eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 22 de julio de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 58)



SEMANA 58
Día 407
(Musicoterapia)
            Voy en los ojos de Javi y le veo así preparar uno de sus talleres con los humanos especiales. Reparte un objeto musical a cada uno. Maracas, tambores y panderetas. Saca de dentro de una caja un peluche de un león con cara fiera. Les explica pacientemente que cuando el león camine han de hacer sonar las maracas, cuando salte lo harán los tambores y cuando ruja las panderetas. La escena empieza con el león despertándose. Los humanos especiales prestan atención pero rápidamente se distraen y Javi ha de comenzar de nuevo. No obstante, poco a poco van entrando en la historia. El león despierta en medio de la selva y lo primero que hace es desperezarse. Los humanos especiales le imitan y aunque alguno se evade a su mundo de fantasías propias, la mayoría parecen dispuestos a continuar porque les pincha la curiosidad. El león inicia su recorrido por la selva y las maracas así lo corroboran. Puede que se cuele algún tambor y alguna pandereta pero Javi va corrigiendo estos deslices y la orquesta de sonidos despliega toda su capacidad. Javi mueve el león con sus manos pero es como si las manos no existieran y sólo estuviera el león. De pronto salta y los tambores repican su movimiento. Cuando ruje las panderetas lo refutan. Javi, que está dentro del león como cuando yo me meto dentro de él, es el director de la orquesta y los músicos aguardan sus indicaciones y gestos, que no son otra cosa que los movimientos del mismo león por la selva. Los ritmos surgen en distintas combinaciones, en tantos las miradas se concentrar para no perder el hilo. La canción termina con un enorme rugido al que todos los humanos especiales se unen para imitarlo. Durante unos minutos han estado creado una historia con fondo musical y han participado con su potencialidad en la composición. Javi pide un aplauso y todos los músicos responden aplaudiendo. Sus sonrisas están cargadas de satisfacción. El león se despide ahora y vuelve a su caja. Ya es la hora de hacer un descanso y los humanos especiales tornan cada cual a su embudo. Los rostros se ablandan, los ojos se sumergen y los codos se apoyan en la mesa. Antes de salir por la puerta, Javi se gira, y por un momento el león asoma de nuevo su gran cabeza del interior de la caja para despedirse de sus amigos con una pata. Los humanos especiales se iluminan y le dicen adiós con sus manos, pensando como panderetas, maracas y tambores.

Día 408
(Kilombo en nuestra pequeña comunidad)
            Desde por la mañana se sentía la tensión en el patio y los árboles doblaban sus ramas con el viento. Los humanos andaban enfadados, se echaban la culpa unos a otros porque nunca se paran a hablar de lo que ocurre o lo que piensan. La madre del cachorro grande se ha quedado sin trabajo y los apuros económicos han desatado la tempestad. La vecina vieja, la abuela del cachorro, ha aprovechado para atacar al humano que vive con ella en el fondo, gritando que lleva años sin trabajar y que es un vago. No le falta razón a la humana vieja, pues el humano siempre está cimentando negocios millonarios en el aire pero no mueve un músculo para concretarlos y rechaza muchos trabajos que le salen. El cachorro grande está en una etapa muy egoísta y no ayuda en nada su comportamiento. Su madre brega entre su relación de pareja y su hijo y se ve atrapada en los pliegues irracionales. La única que no se mete es la humana con gafas, tal vez porque su vida ya es de por sí demasiado complicada. Cuando Javi ha regresado del trabajo se ha encontrado este kilombo, todos discutiendo con todos, gritándose e insultándose y aunque por un momento parecía no querer intervenir, ha seguido sus impulsos, ha aplacado las voces momentáneamente y los ha mandado cariñosamente cada uno a su casa.
            Después de nuestro paseo, acortado por las circunstancias, ha ido hablando uno por uno, sabiendo que la simple expresión de sus frustraciones y ansiedades lograría mitigar en parte su estado. La humana vieja está cansada de dar y dar sin recibir nada y como el cachorro humano vive prácticamente con ella termina por incidir en su educación más que su madre. A esa madre humana le cuesta poner límites y se aprovecha de la situación para evadirse de sus responsabilidades. Del humano, que es su pareja, únicamente hay que decir que pese a que no contribuye poco en aspectos materiales ejerce de autoridad para el cachorro, es baremo emocional de la madre, y ayuda a unos y a otros en lo que puede. La vieja no le traga. La humana madre del cachorro no es capaz de expresar lo que siente ni de separar su relación de pareja de su familia. El humano habla de la abuela como de una bruja manipuladora, pero después se sienta cada día a comer lo que ella le prepara y pone su mano cuando ésta le da plata. El cachorro, siempre el más vulnerable de todos, rinde a su antojo estos tirones y se está convirtiendo en un psicopatilla practicante dispuesto a crear un infierno cotidiano y a hacer lo que sea para conseguir sus querencias y caprichos.
            Javi  ha obrado como un cirujano para separar cada problemática individual y ha hecho la puesta en común durante la cena. Todos le han escuchado y se han comprometido a seguir sus consejos. El ambiente cargado se ha diluido cuando para terminar Javi ha propuesto que cada uno dijera algo positivo de los otros. Las risas han llegado con los mates y poco después Javi y yo entrábamos en casa. Javi rendido, yo con un gran hueso en la boca. La humana vieja me lo ha dado como una especie de recompensa por el esfuerzo de Javi. Por hoy todo ha regresado a la normalidad. Esperemos que la calma dure al menor por un tiempo y que cada humano se conciencie para hacer sostenible la convivencia. Gos y Oso me han mirado con envidia al pasar con el hueso, y ahora Javi cae rendido en la cama mientras yo me acurruco en la manta verde mordisqueando en silencio la verdad.       

