eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 17 de diciembre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semanas 27 y 28)


Día 183

(Che se la gana)

El Pony ya está mejor. Javi lo ha estado lavando con agua y jabón y le ha limpiado los gusanos con un spray que huele a menta. Hay dos pollitos de gallina que han nacido pero es difícil que sobrevivan. Javi los ha encerrado en el corral de los gansos con su madre y allí les echa avena y agua y les protege de las ratas. A las crías de los gansos les están creciendo las alas y se pasan el tiempo moviéndolas y extendiéndolas para practicar futuros vuelos.

Javi hoy se ha ido a trabajar y nos ha dejado atadas debajo del camión junto a Negro. El día ha transcurrido sin mayores incidentes y ni los burros o los caballos han liado hoy alguna de las suyas. Cuando Javi ha regresado se ha ido sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba y ha vuelto horas después con los ojos brillantes y nítidos y cargado de ilusiones. Lo sé porque se olían manando de su interior. Ha estado montando a Pepe y después se ha puesto a teclear como casi todos los días hasta que se ha hecho de noche. Che y yo andábamos como siempre por la pradera pero ella ha cometido un grave error. De pronto he escuchado que Javi la gritaba y es que llevaba en la boca uno de los huevos que empollan los patos. Lo ha dejado caer y se ha roto y había un pequeño proyecto de pato, deformado y sin plumas que ha quedado oscuro sobre la hierba. Javi la ha regañado enfadado y la atado con la cadena como castigo.

Ahora está tumbado en la tela colgada entre los árboles y yo estoy debajo, y Che nos mira debajo del camión sabiendo que hasta mañana no la levantarán la condena. Las estrellas distantes brillan en el cielo infinito y un pequeño cadáver alimentará las ratas esta noche, librando tal vez a los pollitos.

Día 184

(Los Santos)

Hoy hace justo medio año que vinimos a esta tierra. Lo sé porque de los pensamientos de Javi ha estado manando dicho aroma. No ha sido un día especial aunque en vez de pienso hoy hemos comido arroz con verduras y caballa. Javi lo ha traído de su trabajo y los ha repartido con Che, con Negro y conmigo y estaba buenísimo. Tal vez aparecían destellos de nostalgia en el brillo de sus ojos, pero los quehaceres cotidianos nos arrastran a todos. Por la tarde se ha marchado en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo y no ha vuelto hasta bien entrada la noche.

Cuando le he visto asomar por el portón enseguida he notado que Javi se había transmutado, algo olía sobre su piel, un olor a incienso y a tinta oscura. Sus ojos habían adquirido un nuevo destello, porque una vez más sus sueños humildes se realizan. Después nos ha soltado y hemos estado paseando por la pradera y subiéndonos a las ramas de los árboles inconmensurables. Luego Javi ha estado tecleando hasta tarde mientras Che y yo dormitábamos sobre los colchones de gomaespuma. Al terminar ha salido a fumarse un pitillo de yerba tumbado en la tela verde colgada entre los árboles. Los caballos, a los que dependiendo del día y la noche deja sueltos, se han acercado para olerle. Javi está diferente, como si su corazón se hubiera equilibrado y reunido una nueva energía.

Ahora le veo sacarse la camiseta y quitarse el vendaje que le cubre el brazo. Se lava con jabón y después de secarlo se echa una pomada. Sus Santos humanos, que son también los míos sonríen y contemplan dibujando la realidad desde allí. Este es un tributo por tantas ayudas y buenos momentos que nos brindaron; permanecer sobre su piel Y ahí estarán, no para siempre, pero al menos mientras Javi exista.





Día 185

(Arde la pradera)

Nos hemos despertado todos alertados por los ladridos de Negro. Olía mucho a humo y Javia ha salido corriendo para ver lo que ocurría. Unos humanos con unas máquinas estaban cortando la vegetación que rodea la pradera y los caminos y formando montones los quemaban. Che y yo hemos corrido ladrando hasta ellos pero Javi nos ha silbado para que volviéramos. Toda la mañana han estado haciendo lo mismo y por la tarde aún quedaban varias hogueras chisporroteando ascuas y cenizas.

