron la luz y fue a su salida cuando reconocí al hijo del dueño. Era uno de los tres jóvenes. Antes de que se marcharan, el mayor sacó una pistola y apuntando a la puerta disparó varios tiros. Parecían decepcionados por no haber encontrado dinero y llevaban en sus manos algo de ropa, el disco externo de la pantalla tecleadora y algo de comida. Discutían y por unos segundos nos buscaron. Es como si quisieran hacer daño a Javi. Abrieron los corralones para dejar salir a los animales y desaparecieron por el mismo lugar por el que vinieron. Che y yo suspiramos. Los santos humanos de Javi estaban con nosotras y fue una suerte que él no estuviera aquí.

Ahora le veo venir por el portón. Está feliz y nosotras también. Vamos como locas a darle la bienvenida, saltamos con las patas, moviendo hasta el extremo el rabo, gimiendo de alegría. Él nos rasca las orejas y la tripa mientras se acerca a la puerta de la casa-chabola. Nada le resulta sospechoso, pues el candado sigue ahí. No obstante al abrirlo y encender la luz se encuentra con el desastre. Todas nuestras cosas revueltas en el suelo, sucias de polvo, la mesa rota, la cama volcada, el frigorífico saqueado y todo revoleado, arrebuñado, enmarañado y sucio. Javi ha buscado antes que nada su título y los papeles importantes. Están ahí. Comprueba que no le han quitado ni la ropa ni las artesanías ni el lector de libros ni los cables de la pantalla tecladora, el móvil y la cámara de fotos, ni la marihuana y aunque han levantado algunos de los ladrillos del suelo y escarbado agujeros no han alzado el preciso, con lo que la plata continúa allí. Suspira y se arma un pitillo de yerba. Le tiemblan las manos y sonríe. Sus pensamientos huelen a impotencia y comprensión. Ahora lo entiendo. Javi sabía que esto podía ocurrir y por ello había dejado el miércoles la cámara de fotos a la humana que le entrevistó en el programa de radio y se había llevado la pantalla tecleadora en la mochila y nos ha dejado sueltas, sin la cadena, toda la noche. Era un temor fundado en su intuición sobre los dueños de la pradera. Por ello sonríe, y también tiembla. Han pretendido joderle; se me escapan los motivos. Pero el caso es que Javi lo esperaba. Estaba preparado, o al menos el creía estarlo. Su corazón demanda fuego. Quemar la casa-chabola. Devorar y consumir la belleza de la pradera y de sus seres. Liberarla con la destrucción el yugo esclavo que los amos implacables mantienen sobre este espacio.

Lentamente Javi se calma y sus pensamientos se transforman. Habrá venganza, dicen, justicia. Por ello sin perder tiempo pone a recoger nuestras cosas. Llena la maleta y el resto en bolsas de plástico de plástico. Saca afuera la cocina, el calefón, cubertería, vasos, platos, mantas, estantes, utensilios, herramientas que son propiedad de los dueños. Mi transportín, el ventilador, la bombona de gas. Hace algunas llamadas de teléfono. Las traslada al centro donde viven los humanos especiales, sin descanso, arrastrando nuestra vida en esta tierra, sudando y colmando con esfuerzo sus venas de sangre.

Ha transcurrido un rato y una furgoneta llega a la entrada. Sube las todas las cosas en ella. Nosotras nos quedamos atadas con Pedro, compartiendo cadena y desconcierto. Vemos cómo Javi se marcha en la furgoneta sin despedirse de nosotras. Por un momento siento que nos va a dejar allí, que se marcha y nos abandona, por un instante regresan a mí antiguos miedos y aprensiones. Sin embargo Javi lo siente, pues nuestra unión va más allá del estrago, y la furgoneta se detiene, se baja de ella, entra de nuevo por la puerta del centro para acercarse corriendo a nosotras y darnos este abrazo de impuro cariño mientras nos dice tranquilas, todo está bien, tendréis que pasar aquí la noche, mañana comienza para nosotros una nueva vida, si algún humano especial se os acerca permitirle que os acaricie y lamerle como sabéis la tristeza y las manos.



Día 265

(Adiós a la pradera)

Qué difícil decir adiós a aquellos que han sido durante estos meses buenos y fieles compañeros, mirarles a la cara, a los ojos y despedirlos para siempre, para no volverlos a ver nunca más.