Día 409
(Bar-rotisería)
            Cuando Javi ha salido del trabajo traía ojos de loco escéptico y durante el paseo era como si buscara algo o a alguien. Hemos pasado por la puerta de un negocio en cuyo cartel se lee rotisería. Este establecimiento es una mezcla de bar, cafetería y restaurante. Se sirven igualmente copas que cafés o infusiones que platos simples como milanesas y empanadas. Javi ha pasado y yo me he quedado fuera temblando porque justo un momento antes han tirado un petardo y me da miedo. Javi ha salido a la puerta con un whisky con coca-cola en la mano y se ha sentado en una silla para saborearlo. El interior del local estaba lleno de parroquianos humanos con boinas y las paredes mostraban mapas del país, banderines de los distintos equipos de fútbol, de tenistas, de boxeadores, de caballos y de pilotos de coches de carreras. Todos bebían vermut combinándolo con soda en sifón. Me ha recordado un poco al bar que había en aquel pueblo de la sierra donde vivimos una vez. Algunos humanos amables le han preguntado a Javi de dónde era y pronto se ha reunido a su alrededor un pequeño corro de curiosos. Le han invitado a otro whisky aunque después de algunas explicaciones e indagaciones pronto han vuelto a sus conversaciones de siempre.
            Javi ha sacado entonces una libreta de su mochila y se ha puesto a escribir un poema irracional, como si estuviera poseído por una voz ajena que en verdad no lo es. La luna iniciaba su camino en el cielo. El atardecer era apenas un último envite del sol moribundo. Nuestro barrio se oscurecía hacia la selva del río enorme y las casas parecían formar parte de los árboles. Las risas sonaban en la rotisería mientras un olor a fritos y carnes me envolvía la nariz haciendo que mis miedos se disiparan. Javi escribía:
            No rotures tu silencio/ sigue preguntándote si más allá de vos hay una espera/ un sentido que transgredir
            No bajes la vista/ cuando tus ojos tendrían que brillar entre las nubes/ transformando la realidad prisionera/ aquella que pretendes libre
            No me digas que me calle/ que deshaga mis palabras en impulsos/ que aguarde a otro día/ a otro instante impredecible/ si lo que yo quiero es pintar sobre el vacío/ comerte la boca y la razón/ sobrevivir momentáneamente a la controversia de la soledad elegida y el deseo continuo.
            Ahora regresamos a casa y Javi sonríe no con ojos de loco escéptico sino de loco optimista. Un nuevo petardo en una esquina me hace temblar pegada a sus pasos. Ya se ve la puerta de nuestra casa, blanca con un sol unas nubes pintadas sobre un mar azul desde el pomo. Sopla viento frío, y me siento sobre mis patas mientras Javi busca sus llaves con la ebriedad en sus bolsillos.   
Día 410
(La bici vuelve a casa)
            Tiene la rueda de atrás destrozada y la de adelante torcida, el sillín hecho mierda, los guardabarros doblados y raspones en el pedal y el cuadro. Sin embargo, así apoyada como está, como siempre estuvo apoyada en la pared, resulta una sobreviviente rotunda. No es una sombra ni un eco. Pronto volverá a rodar, volverá a llevar a Javi al trabajo y le permitirá sentir el viento y la velocidad sin más protección que la piel latente.
            Javi la ha traído esta tarde a casa y la pared que permanecía vacía se ha llenado con su presencia. Javi sonríe ahora mientras teclea. Y de cuando en cuando la contempla ensimismado, como si recordara. Yo me acerco a ella muy despacio para oler aquella escena que el destino marcó en su pintura gastada.   

Día 411
(Safari fotográfico en el Paraná)
            Aunque a Javi no le tocaba trabajar, hoy nos hemos levantado muy temprano. Desde el principio he sentido que algo especial poblaba los ojos de Javi, y cuando hemos salido a la calle, dirigiéndonos después hacia el fondo de la villa, marchando más allá de los contries de los ricos, siguiendo la paralela de los canales de esteros y lagunas del río enorme, he entendido el porqué.
            Hemos caminado durante varias horas por senderos desconocidos, siempre hacia el este. Javi consultaba frecuentemente un mapa para asegurar nuestra dirección, pues era la primera vez que nos alejábamos tanto del pueblo, bordeando la selva impenetrable y su red de árboles, plantas y flores. De pronto el sonido del agua nos anunciaba que el río enorme estaba cerca y al acercarnos un poco más el estruendo era tan fuerte que asustaba. El sol convertía este espacio en un rincón maravilloso. El verde brillaba con toda su intensidad. Javi ha sacado la cámara y se ha puesto a fotografiar todo cuanto veía. Nos hemos sentado en una especie de ensenada, sobre unas piedras blancas desde las cuales podíamos distinguir las dos orillas. Al poco rato de estar allí, la fauna ha comenzado a surgir de su aparente inexistencia. Javi ha retratado decenas de pájaros distintos, cuyos colores variaban como un arcoíris, grandes como un gato, con garras y picos impresionantes o tan pequeños que podían entrar dentro de las flores para libar su néctar, sacudiendo con rapidez sus alas casi invisibles, cazadores y presas, también serpientes, ranas, lagartos, insectos y arañas, y unos roedores descomunales que nadaban y pastaban hierba entre los árboles. Yo me he vuelto loca literalmente persiguiendo a unos y a otros, y he registrado sus rastros y olores para no olvidar esta locura.
            Al mediodía hemos regresado hacia el pueblo, cuando las nubes ocultaban el sol y presagiaban lluvia. Hemos tornado justo cuando empezaba a llover y el barrio se embarraba de silencio y el sonido de las radios se distorsionaba con el gris del cielo y los relámpagos inconcebibles. Javi prepara una infusión para tomar con el palito metálico mientras yo me hago una bola sobre la manta verde y me dejo cautivar por el cansancio y la molicie. Estas lluvias intensas harán subir el caudal del río enorme y probablemente ahora todos sus animales habrán buscado un buen refugio como nosotros para pasar el temporal.

Día 412
(Nuevo día del amigo)
            Hoy me ido dentro de Javi a su trabajo. El sol lucía en el amanecer después que lloviera durante toda la noche. Los domingos la estación de vehículos colectivos está casi desierta a esas horas y salvo los cachorros grandes que vienen de esas jodas infinitas y del interior de los portales voluptuosos, ciegos de alcohol y claridad, sin un peso en sus bolsillos, asidos a la ideología del sueño sin distancias y a la espera de cualquier accidente prometedor, pocos humanos más acontecen por las dársenas vacías.
            Como el círculo del nuevo año ha dado un giro completo hoy en el hogar de los humanos especiales se celebra nuevamente el día del amigo. Javi y sus compañeros han intentado así que los humanos vivieran un día diferente. Por ello han estado haciendo carteles y tarjetas para regalarse unos a otros, han decorado los talleres, han cocinado, han bailado. Javi ha hecho un cuentacuentos con títeres y los humanos han disfrutado de lo lindo. Y como el día lo ha permitido han merendado fuera tomando mate con los palitos metálicos.
            Al llegar a casa, Javi ha recibido algunos mensajes de sus amigos de acá y él ha enviado otros. Parecía muy emocionado porque no se esperaba tanto afecto. En esta aventura nuestra, lo que ayer resultaba extraño o distinto a nuestra costumbre, poco a poco se va convirtiendo en una realidad que toca nuestro corazón hasta abarcarlo.