Javi se ha ido a trabajar y nos ha dejado atadas. Entiendo que hoy su intención pasaba porque no nos acercáramos al fuego o molestáramos a los humanos. Cuando ha regresado ha estado componiendo la casa-chabola, pintando y tecleando. Se ha lavado de nuevo con jabón la piel del brazo y se ha echado la pomada. Mientras hacía la cena y nosotras estábamos esperando nuestra ración de pienso, de nuevo ha venido un fuerte olor a humo y al salir hemos comenzado a ladrar alertándole porque el fuego se ha extendido de una de las hogueras y ha entrado a consumir unos matorrales de la pradera. Los caballos, los burros y el pony se han puesto muy nerviosos y los gansos se han ido al otro lado, lo más lejos posible. Javi ha agarrado en seguida una tela vieja de uno de los corralones y ha ido a apagarlo. Golpeaba las llamas para ahogarlas y poco a poco lo ha ido consiguiendo. Después, con unos cubos de agua, ha marchado a apagar el resto de hogueras para que no pudieran extenderse como la otra.

Ahora los rescoldos brillan en la oscuridad. Hace un par de semanas que las luciérnagas desaparecieron, pero esta noche parece que regresaran. Arriba las estrellas distantes son los rescoldos del universo. Javi sale a la puerta de la casa-chabola a fumar. Che y yo corremos alegres persiguiéndonos y jugando. Los árboles inconmensurables sonríen; se han salvado del fuego y tal vez por ello, en el aire se respira paz.



Día 186

(La visión de Che)

Yo pensaba que no sabría hacer esto, pero resulta que es muy fácil. Ichi hoy me ha cedido la responsabilidad de expresar lo que nos ha pasado. Desde que estoy en la pradera mi vida ha cambiado mucho. Nací en San Pedro y siempre estuve en la calle, buscándome la vida junto a mis compañeras perros. Javi y Laurita vinieron a rescatarme y me trajeron aquí para acompañar a Ichi porque nuestra energía se encontró y ahora ya no podemos separarnos. Nunca podría haber imaginado tener un techo, un plato de comida, un colchón de gomaespuma sobre el cual descansar, tantas caricias y cariños y este universo de compañeros animales para compartir los días.

Al principio me portaba mal por no estar acostumbrada y perseguía a los patos y a los gansos pero después entendí que también viven con nosotros y he de respetarlos. Aprendí cosas de Ichi, como por ejemplo seguir un rastro y por ello, como perra, estoy muy orgullosa y satisfecha. De cuando en cuando aún la lío y de nuevo me porto mal. De pronto devoro un huevo o me escapo o escarbo dentro de la casa chabola. Javi entonces me regaña enfadado, aunque he de decir que merece la pena, pues es la libertad lo que representa a estas situaciones y en el fondo sé que Javi lo comprende. No hay nada que me guste más que cuando Javi se acerca a mi colchón por las noches y me acaricia o cuando juega conmigo, con Ichi y con Negro por la pradera. Otras veces me asusta. Desprende un olor humano egoísta contra el que lucha, pero su propia libertad le conduce asimismo en ocasiones a equivocarse y errar.

Ahora le veo llegar sobre la bicicleta por la gran carretera y ya la sube por encima del portón. Ichi y yo salimos corriendo de debajo del camión al no estar atadas con la cadena. Cuando se marchó hace unas horas él nos silbó pero no acudimos ninguna de las dos. Sonríe al vernos y no nos hace falta saber nada más. Como locas le alcanzamos saltamos a su alrededor moviendo el rabo y lamiéndole las manos. Él nos acaricia riendo y le brillan mucho los ojos al comprobar que estamos bien. Ichi me dice que viene de hablar con los suyos, con su familia y amigos humanos de aquella tierra de la cual vinieron. Yo lo ignoro todo sobre ellos pero Ichi a veces me cuenta. Tal vez algún día yo también pueda conocerlos, pero para ello creo que tendré que meterme en las tripas de un enorme pájaro de hierro, padecer una angustia ilimitada y atravesar con ella el océano.

