miércoles, 9 de julio de 2014
Diario de una perra en Argentina (semanas 55 y 56)
SEMANA 55
Día 384
(La niebla)
Desde hace unos días, al
amanecer, la niebla cubre nuestro pueblo con tal espesura que no se ve apenas a
unos metros. Es cosa del frío húmedo, de la proximidad del rio enorme y la
selva, de los vientos que suben desde el perdido continente blanco y del calor
que baja de los territorios cercanos al ecuador. Esta niebla moja tanto como la
lluvia y se mete dentro de los huesos porque tiene su color. Javi se abriga
bien antes de marcharse al trabajo. Se pone en la garganta y la cabeza una
especie de gorro bufanda de lana que le hizo Laurita cuando vino a visitarnos,
me saca al patio y comprueba que el balde de agua está lleno. Sonríe cuando me
acurruco en mi caseta y la puerta se cierra. Hoy no ha sido diferente. Este
inicio del día borroso y melancólico encierra en realidad el augurio de un día
soleado y cálido. La niebla muy lentamente empieza a desvanecerse a media
mañana. Entonces el sol se abre paso entre sus pliegues y su luz colma las
miradas. Los bichos salimos de nuestros cubiles y nos damos a nuestras
actividades diversas. Los humanos no tienen tanta suerte y presos de sus
horarios inamovibles y estáticos deben acudir a trabajar o hacer sus trámites
administrativos sin tener en cuenta ni tiempo ni sus ganas ni la tempestad.
El patio se ha llenado de colores
cuando la niebla se ha disipado. Las gallinas extrañas lucían plumas marrones y
rojas, los pájaros traían el azul del cielo y los árboles el verde intenso que
forma un corredor de vida en ambas orillas del río enorme. La Chechela exhibe
sus mejores galas y el sol del invierno reciente clama sus promesas a los
mosquitos por fin rendidos en su exilio temporal. Los humanos reinventan su
buen humor y las viejas salen a las puertas de sus casas con sillas de mimbre
pintado para tomar mate y contarse chismes.
Javi ha regresado pronto y hemos
salido a pasear cuando el sol derramaba sus últimas fuerzas. La noche nos ha
agarrado en el fondo de la villa y la vuelta transgredía nuestras rutinas.
Ahora que tenemos a la vista la esquina de nuestra calle, percibo el frío
intensificado por la humedad. La niebla irá formándose de a poco y como una
cortina fantasmal caerá nuevamente sobre el pueblo. El amanecer nos revelará su
intensidad, y dependiendo de la misma, el sol aparecerá antes o después.
Día 385
(Camarilla canina)
Hoy el paseo ha sido realmente
espectacular. Y eso que Javi ha llegado a casa de noche y que el frío se dejaba
notar a cada paso. Tal vez ha sido porque Javi ha vuelto a pintarse el brazo y
su energía chorreaba tinta hasta el suelo, que la presencia del mar en su piel
nos llevaba a erigir clandestinas peguntas sin respuesta posible. Hemos
revivido antiguos días en las montañas de nuestra tierra o en el sitio de los
perros, cuando sin saber ni motivos ni certezas nos han empezado a seguir un
número indescifrable de compañeros callejeros hasta convertir nuestra intención
en una camarilla canina improvisada. Se han venido Gos y Oso y algunos más de
nuestra calle. Ya en la villa nos hemos cruzado con mi amigo cojo y algunos
otros de su clan, incluso de aquellos que normalmente me ladran y me gruñen. Éramos
una fuerza imparable, un ejército de perros siguiendo la estela del optimismo,
oliendo su fragancia medida. A Javi le brillaban mucho los ojos, tanto que
podían iluminar el camino cuando hemos tomado el sendero misterioso. Hemos
llegado así a los límites de la selva. La oscuridad nos ha envuelto y los
sonidos humanos se han transformado en un arrullo de viento y ramas. Otro día
quizá nos hubiera dado miedo, pero hoy formábamos una partida de exploradores
valientes y decididos. La luna era apenas una uña blanca y las estrellas
distantes hablaban con su luz potente.