Día 413
(Luna-uña)
La luna es apenas una uña flaca que ondea en el cielo de este amanecer. Javi debe estar esperando aún el vehículo colectivo en la esquina de nuestra calle porque puedo oler desde aquí su sombra insomne. Se pasó media noche tecleando en la pantalla y únicamente ha dormido un par de horas. Oso y Gos me miran desde un rincón del patio y los patos y las gallinas extrañas aún permanecen dormidas. Sólo los gallos hace rato que cantan al alba subidos en el tejado de la casa como gatos. Hace un poco de viento porque los árboles mueven sus ramas con ritmo. El barrio despierta y no, echándose la manta de nuevo por encima. Las semanas se suceden y los sueños avanzan con lentitud. ¿Qué será de la visa, del título de Javi, de su ilusión por trabajar con caballos y animales, por aprender todo lo posible, por continuar siendo lo más libre y lo más despierto, por descubrir insólitas esperanzas y bregar contra las tragedias de la vida?
Somos un humano y un perro luchando en un mundo inmenso y diverso. El mundo es mucho más que nosotros, mucho más que humanos y perros. Vivimos en esta tierra hermana de nuestra tierra. Y en verdad todas las tierras son hermanas, pues son una misma sustancia geológica, un mismo útero vagando en el espacio alrededor de una estrella ávida de átomos y amor. Por eso sé que al contemplar esta luna-uña, flaca y luminosa, nuestros amigos del otro lado, también la estarán viendo ondeando en este cielo que amanece para traernos otro día que se sumará a todos los anteriores en su lucha.

martes, 15 de julio de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 57)



SEMANA 57

Día 400
(Nido de chorros)
            Son apenas unos cachorros humanos, pero han pasado tanto tiempo en la calle que en cierto sentido conocen más de la vida que los adultos. Se mueven en manada, pues saben que así su fuerza es mayor, y odian a todos aquellos a los que la suerte les sonríe, tal vez porque a ellos casi nunca les sonrió. Los otros humanos los llaman chorros y se reúnen al atardecer a fumar pitillos de faso y a tomar cuanta cerveza les permitan sus botines. En todos los barrios hay algún grupo de chorros y la pobreza de los mismos cifra su número variable. Se dejarán ver en sus motos trucadas, robadas, desmembradas en piezas ininteligibles, por parejas, en busca de humanos incautos e inocentes a quienes atracar, con sus gorros sobre las gorras caladas, sus chándales del equipo favorito, el rostro áspero, curtido con cualquier cicatriz borrosa, la mirada curiosa, siempre altiva, del que se siente fuera de todo, o por encima de las leyes y las normas. Los más peligrosos llevan pistola, pero normalmente se apañan con una navaja o un cuchillo. La ignorancia, la exclusión social y la miseria los engendran y los sostienen. Tienen familia, pero perversamente desestructurada. Y su condición les conduce a pertenecer a un nuevo gremio olvidado.
            En nuestro barrio hay un nido de chorros en uno de los laterales del parque. Javi evita pasar por allí cuando están todos en concilio pero ya conoce a cada uno por separado. Son hijos de inmigrantes, de viejos campesinos, de obreros fabriles, de oprimidos, demasiado jóvenes aunque alguno pareciera incluso mayor que Javi. A Javi le interesan sus vidas, sus sentimientos gastados, su forma de sobrevivir y de contradecir el llamado bienestar inteligente. Huelen a gasolina, a plomo, a soledad cautiva y a esperanza vil. Conmigo son muy amables. Les gustan los perros de la calle quizá porque se sienten sus hermanos. Javi fuma puchos con ellos y les hace preguntas, pero como la curiosidad es de trayectoria doble, ellos le preguntan a su vez cosas sobre nuestra tierra. Su vocación para con estos cachorros grandes le viene ya de antiguo, y le sirve para no olvidar que lo que hoy se deja de lado… mañana regresará revelando la injusticia de la cual hicieron desarrollo.      

Día 401
(Cuentos antifascistas)
            Javi teclea con ojos brillantes y positivos. Añade a su sueño nuevas historias. Serán un anexo incandescente. Relatos de quienes lucharon por la libertad humana. En la calle suenan las radios y convergen las noticias. Nuevos imperios se preparan y los viejos se resisten. Las guerras recorren el mundo y los mercados manejan a los gobiernos electos. Los pueblos pasan hambre pero su desesperación es también moral. La memoria es una falla entre dos placas tectónicas. Los pensamientos de Javi me dirigen y me llaman. Son un aullido reinventado que denuncia y comprende. En todos los lugares es lo mismo. Seres aullando contra el terror, en combate consigo mismos.

Día 402
(El ofrecimiento)
            El día ha transcurrido como un inventario de rutinas. El patio ha amanecido entre la niebla y horas más tarde el sol le ha colmado de luz y color. Javi ha regresado del trabajo y nos hemos ido de paseo por la villa. Hemos cenado temprano y Javi se ha puesto a teclear.
            Por la noche nuestro vecino humano ha llamado a la puerta y Javi se ha armado un pitillo para fumar con él. Ha venido para  hacerle a Javi un ofrecimiento. Al parecer en la escuela de adultos donde va él necesitan profesores para organizar nuevos talleres. A nuestro vecino humano le gusta mucho hablar con Javi y suele pedirle ayuda cuando tiene que hacer algún trabajo de historia, filosofía o literatura. Se lo ha dicho a la directora y le quiere entrevistar. Javi se ha puesto muy contento pero le ha dicho al vecino que se lo va a pensar. Ahora trabaja mucho y no sabe si podría sacar tiempo para más. Tendía que dar clase dos días a la semana, por las tardes y preparar los contenidos. Resulta un reto educar a humanos adultos; la mayoría obreros que pretenden terminar los estudios básicos y mejorar con ello su situación.
            Desde la manta verde huelo los pensamientos de Javi y la indecisión le impide dormir. Finalmente decide darse un mes para dar una respuesta definitiva. Debe ser que la experiencia le advierte que antes debe resolver otras cuestiones y que hay sueños que aún se han de esclarecer.

