eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

jueves, 2 de enero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 29 y 30)

Día 197


(El sueño rebelde)

Hoy no han sucedido muchas cosas. El calor manda y construye grandes nubes que por las tardes se reúnen en el cielo. Con todo no se ponen de acuerdo para desatar un tormenta y tras atraer un viento fuerte se diluyen.

Javi se ha soltado a los animales y se ha ido a trabajar. Hoy nos ha atado debajo del camión y aun no entiendo el porqué. Una iguana se ha estado paseando cerca de uno de los nidos de los patos con intención de comerse los huevos. Si hubiéramos estado sueltas la habríamos podido espantar e incluso cazar.

Por la tarde las horas pasaban y Javi no regresaba a la pradera. Lo ha hecho casi cuando el sol caía y ha sido porque ha debido ir a comprar. De inmediato ha montado a Pepe, mientras nosotras corríamos por la pradera, pero sólo un rato corto, pues hacía mucho calor. Después se ha puesto a teclear y las horas se nos han escapado.

Cansado se ha echado a dormir y pronto he podido oler sus sueños. Uno destacaba nítidamente sobre los demás. Un humano joven se enfrentaba a gritos con un grupo de policías armados hasta los dientes los cuales le disparaban sin lograr darle. De pronto el joven comenzaba a volar sobre ellos y haciendo pequeños círculos los orinaba en la cara.



Día 198

(Nos escapamos toda la noche)

Javi nos ha dejado atadas con la cadena otra vez debajo del camión. Nos hemos pasado todo el día allí, respirando polvo y calor, viendo cómo el resto de los animales de la pradera se las apañaban cada cual a su modo.

Ha regresado entrada ya la noche y venía con los ojos muy brillantes y oliendo a gasolina y empanadas de carne. Sé que ha estado hablando con los suyos por su forma de caminar y de reír. Después de darnos de comer y encerrar a los animales se ha puesto a teclear y de nuevo su mente se ha perdido en las distancias y paisajes de su imaginación.

Che y yo hemos aprovechado para dar una vuelta por ahí, aunque la vuelta finalmente se ha convertido en aventura. Nos hemos quedado encerradas tras las vallas metálicas de una fábrica y hemos estado ocupadas buscando una forma de salir durante toda la noche. Al principio hemos encontrado restos de comida sabrosos pero el aire nos ha traído los silbidos de Javi y ya no sabíamos cómo volver, permaneciendo atrapadas y presas de la desesperación. Ambas pensábamos que Javi nos iba a regañar mucho y que seguramente nos iba a castigar. El caso es que no ha ocurrido así. Cuando de madrugada han abierto las vallas de la fábrica hemos regresado corriendo y nos hemos puesto a ladrar como locas. Él nos ha dejado pasar a la casa chabola aunque no nos ha prestado ninguna atención y se ha vuelto a meter en la cama.

Eso sí, sobre el colchón de gomaespuma puedo oler la acumulada inquietud que ha sentido durante estas horas de ausencia. Quisiera ir a lamerle la mano para pedirle perdón pero hay algo que me frena. Che bebe sedienta del cubo de agua y a mí se me cierran los ojos de cansancio y alivio.



Día 199

(Cambio de rutina)

Tal vez nuestra aventura de ayer tenga relación con la decisión de Javi de dejarnos hoy sueltas al marcharse a trabajar. Sus pensamientos tratan de entender nuestra actitud y ha determinado que son demasiadas horas de quietud y soledad debajo del camión. Es normal que cuando llega y nos suelta tengamos ganas de movernos y de desarrollar nuestra naturaleza de perras. Por ello creo que hoy ha probado hacerlo de este modo; aún temiendo por la gran carretera y sus peligros, aparte de otras cuestiones que se nos escapan.

La verdad es que apenas nos hemos movido de la pradera, porque ha hecho mucho calor y debajo del camión se estaba muy bien. El único incidente que nos ha meneado es el paso de alguna rata hacia la charca de agua; cosa que cada vez que ocurría hacía que estableciéramos nuestra eficaz estrategia de caza. Hoy hemos cazado dos y después de devorar una parte hemos dejado que el resto se seque en medio de la pradera para cuando nos entre hambre en los días posteriores. Hay un lugar entre las raíces de los árboles inconmensurables que Che y yo empleamos para guardar nuestros botines; aunque a veces los pájaros que cazan nos sacan las piezas ganadas.