Creo que Javi ha estado hablando
con ellas, mientras fumaba pitillos y escribía versos en su libreta. La niebla
ha empezado a espesarse sobre el delta del río enorme y la comunicación se ha
cortado. De vuelta, el grupo ha ido disolviéndose y al llegar a casa casi no
podíamos ver por dónde pisábamos. Ahora, desde la manta verde, huelo sus
pensamientos, que construye un poema desde su mismo corazón:
Me encanta cómo suena el aire
cuando mi perra quiere agarrar un pedazo de pan desesperada/ desorientarme en
el espacio/ caminar por calles desconocidas como un fantasma hacia una luz
reversible/ renegar de los bancos/ los consejos/ de mi identidad/ de mi
hipocresía/ observar con envidia los niños descalzos/ entender a quienes los
traen al mundo/ y poder odiar con saña a aquellos que se desentienden de todo
me encanta
redescubrir la ilusión/ perdido más allá de lo que quisiera/ colorear una
pared/ sin que las viejas se asusten/ ni los concejales de froten las manos
escribir sobre
la libertad que siento/ en un pequeño balcón de feria/ reventar los hábitos
adquiridos con otros semejantes/ y custodiar los deseos más profundos sin
permitir que los besos concluyan
me encanta saber que aquí nadie
me conoce/ que existe un hueco entre mi yo y el vacío/ que soy nadie entre
todos los nadies/ que cruje la escalera descendente mientras subo
que soy nadie o ya voy siendo.
Día 386
(El intruso)
Esta noche ha crujido nuestro
tejado y no han sido los gatos. Javi se ha despertado cuando he empezado a
ladrar, contagiando a todos los perros de la calle. El estruendo resultaba
insoportable, parecía como si todos los perros del pueblo nos acompañaran. Al
asomarse a la ventana, Javi ha visto a un humano saltando por la valla del
patio y corriendo después por la calle hasta desaparecer entre la niebla. El
intruso humano debía ser muy ágil, porque no es fácil trepar hasta el tejado
sin escalera.
Cuando Javi ha llegado del
trabajo ha estado hablando con todos los vecinos y nadie sintió ningún sonido
extraño, aunque todos se despertaron con nuestros ladridos. Sin embargo nuestra
vecina vieja, se ha dado cuenta que alguien había forzado su puerta. Estaba
asustada, pues si llegan a entrar quién sabe lo que hubiera sucedido. Un vecino
humano nos ha mostrado su pistola y le ha asegurado a la vecina vieja que si
vuelve a ver al intruso merodeando por los tejados se va a llevar un par de
plomos de premio. Por lo que huelo en el pensamiento de Javi está habiendo
muchos robos en el barrio. Por lo que parece, la economía se resiente y han
aumentado en todo el país. Las fábricas cierran, los sueldos se congelan
mientras que todo se encarece para sostener los privilegios de unos pocos. No
es distinto que lo que sucede en nuestra tierra. Los pobres roban a los pobres
pero no se deciden a marchar contra los ricos. Sería maravilloso comprobar que
el chorro de turno o el delincuente forzado a esa existencia de delincuencia,
ignorancia y marginalidad en vez de robar a su vecino, al obrero esforzado o al
débil jubilado, se enfrentara a las verdaderas fuerzas que le someten, y
abriera todas las cajas fuertes de los intendentes, de los empresarios, de los
banqueros, donde guardan la desigualdad. Si los pobres se unieran, como la raza
que son, todos tendrían una vida más digna y no tendrían por qué robar, pues lo
tendrían todo.
Javi, antes de dormir, enciende
una vela a sus santos para pedirles que proteja a nuestra vecina pero también
al intruso que ha de trepar por los tejados del mundo en vez de andar por sus
caminos.
Día 387
(Correcciones)
Al regreso del trabajo, después
del paseo y de la cena, cuando la noche se adentra en la cocina y la
desconexión con la cotidianidad se produce, Javi se pone a repasar su sueño, a
corregir su estructura y su contenido, a remendar las fallas y emprender los
recorridos múltiples. Sus ojos brillan y su mente se acelera. Tiene que aplicar
todo su conocimiento para afianzar el equilibrio. El sueño se deforma por
instantes para reaparecer con un rostro nuevo, y no cesa de encender pitillos
transparentes que llenan de humo la casa.
La dificultad estriba es saber
distinguir lo válido de lo irrelevante, y en ir creando de un modo disparatado una
ruta que facilite la comprensión del texto. No debe ser nada fácil porque Javi
a veces se empaca y duda de si mismo. Entonces ha de releer nuevamente todo lo
anterior desde el inicio y desatar el nudo resultante.