Día 403
(Visa y título en suspenso)
            De cuando en cuando los pensamientos de Javi se deslizan desde la pantalla del interior de su mente. Hoy se somete a la incertidumbre de los asuntos burocráticos. No tiene noticias de la Universidad donde tiene que hacer efectiva la homologación y lo de la visa permanece en suspenso porque ahora, cuando su jefe ha de terminar los trámites con el pre-contrato, éste se está desentendiendo. Ya ha hablado con él varias veces y le ha explicado lo que ha de hacerse. Y él, aunque le asegura no hay problema y que le quiere ayudar, sigue sin materializarlo. Javi está cansado de tanta dialéctica y tiene ganas de reventar todas las escaleras ascendentes.
            La burocracia deshumaniza. Tanta esperanza para sostener la desigualdad. Mientras la vida huye. Porque los días pasan, Javi se hace un poco más viejo y le salen alegremente nuevas canas de perspectiva. 

Día 404
(Sentimiento che)
            Banderas en las ventanas, en los coches, casi en cada humano con el que nos cruzamos por la calle. Esa tierra está en suspenso, casi como si esperara un milagro. No es tanto por patriotismo sino por unión de clases desfavorecidas. El humano argentino es patriota, pero sus fanatismos se asientan en otras cuestiones menores. Las clases pobres encumbran el fútbol y a los jugadores de la selección porque muchos de ellos salieron de las villas miserables, condensando así los sueños perdidos de millones de humanos y los que lentamente podrían realizarse mañana. Los ricos son los que después van al estadio mundialista, con pack y reservas hoteleras, y los tratan como gladiadores de su doctrina. Existe así un sentimiento bueno, positivo, y otro denostado por la comodidad y la injusticia. El sentimiento bueno es un sentimiento che, un sentimiento que parte de la libertad y que eleva del mismo modo, por humanidad y compromiso, a un delantero explosivo, a un escritor extraordinario y a aquel revolucionario inolvidable.

Día 405
(El día en que Argentina pudo ser campeona y ya fue)
            Las calles están silenciosas, vacías. Hoy pertenecen por completo a las ignotas manadas de perros callejeros que, a falta de humanos, parecen crecer en número y convicción. Javi se fue al mediodía y como voy dentro sus ojos sé que se encuentra ahora en el sitio de los perros, con Noa y con los dos hermanos y su cachorra. Es la final del mundial de futbol y como Argentina es finalista el país por completo se ha paralizado en todas sus vertientes. Desde los glaciares del sur a los altos cerros del norte pasando por las llanuras pampeñas parece como si faltara el aire y la luz se doblara sobre el agua. Los humanos tienen un sentimiento contradictorio. Nadie lo creía hasta hace unos días, pero ya han conseguido llegar a la final. Es tan importante el futbol para ellos y hace tantos años que no ganan, que el escepticismo reina pero sin poder estragar su fe. Los ojos crecen en brillos, las ilusiones se agrandan, se agarra el optimismo con la cuerda y de pronto rumores de entusiasmo recorren todas las provincias. Si llegaran a creer de verdad que resulta posible es seguro que ganarían pero una secuela de inseguridad logra desvanecer el sueño. Y es que Argentina seguía soñando, hasta hace apenas un instante, pero un gol de Alemania acaba de despertarla. De nuevo el poderoso termina por batir al pobre. La realidad está llena de historias en la que los buenos nunca ganan; si se quiere los favoritos. Un caballero con armadura ensarta de nuevo al indio y al negro con su espada filosa. Ya venderán a los esclavos y sus tierras pródigas.
            Como si la victoria hubiera sido suya, los humanos de acá colman las calles de alegría. Las murgas traen la música y aunque el desenfreno se sujeta, la celebración se extiende hasta la madrugada. Hasta la victoria siempre, dijo una vez un hijo de este pueblo; y este lema pesa tanto como las nubes que descargan lluvia. Javi tardará varias horas en regresar a casa y tengo miedo de lo que pueda ocurrirle. No hay colectivos, todos los comercios están cerrados y los humanos se sumergen en un ambiente exultante y contradictorio. Los perros callejeros corren a sus refugios porque en breve comenzarán a sonar los petardos y los disparos. Habrá muertos y saqueos, y mañana pocos humanos irán a trabajar, contagiados por el eco de las masas. Argentina pudo ser campeón y este es el agradecimiento del pueblo, destrucción y culpa, descubriendo su esperanza subdesarrollada.   

Día 406
(Un millón de fuegos)
            Javi se ha marchado a trabajar a pesar de saber que hoy es un día complejo, un día en el que los humanos de acá tienen personalidad múltiple, y son al mismo tiempo poetas y verdugos, críticos y protagonistas, entendidos y desentendidos, custodios y liberales, amargos y optimistas. Las resacas deben cubrir los rostros somnolientos en las paradas de los vehículos colectivos y muchas fábricas cerrarán la producción con pérdidas sustanciales.
            El mejor modo de pasar el mal trago es comprar unos cuantos kilos de carne para recuperar las fuerzas, para quedar con los compañeros y amigos, para renegar del jefe y el amo, para doblar su vista prisionera, para reducir el silencio tras la derrota; encender un fuego, un millón de fuegos, y curtir alrededor de las ascuas, la mirada de lo que pudo ser y no.
            Esta mañana ya habían desaparecido todas las banderas de los balcones y ventanas y nadie habla del mundial, ni de futbol. La niebla es el mejor clima para hoy. No se ha levantado en todo el día emborronando la realidad. Javi teclea para recoger este trigo, y yo huelo sus pensamientos nítidos desde la manta verde, cuando en el aire aún se sienten las llamas.

miércoles, 9 de julio de 2014

Diario de una perra en Argentina (semanas 55 y 56)