Ichi es mi hermana y en ella confío. Javi es el humano al que seguimos las dos, porque ambas sentimos que así ha de ser y nada ni nadie nos podría hacer pensar lo contrario a ninguno de los tres. Esta unión no tiene una cadencia humana, es un litigio afectivo que nuestros antepasado firmaron con la mismísima vida mientras esta se sustente.



Día 187

(Javi se enferma de nuevo)

Ya ayer Javi estuvo tosiendo y le subió a la noche la fiebre. Y aunque hoy ha montado a Pepe, fabricado unos cuantos pendientes y tecleado unas horas, la temperatura ha empezado a aumentar en su interior y ha comenzado a oler a debilidad y escalofríos.

Se que le duele de nuevo la garganta y ya es la segunda vez en muy poco tiempo.

Este clima tan cambiante le afecta la salud. El calor húmedo, el frío que sube a veces del lejano y helado sur, el ventilador que no sabe utilizar y el sol intenso sobre un agujero.

Ahora está tirado en la cama viendo películas por su pantalla tecleadora, sudando sus males, y fumándose aunque no debiera algún que otro pitillo, por ser un ser imperfecto y sutil. A ver si se recupera pronto pues los días no son lo mismo cuando se encuentra así. No me gusta verle con ese gesto de dolor mientras tose y yo no poder hacer absolutamente nada. Bueno, subirme a sus pies.



Día 188

(Pasamos todo el día en el trabajo de Javi)

No podía imaginar al despertar que nos tocaría vivir un día como éste. Javi se ha levantado algo mejor, ha sacado a los animales, ha limpiado las cuadras y la casa-chabola y los ha echado de comer. Luego se ha aseado y ha desayunado contemplando la maravilla de la pradera sostenida por el sol del amanecer y la belleza de los árboles inconmensurables. Después se ha marchado a trabajar dejándonos atadas con la cadena debajo del camión, pero al poco rato ha venido para soltarnos y con gran sorpresa por nuestra parte nos ha llevado a su trabajo.

Al llegar nos ha presentado a sus compañeras humanas y a todos los humanos especiales que viven allí. Estaban todos sentados alrededor de una mesa enorme tomando esa infusión que llaman mate. Nosotras hemos estado un poco nerviosas al principio por ser este lugar nuevo; en verdad para mí no, aunque aquel otro día que yo estuve no fue del mismo modo; y por ello lo olisqueábamos todo sin dejar de dar vueltas y lamiendo todas las manos que se cruzaban a nuestro paso y que nos acariciaban. Ahora entiendo y desentraño el olor que Javi trae a casa todos los días. Es una mezcla del conjunto de todos y cada uno de esos olores individuales. Estos humanos están constituidos de una sustancia psicológica transparente y de este modo sus comportamientos está cargados de bondad y ternura pese a que a veces puedan ser muy agresivos. Hemos estado todo el día acompañando a Javi, felices, ayudándole en su trabajo, jugando con los humanos especiales y permitiendo que nos bañaran y secaran. Una humana muy simpática nos ha traído algo muy rico de comer cuando hemos terminado y más tarde nos hemos tumbado en una sombra sobre la hierba para echarnos la siesta en tanto los humanos especiales también lo hacían.

Unas cuantas horas después hemos regresado los tres juntos a la pradera, a descansar de este día tan especial por haber estado con los humanos especiales. Nos ha encantado estar con ellos y sería genial que todos los días fueran como éste.

Ahora Javi nos mira sonriendo mientras teclea y le brillan mucho los ojos. Me ha estado curando una herida profunda que me he hecho hace un rato en el lomo con un cristal cerca de la valla y ahora se acerca para comprobar que ya no sangro. Se sienta conmigo en el colchón de gomaespuma a fumarse un cigarro y mientras me acaricia yo le chupo la mano.



