eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

miércoles, 9 de julio de 2014

Diario de una perra en Argentina (semanas 55 y 56)



SEMANA 55
Día 384
(La niebla)
Desde hace unos días, al amanecer, la niebla cubre nuestro pueblo con tal espesura que no se ve apenas a unos metros. Es cosa del frío húmedo, de la proximidad del rio enorme y la selva, de los vientos que suben desde el perdido continente blanco y del calor que baja de los territorios cercanos al ecuador. Esta niebla moja tanto como la lluvia y se mete dentro de los huesos porque tiene su color. Javi se abriga bien antes de marcharse al trabajo. Se pone en la garganta y la cabeza una especie de gorro bufanda de lana que le hizo Laurita cuando vino a visitarnos, me saca al patio y comprueba que el balde de agua está lleno. Sonríe cuando me acurruco en mi caseta y la puerta se cierra. Hoy no ha sido diferente. Este inicio del día borroso y melancólico encierra en realidad el augurio de un día soleado y cálido. La niebla muy lentamente empieza a desvanecerse a media mañana. Entonces el sol se abre paso entre sus pliegues y su luz colma las miradas. Los bichos salimos de nuestros cubiles y nos damos a nuestras actividades diversas. Los humanos no tienen tanta suerte y presos de sus horarios inamovibles y estáticos deben acudir a trabajar o hacer sus trámites administrativos sin tener en cuenta ni tiempo ni sus ganas ni la tempestad.
El patio se ha llenado de colores cuando la niebla se ha disipado. Las gallinas extrañas lucían plumas marrones y rojas, los pájaros traían el azul del cielo y los árboles el verde intenso que forma un corredor de vida en ambas orillas del río enorme. La Chechela exhibe sus mejores galas y el sol del invierno reciente clama sus promesas a los mosquitos por fin rendidos en su exilio temporal. Los humanos reinventan su buen humor y las viejas salen a las puertas de sus casas con sillas de mimbre pintado para tomar mate y contarse chismes.
Javi ha regresado pronto y hemos salido a pasear cuando el sol derramaba sus últimas fuerzas. La noche nos ha agarrado en el fondo de la villa y la vuelta transgredía nuestras rutinas. Ahora que tenemos a la vista la esquina de nuestra calle, percibo el frío intensificado por la humedad. La niebla irá formándose de a poco y como una cortina fantasmal caerá nuevamente sobre el pueblo. El amanecer nos revelará su intensidad, y dependiendo de la misma, el sol aparecerá antes o después.   

Día 385
(Camarilla canina)
Hoy el paseo ha sido realmente espectacular. Y eso que Javi ha llegado a casa de noche y que el frío se dejaba notar a cada paso. Tal vez ha sido porque Javi ha vuelto a pintarse el brazo y su energía chorreaba tinta hasta el suelo, que la presencia del mar en su piel nos llevaba a erigir clandestinas peguntas sin respuesta posible. Hemos revivido antiguos días en las montañas de nuestra tierra o en el sitio de los perros, cuando sin saber ni motivos ni certezas nos han empezado a seguir un número indescifrable de compañeros callejeros hasta convertir nuestra intención en una camarilla canina improvisada. Se han venido Gos y Oso y algunos más de nuestra calle. Ya en la villa nos hemos cruzado con mi amigo cojo y algunos otros de su clan, incluso de aquellos que normalmente me ladran y me gruñen. Éramos una fuerza imparable, un ejército de perros siguiendo la estela del optimismo, oliendo su fragancia medida. A Javi le brillaban mucho los ojos, tanto que podían iluminar el camino cuando hemos tomado el sendero misterioso. Hemos llegado así a los límites de la selva. La oscuridad nos ha envuelto y los sonidos humanos se han transformado en un arrullo de viento y ramas. Otro día quizá nos hubiera dado miedo, pero hoy formábamos una partida de exploradores valientes y decididos. La luna era apenas una uña blanca y las estrellas distantes hablaban con su luz potente.
Creo que Javi ha estado hablando con ellas, mientras fumaba pitillos y escribía versos en su libreta. La niebla ha empezado a espesarse sobre el delta del río enorme y la comunicación se ha cortado. De vuelta, el grupo ha ido disolviéndose y al llegar a casa casi no podíamos ver por dónde pisábamos. Ahora, desde la manta verde, huelo sus pensamientos, que construye un poema desde su mismo corazón:
            Me encanta cómo suena el aire cuando mi perra quiere agarrar un pedazo de pan desesperada/ desorientarme en el espacio/ caminar por calles desconocidas como un fantasma hacia una luz reversible/ renegar de los bancos/ los consejos/ de mi identidad/ de mi hipocresía/ observar con envidia los niños descalzos/ entender a quienes los traen al mundo/ y poder odiar con saña a aquellos que se desentienden de todo
me encanta redescubrir la ilusión/ perdido más allá de lo que quisiera/ colorear una pared/ sin que las viejas se asusten/ ni los concejales de froten las manos
escribir sobre la libertad que siento/ en un pequeño balcón de feria/ reventar los hábitos adquiridos con otros semejantes/ y custodiar los deseos más profundos sin permitir que los besos concluyan
me encanta saber que aquí nadie me conoce/ que existe un hueco entre mi yo y el vacío/ que soy nadie entre todos los nadies/ que cruje la escalera descendente mientras subo
que soy nadie o ya voy siendo.