SEMANA 55
Día 384
(La niebla)
Desde hace unos días, al amanecer, la niebla cubre nuestro pueblo con tal espesura que no se ve apenas a unos metros. Es cosa del frío húmedo, de la proximidad del rio enorme y la selva, de los vientos que suben desde el perdido continente blanco y del calor que baja de los territorios cercanos al ecuador. Esta niebla moja tanto como la lluvia y se mete dentro de los huesos porque tiene su color. Javi se abriga bien antes de marcharse al trabajo. Se pone en la garganta y la cabeza una especie de gorro bufanda de lana que le hizo Laurita cuando vino a visitarnos, me saca al patio y comprueba que el balde de agua está lleno. Sonríe cuando me acurruco en mi caseta y la puerta se cierra. Hoy no ha sido diferente. Este inicio del día borroso y melancólico encierra en realidad el augurio de un día soleado y cálido. La niebla muy lentamente empieza a desvanecerse a media mañana. Entonces el sol se abre paso entre sus pliegues y su luz colma las miradas. Los bichos salimos de nuestros cubiles y nos damos a nuestras actividades diversas. Los humanos no tienen tanta suerte y presos de sus horarios inamovibles y estáticos deben acudir a trabajar o hacer sus trámites administrativos sin tener en cuenta ni tiempo ni sus ganas ni la tempestad.
El patio se ha llenado de colores cuando la niebla se ha disipado. Las gallinas extrañas lucían plumas marrones y rojas, los pájaros traían el azul del cielo y los árboles el verde intenso que forma un corredor de vida en ambas orillas del río enorme. La Chechela exhibe sus mejores galas y el sol del invierno reciente clama sus promesas a los mosquitos por fin rendidos en su exilio temporal. Los humanos reinventan su buen humor y las viejas salen a las puertas de sus casas con sillas de mimbre pintado para tomar mate y contarse chismes.
Javi ha regresado pronto y hemos salido a pasear cuando el sol derramaba sus últimas fuerzas. La noche nos ha agarrado en el fondo de la villa y la vuelta transgredía nuestras rutinas. Ahora que tenemos a la vista la esquina de nuestra calle, percibo el frío intensificado por la humedad. La niebla irá formándose de a poco y como una cortina fantasmal caerá nuevamente sobre el pueblo. El amanecer nos revelará su intensidad, y dependiendo de la misma, el sol aparecerá antes o después.   

Día 385
(Camarilla canina)
Hoy el paseo ha sido realmente espectacular. Y eso que Javi ha llegado a casa de noche y que el frío se dejaba notar a cada paso. Tal vez ha sido porque Javi ha vuelto a pintarse el brazo y su energía chorreaba tinta hasta el suelo, que la presencia del mar en su piel nos llevaba a erigir clandestinas peguntas sin respuesta posible. Hemos revivido antiguos días en las montañas de nuestra tierra o en el sitio de los perros, cuando sin saber ni motivos ni certezas nos han empezado a seguir un número indescifrable de compañeros callejeros hasta convertir nuestra intención en una camarilla canina improvisada. Se han venido Gos y Oso y algunos más de nuestra calle. Ya en la villa nos hemos cruzado con mi amigo cojo y algunos otros de su clan, incluso de aquellos que normalmente me ladran y me gruñen. Éramos una fuerza imparable, un ejército de perros siguiendo la estela del optimismo, oliendo su fragancia medida. A Javi le brillaban mucho los ojos, tanto que podían iluminar el camino cuando hemos tomado el sendero misterioso. Hemos llegado así a los límites de la selva. La oscuridad nos ha envuelto y los sonidos humanos se han transformado en un arrullo de viento y ramas. Otro día quizá nos hubiera dado miedo, pero hoy formábamos una partida de exploradores valientes y decididos. La luna era apenas una uña blanca y las estrellas distantes hablaban con su luz potente.
Creo que Javi ha estado hablando con ellas, mientras fumaba pitillos y escribía versos en su libreta. La niebla ha empezado a espesarse sobre el delta del río enorme y la comunicación se ha cortado. De vuelta, el grupo ha ido disolviéndose y al llegar a casa casi no podíamos ver por dónde pisábamos. Ahora, desde la manta verde, huelo sus pensamientos, que construye un poema desde su mismo corazón:
            Me encanta cómo suena el aire cuando mi perra quiere agarrar un pedazo de pan desesperada/ desorientarme en el espacio/ caminar por calles desconocidas como un fantasma hacia una luz reversible/ renegar de los bancos/ los consejos/ de mi identidad/ de mi hipocresía/ observar con envidia los niños descalzos/ entender a quienes los traen al mundo/ y poder odiar con saña a aquellos que se desentienden de todo
me encanta redescubrir la ilusión/ perdido más allá de lo que quisiera/ colorear una pared/ sin que las viejas se asusten/ ni los concejales de froten las manos
escribir sobre la libertad que siento/ en un pequeño balcón de feria/ reventar los hábitos adquiridos con otros semejantes/ y custodiar los deseos más profundos sin permitir que los besos concluyan
me encanta saber que aquí nadie me conoce/ que existe un hueco entre mi yo y el vacío/ que soy nadie entre todos los nadies/ que cruje la escalera descendente mientras subo
que soy nadie o ya voy siendo.

Día 386
(El intruso)
Esta noche ha crujido nuestro tejado y no han sido los gatos. Javi se ha despertado cuando he empezado a ladrar, contagiando a todos los perros de la calle. El estruendo resultaba insoportable, parecía como si todos los perros del pueblo nos acompañaran. Al asomarse a la ventana, Javi ha visto a un humano saltando por la valla del patio y corriendo después por la calle hasta desaparecer entre la niebla. El intruso humano debía ser muy ágil, porque no es fácil trepar hasta el tejado sin escalera.
Cuando Javi ha llegado del trabajo ha estado hablando con todos los vecinos y nadie sintió ningún sonido extraño, aunque todos se despertaron con nuestros ladridos. Sin embargo nuestra vecina vieja, se ha dado cuenta que alguien había forzado su puerta. Estaba asustada, pues si llegan a entrar quién sabe lo que hubiera sucedido. Un vecino humano nos ha mostrado su pistola y le ha asegurado a la vecina vieja que si vuelve a ver al intruso merodeando por los tejados se va a llevar un par de plomos de premio. Por lo que huelo en el pensamiento de Javi está habiendo muchos robos en el barrio. Por lo que parece, la economía se resiente y han aumentado en todo el país. Las fábricas cierran, los sueldos se congelan mientras que todo se encarece para sostener los privilegios de unos pocos. No es distinto que lo que sucede en nuestra tierra. Los pobres roban a los pobres pero no se deciden a marchar contra los ricos. Sería maravilloso comprobar que el chorro de turno o el delincuente forzado a esa existencia de delincuencia, ignorancia y marginalidad en vez de robar a su vecino, al obrero esforzado o al débil jubilado, se enfrentara a las verdaderas fuerzas que le someten, y abriera todas las cajas fuertes de los intendentes, de los empresarios, de los banqueros, donde guardan la desigualdad. Si los pobres se unieran, como la raza que son, todos tendrían una vida más digna y no tendrían por qué robar, pues lo tendrían todo.
Javi, antes de dormir, enciende una vela a sus santos para pedirles que proteja a nuestra vecina pero también al intruso que ha de trepar por los tejados del mundo en vez de andar por sus caminos.