Cuando Javi ha regresado de trabajar ha estado jugando con nosotras y montando a Pepe. Luego ha compuesto un poco la casa-chabola y ha preparado la cena. Los mosquitos entraban por cientos por la puerta y ha encendido el ventilador para ahuyentarlos. Resultaba casi cómico verle pelear y pugnar para evitar su entrada. Hoy no ha tecleado y se ha tumbado fuera a fumar pitillos de yerba y a observar las estrellas distantes. Sus pensamientos viajan por encima del océano y aterrizan en todos aquellos ojos que desde allí en sus propias circunstancias nos miran.



Día 200

(Cansancio)

El calor gobierna el cielo. El gallo ha cantado más temprano de lo habitual y los animales adelantan sus horarios. Luego al mediodía buscarán la sombra y se mandarán agua al gaznate. Los pollitos crecen y las hojas de los árboles inconmensurables se secan cayendo en el suelo. Casi pareciera que el otoño pretende administrar este inicio del verano y todos los bichos suspiran frescor y lluvia.

Javi se ha ido a trabajar con los humanos especiales y nosotras nos hemos quedado para velar de nuestros compañeros. Las burras están preñadas porque podemos oler el desarrollo de su herencia y lentamente se forman las orejas y sus ojos, los hocicos y pezuñas. El burro macho y el caballo peleador se divierten jugando y se muerden mientras corren. Algunos pájaros de colores han vuelto a pasarse por aquí y un par de ratas han comenzado una nueva entrada a sus túneles. Che y yo hemos intentado cazarlas pero no hemos podido alcanzarlas y nos hemos quedado varias horas allí hasta que se nos ha olvidado.

Cuando Javi ha regresado nos ha echado de comer a todos y ha compuesto la casa-chabola. Después se ha puesto a teclear y su pensamiento estaba en una época convulsa colmada de guerras humanas y muerte. Cuando termina de escribir sobre estas cosas su mirada aparece humedecida aunque condensa un gran alivio. Hoy ha acabado muy cansado, tanto que no le quedaban ganas de cenar. Tantos meses lleva a este ritmo que cuando va terminando la semana se resiente y necesita descansar. Se ha sentado ahora como tantas veces en la puerta de la casa-chabola para mirar las estrellas distantes y fumarse un pitillo. Che y yo nos hemos tumbado a sus pies y hemos empezado a lamerle sus manos mientras nos acarician.





Día 201

(Árboles de colores en la villa)

Nos hemos levantado tarde y el sol calentaba la pradera hasta hacerla arder. Pequeñas nubes se reunían en el cielo y con ellas venía viento. Javi se ha aseado y ha desayunado mientras nosotras olisqueábamos y corríamos libres por la pradera. Durante un rato se ha nublado y el calor nos ha dado un respiro. Sin embargo Javi nos ha atado de improviso con la cadena bajo el camión y de ha marchado caminando por la gran carretera hacia abajo. Como ya conozco el truco de soñar lo que sus ojos ven me he tumbado a descansar y al pestañear ya me hallaba en su interior con el asombro terrible de andar a dos patas. Nos dirigimos así hacia la villa donde viven unos compañeros de trabajo de Javi. Allí nos aguardaba un rico asado de carne y la mejor hospitalidad. La barriada aparece cubierta por el polvo. Los niños van descalzos o en bicicleta y las niñas corren a esconderse cuando nos ven. Muchas casas están a medio hacer y sus tejados son de chapa como el de nuestra casa-chabola. Omar y Clarita nos reciben con amabilidad y nos ofrecen de comer y de beber. La pasamos muy bien porque es el cumpleaños de Clara y toda la familia lo celebra. Javi habla de la situación en España y todos lo miran sorprendidos. Un rato después nos despedimos y comenzamos a caminar por la villa. Buscamos la calle Mitre pero nos la pasamos. Unos chavales con aspecto chungo nos la indican y nos invitan a unos tragos de cerveza a cambio de un cigarro. Por fin, transpirados, llegamos a la calle mencionada, pues en ella Javi había quedado con otros amigos humanos para decorar un árbol con los niños y niñas de la villa. Han preparado telas de colores y cartulinas en las que los niños escribían o dibujaban sus deseos. Este tipo de actividades por lo visto son usuales en estas fechas, antes de que acabe el año. Ahora que estoy dentro de la mente de Javi tengo la capacidad de comprender el tiempo y por ello soy consciente de que el año está cerca de terminar. Como hace calor parece mentira, ya que en nuestra tierra ahora deberá hacer mucho frío.