Día 386
(El intruso)
Esta noche ha crujido nuestro tejado y no han sido los gatos. Javi se ha despertado cuando he empezado a ladrar, contagiando a todos los perros de la calle. El estruendo resultaba insoportable, parecía como si todos los perros del pueblo nos acompañaran. Al asomarse a la ventana, Javi ha visto a un humano saltando por la valla del patio y corriendo después por la calle hasta desaparecer entre la niebla. El intruso humano debía ser muy ágil, porque no es fácil trepar hasta el tejado sin escalera.
Cuando Javi ha llegado del trabajo ha estado hablando con todos los vecinos y nadie sintió ningún sonido extraño, aunque todos se despertaron con nuestros ladridos. Sin embargo nuestra vecina vieja, se ha dado cuenta que alguien había forzado su puerta. Estaba asustada, pues si llegan a entrar quién sabe lo que hubiera sucedido. Un vecino humano nos ha mostrado su pistola y le ha asegurado a la vecina vieja que si vuelve a ver al intruso merodeando por los tejados se va a llevar un par de plomos de premio. Por lo que huelo en el pensamiento de Javi está habiendo muchos robos en el barrio. Por lo que parece, la economía se resiente y han aumentado en todo el país. Las fábricas cierran, los sueldos se congelan mientras que todo se encarece para sostener los privilegios de unos pocos. No es distinto que lo que sucede en nuestra tierra. Los pobres roban a los pobres pero no se deciden a marchar contra los ricos. Sería maravilloso comprobar que el chorro de turno o el delincuente forzado a esa existencia de delincuencia, ignorancia y marginalidad en vez de robar a su vecino, al obrero esforzado o al débil jubilado, se enfrentara a las verdaderas fuerzas que le someten, y abriera todas las cajas fuertes de los intendentes, de los empresarios, de los banqueros, donde guardan la desigualdad. Si los pobres se unieran, como la raza que son, todos tendrían una vida más digna y no tendrían por qué robar, pues lo tendrían todo.
Javi, antes de dormir, enciende una vela a sus santos para pedirles que proteja a nuestra vecina pero también al intruso que ha de trepar por los tejados del mundo en vez de andar por sus caminos.

Día 387
(Correcciones)
Al regreso del trabajo, después del paseo y de la cena, cuando la noche se adentra en la cocina y la desconexión con la cotidianidad se produce, Javi se pone a repasar su sueño, a corregir su estructura y su contenido, a remendar las fallas y emprender los recorridos múltiples. Sus ojos brillan y su mente se acelera. Tiene que aplicar todo su conocimiento para afianzar el equilibrio. El sueño se deforma por instantes para reaparecer con un rostro nuevo, y no cesa de encender pitillos transparentes que llenan de humo la casa.
La dificultad estriba es saber distinguir lo válido de lo irrelevante, y en ir creando de un modo disparatado una ruta que facilite la comprensión del texto. No debe ser nada fácil porque Javi a veces se empaca y duda de si mismo. Entonces ha de releer nuevamente todo lo anterior desde el inicio y desatar el nudo resultante.
Los pensamientos de Javi huelen a sustancia humana. Huelen a compromiso, a revolución, a vida y muerte, a luz, a porvenir. Con todo, las correcciones avanzan, pero tienen traza de no terminar jamás, pues la perfección se convierte en un estímulo tan pobre como la pureza. 