Día 189

(Che y yo somos jauría)

Javi se ha ido a trabajar y nosotras estábamos dando una vuelta, demasiado lejos para escuchar sus silbidos. Ha sido un despiste, pues a mí me gusta despedirle, aunque eso suponga que me quede con la cadena alrededor del cuello. El caso es que Che y yo andábamos por el canal del fondo de la pradera y por él hemos pasado por debajo de la gran carretera hasta llegar a otros campos que se encuentran al otro lado. En ellos hay unos árboles casi tan grandes como los árboles imponentes, aunque hay tantos cardos y cactus que nos hemos llenado de espinas. De regreso en la pradera y de ser conscientes de la ausencia de Javi hemos dedicado el día a cazar ratas. En anteriores ocasiones hemos inventado una técnica, que hoy hemos podido desarrollar y aplicar con una efectividad terrible para nuestras enemigas.

Al lado de la charca, debajo del remolque y los troncos de madera hay un montón de bocas de entrada y galería que ellas utilizan. Son como su carretera general y es allí donde atacamos. Antes las dos corríamos detrás de ellas hacia un lado u otro de este lugar y tarde o temprano acababan de hallar una vía de escape. Bien es cierto que alguna cazábamos por pura destreza, pero la diferencia es que hoy una de nosotras aguardaba al lado de la charca mientras la otra las perseguía por debajo del remolque. Cuando la rata intentaba escapar por la charca, se encontraba repentinamente con unas fauces sin posibilidad alguna de escapar.

Che y yo cazamos somos una pequeña jauría. Ambas somos inteligentes; y hoy su carne ha llenado nuestras tripas.

Cuando Javi ha llegado de trabajar se ha sentado en el banco detrás de los viejos camiones viendo cómo comían su maíz y su avena los animales. Nosotras le hemos hecho una demostración de nuestra nueva técnica y hemos cazado tres ratas en apenas unos minutos. Javi se ha puesto loco de y ha venido a acariciarnos y a hacernos cosquillas en la tripa. Al oler su pensamiento, éste se dirigía a los futuros nacimientos que pronto acaecerán en la pradera, y sin duda en cómo podrán ayudar estas muertes a sostener las recientes vidas.

Ahora notamos el desconcierto de las ratas y no se atreven a salir de sus madrigueras. Por ello, los pollitos de la gallina tienen una oportunidad y bajo las estrellas distantes pían llamando a su madre.





Semana 28

Día 190

(La pantalla tecleadora)

Después de que Javi se haya marchado a trabajar con los humanos especiales, Che y yo nos hemos quedado sueltas debajo del camión. Ha hecho mucho calor desde por la mañana y no apetecía andar por ahí, bajo el ardiente sol. Todos los bichos buscábamos sombra y agua y así las horas sudaban pegajosas adhiriéndose unas con otras.

Al regreso de Javi por la tarde ha compuesto la casa-chabola y barrido los alrededores. Ha echado de comer a los animales y se ha puesto a teclear. Dentro de la casa chabola hace mucho calor pues las chapas de metal lo acumulan. Y por ello Javi ha encendido el aspa que gira, para remover el aire y enfriarlo. Hasta que ha venido la noche ha estado tecleando en su pantalla tecleadora y más tarde ha puesto música y ha preparado la cena. Luego de cenar ha seguido tecleando incansable y fumando muchos cigarros. Con el aspa que gira desaparecen los mosquitos y se está muy bien, pero Javi debe de tener cuidado pues cuando le da un rato de manera directa se resfría y le sube fiebre. Che y yo nos hemos tumbado a sus pies para que el aire frío nos alcanzara, y así nos hemos quedado dormidas.

Ahora nos despertamos pues Javi ha terminado de teclear y se dispone a dormir. Somnolientas nos vamos a nuestros respectivos colchones en tanto Javi desconecta para que también duerma a su extraña pantalla tecleadora, la cual materializa sus pensamientos, sentimientos y deseos.