El árbol queda en medio de la plaza colmado de deseos y sueños. La miseria y la pobreza lo rodea enbelleciéndolo con su contraste. Poco después caminamos de nuevo bajo el sol hacia la plaza de Escobar, que está pegada a la estación de ferrocarril. Allá nos sentamos con unos tipos que hacen artesanías en una feria y acabamos haciendo música con ellos. La tarde se consume y Javi tiene ganas de regresar. Compramos algo de comida y vamos a tomar el colectivo a la terminal. Los humanos deambulan y el generan un griterío imposible de descifrar. Ya en el autobús el aire nos da en la cara y es una delicia. Al llegar a la pradera de nuevo parpadeo y veo a Javi avanzar hacia nosotras para soltarnos. Ha sido un día maravilloso y pronto Javi se pondrá a teclear haciendo pequeñas pausas para sentarse en la puerta de la casa-Chabola para contemplar las estrellas distantes y la silueta de los árboles imponenetes, los cuales lucen mejor sin ningún deseo, libres de los vaivenes humanos, con su corazón de madera viva.



Día 202

(La pradera se quiebra)

Me ha despertado el sonido de un coche y varias voces humanas. Cuando me he puesto a gruñir Che ha alzado los ojos y me ha seguido. Después de asegurarnos de que había gente alrededor de la casa-chabola he comenzado a ladrar. Sobre el porqué Negro no ha ladrado sabríamos más tarde, pero tras el sobresalto de Javi, en el momento que ha abierto la puerta y hemos salido los tres nos hemos dado cuenta de lo que ocurría. Los amos de la pradera estaban allí y se llevaban a algunos de los animales. Sobre su brutalidad y malos sentimientos no merece la pena hablar. Se notaba que Javi se encontraba muy a disgusto y sus ojos se humedecían al entender que nuestro ecosistema se quebraba. Se han llevado a los patos, al pavo y a las gallinas. Han pedido ayuda a Javi para agarrar algún ganso pero se ha negado y se ha metido dentro de la casa-chabola para no ver lo que hacían. La pradera se ha quedado silenciosa y colmada de ausencia y vacío a su marcha. Los pollitos han quedado sin madre y piaban desconsolados. Y los bichos que que se han librado parecían ausentes, como si algo se hubiera roto en su interior.

Javi se ha ido a trabajar y nos ha dejado atadas debajo del camión junto a Negro. Yo podía oler en la lejanía su desilusión y una rabia creciente que la brisa traía hasta mi nariz. Cuando ha regresado se ha tumbado en la tela colgada entre los árboles y ha estado allí un buen rato. Nosotras en vez de correr y olisquear por la pradera nos hemos quedado tumbadas a su lado. Menos mal que poco después se ha animado porque un humano ha venido a buscarle en un coche y juntos se han ido por la gran carretera hacia abajo.

Ahora que ha vuelto, su viveza se torna de nuevo en desencanto. Los caballos se acercan a él para que les acaricie el hocico. Los burros se han echado cerca de los corralones donde los patos tenían sus nidos. Sus huevos están allí y se perderán sin remedio. Los pollitos pían incansables aunque ya con menos fuerza. Probablemente de esta noche no van a pasar y es como si llamaran ellos mismos a la muerte. Negro tiene los ojos llenos de legañas como si hubiera estado llorando. Tenía una relación muy íntima con las gallinas. Che ya podrá correr más a los patos y el pavo no habrá de esperar más a su compañera. Mañana no cantará el gallo al amanecer y la pradera habrá perdido parte de su color. Como tantas veces la armonía de un ecosistema sostenible ha sido quebrado por la mentalidad humana, por el egoísmo y la frustración. Javi reflexiona estas cuestiones mientras se fuma un pitillo y en silencio se lo cuenta a las estrellas distantes. Reniega de su propia especie y sin querer se le escapan las lágrimas.