Día 387
(Correcciones)
Al regreso del trabajo, después del paseo y de la cena, cuando la noche se adentra en la cocina y la desconexión con la cotidianidad se produce, Javi se pone a repasar su sueño, a corregir su estructura y su contenido, a remendar las fallas y emprender los recorridos múltiples. Sus ojos brillan y su mente se acelera. Tiene que aplicar todo su conocimiento para afianzar el equilibrio. El sueño se deforma por instantes para reaparecer con un rostro nuevo, y no cesa de encender pitillos transparentes que llenan de humo la casa.
La dificultad estriba es saber distinguir lo válido de lo irrelevante, y en ir creando de un modo disparatado una ruta que facilite la comprensión del texto. No debe ser nada fácil porque Javi a veces se empaca y duda de si mismo. Entonces ha de releer nuevamente todo lo anterior desde el inicio y desatar el nudo resultante.
Los pensamientos de Javi huelen a sustancia humana. Huelen a compromiso, a revolución, a vida y muerte, a luz, a porvenir. Con todo, las correcciones avanzan, pero tienen traza de no terminar jamás, pues la perfección se convierte en un estímulo tan pobre como la pureza. 

Día 388
(Comida familiar)
Javi se ha levantado temprano, a pesar de que hoy no tenía que ir a trabajar. Ha salido a comprar mientras yo me quedaba en el patio mordisqueando un hueso enorme que me ha dado la vecina con gafas. No ha tardado mucho en regresar, cargado con bolsas de esperanza. Ha encendido así los fogones de su conciencia, de prestado la enorme olla y algunas especias contiguas, y se ha puesto a preparar la comida con entusiasmo.
Aún puedo oler los tallarines en el agua hirviendo, al igual que el sofrito de verdura. Los morrones, el calabacín, la cebolla, la berenjena, como huelo también el cariño que iba concretando en cada ingrediente. Ha invitado a todos nuestros vecinos a comer y se ha esmerado como si preparara la comida para nuestra familia.  Ha mezclado el sofrito con los tallarines y ha terminado la salsa con una carbonara de huevo crudo y queso cremoso. Después ha preparado varias tortillas de papa, batata, mozarella y chorizo, una ensalada de zanahoria, apio y choclo, y por último unos bifés de enormes con adobo de ajo, perejil y albahaca. Como no tenemos demasiadas sillas en casa cada vecino se ha traído la suya y nos hemos juntado unas veinte personas entre humanos y perros.
La comida ha estado muy animada, en un ambiente familiar, y ha habido tantas sobras que hoy han podido comer todos los perros callejeros de nuestra calle. Javi quería agradecerles con esta comida lo bien que se portaron con él cuanto tuvo el accidente y se ha emocionado cuando los humanos le aplaudían el gesto. Javi se va ganando el respeto y el afecto de los humanos del barrio. Unos le llaman gallego flaco y otros el negrogaita. Nuestra integración adolece altibajos. Hacemos todo lo posible, ya lo hicimos, pero nadie, absolutamente nadie, nos lo ha puesto nunca fácil. Esta es una ley soterrada y animal.

Día 389
(Día hermoso)
            El sol se adentraba en la niebla antes de lo habitual y la ha levantado para convertir la mañana en un escenario luminoso y cálido. Enseguida los humanos se han dispuesto a aprovechar este día hermoso y colmaban las veredas y los parques con el incesante movimiento de sus cachorros. Javi y yo hemos seguido esta estela y nos hemos ido a pasear al centro del pueblo y a tumbarnos un rato en un parque. Javi se ha comprado un café y se ha dedicado a escribir en su libreta mientras yo jugaba con algunos compañeros callejeros y buscaba restos cerca de las papeleras. Las horas han transcurrido tranquilas, y aunque los humanos se han ido marchando, nosotros hemos permanecido allí hasta que el sol ha perdido su fuerza y ya rozaba la copa de los árboles para esconderse.
            Ahora, de nuevo en casa, en tanto cenamos y extendemos el descanso y la fuerza adquirida, agradecemos a nuestros santos un día sin estragos ni preocupaciones, ajeno a las ruedas y los alcances, al devenir humano. A Javi le brillan los ojos, y por ello enciende la pantalla para teclear.  

Día 391
(Bolsa de ropa)
Javi ha regresado hoy del trabajo con una bolsa de ropa en la mano. Por lo que huelo en su pensamiento se la ha dado una compañera suya, que ya llevaba tiempo diciéndole que se la iba a traer. Por lo visto tiene un hermano de la misma talla de Javi, el cual quería deshacerse de antiguas prendas y hacer hueco en su armario. Hay humanos que tratan a Javi como si fuera pobre (en verdad es más pobre de lo que fue jamás) y le regalan muchas cosas. Javi se resiste aunque agradece los detalles. No quiere televisor ni heladera; ni equipo de música ni auto; rechaza muchas comodidades que ayer disfrutaba porque en realidad sólo le oprimían o condicionaban. La vida que Javi busca es simple y positiva, y como se basa en el intercambio y la costumbre está pensando en invitar a cenar a su compañera para agradecerle estas camisas viejas, estos pantalones desteñidos y rotos y estas remeras horteras que henchían la bolsa solidaria y que Javi mira rascándose la cabeza sin saber si reír o consumirlas en el fuego de un chuflo prodigioso.