Día 191

(Problemas laborales y sindicalismo)

Por un sueño Javi que olí anoche mientras dormía, en su trabajo hay problemas. No están pagando y todos los trabajadores andan enfadados y con ganas de liarla. En esta tierra los sindicatos humanos y gremiales son más importantes que lo eran en la nuestra, aunque Javi no está dentro de ninguno, pues en verdad no le tienen contratado y le pagan muy poco. Aún así sus ganas de luchan permanecen intactas, aunque él se juega mucho más que un sueldo, sino la oportunidad de continuar su sueño de estar aquí. Tal vez este argumento sea equivocado y no haya que temer a las consecuencias. Los sindicatos por aquí actúan de manera más contundente y además de las huelgas soterradas; es decir camufladas, se utiliza el auto-sabotaje y los piquetes. Por ahora Javi se ha negado a agarrar el anticipo del sueldo pues el empresario suele aprovecharse de estos cortes para ahorrarse algo de plata. Muchos de los trabajadores son analfabetos o con un nivel cultural muy bajo y de eso se aprovechan. Javi habló ayer en una pequeña asamblea que se organizó en un descanso del mediodía y los animó a permanecer unidos y pedir una serie de medidas a la dirección en una hoja firmada por todos. Como accedieron, la coordinadora de profesores se la pasó a la subdirectora al final del día y los sobres con los anticipos quedaron casi al completo en secretaría ante el asombro de los jefes, pues era la primera vez que sucedía en esa institución.

Javi hoy ha llegado con los ojos muy brillantes, pues la lucha al parecer ha tenido sus frutos. Hoy han comenzado a pagar los sueldos al completo, aunque a Javi de momento no. Los jefes han hecho reuniones individuales con los compañeros para separarlos pero no han debido conseguido, porque los que debían de cobrar se han negado hasta que estuvieran los sueldos íntegros de todos ellos. El coche del director ha aparecido con dos ruedas rajadas y la bicicleta del coordinador de dirección con los radios torcidos. Los trabajadores siguen cumpliendo fielmente con sus distintas labores, pues los humanos especiales no tienen la culpa de estos desmanes sociales, efecto de la desigualdad y coacción del poder; pero con la oficina las relaciones están rotas.

Javi se cura de estas cuestiones sociales en la pradera. Pasea con Che, Negro y conmigo y se tumba a fumar un pitillo sobre la tela colgada entre los árboles. Después teclea unas horas y se limpia la mente, alimentando su cuerpo con una rica y abundante cena. Mañana tocara seguir peleando por unos derechos que son fundamentales: la dignidad, y el cobro de un esfuerzo pactado con o sin contrato.



Día 192

(La Cana y los saqueos)

Nos han despertado el sonido de las sirenas. Era mediodía y Che y yo estábamos tumbadas debajo del camión dormitando. Se ha roto la paz y eran varios coches donde los humanos se perseguían y se cercaban, gritándose y disparándose. Dos jóvenes humanos se han refugiado detrás de su auto y con unas pistolas tiraban a los policías -que aquí llaman la Cana-. Llevaban puestos unos pasamontañas y debían haber robado el auto, porque era muy grande y muy nuevo. La Cana, los disparaban a su vez y hasta que no se han quedado sin balas no se han rendido. Varios minutos después salían del auto con las manos levantadas y los policías les han puesto las esposas y se los han llevado en sus coches encendiendo de nuevo las sirenas.

A la pradera ha regresado la paz pero se ha quedado flotando en el aire jirones de miedo que se olían nítidamente. Así cuando ha vuelto Javi del trabajo ha sido un alivio para todos y con nuestras miradas todos tratábamos de contarle, aunque al parecer desde su trabajo los humanos también lo han estado viendo.

El día se ha diluido y el atardecer acudido a matizar las hojas verdes de los árboles inconmensurables. Javi se ha tumbado un rato sobre la tela colgada y ha estado fumando pitillos. De pronto ha aparecido un coche de la Cana y ha parado en el portón. Javi ha ido a hablar con los policías y poco después volvía con cara de preocupación.

Al parecer por todo el país está habiendo muchos robos y saqueos. Ocurre así: un grupo de humanos se pone de acuerdo y roban todos juntos un supermercado o una casa, desbalijando y desapareciendo del lugar en muy poco tiempo. Por lo visto los humanos jóvenes que han detenido hoy formaban parte de uno de estos grupos y están actuando desde hace días por la zona.