Día 388
(Comida familiar)
Javi se ha levantado temprano, a pesar de que hoy no tenía que ir a trabajar. Ha salido a comprar mientras yo me quedaba en el patio mordisqueando un hueso enorme que me ha dado la vecina con gafas. No ha tardado mucho en regresar, cargado con bolsas de esperanza. Ha encendido así los fogones de su conciencia, de prestado la enorme olla y algunas especias contiguas, y se ha puesto a preparar la comida con entusiasmo.
Aún puedo oler los tallarines en el agua hirviendo, al igual que el sofrito de verdura. Los morrones, el calabacín, la cebolla, la berenjena, como huelo también el cariño que iba concretando en cada ingrediente. Ha invitado a todos nuestros vecinos a comer y se ha esmerado como si preparara la comida para nuestra familia.  Ha mezclado el sofrito con los tallarines y ha terminado la salsa con una carbonara de huevo crudo y queso cremoso. Después ha preparado varias tortillas de papa, batata, mozarella y chorizo, una ensalada de zanahoria, apio y choclo, y por último unos bifés de enormes con adobo de ajo, perejil y albahaca. Como no tenemos demasiadas sillas en casa cada vecino se ha traído la suya y nos hemos juntado unas veinte personas entre humanos y perros.
La comida ha estado muy animada, en un ambiente familiar, y ha habido tantas sobras que hoy han podido comer todos los perros callejeros de nuestra calle. Javi quería agradecerles con esta comida lo bien que se portaron con él cuanto tuvo el accidente y se ha emocionado cuando los humanos le aplaudían el gesto. Javi se va ganando el respeto y el afecto de los humanos del barrio. Unos le llaman gallego flaco y otros el negrogaita. Nuestra integración adolece altibajos. Hacemos todo lo posible, ya lo hicimos, pero nadie, absolutamente nadie, nos lo ha puesto nunca fácil. Esta es una ley soterrada y animal.

Día 389
(Día hermoso)
            El sol se adentraba en la niebla antes de lo habitual y la ha levantado para convertir la mañana en un escenario luminoso y cálido. Enseguida los humanos se han dispuesto a aprovechar este día hermoso y colmaban las veredas y los parques con el incesante movimiento de sus cachorros. Javi y yo hemos seguido esta estela y nos hemos ido a pasear al centro del pueblo y a tumbarnos un rato en un parque. Javi se ha comprado un café y se ha dedicado a escribir en su libreta mientras yo jugaba con algunos compañeros callejeros y buscaba restos cerca de las papeleras. Las horas han transcurrido tranquilas, y aunque los humanos se han ido marchando, nosotros hemos permanecido allí hasta que el sol ha perdido su fuerza y ya rozaba la copa de los árboles para esconderse.
            Ahora, de nuevo en casa, en tanto cenamos y extendemos el descanso y la fuerza adquirida, agradecemos a nuestros santos un día sin estragos ni preocupaciones, ajeno a las ruedas y los alcances, al devenir humano. A Javi le brillan los ojos, y por ello enciende la pantalla para teclear.  

Día 391
(Bolsa de ropa)
Javi ha regresado hoy del trabajo con una bolsa de ropa en la mano. Por lo que huelo en su pensamiento se la ha dado una compañera suya, que ya llevaba tiempo diciéndole que se la iba a traer. Por lo visto tiene un hermano de la misma talla de Javi, el cual quería deshacerse de antiguas prendas y hacer hueco en su armario. Hay humanos que tratan a Javi como si fuera pobre (en verdad es más pobre de lo que fue jamás) y le regalan muchas cosas. Javi se resiste aunque agradece los detalles. No quiere televisor ni heladera; ni equipo de música ni auto; rechaza muchas comodidades que ayer disfrutaba porque en realidad sólo le oprimían o condicionaban. La vida que Javi busca es simple y positiva, y como se basa en el intercambio y la costumbre está pensando en invitar a cenar a su compañera para agradecerle estas camisas viejas, estos pantalones desteñidos y rotos y estas remeras horteras que henchían la bolsa solidaria y que Javi mira rascándose la cabeza sin saber si reír o consumirlas en el fuego de un chuflo prodigioso.