Los pensamientos de Javi huelen a
sustancia humana. Huelen a compromiso, a revolución, a vida y muerte, a luz, a
porvenir. Con todo, las correcciones avanzan, pero tienen traza de no terminar
jamás, pues la perfección se convierte en un estímulo tan pobre como la pureza.
Día 388
(Comida familiar)
Javi se ha levantado temprano, a
pesar de que hoy no tenía que ir a trabajar. Ha salido a comprar mientras yo me
quedaba en el patio mordisqueando un hueso enorme que me ha dado la vecina con
gafas. No ha tardado mucho en regresar, cargado con bolsas de esperanza. Ha
encendido así los fogones de su conciencia, de prestado la enorme olla y
algunas especias contiguas, y se ha puesto a preparar la comida con entusiasmo.
Aún puedo oler los tallarines en
el agua hirviendo, al igual que el sofrito de verdura. Los morrones, el
calabacín, la cebolla, la berenjena, como huelo también el cariño que iba
concretando en cada ingrediente. Ha invitado a todos nuestros vecinos a comer y
se ha esmerado como si preparara la comida para nuestra familia. Ha mezclado el sofrito con los tallarines y
ha terminado la salsa con una carbonara de huevo crudo y queso cremoso. Después
ha preparado varias tortillas de papa, batata, mozarella y chorizo, una
ensalada de zanahoria, apio y choclo, y por último unos bifés de enormes con
adobo de ajo, perejil y albahaca. Como no tenemos demasiadas sillas en casa
cada vecino se ha traído la suya y nos hemos juntado unas veinte personas entre
humanos y perros.
La comida ha estado muy animada,
en un ambiente familiar, y ha habido tantas sobras que hoy han podido comer
todos los perros callejeros de nuestra calle. Javi quería agradecerles con esta
comida lo bien que se portaron con él cuanto tuvo el accidente y se ha
emocionado cuando los humanos le aplaudían el gesto. Javi se va ganando el
respeto y el afecto de los humanos del barrio. Unos le llaman gallego flaco y
otros el negrogaita. Nuestra integración adolece altibajos. Hacemos todo lo
posible, ya lo hicimos, pero nadie, absolutamente nadie, nos lo ha puesto nunca
fácil. Esta es una ley soterrada y animal.
Día 389
(Día hermoso)
El sol se adentraba en la niebla
antes de lo habitual y la ha levantado para convertir la mañana en un escenario
luminoso y cálido. Enseguida los humanos se han dispuesto a aprovechar este día
hermoso y colmaban las veredas y los parques con el incesante movimiento de sus
cachorros. Javi y yo hemos seguido esta estela y nos hemos ido a pasear al
centro del pueblo y a tumbarnos un rato en un parque. Javi se ha comprado un
café y se ha dedicado a escribir en su libreta mientras yo jugaba con algunos
compañeros callejeros y buscaba restos cerca de las papeleras. Las horas han
transcurrido tranquilas, y aunque los humanos se han ido marchando, nosotros
hemos permanecido allí hasta que el sol ha perdido su fuerza y ya rozaba la
copa de los árboles para esconderse.
Ahora, de nuevo en casa, en tanto
cenamos y extendemos el descanso y la fuerza adquirida, agradecemos a nuestros
santos un día sin estragos ni preocupaciones, ajeno a las ruedas y los
alcances, al devenir humano. A Javi le brillan los ojos, y por ello enciende la
pantalla para teclear.
Día 391
(Bolsa de ropa)
Javi ha regresado hoy del trabajo
con una bolsa de ropa en la mano. Por lo que huelo en su pensamiento se la ha
dado una compañera suya, que ya llevaba tiempo diciéndole que se la iba a
traer. Por lo visto tiene un hermano de la misma talla de Javi, el cual quería
deshacerse de antiguas prendas y hacer hueco en su armario. Hay humanos que
tratan a Javi como si fuera pobre (en verdad es más pobre de lo que fue jamás)
y le regalan muchas cosas. Javi se resiste aunque agradece los detalles. No
quiere televisor ni heladera; ni equipo de música ni auto; rechaza muchas
comodidades que ayer disfrutaba porque en realidad sólo le oprimían o
condicionaban. La vida que Javi busca es simple y positiva, y como se basa en
el intercambio y la costumbre está pensando en invitar a cenar a su compañera
para agradecerle estas camisas viejas, estos pantalones desteñidos y rotos y
estas remeras horteras que henchían la bolsa solidaria y que Javi mira rascándose
la cabeza sin saber si reír o consumirlas en el fuego de un chuflo prodigioso.