Esta noticia no es tranquilizadora y Javi hoy no puede teclear como otros días. Ha estado reforzando con maderas, hierros y clavos la casa-chabola y ha puesto otro tranco en la puerta. Por la noche tampoco ha encendido las luces de los corralones y ha dejado a los animales sueltos, como si no hubiera nadie viviendo en la casa. Che y yo nos hemos acostado temprano aunque él se ha quedado hasta tarde tecleando y fumando sin parar. Hoy no ha cenado y no ha podido salir a contemplar las estrellas distantes.

Ahora huelo sus sueños y veo que éstos representan el contexto vivido durante el día. Unos cuantos humanos con los rostros tapados tratan de entran en nuestro pequeño y humilde refugio. Javi, Che y yo nos las apañamos de distintas formas para nadie pueda entrar a destrozarlo. Y de este modo Javi corta con un largo cuchillo distintas manos que penetran por las grietas de la chapa y asimismo nosotras las mordemos rabiosas de sangre y desasosiego.



Día 193

(Whisky con Coca-cola)

Muy poco que decir de hoy. El calor es poderoso y húmedo. La sombra de debajo del camión también se calienta y hasta la cadena que llevo alrededor del cuello. Menos mal que la hemos llevado poco rato, que si no. Che parece más acostumbrada, se nota que nació aquí, por ello su adaptación es mayor y más cuando Javi y yo venimos de vivir dos inviernos seguidos.

Javi hoy no ha ido a trabajar y ha estado descansando. Se fue a comprar por la mañana pero regresó a la pradera temprano. Ha estado haciendo pendientes y tecleando aunque la mayor parte del tiempo tumbado sobre la tela colgada entre los árboles.

Por la tarde noche. Después de dar de comer a los animales y guardarlos, ha prendido el ventilador y se ha puesto a teclear y a beber whisky con coca-cola sin parar. Ahora está borracho aunque continúa tecleando. Es como si necesitara beber para escribir las cosas que escribe. Javi está contento porque ha logrado expresar la amargura y el miedo. Apenas se tumba se queda dormido, con las luces encendidas, rendido, como si hubiera estado andando cientos de kilómetros por las montañas. Yo escucho a las ratas pasar por su carril detrás de la casa-chabola. Javi puede descansar. Voy a velar por él para que nada perturbe sus sueños.





Día 194

(Manu Chao)

Quién es Manu Chao. Esta pregunta me la he estado haciendo desde esta mañana cuando Javi se ha despertado y he olido en su interior este nombre humano. La cuestión es que el día y la noche iban a estar condicionadas a este nombre y el caso es que me sonaba, pero hasta que no me unido a Javi viajando en su corazón no he podido reconocerlo.

Javi ha compuesto la casa chabola y los corralones. Ha limpiado los alrededores y ha limpiado la herida al pony. Ha comprobado a los pollitos de la gallina clara y ha contado los treinta y ocho gansos compañeros. Cuesta distinguir a las crías de lejos, aunque sólo hay que fijarse bien. Luego se ha duchado y arreglado, nos ha puesto de comer en abundancia, nos ha atado debajo del camión dejándonos un gran balde de agua y se ha marchado en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. De tanto calor me ha comenzado a entrar sueño y se me cerraban los párpados. Cuando he vuelto a abrirlos ya estaba de nuevo dentro de Javi y veía a través de sus ojos.

Ha llegado así al sitio de los perros. Me ha encantado regresar y recorrer sus calles, aunque el sol apretaba y no se podía estar salvo a la sombra. Pronto he distinguido la casa en la que estuvimos viviendo un tiempo y nos han abierto la puerta los hermanos humanos: el que vivía con nosotros y el que lo hacía al lado. Han estado muy simpáticos y nos han ofrecido de beber y nos han prestado un bañador para meternos en una especie de pileta de plástico que han colocado en el patio. Dentro se estaba genial, y allí hemos estado un par de horas. Después ha ido a comprar una hamburguesa en un sitio que le encantaba y de camino nos hemos encontrado con Noa. Los dos se han puesto muy contentos y Noa olfateaba a Javi como si me oliera por dentro. Juntos hemos regresado así a la casa dando un rodeo por el parque. Más tarde el humano que vivía con nosotros y Javi se han marchado en la moto a dar una vuelta hasta el río enorme y han estado bebiendo cerveza en el muelle, viendo pasar los barcos y charlando. De regreso han ido a por un coche y Javi lo ha conducido hasta la casa. Estaba tan contento que el humano que vive con nosotros le ha dado permiso para dar una vuelta con él, haciéndolo así, para regresar como una hora después satisfecho.

