eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 11 de febrero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 35 y 36)

SEMANA 35

Día 239

(Vamos allá)

Vamos allá. Huelo este pensamiento en la mente de Javi. Hay que levantarse, vigilar la pradera, mantener a raya a las ratas, olisquear, comer y rebuscar, marcar con orín los alambres, establecer una relación de armonía con el resto de bichos, aguardar la llegada de Javi, protegernos de la lluvia, hacer todos los trabajos necesarios para proseguir nuestra aventura poblada de pequeños sueños y grandes esfuerzos.

Javi teclea y nosotras olemos nítidamente su universo. El mundo humano es un desastre que con todo preserva optimismos imprescindibles y sentimientos positivos.

Hoy Javi ha llegado de la gasolinera con los ojos muy brillantes. Ha tenido noticias buenas, seguro, cargadas de esperanza y por ello sonríe ahora mientras prepara la cena y juega con nosotras disfrazando nuestros mimos con los suyos, con los que él quisiera tener.

Como el cielo se ha despejado, la luna ilumina las ramas de los árboles imponentes. Un pato, el único que permaneció aquí tras el secuestro de sus hermanos, empolla sus huevos en un hueco entre sus raíces. Quién sabe quién los inseminó. Tal vez fue la vida la que le ha tendido su mano para que perpetúe su estirpe rota. Los burras pronto parirán. Se nota porque tiene las tripas redondas como planetas y huelen por dentro a luz ensangrentada. Pepe se acerca a Javi para pestañear palabras que sólo ellos entienden y le pide volar. El clan de los gansos se sostiene. Negro es un recuerdo que ladra a los intrusos. El pony resiste pero su herida también. Todo consiste en luchar, en hacerlo posible.

Javi sueña y no entiendo del todo el aroma que brota de su interior. Lleva en sus manos una pistola y apunta a la cabeza al presidente humano que devora la paz de nuestra tierra. Y dispara.

Día 240

(El engaño)

Algo se intuía en el viento. Una fragancia extraña, frágil pero peligrosa que se cernía con las horas sobre la pradera. Javi estaba ya en el trabajo con los humanos especiales. Un humano ha entrado de pronto por los hilos del alambre y ha comenzado a revisar los corralones y los alrededores de la casa-chabola. Che y yo le ladrábamos pero él no parecía amedrentarse. Che Lokita incluso ha intentado morderle una pierna, aunque el humano ha agarrado un palo del suelo y nos amenazaba sonriente. Al rato se ha ido sin más. Sin embargo unas horas después ha regresado con el dueño de la pradera. No paraba de hablar tratando de convencerle para que le dejara vivir aquí, lo que significaba que nosotros tendríamos que marcharnos. Susurraba en su oreja cosas contra Javi. Que si era extranjero, que no sabía cuidar de los animales, que él lo podría hacer mucho mejor.

Cuando Javi ha vuelto del trabajo, el humano ha cambiado de semblante y se mostraba simpático. No obstante Javi le ha calado enseguida y en el instante que el humano explicaba al dueño que se había encontrado por la mañana a los caballos los burros y el pony fuera de los alambres y por tanto de la pradera Javi le ha cogido del cuello y le ha dicho que un hijodeputa. El dueño ha debido creer a Javi. Por lo que parece nuestro vecino Jorge, le había llamado un rato antes para contarle que un humano había estado preguntándole por la propiedad y que después había entrado sin permiso por el alambrado. Su intención era engañar al dueño para hacerle pensar que Javi descuidaba a los bichos. Por suerte, para el dueño, resulta evidente que no. Así, Javi y el dueño han terminado echando al intruso de la pradera, cuyas mentiras han tornado contra él.

Todos hemos estado nerviosos hasta la noche, y cualquier ruido, cualquier coche que paraba en el perímetro, cualquier humano que andaba por el camino de tierra, nos parecía sospechoso.

Javi duerme ahora con el machete apoyado en una silla cercana. Sueña con tristeza con el perro que mato y con el humano que estaría dispuesto a matar para protegernos. Sueños de violencia que desprenden luz.