Javi ha venido temprano al centro de los humanos especiales. Hemos dado un pequeño paseo con Pedro y después hemos ido a la pradera maravillosa. Che Lokita y yo hemos corrido y olisqueado por última vez mientras Javi lloraba abrazado a Pepe, a los burros, al pony y echaba de comer al clan de los gansos, a las gallinas y al pato. Los pájaros de colores, las ratas, e incluso los esquivos animales que viven bajo la montaña de pales han acudido hacia nuestros sentimientos. Se sentía la presencia del compañero Negro y de los gansos ausentes. Los pájaros que cazan, los mosquitos, las hormigas y el resto de insectos también asistían al último concilio del ecosistema. Che y yo percibíamos la hora de las despedidas por el olor del aire. Javi ha ido a dejar unas flores en la tumba de Negro, en el centro de la espiral de piedras y luego se ha subido a las ramas de los árboles imponentes para fumarse un par de pitillos de yerba. Desde allí la pradera se mostraba, como siempre, maravillosa, utópica, y no obstante quebrada. Todos los animales parecían afectados y todos se acercaban a Javi con la mirada humedecida, afectados sin duda por lo que de algún modo entendían.

La lucha se ha marchitado y ahora probablemente los amos los venderán a otros amos o traerán a otro humano para que los cuide. Los sucesos del robo en la casa-chabola y la venganza sutil de Javi, anticipándose al mismo, y robando con justicia a su vez, provocarán cambios, trocarán conciencias y establecerán unas nuevas reglas del juego. Sin embargo nosotros ya no estaremos aquí. La vida nos empuja hacia otro lugar. Llorando salimos por el alambre y contemplamos la pradera una última vez. Los corralones, la casa-chabola, el pasto verde, las lagunas y la silueta de los árboles imponentes. Nuestros amigos y hermanos nos siguen, vendrían con nosotros de no ser por el alambrado. Los gansos cantan su canción alegre, Pepe y los burros relinchan, y los ladridos de Negro se pierden en el viento.

Caminamos ahora, primero junto a la gran carretera y después por humildes villas humanas en las que cientos de perros desconocidos nos saludan o nos tratan de morder. Uno de ellos me clava los colmillos y me hace una herida fea en la tripa. Sangro pero no me quejo. Javi avanza y nosotras le seguimos. Atravesamos calles y campos, cruzamos veredas, arboledas, esquivando a los coches y a otros vehículos humanos. Observamos altos edificios y casas bajas con patio; árboles y plantas extrañas. Vamos en dirección al río enorme pues podemos distinguir su aroma, con los ojos bajos y las emociones enredadas. De pronto llegamos a una calle de tierra y a una casa. Javi abre la puerta y entramos dentro. Olemos cada rincón durante unos minutos y después nos ata con la cadena en una habitación del fondo. Nos prepara una cama improvisada con unas mantas. Allí me cura la herida con gasas y yodo y me pone un vendaje. Yo, asombrosamente apenas me quejo y poco después Che y yo nos quedamos dormidas entre las mantas, una al lado de otra, enroscadas, hechas una bola común. Javi se pasa el día limpiando la casa y colocando nuestras cosas. Por la noche salimos a dar un pequeño paseo pero como me duele la herida y me supura volvemos rápido a casi. Javi parece agotado pero sus ojos brillan con fuerza y determinación. Ya de noche, tira un colchón en el suelo junto a nuestras mantas y se enciende un pitillo de yerba. Nos acaricia con cariño y nosotras nos acurrucamos entre sus piernas, lamiendo su corazón. Así nos dormimos los tres, en nuestra nueva casa, en tanto se escuchan sonidos humanos y la naturaleza que ciñe su silencio a su alrededor.

Ahora soñamos y nuestro sueño es aquella pradera maravillosa en la que vivimos por un tiempo y que jamás podremos olvidar ni dejar de soñar. Javi vuela por el cielo con Pepe y todos los animales se muestran felices. Hay tantas flores que el verde perpetuo se ve asaltado por islas multicolores. Los pájaros cantan entre las ramas de los árboles imponentes y nosotras jugamos con Negro a correr y a perseguirnos. En una de las paredes de la casa-chabola se lee Mafia-Amor-Libertad, cerrando estas palabras el símbolo de la anarquía. Nubes oscuras la acechan pero en ella brilla el sol. El mundo humano quiere devorarla, romper su equilibrio, pero la convicción de todos sus seres la sostiene.

Es un sueño extraviado… terrible y extraordinario.