Al rato han venido unas amigas humanas y hemos salido para la gran ciudad por la gran carretera panamericana. La tarde comenzaba a caer y el calor también, con todo en el aire flotaba mucha humedad y se pegaba a la piel y a las ideas. Hemos llegado a un barrio céntrico aunque alejado del río. En un parque que llamaban Centenario y que estaba lleno de puestos de artesanía, niños jugando y músicos callejeros, nos hemos juntado con otros humanos y humanas y hemos estado bebiendo Fernet un par de horas. Qué extraño eso de beber y emborracharse. Lo he llegado a sentir y se embotaban las sensaciones, amplificándose a la vez y desatando emociones dormidas. Los colores se avivan y las voces se juntan. De este modo hemos caminado unas diez cuadras hasta el estadio del Club Ferrocarril Oeste, cada vez junto a más humanos y humanas, que ya en las cercanías del mismo, poblaban y saturaban las calles generando un murmullo sobrecogedor. Una humana que nos acompañaba ha repartido las entradas para el concierto y hemos entrado para situarnos en la parte central hacia el fondo del coso. Aunque al principio parecía que no querían entrar al mogollón finalmente lo hemos hecho y cuando las luces del escenario se han encendido y la música ha empezado a soñar, nos hemos alegrado, porque una intensa energía nos ha golpeado los sentidos y de pronto es como si Javi y yo nos encontráramos en casa, en nuestra tierra.

Manu chao ha estado tres horas y media tocando para una masa humana multiétnica y multicolor. Todo el mundo botaba y conocía la letra de las canciones, fumando marihuana sudando sus males y sus bienes. Como si un decorador mágico lo hubiera establecido, casualidad o no la luna casi llena se encontraba encima del escenario y cuando Manu Chao cantaba arriba la luna, el universo conspiraba con él como un quejido. Javi se ha emocionado cuando ha tenido un momento de recuerdo con España y ha comenzado a decir que en estos momentos la rumba se muere, que la gente de nuestro país está sufriendo, que hay mucha necesidad y el pueblo está dolorido, que aunque parezca mentira los ricos del ayer son los pobres de hoy, que la argentina sea solidaria y acoja a sus emigrantes como años atrás aquella tierra lo hizo con ellos. Varios humanos y humanas han abrazado a Javi y éste no podía dejar de llorar. Si este músico le gustaba mucho a Javi, pues a veces en su pantalla tecleadora lo hace sonar, desde hoy ha pasado a ser algo más. Sus canciones de repente son una realidad para nosotros y con esa realidad hemos de construir nuestro porvenir y nuestros sueños.

Después del concierto hemos ido a un centro ocupado y hemos seguido bebiendo. El cansancio hacía mella y poco después decidíamos volver a casa. Una humana intentaba hacer que Javi no se fuera pero la noche no daba para más. El alba empezaba a dibujarse en el horizonte. El regreso en coche Javi se ha quedado dormido y yo he regresado a mi cuerpo debajo del camión. Un simple parpadeo y todo regresa a su lugar. Che está dormida a mi lado y Negro en su caseta. La pradera rebosa paz y los primeros pájaros comienzan a cantar el día. Los gansos aguardan que Javi les abra, al igual que los caballos, los burros, y el pony.

Javi aparece por el portón de la entrada un rato más tarde. Viene destrozado y somnoliento, con cara de sueño maltrecho y esperanza. Nos suelta de la cadena, saca a los bichos. Se prepara algo de comer, y tumbado en la tela colgada entre los árboles, contempla el amanecer que trae los verdes diversos y los sonidos cotidianos sintiéndose una bala perdida, un cachito de alquitrán flamenco en la tierra de la cumbia y el tango, un fantasma en la ciudad, mano negra ilegal, perdido en el corazón de la grade babilón, un clandestino, una raya en el mar.