SEMANA 56
Día 392
(El fantasma del vecino)
Cuando Javi se va a trabajar y me quedo en el patio con Gos, Oso, los gatos, los patos, sus pollitos y los gallos y las gallinas extrañas, antes de que el amanecer ilumine las ramas de los árboles y se disipe la niebla espesa formada durante la noche sobre el río enorme, podemos distinguir salir de la casa de nuestra vecina vieja una forma vaporosa que parece un humano pero que en verdad ya no lo es. Es el fantasma de su marido muerto, el cual, como aún no ha podido encontrar descanso, se afana en repetir las mismas cosas que hacía cuando estaba vivo. Se dirige así al galpón y se pone a soldar varios hierros con el soplete. Luego se bebe un par de botella de vino y cuando está borracho se dedica a atormentar a su mujer colándose en sus sueños para convertir su despertar en pesadilla.
Este humano te mira y no te ve. Su obsesión por vivir es tan fuerte que nunca pudo aceptar que había muerto. Hay muchos humanos que no aceptan estas reglas sencillas de la vida y su conciencia se convierte en un infierno inventado. Los perros podemos verlos y olerlos, y aunque Gos y Oso no respondan a su instinto como debieran, a veces lograr alejarlos de los humanos a quienes protegemos.


Día 392
(El mar)
Javi se ha ido a trabajar como cada día pero no ha regresado a la hora de siempre. Sin saber el motivo hoy el viento soplaba desde el océano y mi mente calibraba las olas distantes en el movimiento de las ramas de los árboles. El patio se ha llenado de salitre y espuma y todos los bichos, perros, gatos, patos y gallinas, nos hemos ido transformando en una especie de fantasmagoría de peces, con escamas, aletas y colas. La calle parecía una corriente subacuática y las plantas ondeaban como algas. Los humanos no caminaban, buceaban sobre el suelo del fondo y el sol llegaba a intervalos, deformado en nuestra profundidad.
Este sueño idealista se ha roto en el momento en que Javi ha aparecido por la puerta del patio, sonriendo y con los ojos brillantes. En la cocina se ha arremangado la camisa y he comprendido el misterio de este día. Un nuevo tatuaje se ha unido al faro y al acantilado, al sol y los símbolos personales. Un precioso mar, un entramado de olas infinitas chocaban contra la tierra multicolor trepando por su brazo. Javi estaba muy contento, y por ello después de curarse hemos salido a nadar por una bahía inventada, fruto de la nostalgia acumulada, el recuerdo nunca gastado y la intención sutil.   

Día 393
(Demasiado trabajo)
De pronto, en la tranquilidad del patio, mientras me acurruco en el galpón del fondo, donde el sol calienta más, se cuela una sensación que se va convirtiendo de a poco en aroma. Sé que es Javi y por ello cierro los ojos. Al abrirlos ya estoy dentro de él. Le veo así de la mano de un humano especial que parece muy triste y angustiado. Éste no para de repetir las mismas frases: quiero ir a mi casa, quiero que venga Rubén a buscarme, quiero ir al JC a comer torta de crema y ver el Chavo del Ocho y mueve sus manos enormes para subrayar con ellas sus deseos.  Javi trata de distraer sus pensamientos fijos paseando con Pedro y preguntándole sobre cualquier otro tema, con la intención de que la frustración se mitigue. De cuando en cuando el humano se para y empieza a repetir otra vez lo mismo, gritando, enrabietado como un niño, e intenta empujar a Javi, incluso pegarle. Javi responde con calma. Su tono de voz es como la brisa. Lo que se construye y se destruye, se puede construir de nuevo, piensa. Y lentamente esa energía logra que el humano se relaje y en el instante que sonríe, Javi la refuerza con cariño. Por lo que parece llevan así ya unos cuantos días porque el humano especial se portó muy mal durante la semana anterior y le suspendieron la salida a casa. Dicho castigo no ha servido de nada, aunque era necesario, y cada día se ha ido portando peor, hasta el punto de agredir a los otros humanos especiales y algunos compañeros de trabajo de Javi. Ahora el miedo se extiende por el hogar y todos se desentienden de la violencia. Dicho enfrentamiento es agotador, aunque Javi no le da la espalda. Con el tiempo se está haciendo un especialista en este tipo de situaciones. Tanto que cuando cualquier humano especial presenta este cuadro complejo, él se encarga de intervenir con la ayuda de Pedro.
Siento cómo a Javi le duele otra vez el brazo después de haber tenido que sujetar al humano especial cuando se disponía a golpear a otro residente. Últimamente trabaja mucho, demasiado. Sólo tiene un día libre a la semana y encima le están pidiendo que se quede alguna hora más por las tardes. La naturaleza de Javi le impide postergar sus compromisos y luego en casa le dedica unas horas más a teclear y a corregir su sueño inconmensurable. Desde el accidente arrastra más cansancio todavía y el tema de la visa de trabajo no avanza como él quisiera. A la necesidad de descansar se une la necesidad de hacer cosas nuevas y de mantener las sostenibles. Javi comprende que la dosificación es indispensable en su trabajo. Y si nadie cuida su templanza tendrá que empezar a cuidarse por sí mismo.