Día 241

(Che y la gran carretera)

Dicen los humanos que hay en los que es mejor no despertarse, pero los perros opinamos al contrario que esos días son sin duda de agradecer. Así resulta obvio que hoy no ha sido el día de Che Lokita. Quién sabe lo que le ha pasado, pues desde el inicio, desde que nos encontramos, ha demostrado siempre poseer una inteligencia espléndida, corazón, y mucha prudencia para su edad.

Esta mañana, asediada sin duda por sentimientos implacables, ha seguido a Javi hasta el trabajo. No ignoramos que a Javi no le gusta, ya que protege el contexto de los humanos especiales incluso por encima del suyo y del nuestro. Tal vez Che quería ver a Pedro, o ha sentido cierta envidia, quizá sólo deseaba que Javi le rascara las orejas, o a lo mejor se sentía triste o vacía por algo. Los perros no hacemos preguntas ni nos expresamos abiertamente nuestros secretos. Eso sí, si amamos a un humano con sinceridad, tratamos de decirle siempre lo que nos pasa; aunque debemos aprender poco a poco a hacerlo .El caso es que ha traspasado por la puerta del trabajo y se ha puesto a correr alegra a su alrededor, y cuando Javi le ha indicado que se volviera a la pradera no le ha hecho caso y ha tenido que traerla a rastras agarrándola de la piel del cuello como si fuera una cachorra.

Ha estado casi todo el día amodorrada, sombría bajo el camión, cuando suele ser una chispa inagotable. Sólo en el momento que ha sentido a Javi atravesar el alambre y silbar como siempre, ha alzado sus orejas y ha salido corriendo como una loca para recibirle.

Un rato después Javi se ha marchado caminando por la gran carretera hacia arriba y Che ha ido detrás de él sin que se diera cuenta, manteniendo la distancia. Yo no sabía qué hacer, pues intuía que a Javi no iba a hacerle ninguna gracia y que sería motivo suficiente para que después nos castigara. Con todo finalmente me he unido a ella más por curiosidad de su estado que por intención propia. Cuando Javi se ha percatado de que le seguíamos ha tenido que volver sobre sus pasos. Estaba cruzando la pasarela aérea que salva la gran carretera por encima y se ha acercado a nosotras con cara de enfado. No obstante, como ya estábamos lejos de la pradera ha decidido llevarnos con él al quiosco de la gasolinera.

Lo que ha sucedido después ha sido un susto inconmensurable. A Che le daba miedo subir por la pasarela y ha salido corriendo hacia abajo. Javi y yo estábamos ya arriba y hemos asistido atónito a la intentona de Che de atravesar la gran carretera mientras los coches la esquivaban, frenaban y pitaban para evitar atropellarla. Hemos salido inmediatamente corriendo, llamándola a gritos, pidiendo a la vida, a nuestros santos y a los ajenos que por favor no la ocurriera nada. Un coche casi ha provocado un accidente para esquivarla y de milagro un camión no se la ha llevado por delante. Después de una carrera de escape con el rabo entre las piernas ha conseguido salir ilesa de la gran carretera, temblorosa, mirándonos como si por un instante se hubiera sentido del todo perdida.

Javi ha suspendido la compra y hemos regresado los tres a la pradera, aturdidos y afectados por la situación vivida, sobre todo Che, que no se separaba de las piernas de Javi. Hemos pasado así toda la tarde juntos, celebrando en silencio la nueva oportunidad dada a Che, jugando con ella, animándola, desenredando sus emociones enmarañadas, rodeándola, llenándola de atenciones y mimos, contemplando sus lindos ojos y su alma atormentada por quien sabe qué traumas y experiencias del ayer.

Javi ahora se acerca al colchón de gomaespuma y se sienta con ella. Le da un beso en el hocico y le sonríe feliz mientras le dice en el oído palabras de amor y muerte que hacen que Che mueva la cola con fuerza.

Cuánto quiero a mi hermana argentina. Daría la vida por verla siempre así.