SEMANA 56
Día 392
(El fantasma del vecino)
Cuando Javi se va a trabajar y me
quedo en el patio con Gos, Oso, los gatos, los patos, sus pollitos y los gallos
y las gallinas extrañas, antes de que el amanecer ilumine las ramas de los árboles
y se disipe la niebla espesa formada durante la noche sobre el río enorme,
podemos distinguir salir de la casa de nuestra vecina vieja una forma vaporosa
que parece un humano pero que en verdad ya no lo es. Es el fantasma de su
marido muerto, el cual, como aún no ha podido encontrar descanso, se afana en
repetir las mismas cosas que hacía cuando estaba vivo. Se dirige así al galpón
y se pone a soldar varios hierros con el soplete. Luego se bebe un par de
botella de vino y cuando está borracho se dedica a atormentar a su mujer
colándose en sus sueños para convertir su despertar en pesadilla.
Este humano te mira y no te ve.
Su obsesión por vivir es tan fuerte que nunca pudo aceptar que había muerto.
Hay muchos humanos que no aceptan estas reglas sencillas de la vida y su
conciencia se convierte en un infierno inventado. Los perros podemos verlos y
olerlos, y aunque Gos y Oso no respondan a su instinto como debieran, a veces
lograr alejarlos de los humanos a quienes protegemos.
Día 392
(El mar)
Javi se ha ido a trabajar como
cada día pero no ha regresado a la hora de siempre. Sin saber el motivo hoy el
viento soplaba desde el océano y mi mente calibraba las olas distantes en el
movimiento de las ramas de los árboles. El patio se ha llenado de salitre y espuma
y todos los bichos, perros, gatos, patos y gallinas, nos hemos ido
transformando en una especie de fantasmagoría de peces, con escamas, aletas y
colas. La calle parecía una corriente subacuática y las plantas ondeaban como
algas. Los humanos no caminaban, buceaban sobre el suelo del fondo y el sol
llegaba a intervalos, deformado en nuestra profundidad.
Este sueño idealista se ha roto
en el momento en que Javi ha aparecido por la puerta del patio, sonriendo y con
los ojos brillantes. En la cocina se ha arremangado la camisa y he comprendido
el misterio de este día. Un nuevo tatuaje se ha unido al faro y al acantilado,
al sol y los símbolos personales. Un precioso mar, un entramado de olas
infinitas chocaban contra la tierra multicolor trepando por su brazo. Javi
estaba muy contento, y por ello después de curarse hemos salido a nadar por una
bahía inventada, fruto de la nostalgia acumulada, el recuerdo nunca gastado y
la intención sutil.
Día 393
(Demasiado trabajo)
De pronto, en la tranquilidad del
patio, mientras me acurruco en el galpón del fondo, donde el sol calienta más,
se cuela una sensación que se va convirtiendo de a poco en aroma. Sé que es
Javi y por ello cierro los ojos. Al abrirlos ya estoy dentro de él. Le veo así
de la mano de un humano especial que parece muy triste y angustiado. Éste no
para de repetir las mismas frases: quiero ir a mi casa, quiero que venga Rubén
a buscarme, quiero ir al JC a comer torta de crema y ver el Chavo del Ocho y
mueve sus manos enormes para subrayar con ellas sus deseos. Javi trata de distraer sus pensamientos fijos
paseando con Pedro y preguntándole sobre cualquier otro tema, con la intención
de que la frustración se mitigue. De cuando en cuando el humano se para y
empieza a repetir otra vez lo mismo, gritando, enrabietado como un niño, e
intenta empujar a Javi, incluso pegarle. Javi responde con calma. Su tono de
voz es como la brisa. Lo que se construye y se destruye, se puede construir de
nuevo, piensa. Y lentamente esa energía logra que el humano se relaje y en el
instante que sonríe, Javi la refuerza con cariño. Por lo que parece llevan así
ya unos cuantos días porque el humano especial se portó muy mal durante la
semana anterior y le suspendieron la salida a casa. Dicho castigo no ha servido
de nada, aunque era necesario, y cada día se ha ido portando peor, hasta el
punto de agredir a los otros humanos especiales y algunos compañeros de trabajo
de Javi. Ahora el miedo se extiende por el hogar y todos se desentienden de la
violencia. Dicho enfrentamiento es agotador, aunque Javi no le da la espalda.