Día 203

(Sin fe)

Javi se ha ido a trabajar con tristeza en la mirada. Todos estamos afectados por la ausencia que han dejado nuestros compañeros. Los pollitos han muerto y los gansos y los caballos tratan de proseguir con sus vidas al igual que nosotros. En la pradera, tostada y amarilleada por el sol, se respira la incertidumbre. El pony está de nuevo enfermo y las dos burras preñadas. Che y yo hemos salido de excursión por los caminos en busca de restos de basura pero hacía tanto calor que la hemos acortado. Pretendíamos llegar a la charca que se encuentra más allá de los campos de flores, aunque habrá de ser otro día en que la temperatura no sea tan alta.

Al volver a la pradera Javi ya se encontraba allí. Ha debido regresar del trabajo y marcharse sobre la bicicleta por la gran carretera pues se halla apoyada contra un árbol. Nos recibe alegre y nos ha traído arroz para comer, el cual ha repartido entre nosotras y Negro. Después se ha puesto a componer la casa-chabola y se ha tumbado a fumar un par de pitillos sobre la tela colgada entre los árboles. Más tarde ha comenzado a teclear en tanto nosotras cazábamos alguna rata o deambulábamos oliendo rastros por la pradera. Los árboles inconmensurables dan una sombra también inconmensurable en la que se refugian cientos de pájaros. Las abejas continúan construyendo su colmena y el zumbido de su muchedumbre suena a decenas de metros. Van y viene desde los campos de flores y es mejor no acercarse demasiado pues la defienden con el aguijón y por tanto con su vida.

Por la noche no ha bajado el calor y con el ventilador encendido Javi teclea. De cuando en cuando sale a fumar a la puerta de la casa-chabola y a contemplar las estrellas distantes. Ahora lo ha hecho porque ha escuchado un sonido y Che y yo hemos ladrado inquietas. Ha aparecido una de las gallinas, como si fuera un espejismo que todos celebramos presenciar. Escarba con sus patas alrededor de la caseta de Negro mientras éste mueve el rabo. Javi se acerca al corralón donde guarda el maíz y agarrando un par de puñados lo arroja por el suelo de la pradera para que nuestra hermana coma y se recupere del estrago del que por azar y picardía parece que se libró.

SEMANA 30

Día 204

(Nochebuena en la villa)

Después de sacar a los bichos, limpiar las cuadras, desayunar, asearse, ponernos de comer y componer la casa chabola, Javi se ha marchado a trabajar con los humanos especiales. Se ha levantado muy temprano, casi cuando el sol comenzaba a despuntar y convertía las sombras en claridad. El calor se ha notado durante la noche y la madrugada no se ha calmado. Che y yo nos hemos pasado la mañana a la sombra y como el resto de los animales nos acercábamos con frecuencia para beber de la charca.