Día 242

(Rasquilla de hachís)

Desde que nos hemos levantado Javi ha estado haciendo arreglos en los corralones y en la casa-chabola. Las últimas tormentas han tirado vallas, palos, alambres y han salido nuevas goteras en el techo. Se ha pasado la mañana en la faena mientras el cielo de nuevo se oscurecía de nubes cargadas de agua y nosotras deambulábamos de aquí a allí, olisqueando, desenterrando, comiendo pequeños bocados pródigos o huesos de ovejas vetustas. Con clavos ha reforzado y con maderas y plásticos ha cubierto y reforzado. Todo justo para presenciar una nueva y prodigiosa descarga del cielo. Los truenos has acudido segundos antes que la lluvia. Pareciera que hubieran dejado abiertos los grifos, que acá llaman canillas, y pronto la pradera se ha inundado. Los gansos estaban felices y lo caballos y los burros y el pony se han refugiado bajo los árboles. Las gallinas se han metido en la caseta de Negro, acomodándose en el antiguo calor que aún sienten.

Javi se había ido hacia un rato en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha vuelto pronto, por el portón del frente, con la mochila llena de comida, empapado, sonriendo y con los ojos muy brillantes. Ya en la casa-chabola, nosotras en los colchones de gomaespuma y él cocinando, la lluvia ha cesado un rato. Javi se ha puesto a revisar la mochila mojada y de pronto ha dado un grito de alegría. Pegada en una moneda ha encontrado una rasquilla de hachís. Después de más de seis meses sin fumar claro está que no lo esperaba. Por ello, risueño, ha hecho los preparativos, el mismo ritual seguido siempre, automatizado como caminar o pestañear. La ha quemado con el mechero hasta que han comenzado a salir pequeñas burbujas volátiles que olían a naturaleza concentrada, lo ha mezclado con tabaco, removiendo con las puntas de sus dedos, arropándolo después con el papel fino y volteando la palma de la mano hacia abajo. Luego lo ha rulado con habilidad y ha colocado la mora antes de humedecer la línea pegajosa, prensando el proceso y la sustancia. En el preciso instante que la lluvia ha empezaba de nuevo a caer, ha encendido el porro, sentado en la puerta de la casa-chabola, contemplando la pradera y los árboles imponentes en tanto el humo convertía su cuerpo en un amplificador emocional por el que una energía mística fluía completando un circuito cerrado. Ha sentido así nostalgia como ningún día de su tierra, de su familia y amigos, llegándole olores, sabores y lugares, abrazos, comidas, ilusiones, besos, canciones, rostros atardeceres, sueños, bares paisajes, y tantas cosas a la vez que se ha terminado cayendo de la silla sin poder parar de reír mientras las lágrimas resbalaban por su cara.

Che y yo nos hemos acercado a él moviendo el rabo y, rascándonos las orejas, ha compartido con nosotras aquel humo maravilloso.



Día 243

(Vida)

Se ha pasado el día lloviendo. Lo cierto es que no hemos salido prácticamente en todo el día de la casa-chabola. Javi sólo para ir a pasear a Pedro y nosotras para acompañarles. Javi nos ha hecho una sabrosa comida, arroz con verduras, y en una leve tregua del cielo, Che y yo hemos salido a orinar poniéndonos hasta las orejas de barro.

Javi ha estado durante horas y horas tecleando y le brillaban tanto los ojos que casi parecía que estaba aguardando esta lluvia para no tener que hacer otra cosa que teclear. Cuando ha terminado de teclear aún ha estado escribiendo algunos poemas en su cuaderno. Ahora ya estamos todos descansando. Javi ve una película en su pantalla y nosotras dormitamos. Sin embargo su pensamiento gira asaltado por los impulsos de su corazón. Agarra un boli y un papel y con pitillo entre los labios escribe:

Vida ingobernable/ vida grande/ corta vida

Vida del revés y del reverso/ vida amplificada/ vida gris/ multicolor/ sabrosa/amarga vida

Vida inmensa contra vida

Vida que se sube la falda/ vida que se tapa los oídos

Vida silenciosa/ gritos de pura vida

Vida aniquilada/ vida sobreviviente, viva

Vida que se acuesta con la vida/ vida que resbala/vida presente-pasada/ y la futura vida

Vida valiente/ vida temblorosa/ vida rosa, viviente/ verde, verde vida

Vida que sueña/vida que vive y se alimenta de vida

Vida impaciente, fugaz/ momentánea/vida que te abraza, que duerme en ti

Vida irracional, existencial, fundamental/calmada vida

Vida para vivir/qué vida/por qué esta vida y no otra/y la otra vida, para qué

tu vida/ nuestra vida,/ dolche vida/ puta vida/maravillosa vida.