SEMANA 56
Día 392
(El fantasma del vecino)
Cuando Javi se va a trabajar y me quedo en el patio con Gos, Oso, los gatos, los patos, sus pollitos y los gallos y las gallinas extrañas, antes de que el amanecer ilumine las ramas de los árboles y se disipe la niebla espesa formada durante la noche sobre el río enorme, podemos distinguir salir de la casa de nuestra vecina vieja una forma vaporosa que parece un humano pero que en verdad ya no lo es. Es el fantasma de su marido muerto, el cual, como aún no ha podido encontrar descanso, se afana en repetir las mismas cosas que hacía cuando estaba vivo. Se dirige así al galpón y se pone a soldar varios hierros con el soplete. Luego se bebe un par de botella de vino y cuando está borracho se dedica a atormentar a su mujer colándose en sus sueños para convertir su despertar en pesadilla.
Este humano te mira y no te ve. Su obsesión por vivir es tan fuerte que nunca pudo aceptar que había muerto. Hay muchos humanos que no aceptan estas reglas sencillas de la vida y su conciencia se convierte en un infierno inventado. Los perros podemos verlos y olerlos, y aunque Gos y Oso no respondan a su instinto como debieran, a veces lograr alejarlos de los humanos a quienes protegemos.


Día 392
(El mar)
Javi se ha ido a trabajar como cada día pero no ha regresado a la hora de siempre. Sin saber el motivo hoy el viento soplaba desde el océano y mi mente calibraba las olas distantes en el movimiento de las ramas de los árboles. El patio se ha llenado de salitre y espuma y todos los bichos, perros, gatos, patos y gallinas, nos hemos ido transformando en una especie de fantasmagoría de peces, con escamas, aletas y colas. La calle parecía una corriente subacuática y las plantas ondeaban como algas. Los humanos no caminaban, buceaban sobre el suelo del fondo y el sol llegaba a intervalos, deformado en nuestra profundidad.
Este sueño idealista se ha roto en el momento en que Javi ha aparecido por la puerta del patio, sonriendo y con los ojos brillantes. En la cocina se ha arremangado la camisa y he comprendido el misterio de este día. Un nuevo tatuaje se ha unido al faro y al acantilado, al sol y los símbolos personales. Un precioso mar, un entramado de olas infinitas chocaban contra la tierra multicolor trepando por su brazo. Javi estaba muy contento, y por ello después de curarse hemos salido a nadar por una bahía inventada, fruto de la nostalgia acumulada, el recuerdo nunca gastado y la intención sutil.   

Día 393
(Demasiado trabajo)
De pronto, en la tranquilidad del patio, mientras me acurruco en el galpón del fondo, donde el sol calienta más, se cuela una sensación que se va convirtiendo de a poco en aroma. Sé que es Javi y por ello cierro los ojos. Al abrirlos ya estoy dentro de él. Le veo así de la mano de un humano especial que parece muy triste y angustiado. Éste no para de repetir las mismas frases: quiero ir a mi casa, quiero que venga Rubén a buscarme, quiero ir al JC a comer torta de crema y ver el Chavo del Ocho y mueve sus manos enormes para subrayar con ellas sus deseos.  Javi trata de distraer sus pensamientos fijos paseando con Pedro y preguntándole sobre cualquier otro tema, con la intención de que la frustración se mitigue. De cuando en cuando el humano se para y empieza a repetir otra vez lo mismo, gritando, enrabietado como un niño, e intenta empujar a Javi, incluso pegarle. Javi responde con calma. Su tono de voz es como la brisa. Lo que se construye y se destruye, se puede construir de nuevo, piensa. Y lentamente esa energía logra que el humano se relaje y en el instante que sonríe, Javi la refuerza con cariño. Por lo que parece llevan así ya unos cuantos días porque el humano especial se portó muy mal durante la semana anterior y le suspendieron la salida a casa. Dicho castigo no ha servido de nada, aunque era necesario, y cada día se ha ido portando peor, hasta el punto de agredir a los otros humanos especiales y algunos compañeros de trabajo de Javi. Ahora el miedo se extiende por el hogar y todos se desentienden de la violencia. Dicho enfrentamiento es agotador, aunque Javi no le da la espalda. Con el tiempo se está haciendo un especialista en este tipo de situaciones. Tanto que cuando cualquier humano especial presenta este cuadro complejo, él se encarga de intervenir con la ayuda de Pedro.
Siento cómo a Javi le duele otra vez el brazo después de haber tenido que sujetar al humano especial cuando se disponía a golpear a otro residente. Últimamente trabaja mucho, demasiado. Sólo tiene un día libre a la semana y encima le están pidiendo que se quede alguna hora más por las tardes. La naturaleza de Javi le impide postergar sus compromisos y luego en casa le dedica unas horas más a teclear y a corregir su sueño inconmensurable. Desde el accidente arrastra más cansancio todavía y el tema de la visa de trabajo no avanza como él quisiera. A la necesidad de descansar se une la necesidad de hacer cosas nuevas y de mantener las sostenibles. Javi comprende que la dosificación es indispensable en su trabajo. Y si nadie cuida su templanza tendrá que empezar a cuidarse por sí mismo.

Día 394
(Faso y poesía)
Y después de otro día agotador, de una lucha inverosímil, Javi ha llegado a casa y ha hecho cura de faso y pitillos, de humo y poesía, en tanto enviaba mensajes a las estrellas distantes y felicitaba a su madre y a la abuela Antonia por su cumpleaños.
Después del paseo por el barrio hemos cenado unas empanadas fritas. Yo me acurrucado luego en la manta verde y Javi se ha puesto a escribir en su libreta, sustituyendo la violencia por la belleza, tratando de desconectar de la semana alargada. Y así escribe:
A mis enemigos los respeto/ lo justo y lo necesario para soportar su condición
a mis amigos les respeto mucho más/ pues son merecedores de un mayor soporte
algunos ingenuos creen carecer de enemigos/ y después de encajar un golpe suyo/ se preguntan ingenuamente el porqué
 los más optimistas aseguran/ que pueden convertirlos mañana en amigos/ y su afán les conduce a la rabia y la frustración absurda
luego están/ los que presentan a todos como sus enemigos confirmados o probables/ sin distinguir ni permutar/ cuando ellos son en verdad su peor enemigo
yo soy enemigo de los míos/ de mis enemigos propios/ un poco de aquellos que se expresan como tales/ y completamente de quienes siempre me lo negarían

Ahora ya duerme tranquilo bajo las sábanas y su rostro atestigua el primer alivio. Mañana no tiene que ir a trabajar, aunque al oler sus sueños, veo el mismo humano especial y la misma angustia de éste. Javi está reviviendo lo que ya vivió una y otra vez. La carga es grande y caótica. No es muy buena señal que sueñe con su trabajo. Es un síntoma de incapacidad y conformismo.