Cuando Javi ha regresado se ha aseado de nuevo y nos ha atado con la cadena debajo del camión, marchándose al instante sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo. Yo tenía la impresión de que iba a tardar en volver y no me he equivocado porque el sol hora tras hora ha ido declinando hasta que primero el atardecer y después la hambrienta noche han conquistado el cielo de la pradera. Ha habido un momento en que han comenzado a escucharse sonidos de cohetes y petardos y yo he comenzado a temblar inquieta. En ese instante he pestañeado y he comenzado a ver a través de los ojos de Javi. Nos encontrábamos así en el patio de una casa muy humilde y nos acompañaban dos humanos compañeros de trabajo de Javi, Omar y Clarita, los cuales parecían muy contentos de su presencia, ignorando la mía. Como hacía mucho calor habían sacado el ventilador al patio y también la tele, pero era la música de la radio la que colmaba el ambiente de celebración. Clarita, cuando Omar se ausentaba para los preparativos, ha estado contando a Javi su historia, poblada de desilusiones, de muerte y frustración. Omar cuando bebe la pega y se gasta todo el dinero, como si el alcohol lo transformara. Clarita ha estado llorando y Javi la ha consolado con palabras y abrazos. Omar, las veces que Clarita se metía para la casa le refería su propia versión, su necesidad de disfrutar y de acostarse con otras mujeres. Ambos se quieren pero no se entienden, y es que el mundo de los humanos está lleno de estas relaciones de dependencia, afecto marchito e incoherencia. Luego hemos cenado pollo asado y una ensaladilla rusa. Clarita se ha estado acordando todo el tiempo de su nieto, el cual mataron hace unos meses de un disparo en la puerta de su casa. Las lágrimas mojan el plato, pero no deja de comer. Omar fumaba muchos cigarrillos y tiraba las colillas prendidas al suelo para que algunos sapos que deambulaban por allí se las comieran. Después de cenar el ambiente triste se ha distendido un poco. Ambos se han puesto a hablar de sus respectivas familias, que viven en entreríos, una provincia muy pobre del país situada unos cientos de kilómetros hacia el norte. Javi también ha estado hablando de la suya y la nostalgia gobernaba a los humanos. Más tarde han sacado de la nevera unas botellas de sidra, las han abierto y hemos brindado emocionados abrazándonos y mandándonos buenos deseos. En ese momento en la villa ha comenzado un estruendo de fuegos artificiales, música y desenfreno que coloreaba el cielo oscuro y henchía el aire de polvo y pólvora. Yo, como estaba dentro de Javi, no sentía miedo, y podía escuchar las explosiones de colores y los globos encendidos sin temblar. Luego hemos ido a brindar con el hijo de Clarita, su mujer y la hija de éstos en tanto los aparatos de música subían cada vez más el volumen y se oían gritos y algunos disparos de pistola. La noche loca acababa de comenzar. En la villa no se celebra la llegada del hijo de dios, se celebra la locura y la miseria de sus hijos, su ingente ignorancia ahogada en alcohol, marihuana y merca, familias en las que existe de igual modo un cariño inquebrantable y una violencia atroz. La carne asada se mezcla en la brisa con el olor del pasto que se quema. Cerca de las vías del tren se ha desatado un incendio que nadie tratará de apagar. Javi se ha despedido de sus amigos, agradecido de haber pasado con ellos la nochebuena, y éstos no han dejado de compartir con él todo lo que tenían haciéndole prometer incluso que en su próximo viaje a entreríos iría seguro con ellos.

Las calles de tierra de la villa son ahora un infierno terrible a las orillas del jardín de las delicias humanas. Varios coches aparecen ardiendo en las cunetas. Muchachos perdidos, con los ojos inyectados en alcohol y obscenidad, persiguen a las muchachas en sus motos para forzarlas mientras éstas se ríen inconscientes. Niños descalzos encienden petardos y queman con sus mecheros todo lo que encuentran a su paso. En las casas, las familias bailan y se ríen gastando aquello que no tienen y que mañana lamentarán con gritos y golpes.

Javi parece tener el don de la invisibilidad pues atravesamos todo este escenario sin ser vistos, tal vez protegidos por sus santos. Sólo una muchacha linda nos hace un gesto de invitarnos a un trago pero Javi lo obvia y sigue pedaleando hasta desaparecer. Cuando salimos de la villa y Javi se enciende un pitillo de yerba para respirar aliviado, vuelve la vista atrás y parece como si ardiera por los cuatro costados. Siempre se fabrican muertos en este desenfreno sin control. Las familias humildes se rebelan de esta forma al atropello de un mundo que les da la espalda. La sirena de los bomberos y la policía suenan y pronto llegarán pero no para poner orden. El tiro que mató al nieto de Clarita en estas fechas el año pasado salió del arma de un policía. Y es que los humildes de tantísimas villas, en nochebuena, disparan sus armas y sus sueños al cielo, para matar sin saberlo al de arriba; pero como los amos se angustian y reflejan en él, envían allí a quienes lo hacen concienzudamente hacia abajo, al corazón y a la cabeza para asegurarse.



Día 205

(Navidad sin luz ni agua)

Y después de la nochebuena llega la Navidad. Aunque Javi no cree en estas cuestiones humanas y por primera vez en su vida se siente liberado de las responsabilidades que conllevan, colmadas de tradiciones afectivas y engaños. Por respeto a los suyos y más que nada para poder hablar con todos ellos reunidos, saludarles y contarles, ha ido hasta la gasolinera sobre la bicicleta y por ello ha regresado con los ojos muy brillantes; contento y triste a un tiempo. No obstante ha pasado el día como el resto de los animales, ocupado en sus quehaceres, reformulando el ecosistema roto, tecleando y descansando a ratos. Che y yo aparte de alguna excursión corta que los cuarenta grados de temperatura han ceñido no nos hemos movido de la sombra de debajo del camión y del interior de la casa-chabola.