Con el tiempo se está haciendo un especialista en este tipo de situaciones.
Tanto que cuando cualquier humano especial presenta este cuadro complejo, él se
encarga de intervenir con la ayuda de Pedro.
Siento cómo a Javi le duele otra
vez el brazo después de haber tenido que sujetar al humano especial cuando se
disponía a golpear a otro residente. Últimamente trabaja mucho, demasiado. Sólo
tiene un día libre a la semana y encima le están pidiendo que se quede alguna
hora más por las tardes. La naturaleza de Javi le impide postergar sus
compromisos y luego en casa le dedica unas horas más a teclear y a corregir su
sueño inconmensurable. Desde el accidente arrastra más cansancio todavía y el
tema de la visa de trabajo no avanza como él quisiera. A la necesidad de
descansar se une la necesidad de hacer cosas nuevas y de mantener las
sostenibles. Javi comprende que la dosificación es indispensable en su trabajo.
Y si nadie cuida su templanza tendrá que empezar a cuidarse por sí mismo.
Día 394
(Faso y poesía)
Y después de otro día agotador,
de una lucha inverosímil, Javi ha llegado a casa y ha hecho cura de faso y
pitillos, de humo y poesía, en tanto enviaba mensajes a las estrellas distantes
y felicitaba a su madre y a la abuela Antonia por su cumpleaños.
Después del paseo por el barrio
hemos cenado unas empanadas fritas. Yo me acurrucado luego en la manta verde y
Javi se ha puesto a escribir en su libreta, sustituyendo la violencia por la
belleza, tratando de desconectar de la semana alargada. Y así escribe:
A
mis enemigos los respeto/ lo justo y lo necesario para soportar su condición
a
mis amigos les respeto mucho más/ pues son merecedores de un mayor soporte
algunos
ingenuos creen carecer de enemigos/ y después de encajar un golpe suyo/ se
preguntan ingenuamente el porqué
los más optimistas aseguran/ que pueden
convertirlos mañana en amigos/ y su afán les conduce a la rabia y la
frustración absurda
luego
están/ los que presentan a todos como sus enemigos confirmados o probables/ sin
distinguir ni permutar/ cuando ellos son en verdad su peor enemigo
yo
soy enemigo de los míos/ de mis enemigos propios/ un poco de aquellos que se
expresan como tales/ y completamente de quienes siempre me lo negarían
Ahora ya duerme tranquilo bajo
las sábanas y su rostro atestigua el primer alivio. Mañana no tiene que ir a
trabajar, aunque al oler sus sueños, veo el mismo humano especial y la misma
angustia de éste. Javi está reviviendo lo que ya vivió una y otra vez. La carga
es grande y caótica. No es muy buena señal que sueñe con su trabajo. Es un
síntoma de incapacidad y conformismo.
Día 395
(Petardos y tambores)
Javi se ha marchado hoy al sitio
de los perros. Lo sé porque me he subido en sus ojos desde que saliera esta
mañana y por ello he podido ver cómo tomaba el vehículo colectivo hasta allí,
al encuentro de Noa, los humanos-hermanos Quevedo, nuestra primera familia en
Argentina, la cachorra humana y todo el circo de acontecimientos, comida
incluida, cocinada por supuesto por Javi, pues sienten en esa casa nostalgia de
sus guisos.
Han estado poniéndose al día y
después viendo los cuartos de final entre la selección del país y Costa Rica.
Ha sido sufrido pues los humanos se mordían las uñas y se movían nerviosos en
sus sillones. Cuando ha acabado el partido la alegría ha estallado en las
calles del pueblo. Los petardos y los tambores custodiaban esta victoria común,
compartida, celebrada como si los humanos hubieran descubierto de pronto una
cura para sus sórdidas vidas o supusiera el fin de sus miserias y penalidades.
Cuántas banderas azules y blancas. Las murgas y comparsas improvisadas ponían
música a los sentimientos explícitos. Brazos que suben y bajan, rostros que
sonríen, bocas que cantan y chupan cerveza, labios que besan el vacío.
