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sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 14 de enero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 32)

SEMANA 32

Día 218

(Introspección)

Despierto. Tengo sed y voy al cubo. Javi abre la puerta y Che y yo salimos disparadas a la pradera. Los gansos, los caballos, los burros, el pony, vienen poco después. El pato y las dos gallinas han sido los bichos más madrugadores. Javi llega para el reparto mientras la charca se llena de agua. Hace calor. El sol es intenso y seca el leve rocío que ha dejado la noche. Las últimas lluvias han vuelto a tiznar de verde la hierba y los árboles imponentes han crecido un centímetro más.

Javi se va a trabajar y nosotras nos hallamos por el fondo. La cadena resulta ahora un sueño que logramos evitar. Los vehículos fluyen por la gran carretera como si fueran la sangre temporal humana. Nos la pasamos oliendo rastros y buscando restos de comida por los campos contiguos y por los de flores. Las horas transcurren tranquilas en tanto aguardamos el regreso de Javi. El cielo va colmándose de nubes que poco a poco se cierran sobre nosotras. Una paz frágil flota sobre los pájaros de colores que se reúnen en las ramas de un árbol, ese bajo el que Negro descansa y se pudre. Ahora logramos cazar una rata pero decidimos no devorarla. En cambio la abandonamos en la entrada de sus túneles a modo de advertencia. Javi vuelve por el portón con la bicicleta. Sus ojos brillan tanto que los puedo oler desde aquí. Nos acaricia y dice los mimos que nos gustan y entra en la casa-chabola para teclear. Che y yo nos tumbamos sobre la tierra. Escarbamos antes para encontrarla más fresca y al abrir de nuevo los ojos el sol cae sobre la pradera, los colores se intensifican y Javi se cuelga como siempre sobre la tela. Cuando la noche nos envuelve y los mosquitos empiezan su invasión cotidiana, Javi se fuma un pitillo contemplando las estrellas distantes. Huelo su nostalgia y sus pensamientos teledirigidos sobre el océano. Después prepara la cena. Prende el ventilador, se echa el spray, se da la pomada sobre sus santos, come algo, nos invita, teclea un rato más, y más tarde, desde el colchón de gomaespuma puedo oler sus sueños en su descanso, unos idean nuevas libertades, otros definen la alegría, algunos concilian a los suyos, y los menos claudican al futuro migratorio que se alza cargado de adversidades. Sobre el tejado de chapa de la casa-chabola golpean las gotas de agua que trae la tormenta. Javi sonríe dormido. Son palmas y tambores en una fiesta que le da la bienvenida.

Día 219

(El espíritu de Negro)

Esta noche todos le oímos ladrar como hacía siempre que algo o alguien acechaba por los caminos o el alambre. Javi se ha levantado incluso de la cama y pero al abrir la puerta de la casa-chabola y mirar en su caseta, ésta se encontraba vacía. Sabemos que se trataba del espíritu de Negro, el cual, por no perder su utilidad, sigue amparándonos cuando quiere.

Che y yo podemos verle. A veces descansa en su caseta o debajo del camión y otras corre al fin libre por la pradera. Tiene los ojos llenos de moscas y la misma bondad en sus gestos. Javi se extraña cada vez que observa su cuerda y su collar en distintos lugares, y le siente cerca, aunque no puede verle ni olerle como nosotras.

Si pudiera hacerlo vería que otros animales nos rodean, también humanos. En la pradera hay ovejas, caballos, y otros más antiguos y desconocidos. El más extraño es un pez enorme, de muchos metros de largo, cuyo cuerpo yace entre los árboles imponentes. Cuando llueve puede moverse bajo la tierra, formando túneles muy profundos.

Y es que Negro no es el único espíritu errante que nos rodea, eso sí, es el más querido y añorado.



Día 230

(El aguinaldo)

El aguinaldo. ¿Qué podrá ser?... Esto ha clamado el pensamiento de Javi desde que ha vuelto de trabajar, olía letra a letra… a-g-u-i-n-a-l-d-o… Ha llegado de este modo contento y a la vez rabioso, porque le han dado un dinero que le debían y se siente absurdo. Se ha aseado, se ha cambiado y se ha marchado sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo.