Ahora huelo el pensamiento de Javi y éste recorre una hilera de situaciones humanas que corresponden a contextos de acá. Al parecer desde hace días están sucediéndose apagones de luz y cortes de agua en muchos lugares del país y sobre todo en la gran ciudad. Barrios y villas quedan a oscuras y las familias se desesperan por el calor y la desmaña de los responsables. Los ventiladores y heladeras no funcionan y no hay ni siquiera agua corriente para el aseo. Ayer, en la televisión de Omar y Clarita, los noticiarios hablaban de estas incidencias. Los vecinos y ciudadanos, golpeando cacerolas y ollas salían de sus casas y tomaban las calles, cortándolas al tráfico, quemando neumáticos, contenedores de basura e incluso vehículos para protestar y elevar su voz a las autoridades. Por lo visto ya había habido algún muerto en varios enfrentamientos con la policía y llevaban así casi una semana. Javi lo piensa porque esta tarde se ha ido la luz en la casa-chabola un par de horas y se temía que iba a ser así durante toda la noche. Por suerte sólo ha sido un rato. No obstante su reflexión le lleva a la cuestión social oculta, del mismo modo que lo hacía en nuestra tierra, y su mente concluye. Las grandes empresas encargadas del bienestar del pueblo, en alianza con el gobierno, bajo pago, usufructo y ganancia, utilizan estas fechas especiales, para putear a la gente, aludiendo a la carestía de las infraestructuras, al aumento excesivo del consumo y la demanda, y todo, para que unos meses, cuando nadie se acuerde ya de los muertos y las tragedias, producto de una resiliencia facultada y beneficiosa para esos amos, aumenten las tarifas y por tanto las facturas. La misma historia de siempre, María y José y el niño Jesús que está en la cuna, pero en el otro lado del mundo.



Día 206

(Descanso y recuperación de todo)

Tras estos días viene bien un poquito de descanso, hacer un pequeño paréntesis y dilatar las horas, con el susto de otro corte de luz, aunque más largo, y Javi comiéndose a destajo todo lo que hay en la nevera para que no se pierda, cuestión que Che, Negro y yo hemos aprovechado para darnos un tremendo festín.

No sabría distinguir las horas que he estado despierta de las que dormitaba. Recuerdo alguna carrera hasta el alambrado para ladrar a un grupo de perros que trataban de entrar, las caricias que me daba Javi desde la tela colgada entre los árboles, la sed imposible que de cuando en cuando me hacía ir hasta el cubo y hundir mi hocico.

Por la tarde el cielo de la pradera se ha cubierto de sábanas de nubes, pero no ha llovido nada. Las formaba el mismo calor que lo la mañana atraía a las moscas. No podemos así esta noche ver las estrellas distantes, y mientras Javi teclea en su pantalla, escuchamos la música de sus santos, Che completamente dormida, y yo, con un ojo abierto y otro cerrado.



Día 207

(Calor insoportable)

Y entonces el sol. Huelo los pensamientos de Javi y éstos dicen que el sol de acá puede ser muy peligroso. Le veo ponerse una crema antes de montar a Pepe, y me sorprende porque nunca antes le vi hacerlo. Es media tarde y debería calentar menos, pero al parecer casi sobre nosotros hay un agujero en las capas altas de la atmósfera, agujero que la contaminación de los humanos ha ido provocando con años, haciendo que el ozono, protector natural de los rayos del sol, se desvanezca. El pensamiento de Javi se desliza por las irracional complejidad de las sociedades humanas, que destruyen su futuro y el de sus hijos, por transformar su presente en un cercano e inútil paraíso artificial.

Esta mañana ha caldeado la tierra y el metal, lo sé porque me he subido a olisquear a uno de los camiones y he salido escaldada de las patas, tanto, que me he tenido que meter derechita en la charca y untarme con el barro.

Javi apenas ha salido de la casa-chabola hoy. En cuanto lo hacía comenzaba a sudar y ni siquiera en la sombra se estaba bien pues no corría ni una pizca de aire. Los árboles inconmensurables parecían también asfixiados y como en un otoño prematuro sus hojas se están secando y poniéndose de color amarillo. Los pájaros no han volado en este cielo infernal, los gansos no se han movido de la sombra más cercana a la charca, los caballos, los burros y el pony son los únicos aún resisten y sin cesar han continuado su rutina de segar la hierba. Por la tarde han aparecido de nuevo las nubes y de nuevo ha habido un corte de luz. Pero como no quedaba casi nada en la nevera hoy no ha habido atracón aunque sí que ha venido la lluvia. Han sido unos minutos, pero suficientes para refrescar el ambiente y para una brisa leve comenzara a soplar desde el norte. Javi en un par de horas empezará a teclear como siempre y a fumar muchos pitillos de yerba para sublimar sus propios sentimientos descalzos.