Día 266

(Comienza una nueva etapa)

Despertamos con Javi y enseguida salimos afuera a pasear. La casa está en un humilde barrio humano. Otras casas nos rodean y hacia el fondo se ve la selva que bordea el río enorme o cualquiera de sus brazos de agua. Otros perros nos ladran detrás de las vallas de las casas o salen a saludarnos con mayor o menor violencia. Los humanos observan a Javi y se trata de lo mismo. Regresamos a casa y Javi nos saca a un patio trasero. Ahí nos presenta a dos compañeros machos, aunque como son pequeñitos no nos ladran y en cambio se muestran impresionados con nosotras. Hay patos y unas extrañas gallinas flacas. Todos tienen pollitos y crías. Vemos un par de gatos. Lagartijas y algún sapo. Parece que con todos estos compañeros vamos a vivir. Varios humanos viven en otras casas de ese patio. Un humano, dos humanas y un niño. Javi nos deja atadas con la cadena y se marcha sobre la bici a trabajar. Por ello pasamos el día dormitando. Yo curándome de la herida, las dos descansando de los sucesos de los últimos días. Las horas se han marchado rápido y Javi volvía al caer la tarde. Hemos dado un paseo por el barrio y enseguida hemos vuelto casa. Javi se ha puesto a teclear unas horas mientras nosotras nos tumbábamos sobre las mantas. Cuando ha terminado le brillaban mucho los ojos. Más tarde hemos cenado juntos y hemos salido un rato al patio a contemplar las estrellas distantes. Hemos estado jugando con nuestros nuevos amigos y olisqueando a los pollitos de los patos y las gallinas. Los gallos nos han intentado picar. Mi herida está un poco mejor aunque todavía me duele. Javi ha estado conversando un poco con los humanos mientras se fumaba un pitillo de yerba. Poco después nos hemos ido dentro a dormir y a soñar cosas bonitas.

Hoy hemos comenzado una nueva etapa y quien sabe las alegrías y las tristezas que nos depararán a partir de ahora. Con todo, la suerte nos sonríe. Esta tierra nos acoge y os rechaza; nos da lo mismo que nos quita. Es un estímulo de vida y un reflejo involuntario de la muerte. Por ello hay que separar sus capas y aprender absolutamente todo de cada una. Javi ha colocado en la pared a sus santos además de llevarlos con él en su brazo. La casa es pequeña, humilde y linda, pero lo más importante es que estamos juntos, que no pudieron separarnos las circunstancias ni los estragos, que podemos continuar esta aventura y luchar por nuestras ilusiones y sueños. El mundo no sólo es humano aunque así lo pareciera. La unión se mantiene entre especies y conciencias, porque se puede compartir y amar saludablemente, con libertad y comprensión. Javi nos llama ahora a la cama para hacernos cosquillas y nosotras saltamos a la vez para enredarnos de alegría y confianza entre estas sábanas momentáneas.


martes, 11 de febrero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 35 y 36)

SEMANA 35

Día 239

(Vamos allá)

Vamos allá. Huelo este pensamiento en la mente de Javi. Hay que levantarse, vigilar la pradera, mantener a raya a las ratas, olisquear, comer y rebuscar, marcar con orín los alambres, establecer una relación de armonía con el resto de bichos, aguardar la llegada de Javi, protegernos de la lluvia, hacer todos los trabajos necesarios para proseguir nuestra aventura poblada de pequeños sueños y grandes esfuerzos.

Javi teclea y nosotras olemos nítidamente su universo. El mundo humano es un desastre que con todo preserva optimismos imprescindibles y sentimientos positivos.

Hoy Javi ha llegado de la gasolinera con los ojos muy brillantes. Ha tenido noticias buenas, seguro, cargadas de esperanza y por ello sonríe ahora mientras prepara la cena y juega con nosotras disfrazando nuestros mimos con los suyos, con los que él quisiera tener.

Como el cielo se ha despejado, la luna ilumina las ramas de los árboles imponentes. Un pato, el único que permaneció aquí tras el secuestro de sus hermanos, empolla sus huevos en un hueco entre sus raíces. Quién sabe quién los inseminó. Tal vez fue la vida la que le ha tendido su mano para que perpetúe su estirpe rota. Los burras pronto parirán. Se nota porque tiene las tripas redondas como planetas y huelen por dentro a luz ensangrentada. Pepe se acerca a Javi para pestañear palabras que sólo ellos entienden y le pide volar. El clan de los gansos se sostiene. Negro es un recuerdo que ladra a los intrusos. El pony resiste pero su herida también. Todo consiste en luchar, en hacerlo posible.

Javi sueña y no entiendo del todo el aroma que brota de su interior. Lleva en sus manos una pistola y apunta a la cabeza al presidente humano que devora la paz de nuestra tierra. Y dispara.