Esta noche habrá tiros en la
villa y probablemente la alegría se bañará en sangre. Esta tierra tiene sus
instantes de lucidez, como cualquier tierra que se precie. Javi se apura ahora
para tomar el vehículo colectivo que lo traerá de vuelta a casa. Hace mucho
frío y su garganta se resiente. Le brillan los ojos. Está pensando que estaría
bueno que Argentina ganara el mundial de futbol para que todos los humanos que
viven acá pudieran tocar un instante de felicidad con sus dedos.
Día 396
(El frío)
Soy
una bola que corrige su postura sobre los pies de Javi. Él levanta la cabeza
por encima de la pantalla y sonríe con complicidad. Hoy se fue al trabajo y no
ha habido modo de calentarse en ningún rincón ni escondrijo del patio. El cielo
amaneció gris y un viento frío ganaba fuerza desde el sur, desde las heladas
tierras del fin del mundo. La temperatura se unía a la humedad para descender
sobre todas las cosas, también sobre mí y sin querer gemía desesperada
aguardando el regreso de Javi.
Y
a su vuelta, podía sentir su sufrimiento. Tenía el cuerpo congelado y en cuanto
ha entrado en casa ha encendido el calefactor. La pieza pronto ha entrado en
calor, aunque él se ha puesto a hablar por la pantalla con la familia y las
estrellas distantes. Cuando ha terminado se ha metido inmediatamente en la
cama. Temblaba y hacía ruidos con la boca. Ha sido en el momento en que me ha
llamado con él. Me ha abrazado y metía sus manos entre mis patas y mi tripa.
Los perros tenemos un radiador ahí, que marca constante alrededor de treinta y
nueve grados centígrados. Javi no ha cenado, ni yo tampoco. Entres las mantas
se está mejor y el único alimento necesario es la tibia correspondencia de la
esperanza.
Al
final me va a gustar el frío; porque me ha hecho ganar de nuevo un sitio sobre
los pies de Javi.
Día 399
(De copa a copa)
Javi tose y entiendo claramente
las consecuencias. Le puede atropellar la vida y reventar su espíritu al asumir
la muerte. Será algo que le fortalecerá, le motivará a seguir. Transformará sin
inventarios la rabia en entusiasmo, el vacío en actitud, y la sombra en luz. No
obstante un simple resfriado le hace oscilar como la llama de una vela. No
siente el sabor de la comida, no encuentra gusto a los pitillos. Se pone de mal
humor por cualquier cosa. No tiene ganas de hacer nada. El trabajo se convierte
en un cuesta; las horas en estragos contiguos. Se marchita como una flor ahogada
en agua. Se queda sin brillo. Su cariño se arruga y se aja.
Sin embargo hay algo que siempre
le sostiene. Una especie de tratamiento personal que se autoimpone con gravedad
y conocimiento. Y es que Javi en la enfermedad lee poesía. No las escribe; las
lee. Son su antibiótico y su anti-inflamatorio. Se las toma como píldoras y
remedios, como jarabes y comprimidos. Tanto es así que lleva buscando un rato en
la pantalla un poema concreto de un humano llamado Mario Benedetti. Huelo su
pensamiento en el instante en que lo encuentra y percibo su textura libertaria
y optimista. Javi admira su humanidad. Carece de fanatismos o e incoherencias.
El poema se llama de copa a copa, y
es para él un bálsamo mejor que la amoxicilina.
Los
árboles, ¿serán acaso solidarios?...
Digamos
el castaño de los Campos Elíseos, con el quebracho de Entreríos, o los olivos
de Jaén con el sauce de Tacuarembó
¿Le
avisará la encina de Westfalia al flaco alerce del Tirol que administre mejor
su trementina?
O
el caucho del Pará, o el baobab, en las márgenes del Quanza, ¿comprenderá a
aquel ciprés de la Misión Dolores que cabeceaba en Frisco, California?.
¿Se
sentirá el Ombú, en su pampa de rocío, casi un hermano de la Ceiba antillana?
Los
de este parque, o aquella floresta, ¿se dirán, copa a copa, que el muérdago,
otrora tan sagrado entre los galos, es apenas hoy un parásito con chupadores
corticales?
¿Sabrán
los cedros del Líbano y los caobos de Corinto, que sus voraces enemigos no son
la palma de Camagüey ni el eucalipto de Tasmania, sino el hacha tenaz del
leñador, las sierras de las grandes madereras, el rayo como látigo en la noche?
Javi sonríe. Escupe una flema en
un vaso, y prende entre sus labios un pitillo, entregado a hallar cualquier
nuevo sabor.
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