No obstante ahora se sube a Pepe, después de que las nubes se hayan disipado y de nuevo el sol consigne su devenir. Che y yo correteamos para escapar a los contiguos campos de flores y buscar algún bonito tesoro medio podrido en tanto Javi talonea a Pepe y susurrándole cositas lindas al oído vuela con él de un lado al otro de la pradera.



Día 208

(La pradera comienza a secarse)

Hoy ha sido otro día de descanso. Este es el cuarto día que Javi no va a trabajar con los humanos especiales y casi resulta extraño. Los podemos oler y a veces oír desde aquí, pero una distancia mental absoluta nos hace desconectar del rumbo cotidiano. Nuevamente el sol ha asomado con fuerza entre los árboles y comienza a secar toda la pradera. Los colores verdes se van apagando y emerge el amarillo. Por las orillas, en el alambre crecen muchos cardos y unas plantas que expulsan un aroma penetrante que se queda flotando a su alrededor. El verano ha empezado con fuerza y en los pensamientos de Javi así como en los míos surge la pregunta de si aún se habrá de intensificar. Los humanos de esta tierra, al igual que los perros, como Che o Negro, y el resto de los animales parecen acostumbrados, sin embargo nosotros traspiramos, se nos cae el pelo y no podemos dejar de beber.

Esta mañana Javi se ha ido temprano en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha regresado apenas una hora después cargado de bolsas de comida, pues apenas teníamos ya existencias. Por suerte no ha habido cortes de luz, aunque mi instinto perruno y mi naturaleza voraz pugnaban en mi interior por salir y por ello de cuando en cuando acudía a la casa chabola para comprobar si las bombillas estaban encendidas. Negro apenas se ha movido de su caseta y Javi le ha mojado con la manguera para refrescarle. No debe estar muy acostumbrado porque ha metido el rabo entre las piernas y cuando ha terminado se ha rebozado con el barro. Che y yo tampoco nos hemos librado del manguerazo aunque ha sido leve, ya que en cuanto lo hemos sentido hemos echado patas y nos hemos ido a refugiar bajo los árboles inconmensurables, quedándonos allí un buen rato por temor que al volver Javi estuviera en las mismas.

Por la tarde Javi nos ha puesto de comer unos cuencos de arroz con verduras que nos relamíamos y luego se ha puesto a teclear hasta que se ha hecho de noche. Estaba muy contento y le brillaban mucho los ojos. El descanso y el trabajo de teclear le hacen bien, y a nosotras también, pues de este modo pasamos más tiempo juntos.

Como las nubes no ha celebrado concilio, ahora, ya de noche, podemos contemplar todos las estrellas distantes y rezumar nostalgia por la piel. Javi se fuma un pitillo colgado sobre la tela pensando en los suyos y repasando todas las cosas que aún nos quedan por hacer y las aventuras que nos aguardan en las próximas semanas. A estas horas la pradera todavía parece verde, tal vez porque nuestros ojos se encontraban acostumbrados a dicho color y ahora que está todo oscuro es el que nuestra imaginación utiliza. Che y yo nos acurrucamos juntas bajo la mesa de la entrada. Aquí la tierra está más fresca aunque comienzan a molestarnos a todos los mosquitos.



Día 209

(Una visita inesperada)

Quinto día y Javi ha amanecido alegre y despejado. Tanto que desde por la mañana tenía ganas de jugar con todos. Ha corrido con Che, con Negro y conmigo por la pradera, ha dado de comer a los gansos pero poniéndoles obstáculos y pruebas para comprender cómo las resolvían, se ha ganado a las burras preñadas y éstas le han dejado que colocara su oído en sus tripas para escuchar la vida que crece dentro de ellas, ha montado a Pepe y luego le ha estado mojando con la manguera y cepillando y hasta el caballo arisco se ha dejado acariciar durante un rato. Todos los animales le seguíamos pues su espíritu libre se hallaba muy cerca del nuestro. Casi no importaba el sol ni el calor ni nada. La pradera recupera lentamente su armonía y los que quedamos tratamos de convivir sin miedos ni incertidumbres, día a día.