La vida, mi vida, hay que vivir.

Afuera continúa lloviendo y de cuando en cuando un trueno quiebra las entretelas del cielo oscuro.



Día 244

(Primavera nueva)

Con tanta lluvia es como si de nuevo hubiera llegado la primavera a la pradera. Todo se ha coloreado otra vez de un verde intenso. Están saliendo setas, hongos y flores, y aunque continúa haciendo bastante calor, la temperatura es más suave y agradable.

Los más agradecidos sin duda son los gansos, pues al haber tantas charcas y lagunas se están recuperando mejor, y como el pasto crece sobre la tierra empapada, los caballos, los burros y el pony también están alegres.

Hoy Javi se ha ido a trabajar y nosotras nos hemos quedado debajo del camión, sin apenas salir de ahí, pues las tormentas se han sucedido durante todo el día con sus relámpagos luminosos y sus truenos sublimes. Cuando Javi se ha puesto a teclear y las horas se han fugado con rapidez hacia los territorios nocturnos.

Me he debido quedar dormida profundamente, porque cuando me ha despertado Javi, al abrir la puerta y salir fuera, he tenido que poner cara de despiste o susto, pues Javi se ha reído mucho de mí.

La luna brilla ahora en el cielo, rodeada de todas las estrellas distantes que nos miran y a las que contemplamos. Por fin la lluvia ha cesado. El agua corre aún en arroyos por la pradera y cientos de gotas caen y chorrean por las superficies. Todo resplandece de luz blanca convirtiendo en plata pura la pradera. Los árboles imponentes emanan un olor de agradecimientos y se podemos sentir cómo sus raíces se extienden bajo nuestros pies.





Día 245

(Javi oculta algo)



Javi oculta algo. Hoy ha brillado su secreto en la olorosa atmósfera de su intención. No lo puedo descubrir pero lo intuyo. Como si dentro de muy poco nuestra aventura hubiera de mutar otra vez. Quien sabe por qué, dónde y para cuándo. Pero la cuestión es que lo percibo, chisporrotea en su corazón, acelerándolo, intensificando su atención, su cuidado, su prudencia, su inteligencia emocional, su capacidad para romperlo todo en un momento dado, de destruirlo, quemarlo todo en cenizas, con la sencilla intención de comenzar de nuevo.

Che se ha queda a veces mirándole embobada, pues todavía no le conoce del todo en su compleja humanidad. Yo me tumbo en el colchón de gomaespuma, manteniendo las orejas y la nariz alerta a cualquier cambio que sus sueños me revelen.



Semana 36

Día 246

(Pulgas)

El pelo se me cae y tengo todo el cuerpo lleno de costras. Las pulgas arremeten y ahora, a falta de suelo y hierba, por mojado, empapado y anegado, se nos suben para sobrevivir chupando nuestra sangre. Javi nos ha estado poniendo pipetas casi cada semana pero por lo que parece ya nos hacen efecto. Los burros y los caballos tienen pulgas, los gansos tienen pulgas y nos pican, las gallinas tiene pulgas, también las ratas que cazamos, hasta las pulgas tienen pulgas sobre las pulgas. Es un mundo colmado de pulgas que nos pican y como nos arascamos todo el tiempo el pelo se me cae; también a Che, aunque se le nota menos.

Javi agarra de cuando en cuando alguna y se despierta por las mañanas con corrillos de picaduras por las piernas y los brazos y se tiene que duchar en el calefón para sacárselas.

Al tener menos pelo parece que estoy más flaca. En verdad mi aspecto debe ser horrible, como si estuviera siempre mojada, y Javi se ríe de mí.

La vida en la pradera y en la casa-chabola es muy dura por cosas como ésta. Ahora me arrasco con saña mientras Javi teclea en su pantalla y se detiene para decirme con tristeza por favor párate un poco.