Día 195

(La primera ola de calor)

La ola de calor. Por lo visto la anunciaban los días anteriores. Llegamos a los treinta y nueve grados con desmesurada humedad. No se puede uno mover. No se puede hacer nada. Beber, dormir, apenas buscar el lugar más fresco y esperar a que todo acabe. El aire marea, el sol arde en tus ojos. Los pájaros no vuelan, ni los insectos los hacen. Todo descansa y evita morir. No obstante, con el ventilador encendido, Javi teclea y suda su historia empalmando un pucho con otro entre grandes sorbos de agua helada.



Día 196

(Compilación)

Casi sin darnos cuenta las semanas pasan. El calor crece y la pradera va perdiendo pasto. Los caballos, lo burros y el pony pastan muchas horas y buscan sucedáneos en las hojas en los campos contiguos. Javi les da más avena pero dentro de poco no será suficiente. Las luciérnagas se han ido definitivamente dejando solas en el cielo a las estrellas distantes. Pájaros nuevos nos visitan mientras que otros se han marchado tal vez buscando temperaturas más frescas. La casa-chabola se calienta como un horno, aunque por suerte los árboles nos dan sombra y casi siempre corre el viento entre las ramas. Los gansitos han crecido y son adultos y ahora la guerra con las ratas enfoca a los dos pollitos de gallina que Javi mantiene encerrados en un corralón con su madre. Dos patos continúan empollando pese a que uno no tiene huevos debajo. Ni rastro de los animales extraños que viven bajo la montaña de palés, pero sí de las iguanas. El pavo continúa inconmovible aunque tiene una mirada triste en los ojos. Negro está más delgado porque apenas quiere comer. Se le notan los huesos de la cadera y Javi anda preocupado con él. Che sin embargo está feliz y casi parece que hubiera vivido con nosotros toda la vida. Javi la da incluso más libertad que a mí, porque nunca sale de los alambres de la pradera; y yo en cambio sí. El día a día en la pradera transcurre con calma y lo mismo en el trabajo de Javi con los humanos especiales. Javi parece muy contento y satisfecho con su labor, pero el problema es que ahora no le pagan. Tenemos nuevos amigos humanos, además de los que mantenemos por querencia y necesidad. Los círculos lentamente se abren y los santos que Javi ha tatuado en su brazo velan por nuestro porvenir. Pronto será verano y habrá que ver si con él aumentan los mosquitos. Ya hemos aprendido a defendernos de ellos bien pero hay noches, cuando se para la brisa, que parecieran millones y millones. Es una época rara, porque el año va a terminar y el calor diluye cualquier sensación a este respecto, como si fuera una especie de espejismo descentrado. Javi no para de teclear y a veces parece imbuido de una energía inagotable.

Buenos sentimientos nos llenan porque los sueños se sostienen, la vida nos permite continuar. Con todo puedo oler la preocupación de Javi por los suyos. Las noticias que llegan de nuestra tierra no son las esperadas ni las mejores, pero tampoco las peores. Hay estrellas distantes que pugnan por venir. Javi comienza a contar los meses y los aprendizajes. El ritmo del trabajo y de la acción poética construye almanaques en su mente y la nostalgia acude para elevar puentes sobre el océano que nos separa.

Ahora le veo venir hasta el colchón de gomaespuma y se sienta a mi lado. Me dice las ternuras de siempre, aunque añade una que hace poco preparó al comprobar mis canas sobre la nariz y las cejas. Me llama viejita y yo muevo el rabo al comprender. Me tumbo sobre sus piernas y dejo que sus manos recorran todo mi cuerpo. Vieja o no sigo siendo para él la más bonita, la más gorda y la más buena. Che asoma y los dos le hacemos un gesto para que se acerque. Se pone contenta y alza sus patas saltando sobre nosotros. Somos así dos perras y un humano compartiendo la existencia y un colchón, en esta tierra prodigiosa y capaz, dentro de nuestra casa-chabola, en una pradera verde y maravillosa que guarda la sombra y la copa de los árboles inconmensurables.

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