Día 240

(El engaño)

Algo se intuía en el viento. Una fragancia extraña, frágil pero peligrosa que se cernía con las horas sobre la pradera. Javi estaba ya en el trabajo con los humanos especiales. Un humano ha entrado de pronto por los hilos del alambre y ha comenzado a revisar los corralones y los alrededores de la casa-chabola. Che y yo le ladrábamos pero él no parecía amedrentarse. Che Lokita incluso ha intentado morderle una pierna, aunque el humano ha agarrado un palo del suelo y nos amenazaba sonriente. Al rato se ha ido sin más. Sin embargo unas horas después ha regresado con el dueño de la pradera. No paraba de hablar tratando de convencerle para que le dejara vivir aquí, lo que significaba que nosotros tendríamos que marcharnos. Susurraba en su oreja cosas contra Javi. Que si era extranjero, que no sabía cuidar de los animales, que él lo podría hacer mucho mejor.

Cuando Javi ha vuelto del trabajo, el humano ha cambiado de semblante y se mostraba simpático. No obstante Javi le ha calado enseguida y en el instante que el humano explicaba al dueño que se había encontrado por la mañana a los caballos los burros y el pony fuera de los alambres y por tanto de la pradera Javi le ha cogido del cuello y le ha dicho que un hijodeputa. El dueño ha debido creer a Javi. Por lo que parece nuestro vecino Jorge, le había llamado un rato antes para contarle que un humano había estado preguntándole por la propiedad y que después había entrado sin permiso por el alambrado. Su intención era engañar al dueño para hacerle pensar que Javi descuidaba a los bichos. Por suerte, para el dueño, resulta evidente que no. Así, Javi y el dueño han terminado echando al intruso de la pradera, cuyas mentiras han tornado contra él.

Todos hemos estado nerviosos hasta la noche, y cualquier ruido, cualquier coche que paraba en el perímetro, cualquier humano que andaba por el camino de tierra, nos parecía sospechoso.

Javi duerme ahora con el machete apoyado en una silla cercana. Sueña con tristeza con el perro que mato y con el humano que estaría dispuesto a matar para protegernos. Sueños de violencia que desprenden luz.



Día 241

(Che y la gran carretera)

Dicen los humanos que hay en los que es mejor no despertarse, pero los perros opinamos al contrario que esos días son sin duda de agradecer. Así resulta obvio que hoy no ha sido el día de Che Lokita. Quién sabe lo que le ha pasado, pues desde el inicio, desde que nos encontramos, ha demostrado siempre poseer una inteligencia espléndida, corazón, y mucha prudencia para su edad.

Esta mañana, asediada sin duda por sentimientos implacables, ha seguido a Javi hasta el trabajo. No ignoramos que a Javi no le gusta, ya que protege el contexto de los humanos especiales incluso por encima del suyo y del nuestro. Tal vez Che quería ver a Pedro, o ha sentido cierta envidia, quizá sólo deseaba que Javi le rascara las orejas, o a lo mejor se sentía triste o vacía por algo. Los perros no hacemos preguntas ni nos expresamos abiertamente nuestros secretos. Eso sí, si amamos a un humano con sinceridad, tratamos de decirle siempre lo que nos pasa; aunque debemos aprender poco a poco a hacerlo .El caso es que ha traspasado por la puerta del trabajo y se ha puesto a correr alegra a su alrededor, y cuando Javi le ha indicado que se volviera a la pradera no le ha hecho caso y ha tenido que traerla a rastras agarrándola de la piel del cuello como si fuera una cachorra.

Ha estado casi todo el día amodorrada, sombría bajo el camión, cuando suele ser una chispa inagotable. Sólo en el momento que ha sentido a Javi atravesar el alambre y silbar como siempre, ha alzado sus orejas y ha salido corriendo como una loca para recibirle.

Un rato después Javi se ha marchado caminando por la gran carretera hacia arriba y Che ha ido detrás de él sin que se diera cuenta, manteniendo la distancia. Yo no sabía qué hacer, pues intuía que a Javi no iba a hacerle ninguna gracia y que sería motivo suficiente para que después nos castigara. Con todo finalmente me he unido a ella más por curiosidad de su estado que por intención propia. Cuando Javi se ha percatado de que le seguíamos ha tenido que volver sobre sus pasos. Estaba cruzando la pasarela aérea que salva la gran carretera por encima y se ha acercado a nosotras con cara de enfado. No obstante, como ya estábamos lejos de la pradera ha decidido llevarnos con él al quiosco de la gasolinera.