Día 394
(Faso y poesía)
Y después de otro día agotador, de una lucha inverosímil, Javi ha llegado a casa y ha hecho cura de faso y pitillos, de humo y poesía, en tanto enviaba mensajes a las estrellas distantes y felicitaba a su madre y a la abuela Antonia por su cumpleaños.
Después del paseo por el barrio hemos cenado unas empanadas fritas. Yo me acurrucado luego en la manta verde y Javi se ha puesto a escribir en su libreta, sustituyendo la violencia por la belleza, tratando de desconectar de la semana alargada. Y así escribe:
A mis enemigos los respeto/ lo justo y lo necesario para soportar su condición
a mis amigos les respeto mucho más/ pues son merecedores de un mayor soporte
algunos ingenuos creen carecer de enemigos/ y después de encajar un golpe suyo/ se preguntan ingenuamente el porqué
 los más optimistas aseguran/ que pueden convertirlos mañana en amigos/ y su afán les conduce a la rabia y la frustración absurda
luego están/ los que presentan a todos como sus enemigos confirmados o probables/ sin distinguir ni permutar/ cuando ellos son en verdad su peor enemigo
yo soy enemigo de los míos/ de mis enemigos propios/ un poco de aquellos que se expresan como tales/ y completamente de quienes siempre me lo negarían

Ahora ya duerme tranquilo bajo las sábanas y su rostro atestigua el primer alivio. Mañana no tiene que ir a trabajar, aunque al oler sus sueños, veo el mismo humano especial y la misma angustia de éste. Javi está reviviendo lo que ya vivió una y otra vez. La carga es grande y caótica. No es muy buena señal que sueñe con su trabajo. Es un síntoma de incapacidad y conformismo.

Día 395
(Petardos y tambores)
Javi se ha marchado hoy al sitio de los perros. Lo sé porque me he subido en sus ojos desde que saliera esta mañana y por ello he podido ver cómo tomaba el vehículo colectivo hasta allí, al encuentro de Noa, los humanos-hermanos Quevedo, nuestra primera familia en Argentina, la cachorra humana y todo el circo de acontecimientos, comida incluida, cocinada por supuesto por Javi, pues sienten en esa casa nostalgia de sus guisos.
Han estado poniéndose al día y después viendo los cuartos de final entre la selección del país y Costa Rica. Ha sido sufrido pues los humanos se mordían las uñas y se movían nerviosos en sus sillones. Cuando ha acabado el partido la alegría ha estallado en las calles del pueblo. Los petardos y los tambores custodiaban esta victoria común, compartida, celebrada como si los humanos hubieran descubierto de pronto una cura para sus sórdidas vidas o supusiera el fin de sus miserias y penalidades. Cuántas banderas azules y blancas. Las murgas y comparsas improvisadas ponían música a los sentimientos explícitos. Brazos que suben y bajan, rostros que sonríen, bocas que cantan y chupan cerveza, labios que besan el vacío.
Esta noche habrá tiros en la villa y probablemente la alegría se bañará en sangre. Esta tierra tiene sus instantes de lucidez, como cualquier tierra que se precie. Javi se apura ahora para tomar el vehículo colectivo que lo traerá de vuelta a casa. Hace mucho frío y su garganta se resiente. Le brillan los ojos. Está pensando que estaría bueno que Argentina ganara el mundial de futbol para que todos los humanos que viven acá pudieran tocar un instante de felicidad con sus dedos.