Día 395
(Petardos y tambores)
Javi se ha marchado hoy al sitio de los perros. Lo sé porque me he subido en sus ojos desde que saliera esta mañana y por ello he podido ver cómo tomaba el vehículo colectivo hasta allí, al encuentro de Noa, los humanos-hermanos Quevedo, nuestra primera familia en Argentina, la cachorra humana y todo el circo de acontecimientos, comida incluida, cocinada por supuesto por Javi, pues sienten en esa casa nostalgia de sus guisos.
Han estado poniéndose al día y después viendo los cuartos de final entre la selección del país y Costa Rica. Ha sido sufrido pues los humanos se mordían las uñas y se movían nerviosos en sus sillones. Cuando ha acabado el partido la alegría ha estallado en las calles del pueblo. Los petardos y los tambores custodiaban esta victoria común, compartida, celebrada como si los humanos hubieran descubierto de pronto una cura para sus sórdidas vidas o supusiera el fin de sus miserias y penalidades. Cuántas banderas azules y blancas. Las murgas y comparsas improvisadas ponían música a los sentimientos explícitos. Brazos que suben y bajan, rostros que sonríen, bocas que cantan y chupan cerveza, labios que besan el vacío.
Esta noche habrá tiros en la villa y probablemente la alegría se bañará en sangre. Esta tierra tiene sus instantes de lucidez, como cualquier tierra que se precie. Javi se apura ahora para tomar el vehículo colectivo que lo traerá de vuelta a casa. Hace mucho frío y su garganta se resiente. Le brillan los ojos. Está pensando que estaría bueno que Argentina ganara el mundial de futbol para que todos los humanos que viven acá pudieran tocar un instante de felicidad con sus dedos.

Día 396
(El frío)
Soy una bola que corrige su postura sobre los pies de Javi. Él levanta la cabeza por encima de la pantalla y sonríe con complicidad. Hoy se fue al trabajo y no ha habido modo de calentarse en ningún rincón ni escondrijo del patio. El cielo amaneció gris y un viento frío ganaba fuerza desde el sur, desde las heladas tierras del fin del mundo. La temperatura se unía a la humedad para descender sobre todas las cosas, también sobre mí y sin querer gemía desesperada aguardando el regreso de Javi.
Y a su vuelta, podía sentir su sufrimiento. Tenía el cuerpo congelado y en cuanto ha entrado en casa ha encendido el calefactor. La pieza pronto ha entrado en calor, aunque él se ha puesto a hablar por la pantalla con la familia y las estrellas distantes. Cuando ha terminado se ha metido inmediatamente en la cama. Temblaba y hacía ruidos con la boca. Ha sido en el momento en que me ha llamado con él. Me ha abrazado y metía sus manos entre mis patas y mi tripa. Los perros tenemos un radiador ahí, que marca constante alrededor de treinta y nueve grados centígrados. Javi no ha cenado, ni yo tampoco. Entres las mantas se está mejor y el único alimento necesario es la tibia correspondencia de la esperanza.
Al final me va a gustar el frío; porque me ha hecho ganar de nuevo un sitio sobre los pies de Javi.  

Día 399
(De copa a copa)
Javi tose y entiendo claramente las consecuencias. Le puede atropellar la vida y reventar su espíritu al asumir la muerte. Será algo que le fortalecerá, le motivará a seguir. Transformará sin inventarios la rabia en entusiasmo, el vacío en actitud, y la sombra en luz. No obstante un simple resfriado le hace oscilar como la llama de una vela. No siente el sabor de la comida, no encuentra gusto a los pitillos. Se pone de mal humor por cualquier cosa. No tiene ganas de hacer nada. El trabajo se convierte en un cuesta; las horas en estragos contiguos. Se marchita como una flor ahogada en agua. Se queda sin brillo. Su cariño se arruga y se aja.
Sin embargo hay algo que siempre le sostiene. Una especie de tratamiento personal que se autoimpone con gravedad y conocimiento. Y es que Javi en la enfermedad lee poesía. No las escribe; las lee. Son su antibiótico y su anti-inflamatorio. Se las toma como píldoras y remedios, como jarabes y comprimidos. Tanto es así que lleva buscando un rato en la pantalla un poema concreto de un humano llamado Mario Benedetti. Huelo su pensamiento en el instante en que lo encuentra y percibo su textura libertaria y optimista. Javi admira su humanidad. Carece de fanatismos o e incoherencias. El poema se llama de copa a copa, y es para él un bálsamo mejor que la amoxicilina.
Los árboles, ¿serán acaso solidarios?...
Digamos el castaño de los Campos Elíseos, con el quebracho de Entreríos, o los olivos de Jaén con el sauce de Tacuarembó
¿Le avisará la encina de Westfalia al flaco alerce del Tirol que administre mejor su trementina?
O el caucho del Pará, o el baobab, en las márgenes del Quanza, ¿comprenderá a aquel ciprés de la Misión Dolores que cabeceaba en Frisco, California?.
¿Se sentirá el Ombú, en su pampa de rocío, casi un hermano de la Ceiba antillana?
Los de este parque, o aquella floresta, ¿se dirán, copa a copa, que el muérdago, otrora tan sagrado entre los galos, es apenas hoy un parásito con chupadores corticales?
¿Sabrán los cedros del Líbano y los caobos de Corinto, que sus voraces enemigos no son la palma de Camagüey ni el eucalipto de Tasmania, sino el hacha tenaz del leñador, las sierras de las grandes madereras, el rayo como látigo en la noche?
Javi sonríe. Escupe una flema en un vaso, y prende entre sus labios un pitillo, entregado a hallar cualquier nuevo sabor.