Lo que ha sucedido después ha sido un susto inconmensurable. A Che le daba miedo subir por la pasarela y ha salido corriendo hacia abajo. Javi y yo estábamos ya arriba y hemos asistido atónito a la intentona de Che de atravesar la gran carretera mientras los coches la esquivaban, frenaban y pitaban para evitar atropellarla. Hemos salido inmediatamente corriendo, llamándola a gritos, pidiendo a la vida, a nuestros santos y a los ajenos que por favor no la ocurriera nada. Un coche casi ha provocado un accidente para esquivarla y de milagro un camión no se la ha llevado por delante. Después de una carrera de escape con el rabo entre las piernas ha conseguido salir ilesa de la gran carretera, temblorosa, mirándonos como si por un instante se hubiera sentido del todo perdida.

Javi ha suspendido la compra y hemos regresado los tres a la pradera, aturdidos y afectados por la situación vivida, sobre todo Che, que no se separaba de las piernas de Javi. Hemos pasado así toda la tarde juntos, celebrando en silencio la nueva oportunidad dada a Che, jugando con ella, animándola, desenredando sus emociones enmarañadas, rodeándola, llenándola de atenciones y mimos, contemplando sus lindos ojos y su alma atormentada por quien sabe qué traumas y experiencias del ayer.

Javi ahora se acerca al colchón de gomaespuma y se sienta con ella. Le da un beso en el hocico y le sonríe feliz mientras le dice en el oído palabras de amor y muerte que hacen que Che mueva la cola con fuerza.

Cuánto quiero a mi hermana argentina. Daría la vida por verla siempre así.



Día 242

(Rasquilla de hachís)

Desde que nos hemos levantado Javi ha estado haciendo arreglos en los corralones y en la casa-chabola. Las últimas tormentas han tirado vallas, palos, alambres y han salido nuevas goteras en el techo. Se ha pasado la mañana en la faena mientras el cielo de nuevo se oscurecía de nubes cargadas de agua y nosotras deambulábamos de aquí a allí, olisqueando, desenterrando, comiendo pequeños bocados pródigos o huesos de ovejas vetustas. Con clavos ha reforzado y con maderas y plásticos ha cubierto y reforzado. Todo justo para presenciar una nueva y prodigiosa descarga del cielo. Los truenos has acudido segundos antes que la lluvia. Pareciera que hubieran dejado abiertos los grifos, que acá llaman canillas, y pronto la pradera se ha inundado. Los gansos estaban felices y lo caballos y los burros y el pony se han refugiado bajo los árboles. Las gallinas se han metido en la caseta de Negro, acomodándose en el antiguo calor que aún sienten.

Javi se había ido hacia un rato en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha vuelto pronto, por el portón del frente, con la mochila llena de comida, empapado, sonriendo y con los ojos muy brillantes. Ya en la casa-chabola, nosotras en los colchones de gomaespuma y él cocinando, la lluvia ha cesado un rato. Javi se ha puesto a revisar la mochila mojada y de pronto ha dado un grito de alegría. Pegada en una moneda ha encontrado una rasquilla de hachís. Después de más de seis meses sin fumar claro está que no lo esperaba. Por ello, risueño, ha hecho los preparativos, el mismo ritual seguido siempre, automatizado como caminar o pestañear. La ha quemado con el mechero hasta que han comenzado a salir pequeñas burbujas volátiles que olían a naturaleza concentrada, lo ha mezclado con tabaco, removiendo con las puntas de sus dedos, arropándolo después con el papel fino y volteando la palma de la mano hacia abajo. Luego lo ha rulado con habilidad y ha colocado la mora antes de humedecer la línea pegajosa, prensando el proceso y la sustancia. En el preciso instante que la lluvia ha empezaba de nuevo a caer, ha encendido el porro, sentado en la puerta de la casa-chabola, contemplando la pradera y los árboles imponentes en tanto el humo convertía su cuerpo en un amplificador emocional por el que una energía mística fluía completando un circuito cerrado. Ha sentido así nostalgia como ningún día de su tierra, de su familia y amigos, llegándole olores, sabores y lugares, abrazos, comidas, ilusiones, besos, canciones, rostros atardeceres, sueños, bares paisajes, y tantas cosas a la vez que se ha terminado cayendo de la silla sin poder parar de reír mientras las lágrimas resbalaban por su cara.

Che y yo nos hemos acercado a él moviendo el rabo y, rascándonos las orejas, ha compartido con nosotras aquel humo maravilloso.