Día 247

(Siguen las tormentas)

La pradera se ha convertido en un lago, un lago donde los gansos son felices, comandados por su jefe Alejandro Magno, que cata extendiendo sus alas quebradas. Ya ni los caballos quieren salir de debajo de los árboles. Anoche abrieron el chamizo donde Javi guarda la avena y se dieron un buen festín. Esta mañana nada más salir de la casa-chabola hemos cazado una rata. Ahora estamos debajo del camión aguardando que Javi regrese para entrar de nuevo dentro. Las tormentas se suceden, se dan la mano para ser una bailando por el cielo. Desfilan alegres hacia el lejano sur para completar el ciclo de este continente. El caso es que Javi está contento en días así porque teclea mucho y su sueño avanza rápido.

Hay instantes en que creo que es su mente la que provoca estas lluvias. Tiene una fuerza de voluntad tan firme que sería capaz de levantar un puente sobre el océano para después cruzar volando.

Día 248

(Pedro se escapa)

Los perros tenemos un instinto primitivo a la hora de romper cadenas, correas, de saltar vallas, escarbar agujeros en fuga, hallar el más mínimo recoveco o posibilidad y todo para escaparnos a ningún lado, pues de la vida no podemos escapar después.

Tal vez es nuestro modo secreto de decir a los humanos que continuamos manteniendo un lado salvaje y asimismo recordarles el suyo.

Hoy Javi no ha encontrado a Pedro cuando por la mañana ha ido a trabajar con él. Quíen sabe cómo se ha soltado de la cadena, pero el caso es que Javi se ha llevado un buen susto, y sin razón pues Pedro, mientras él debía estar buscándolo por los caminos, fabricas y quintas colindantes, se había venido con nosotras a la pradera, y se lo ha pasado tan bien, corriendo, persiguiéndonos para olernos la cola, revolcándose por el barro, empapándose hasta las orejas, que cuando Javi ha venido horas después para poner en su cara un gesto de entendimiento, se ha llevado un pescozón en el hocico que le ha hecho gemir, más que de dolor, de impotencia.

Y es que a Javi a veces se le olvida cómo pensamos, pese a su corazón empático y su alma niña. Aunque alguna vez parece más un perro que un humano, no cabe duda que es humano, y su instinto choca con su conciencia para hacerle errar.



Día 249

(Visa poética)

Todo ha sido para nada y sobre todo no. Bajar a la gran ciudad, en presunto alquiler de la esperanza y el porvenir, yo en la mirada humana de Javi, acompañándole, soñando desde debajo del camión mientras la lluvia se intensificaba y empezaba a colmar las acequias, las calles y la vida.

La entrada a migraciones ha resultado todo un acontecimiento. Javi se ha tenido que descalzar, remangarse los pantalones atravesar una calle mojándose las patas como tantos otros humanos que querían entrar o salir de allí, sonrientes, resignados, para arreglar los papeles de la visa y permitirse, pagando, un futuro. Y comprender después Javi que se ha equivocado de fecha, y tener que tomar un nuevo turno para la semana que viene, por lo que el viaje, el madrugón, el chapuzón y la pequeña odisea para llegar ha resultado en balde; aunque un balde que se ha ido llenando luego de loca alegría. Como Javi posee un corazón adaptativo y soñador, nos hemos lanzado a recorrer la ciudad descalzos, bajo la imparable lluvia, tomando a cada rato un café, una cerveza o un vino, fumando muchos puchos, escribiendo poemas escurridizos, de amor o desamor que es lo mismo, que goteaban entre sus manos hasta desaparecer por las alcantarillas. Nos sentimos de este modo lluvia sumada a la lluvia y caíamos sobre los paraguas, chorreábamos por los toldos y tejadillos y avanzábamos sobre las aceras y veredas. Javi iba regalando a los más consternados, versos, a los más empapados y sombríos, como si con ello pretendiera bregar contra su desazón y sus sentimientos enfrentados. Nunca hubo palabras tan efímeras, pues mientras eran leídas, se mezclaban con el agua, diluyéndose en su tinta azul.