Sé que dentro de un rato aparecerá cargado con bolsas de comiday nosotras tendremos un regalo. Esta noche cenaremos bien y engrosa el suelo y la tierra debajo de los ladrillos, nuestro banco. Sé también que estamos ahorrando para algo y que Javi se esfuerza mucho en trab ajar cuanto puede para que ese algo esté pronto al alcance. A veces huelo los pesos y pienso en caballos, otras me imagino una enorme cordillera y un desierto, otras una bonita casa con un jatdín y una parrilla, y otras me veo de nuevo en las tripas del pájaro de hierro temblando de miedo para volver a casa.



Día 231

(Soy perra, sí)

Qué importa el lugar sin la sensación de estar haciendo lo que uno debe hacer. Los perros en eso lo tenemos más fácil que los humanos. Estemos donde estemos nada nos soborna ni nos condiciona, salvo las circunstancias propias, la próxima comida o el refugio donde pasar la noche. Cuando tenemos humano al que seguir todo cambia. Nos unimos a él, a sus circunstancias, pensamientos, sentimientos, vivencias y otras locuras. De pronto tenemos que viajar al otro lado del mundo para que él pueda realizar eso que ellos llaman sueño, como si en nuestra tierra, en la que nacimos y vivimos siempre no se pudiera ahora. Eso debe ser, cosa del tiempo, del momento particular y la situación social humana. Un perro parece dado a sobrevivir en cualquier sitio… Un humano siempre puede emigrar y probar suerte.

El caso es que aquí estoy, perra migratoria y enamorad, dispuesta a seguirle a donde sea, a reconvertir mi vida las veces que hagan falta, porque no hay nada que reconvertir. Cuando tengo ganas de orinar busco un poste o una planta y la marco con mi olor. Cuando tengo hambre me acerco hasta su mano y si no veo nada me voy a encontrarlo. Cuando necesito mimos le miro a los ojos y si él me necesita le chupo con la lengua moviendo el rabo.

Los seres humanos se complican tanto. Los perros no.



Día 232

(Dependencia a la luz)

Javi se ha levantado nervioso. Anoche se acostó tarde, por teclear, y al parecer se ha dormido. Se ha ido sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo, con los pensamientos dirigidos hacia los amos de la pradera. Por lo olido, si no pagan los recibos atrasados de la luz van a cortar el suministro y nos quedaríamos de vuelta tirados, no tanto nosotras, pero absolutamente él.

Sin luz no funcionaría el ventilador y se nos comerían los mosquitos, no podría conservar comida en la nevera ni tener agua fría, no podría enchufar el calefón para la ducha y el aseo, ni mucho menos teclear en su pantalla. El asunto es grave y aunque ha regresado algo más aliviado, tiene, como los humanos dicen, la mosca detrás de la oreja. Se destapa la dependencia de los humanos por su propia tecnología. Y en esto Javi no se desprende. Lo hizo de la televisión y de otras comodidades adictivas. No obstante la falta de corriente de luz, hoy se ha demostrado, alteraría por completo la vida de Javi, cuestión que le ha dejado con una especie de sentimiento de fragilidad que se tornaba en absurdo.

Tal vez por ello el día ha trascurrido con sobresaltos continuos. Los sentimientos en sí se contagian. Che se ha lastimado la pata, y a su vez ha arañado el tatuaje de la Santa Muerte del brazo de Javi. Yo me he hecho una herida en una oreja y el burro macho anda cojo porque uno de los caballos le dio una coz. El único huevo que había Javi lo ha dejado caer y se lo han comido las propias gallinas, y encima se ha roto la bomba de agua, aunque por suerte Javi ha logrado arreglarla ignorando cómo.

Turbados, nos hemos ido a dormir, un poco nerviosos por si algo nuevo ocurría antes de encontrar nuestro merecido descanso.

Y como Javi no se puede dormir, último acontecimiento en este día extraño, sale fuera de la casa-chabola mientras sonríe recordando todo lo ocurrido, lo que podría sin duda ocurrir, para observar nostálgico e intranquilo las estrellas distantes del cielo y pedirles por favor una tregua para que nos permita tomar aire.