Día 243

(Vida)

Se ha pasado el día lloviendo. Lo cierto es que no hemos salido prácticamente en todo el día de la casa-chabola. Javi sólo para ir a pasear a Pedro y nosotras para acompañarles. Javi nos ha hecho una sabrosa comida, arroz con verduras, y en una leve tregua del cielo, Che y yo hemos salido a orinar poniéndonos hasta las orejas de barro.

Javi ha estado durante horas y horas tecleando y le brillaban tanto los ojos que casi parecía que estaba aguardando esta lluvia para no tener que hacer otra cosa que teclear. Cuando ha terminado de teclear aún ha estado escribiendo algunos poemas en su cuaderno. Ahora ya estamos todos descansando. Javi ve una película en su pantalla y nosotras dormitamos. Sin embargo su pensamiento gira asaltado por los impulsos de su corazón. Agarra un boli y un papel y con pitillo entre los labios escribe:

Vida ingobernable/ vida grande/ corta vida

Vida del revés y del reverso/ vida amplificada/ vida gris/ multicolor/ sabrosa/amarga vida

Vida inmensa contra vida

Vida que se sube la falda/ vida que se tapa los oídos

Vida silenciosa/ gritos de pura vida

Vida aniquilada/ vida sobreviviente, viva

Vida que se acuesta con la vida/ vida que resbala/vida presente-pasada/ y la futura vida

Vida valiente/ vida temblorosa/ vida rosa, viviente/ verde, verde vida

Vida que sueña/vida que vive y se alimenta de vida

Vida impaciente, fugaz/ momentánea/vida que te abraza, que duerme en ti

Vida irracional, existencial, fundamental/calmada vida

Vida para vivir/qué vida/por qué esta vida y no otra/y la otra vida, para qué

tu vida/ nuestra vida,/ dolche vida/ puta vida/maravillosa vida.

La vida, mi vida, hay que vivir.

Afuera continúa lloviendo y de cuando en cuando un trueno quiebra las entretelas del cielo oscuro.



Día 244

(Primavera nueva)

Con tanta lluvia es como si de nuevo hubiera llegado la primavera a la pradera. Todo se ha coloreado otra vez de un verde intenso. Están saliendo setas, hongos y flores, y aunque continúa haciendo bastante calor, la temperatura es más suave y agradable.

Los más agradecidos sin duda son los gansos, pues al haber tantas charcas y lagunas se están recuperando mejor, y como el pasto crece sobre la tierra empapada, los caballos, los burros y el pony también están alegres.

Hoy Javi se ha ido a trabajar y nosotras nos hemos quedado debajo del camión, sin apenas salir de ahí, pues las tormentas se han sucedido durante todo el día con sus relámpagos luminosos y sus truenos sublimes. Cuando Javi se ha puesto a teclear y las horas se han fugado con rapidez hacia los territorios nocturnos.

Me he debido quedar dormida profundamente, porque cuando me ha despertado Javi, al abrir la puerta y salir fuera, he tenido que poner cara de despiste o susto, pues Javi se ha reído mucho de mí.

La luna brilla ahora en el cielo, rodeada de todas las estrellas distantes que nos miran y a las que contemplamos. Por fin la lluvia ha cesado. El agua corre aún en arroyos por la pradera y cientos de gotas caen y chorrean por las superficies. Todo resplandece de luz blanca convirtiendo en plata pura la pradera. Los árboles imponentes emanan un olor de agradecimientos y se podemos sentir cómo sus raíces se extienden bajo nuestros pies.





Día 245

(Javi oculta algo)



Javi oculta algo. Hoy ha brillado su secreto en la olorosa atmósfera de su intención. No lo puedo descubrir pero lo intuyo. Como si dentro de muy poco nuestra aventura hubiera de mutar otra vez. Quien sabe por qué, dónde y para cuándo. Pero la cuestión es que lo percibo, chisporrotea en su corazón, acelerándolo, intensificando su atención, su cuidado, su prudencia, su inteligencia emocional, su capacidad para romperlo todo en un momento dado, de destruirlo, quemarlo todo en cenizas, con la sencilla intención de comenzar de nuevo.

Che se ha queda a veces mirándole embobada, pues todavía no le conoce del todo en su compleja humanidad. Yo me tumbo en el colchón de gomaespuma, manteniendo las orejas y la nariz alerta a cualquier cambio que sus sueños me revelen.