Día 396
(El frío)
Soy una bola que corrige su postura sobre los pies de Javi. Él levanta la cabeza por encima de la pantalla y sonríe con complicidad. Hoy se fue al trabajo y no ha habido modo de calentarse en ningún rincón ni escondrijo del patio. El cielo amaneció gris y un viento frío ganaba fuerza desde el sur, desde las heladas tierras del fin del mundo. La temperatura se unía a la humedad para descender sobre todas las cosas, también sobre mí y sin querer gemía desesperada aguardando el regreso de Javi.
Y a su vuelta, podía sentir su sufrimiento. Tenía el cuerpo congelado y en cuanto ha entrado en casa ha encendido el calefactor. La pieza pronto ha entrado en calor, aunque él se ha puesto a hablar por la pantalla con la familia y las estrellas distantes. Cuando ha terminado se ha metido inmediatamente en la cama. Temblaba y hacía ruidos con la boca. Ha sido en el momento en que me ha llamado con él. Me ha abrazado y metía sus manos entre mis patas y mi tripa. Los perros tenemos un radiador ahí, que marca constante alrededor de treinta y nueve grados centígrados. Javi no ha cenado, ni yo tampoco. Entres las mantas se está mejor y el único alimento necesario es la tibia correspondencia de la esperanza.
Al final me va a gustar el frío; porque me ha hecho ganar de nuevo un sitio sobre los pies de Javi.  

Día 399
(De copa a copa)
Javi tose y entiendo claramente las consecuencias. Le puede atropellar la vida y reventar su espíritu al asumir la muerte. Será algo que le fortalecerá, le motivará a seguir. Transformará sin inventarios la rabia en entusiasmo, el vacío en actitud, y la sombra en luz. No obstante un simple resfriado le hace oscilar como la llama de una vela. No siente el sabor de la comida, no encuentra gusto a los pitillos. Se pone de mal humor por cualquier cosa. No tiene ganas de hacer nada. El trabajo se convierte en un cuesta; las horas en estragos contiguos. Se marchita como una flor ahogada en agua. Se queda sin brillo. Su cariño se arruga y se aja.
Sin embargo hay algo que siempre le sostiene. Una especie de tratamiento personal que se autoimpone con gravedad y conocimiento. Y es que Javi en la enfermedad lee poesía. No las escribe; las lee. Son su antibiótico y su anti-inflamatorio. Se las toma como píldoras y remedios, como jarabes y comprimidos. Tanto es así que lleva buscando un rato en la pantalla un poema concreto de un humano llamado Mario Benedetti. Huelo su pensamiento en el instante en que lo encuentra y percibo su textura libertaria y optimista. Javi admira su humanidad. Carece de fanatismos o e incoherencias. El poema se llama de copa a copa, y es para él un bálsamo mejor que la amoxicilina.
Los árboles, ¿serán acaso solidarios?...
Digamos el castaño de los Campos Elíseos, con el quebracho de Entreríos, o los olivos de Jaén con el sauce de Tacuarembó
¿Le avisará la encina de Westfalia al flaco alerce del Tirol que administre mejor su trementina?
O el caucho del Pará, o el baobab, en las márgenes del Quanza, ¿comprenderá a aquel ciprés de la Misión Dolores que cabeceaba en Frisco, California?.
¿Se sentirá el Ombú, en su pampa de rocío, casi un hermano de la Ceiba antillana?
Los de este parque, o aquella floresta, ¿se dirán, copa a copa, que el muérdago, otrora tan sagrado entre los galos, es apenas hoy un parásito con chupadores corticales?
¿Sabrán los cedros del Líbano y los caobos de Corinto, que sus voraces enemigos no son la palma de Camagüey ni el eucalipto de Tasmania, sino el hacha tenaz del leñador, las sierras de las grandes madereras, el rayo como látigo en la noche?
Javi sonríe. Escupe una flema en un vaso, y prende entre sus labios un pitillo, entregado a hallar cualquier nuevo sabor.

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