Las horas han transcurrido en estas cosas, paralelamente a un mundo ajeno que aquí llega por descuidos. La gran carretera parece un lienzo en el fondo, que aunque se mueve, nunca deja de representar lo mismo. Los árboles inconmensurables tienen la capacidad de limpiar el aire que nos envuelve y los bichos de desvanecer las divergencias humanas. Hoy ha sido un día muy feliz y más incluso cuando de pronto ha aparecido por el portón de la entrada una humana de sorpresa, que vivía en el sitio de los perros, la cual siempre sonríe, trayendo en sus manos varios tambores y un cajón flamenco como los que Javi fabricaba y tocaba en su tierra. Después de saludarse y charlar un poco, y que Javi ajustara las cuerdas de la tapa, se han puesto a tocar y la pradera se ha llenado de ritmo. Cada uno aportaba los que conocía, con acentos diferentes, pero lo bonito es que su conversación fluía, tanto que todos los bichos hemos terminado por acercarnos. Ha sido muy curioso ver cómo los animales rodeábamos a los humanos y escuchábamos este lenguaje que obtuvieron de la naturaleza que les rodeaba. Los perros lo entendemos mejor que otras especies pues llevamos con ellos más tiempo y sabemos de sus bellas locuras. Sin embargo hoy hasta los pájaros y las ratas han parado sus quehaceres para escuchar los buenos sentimientos que de allí surgían.

La humana se ha ido al caer la noche y Javi ha preparado la cena. Antes ha encerrado a los animales y todos han entrado en los corralones muy tranquilos. Las nubes de tormenta se han ido acercando por el norte, iluminando un cielo denso y cargado de humedad. La pradera se hallaba magnetizada y en el aire se notaba una especie de electricidad visible y olorosa.

Ahora Javi teclea sin descanso y sonríe. Sus ojos brillan con intensidad. Che y yo dormitamos sobre el colchón de gomaespuma. El ventilador nos protege de los mosquitos y la casa-chabola respira frescura y paz, porque afuera llueve.



Día 210

(Compendio)

Las cuerdas y las campanas decoran la casa-chabola en estas navidades surrealistas en las que nuestra rebeldía ha logrado desgranar el presente para someterlas a nuestro antojo. El invento es imprevisible. Javi establece los límites y el cariño. La pradera sobrevive a sus crisis y pronto vendrán nuevas etapas y nuevas aventuras. Los humanos especiales extienden su olor hasta aquí y los sueños brotan sobre la hierba mientras ésta se marchita. La suerte es que Pepe existe para volar y por supuesto Che con toda su inocencia y su bondad. Negro es un espíritu antiguo que permanece unido a la tierra y los árboles inconmensurables representan una puerta al otro mundo. Hace tanto calor que es sublime y las nubes cada tarde aparecen iniciando una protesta en el cielo y desaparecer después cantando. Javi se encuentra muy sólo pero no parece importarle. Teclea e inventa sus historias bajo el influjo del futuro que busca y la luz tranquila de las estrellas distantes. Las incertidumbres se aplacan y no tienen capacidad para hacernos ningún daño. Vivimos al día sin esperar nada a cambio salvo aquellos ciclos en los que estamos implicados con el cuerpo y la mente. Nuestra fortaleza crece en la unión y cada vez nos brillan más los ojos. Asumimos el todo complejo que nos rodea para descubrir que somos insignificantes y lindos, humildes y claros, y a veces logramos retener la felicidad en nuestras pestañas. Ya aprendimos también a sentir la nostalgia y a transformarla en amor. Soñamos con nuestra tierra y rezamos a nuestros santos para que todo allí ande y se sostenga. Necesitamos muy poco para estar contentos porque con la tristeza forjamos un tirabuzón de armonías que hace del egoísmo un imposible y de la solidaridad el haz de materia y esperanza que nos gusta.

Javi me acaricia como si supiera que soy ahora portavoz de nuestras emociones. Quién me hubiera dicho que viajaría al otro lado del planeta para conocer el universo que bulle en mi interior y todas aquellas cosas que me conectan con los humanos. Su mirada es la mía. Y esta concepción de la realidad es un estado excepcional para seguir caminando y asimilando cuestiones indistintas de la vida.

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