Semana 36

Día 246

(Pulgas)

El pelo se me cae y tengo todo el cuerpo lleno de costras. Las pulgas arremeten y ahora, a falta de suelo y hierba, por mojado, empapado y anegado, se nos suben para sobrevivir chupando nuestra sangre. Javi nos ha estado poniendo pipetas casi cada semana pero por lo que parece ya nos hacen efecto. Los burros y los caballos tienen pulgas, los gansos tienen pulgas y nos pican, las gallinas tiene pulgas, también las ratas que cazamos, hasta las pulgas tienen pulgas sobre las pulgas. Es un mundo colmado de pulgas que nos pican y como nos arascamos todo el tiempo el pelo se me cae; también a Che, aunque se le nota menos.

Javi agarra de cuando en cuando alguna y se despierta por las mañanas con corrillos de picaduras por las piernas y los brazos y se tiene que duchar en el calefón para sacárselas.

Al tener menos pelo parece que estoy más flaca. En verdad mi aspecto debe ser horrible, como si estuviera siempre mojada, y Javi se ríe de mí.

La vida en la pradera y en la casa-chabola es muy dura por cosas como ésta. Ahora me arrasco con saña mientras Javi teclea en su pantalla y se detiene para decirme con tristeza por favor párate un poco.

Día 247

(Siguen las tormentas)

La pradera se ha convertido en un lago, un lago donde los gansos son felices, comandados por su jefe Alejandro Magno, que cata extendiendo sus alas quebradas. Ya ni los caballos quieren salir de debajo de los árboles. Anoche abrieron el chamizo donde Javi guarda la avena y se dieron un buen festín. Esta mañana nada más salir de la casa-chabola hemos cazado una rata. Ahora estamos debajo del camión aguardando que Javi regrese para entrar de nuevo dentro. Las tormentas se suceden, se dan la mano para ser una bailando por el cielo. Desfilan alegres hacia el lejano sur para completar el ciclo de este continente. El caso es que Javi está contento en días así porque teclea mucho y su sueño avanza rápido.

Hay instantes en que creo que es su mente la que provoca estas lluvias. Tiene una fuerza de voluntad tan firme que sería capaz de levantar un puente sobre el océano para después cruzar volando.

Día 248

(Pedro se escapa)

Los perros tenemos un instinto primitivo a la hora de romper cadenas, correas, de saltar vallas, escarbar agujeros en fuga, hallar el más mínimo recoveco o posibilidad y todo para escaparnos a ningún lado, pues de la vida no podemos escapar después.

Tal vez es nuestro modo secreto de decir a los humanos que continuamos manteniendo un lado salvaje y asimismo recordarles el suyo.

Hoy Javi no ha encontrado a Pedro cuando por la mañana ha ido a trabajar con él. Quíen sabe cómo se ha soltado de la cadena, pero el caso es que Javi se ha llevado un buen susto, y sin razón pues Pedro, mientras él debía estar buscándolo por los caminos, fabricas y quintas colindantes, se había venido con nosotras a la pradera, y se lo ha pasado tan bien, corriendo, persiguiéndonos para olernos la cola, revolcándose por el barro, empapándose hasta las orejas, que cuando Javi ha venido horas después para poner en su cara un gesto de entendimiento, se ha llevado un pescozón en el hocico que le ha hecho gemir, más que de dolor, de impotencia.

Y es que a Javi a veces se le olvida cómo pensamos, pese a su corazón empático y su alma niña. Aunque alguna vez parece más un perro que un humano, no cabe duda que es humano, y su instinto choca con su conciencia para hacerle errar.



Día 249

(Visa poética)

Todo ha sido para nada y sobre todo no. Bajar a la gran ciudad, en presunto alquiler de la esperanza y el porvenir, yo en la mirada humana de Javi, acompañándole, soñando desde debajo del camión mientras la lluvia se intensificaba y empezaba a colmar las acequias, las calles y la vida.

La entrada a migraciones ha resultado todo un acontecimiento. Javi se ha tenido que descalzar, remangarse los pantalones atravesar una calle mojándose las patas como tantos otros humanos que querían entrar o salir de allí, sonrientes, resignados, para arreglar los papeles de la visa y permitirse, pagando, un futuro. Y comprender después Javi que se ha equivocado de fecha, y tener que tomar un nuevo turno para la semana que viene, por lo que el viaje, el madrugón, el chapuzón y la pequeña odisea para llegar ha resultado en balde; aunque un balde que se ha ido llenando luego de loca alegría. Como Javi posee un corazón adaptativo y soñador, nos hemos lanzado a recorrer la ciudad descalzos, bajo la imparable lluvia, tomando a cada rato un café, una cerveza o un vino, fumando muchos puchos, escribiendo poemas escurridizos, de amor o desamor que es lo mismo, que goteaban entre sus manos hasta desaparecer por las alcantarillas. Nos sentimos de este modo lluvia sumada a la lluvia y caíamos sobre los paraguas, chorreábamos por los toldos y tejadillos y avanzábamos sobre las aceras y veredas. Javi iba regalando a los más consternados, versos, a los más empapados y sombríos, como si con ello pretendiera bregar contra su desazón y sus sentimientos enfrentados. Nunca hubo palabras tan efímeras, pues mientras eran leídas, se mezclaban con el agua, diluyéndose en su tinta azul.