En este arrebato el día se nos escapaba, y uno tras otros los colectivos que debían traernos de regreso a la pradera. Es como si Javi se hubiera vuelto loco o hubiera encontrado una labor desconocida e inapreciable. Sólo cuando ha dejado de llover, cuando la luz de la tarde caía detrás del muro inconmensurable de nubes, relámpagos y truenos, hemos decidido volver.

En la libreta ha quedado escrito un último poema, levemente mojado, para nadie. Decía…

Si no participas de este azar/ no puedes quejarte

si te mantienes firme pero aislado/ desconocerás la sustancia imposible

la energía del sueño trocado/la fibra del aguante preciso/el rincón donde brota el entendimiento



no quieras desprenderte del prójimo/ amándolo sin comprenderlo

en las grandes superficies hay una igualdad innecesaria

en los pequeños espacios apenas quebranto

esencia para la diversidad

suficiente para armar una revuelta tras otra.



Hemos sido un humano y una perra compartiendo el alma y la visión del mundo, gobernando a nuestra manera la vida, es decir, sin gobierno.



Día 250

(Uff la lluvia)

Llueve, no para. Nos quedamos todo el día en casa. Javi tecleando y nosotras dormitando, rascándonos y mirando con nostalgia hacia afuera. Todo se repite y pareciera que nos hemos quedado encajados en un bucle de la realidad.

De cuando en cuando se va la luz y la pantalla tecleadora de apaga. Entonces Javi se coloca en la puerta y continúa escribiendo en su cuaderno mientras fuma. Ahora nos da un pedazo de pan duro y nos sonríe. El cielo truena, sueña y se ilumina.





Día 251

(Los dueños se llevan el burro macho y matan a Alejandro Magno)

Nos despertamos con un nuevo sobresalto. Los dueños han venido para llevarse el burro macho y los perros que corren como el viento han matado a tres gansos, entre ellos a Alejandro Magno, que de nuevo ha tenido que defender al clan. Los humanos se reían y Javi ha sentido nauseas, asco, rabia, indignación y una gran tristeza. Primero se ha metido a la casa-chabola para evitar estar con ellos pero después ha salido y se han puesto a discutir. No han traido la comida para los animales ni el dinero que nos corresponde. Javi está cansado y consternado. Percibe maldad en ellos y nosotras la olemos nítidamente,

El día se nos ha torcido y Javi no ha podido escribir. Nosotras no nos hemos podido separar de él. Se ha tumbado en la cama para reflexionar. Su imaginación le llevaba a nuestra tierra, con su familia y amigos. Cuando ha regresado aquí, a la pradera, a nuestra vida, y traía olor a lucha y libertad.





Día 252

(De siete de la mañana a doce de la noche)

Javi se ha levantado muy temprano. Ha sacado los animales, ha limpiado las cuadras, pues con la lluvia de los últimos días no lo había hecho, se ha ido a pasear a Pedro, a entrenarle, y después ha venido a echar de comer a los bichos. Luego se ha ido a trabajar con los humanos especiales y extrañamente nos ha dejado atadas con la cadena debajo del camión. No me ha dado a oler sus pensamientos antes de que saliera por el alambre y cuando trabaja con los humanos especiales no me puedo meter dentro de él, al menos hasta ahora no.

Hoy también ha llovido aunque al mediodía ha parado. Las horas pasaban y seguíamos atentas a cualquier sonido que nos confirmara el retorno de Javi. Sin embargo la tarde se ha marchado y ha llegado la noche. Las estrellas distantes brillan ahora en el cielo y nos dicen destellando que estemos tranquilas, que todo anda bien. El reloj sigue extendiéndose y con él nuestros nervios. Che comienza a gemir bajito y recuerdo cuando a mí me sucedía hace tiempo. Hemos oído los ladridos de Negro hace un rato salir de su caseta y a Pepe charlar con voz humana con sus hermanos. Los árboles imponentes se mecen con el viento como si bailaran. En este instante vemos a Javi caminando por el portón. Todo nuestro alrededor está oscuro. Y es que los ojos de Javi brillan tanto que iluminan toda la pradera con un cambio.

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