Día 233

(De la nada a la nada)

De la nada comenzamos y en ella acabaremos cualquier día. Javi restringe sus convicciones cavilando y las simplifica al tran tran. Su suerte somos nosotras, Che y yo saliendo por la puerta de la casa-chabola para correr libres por la pradera, su determinación para preservar la magia, para abrirse camino en el mundo, en este mundo en gran medida desconocido. La cuestión es saber atravesar las horas inmediatas y construir un sentido nuevo a cada instante. Marchar así sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba, salir a los campos contiguos, olisquear, comer, teclear, marcar con orín, escribir poesías, tumbarnos a la sombra o sobre la tela entre los árboles, subir en el vehículo colectivo, beber agua, vino, jugo, rascarnos las orejas, fumar pitillos, admitiendo lo improbable para acariciar lo extraño.

Esta jornada ha sido de descanso. La temperatura ha acompañado para ello. Ha estado soplando viento desde el sur zarandeando las ramas y levantando torbellinos de polvo. Ahora nos entra el sueño esperado, casi demasiado tarde, y de este modo sólo por la noche pretendemos dormir. Javi teclea y nosotras nos entretenemos royendo algunos huesos viejos.

Las estrellas distantes brillan en el cielo y en nuestros ojos. Hay momentos en los que todo parece estar bien y que la vida viene dada a nuestro favor, y otros en lo que semeja andar torcida, como si el mundo conspirara contra nuestros sentimientos y sueños. Todo resulta paradójicamente inestable. Pero no es nunca ni de un manera ni de otra; casi siempre es una mezcla de los dos que nosotros alimentamos con nuestro carácter y nuestras esperanzas.

De la nada a la nada. Es nuestro destino. Sin embargo cuán valioso es llenar el intervalo de luz, cariño y color.



Día 234

(Resurrección poética)

Es precisamente el optimismo improvisado lo más consistente si se da. Javi ha soltado a los animales, ha llenado la charca, los ha echado de comer, ha desayunado más despacio que otros días, un té y unas tostadas de pan, aceite y azúcar, y se ha marchado a trabajar con los humanos especiales. Che y yo hemos vagado todo el día por donde hemos querido. Hemos llegado incluso al pequeño lago que se encuentra al final de los caminos de tierra , donde nos hemos juntado con un grupo de compañeros perros muy simpáticos que sin embargo han desaparecido después sin despedirse.

Hemos vuelto prácticamente a la vez que Javi. Se ha puesto a jugar un rato con nosotras y después a escribir poesías en una libreta. No entiendo el por qué, pero las poesías de Javi se me revelan en la mente de un modo directo, como si fueran caricias o imágenes. No ocurre así cuando escribe historias o cuando teclea en su pantalla. Una de las poesías de hoy decía…



Te alcancé en el último momento antes de irme/ no dio tiempo a despertar en nosotros costumbres/ ni rastros antiguos. Vivimos sumidos en una completa dulzura/ porque nuestro afecto caducaría temprano/ a la vuelta de una esquina concreta/ de un paisaje y una ilusión que se sostenía.

han pasado los meses/ sobre nuestra historia/ y ambos hemos conseguido corregir la tristeza y su recinto/ la terca nostalgia que aflora algunos días/ cuando entre las ramas de lo imprevisible/ recordamos el porqué de todo esto/nuestro mundo hecho trizas necesarias.

y así nos contamos los amores nuevos/ los distintos acoples de la rutina/ el universo abandonado y el cosmos desconocido/ los hermanados esfuerzos con miradas/ a través de la tibia tecnología/ disimulando en lo posible lo amargo/ disimulando también un poco lo mejor.

quiero que entiendas que nada ni nadie te sustituye/ al igual que mi tierra chica/ no la cambio por ninguna.

hay un océano enorme que nos separa/ es tan sencillo/ probemos a tocar a la vez las dos orillas/ y entendamos quizá que esa distancia desde luego nos une.



Hoy no ha tecleado ni se ha tumbado sobre la tela. En cambio nos ha hecho fotos a todos y parecía risueño sin motivo. Cuando he olido sus pensamientos no había nada en especial allí que obrara para permitirle este estado.

Tal vez es que el calor insoportable se ha templado, o que la Santa Muerte le explica desde su brazo lo ocurrido con Negro, o que ayer terminó un nuevo capituló de su sueño utópico, o que percibe una leve mejoría en la situación a la que se enfrenta nuestra tierra querida y los corazones de quienes la habitan.

Todo esto le alegra. Pero en verdad este optimismo suyo, esta resurrección primitiva y casi salvaje, hay que agradecérsela sin duda, a esta nueva etapa de su poética rebelde.

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