En este arrebato el día se nos escapaba, y uno tras otros los colectivos que debían traernos de regreso a la pradera. Es como si Javi se hubiera vuelto loco o hubiera encontrado una labor desconocida e inapreciable. Sólo cuando ha dejado de llover, cuando la luz de la tarde caía detrás del muro inconmensurable de nubes, relámpagos y truenos, hemos decidido volver.

En la libreta ha quedado escrito un último poema, levemente mojado, para nadie. Decía…

Si no participas de este azar/ no puedes quejarte

si te mantienes firme pero aislado/ desconocerás la sustancia imposible

la energía del sueño trocado/la fibra del aguante preciso/el rincón donde brota el entendimiento



no quieras desprenderte del prójimo/ amándolo sin comprenderlo

en las grandes superficies hay una igualdad innecesaria

en los pequeños espacios apenas quebranto

esencia para la diversidad

suficiente para armar una revuelta tras otra.



Hemos sido un humano y una perra compartiendo el alma y la visión del mundo, gobernando a nuestra manera la vida, es decir, sin gobierno.



Día 250

(Uff la lluvia)

Llueve, no para. Nos quedamos todo el día en casa. Javi tecleando y nosotras dormitando, rascándonos y mirando con nostalgia hacia afuera. Todo se repite y pareciera que nos hemos quedado encajados en un bucle de la realidad.

De cuando en cuando se va la luz y la pantalla tecleadora de apaga. Entonces Javi se coloca en la puerta y continúa escribiendo en su cuaderno mientras fuma. Ahora nos da un pedazo de pan duro y nos sonríe. El cielo truena, sueña y se ilumina.





Día 251

(Los dueños se llevan el burro macho y matan a Alejandro Magno)

Nos despertamos con un nuevo sobresalto. Los dueños han venido para llevarse el burro macho y los perros que corren como el viento han matado a tres gansos, entre ellos a Alejandro Magno, que de nuevo ha tenido que defender al clan. Los humanos se reían y Javi ha sentido nauseas, asco, rabia, indignación y una gran tristeza. Primero se ha metido a la casa-chabola para evitar estar con ellos pero después ha salido y se han puesto a discutir. No han traido la comida para los animales ni el dinero que nos corresponde. Javi está cansado y consternado. Percibe maldad en ellos y nosotras la olemos nítidamente,

El día se nos ha torcido y Javi no ha podido escribir. Nosotras no nos hemos podido separar de él. Se ha tumbado en la cama para reflexionar. Su imaginación le llevaba a nuestra tierra, con su familia y amigos. Cuando ha regresado aquí, a la pradera, a nuestra vida, y traía olor a lucha y libertad.





Día 252

(De siete de la mañana a doce de la noche)

Javi se ha levantado muy temprano. Ha sacado los animales, ha limpiado las cuadras, pues con la lluvia de los últimos días no lo había hecho, se ha ido a pasear a Pedro, a entrenarle, y después ha venido a echar de comer a los bichos. Luego se ha ido a trabajar con los humanos especiales y extrañamente nos ha dejado atadas con la cadena debajo del camión. No me ha dado a oler sus pensamientos antes de que saliera por el alambre y cuando trabaja con los humanos especiales no me puedo meter dentro de él, al menos hasta ahora no.

Hoy también ha llovido aunque al mediodía ha parado. Las horas pasaban y seguíamos atentas a cualquier sonido que nos confirmara el retorno de Javi. Sin embargo la tarde se ha marchado y ha llegado la noche. Las estrellas distantes brillan ahora en el cielo y nos dicen destellando que estemos tranquilas, que todo anda bien. El reloj sigue extendiéndose y con él nuestros nervios. Che comienza a gemir bajito y recuerdo cuando a mí me sucedía hace tiempo. Hemos oído los ladridos de Negro hace un rato salir de su caseta y a Pepe charlar con voz humana con sus hermanos. Los árboles imponentes se mecen con el viento como si bailaran. En este instante vemos a Javi caminando por el portón. Todo nuestro alrededor está oscuro. Y es que los ojos de Javi brillan tanto que iluminan toda la pradera con un cambio.