eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 28 de enero de 2014

Diario de un perra en Argentina (Semanas 33 y 34)

SEMANA 33

Día 225

(La Matanza)

Nos han despertado los ladridos del compañero Negro, el cual ha debido interrumpir su descanso eterno. Inmediatamente Che y yo hemos comenzado a ladrar, pero ha sido demasiado tarde para avisar a Javi, que ha salido asustado por la puerta de la casa-chabola para contemplar cómo varios perros, formando una jauría asesina, mataban a los gansos sin tregua, tiñendo de sangre la luna, después de abrir el corralón y acorralarlos. Sombras negras persiguiendo a blancas alas entre gritos desesperados que pedían auxilio.

Ha agarrado entonces el machete, y gritando ha ido hacia los perros que huían perseguidos por nosotras y por el espíritu del que fuera nuestro guardián. El jefe se ha vuelto para mostrarle los dientes a Javi y aún ha logrado matar a una hembra de las más jóvenes quebrándole el cuello. Ichi y yo nos agarrábamos en ese momento en una pelea frenética. Eran seis y salvo el jefe todos se han dispersado. Javi lo ha matado de un machetazo en la cabeza cuando se disponía a morderle. Tenía la cara desencajada y su corazón bombeaba rabia. A Che le han lastimado los otros una pata, dejándola coja, y a mí me han hecho un desgarrón en la oreja. Había tantos gansos muertos en la pradera que por un momento hemos pensado que no quedaba ninguno vivo. No obstante, poco a poco han ido apareciendo, unos con las alas ensangrentadas o con las patas lastimadas, temblando de miedo y estrago.

Los perros han tratado de entrar de nuevo varias veces antes del amanecer, por lo que hemos estado velando toda la noche los límites de la pradera. Al alba Javi ha subido sus cuerpos en la carretilla y los ha llevado a uno de los rincones del fondo. Allí los ha enterrado, aunque al perro lo ha dejado cerca del portón para el resto de perros lo vieran y entendieran el mensaje. Después ha tenido que irse a trabajar y se ha llevado la bicicleta. Llevaba la cara triste, presa de una angustia ininteligible. No salimos de una y estamos en otra. El comienzo del año está resultando difícil, lleno de pequeñas desgracias y sorpresas amargas.

Las horas han pasado en la pradera muy despacio. Todos los bichos estábamos de algún modo afectados por lo ocurrido y se respiraba en el aire esta nueva tragedia para el ecosistema. Los pájaros de colores cantaban una canción distinta a la habitual y las gallinas no han salido ni un momento a picotear por el suelo.

Javi ha regresado del trabajo con los ojos humedecidos y rojos. No sé cómo habrá podido aguantar. Olía a violencia y confusión. Se ha encontrado enseguida otros tres gansos muertos entre los heridos y sin ganas se ha puesto a reforzar el corralón temiendo que los perros regresen esta noche. De treinta y siete gansos ya sólo quedan vivos diecinueve. Ahora sus espíritus se unirán al del compañero Negro y errarán felices comiendo pasto y bañándose en la charca.

Y es que entre los perros también puede haber odio. La necesidad y la ignorancia, unida al desarraigo con los humanos que los abandonan a su suerte, provocan esta la falta de empatía con las otras especies. La noche va llegando y cubre con un manto de oscuridad semejante al que envuelve nuestros corazones. Sin ganas comemos algo y Javi intenta inútilmente teclear. Che se ha quedado fuera de la casa-chabola para vigilar el corralón y la pradera y yo me acerco a la cama con Javi para lamer su sufrimiento y para que él acaricie con sus manos el mío.



Día 226

(Heridas que supuran)

Han continuado muriendo algunos gansos del clan de la pradera, aunque por la mañana han aparecido cuatro de los más jóvenes. Es como si los viejos hubieran protegido a los más jóvenes durante el ataque permitiéndoles escapar de la muerte. La tristeza es inmensa y la expresan los ojos enrojecidos de Javi que transcienden nuestras miradas.

Cuando ha regresado del trabajo ha conducido a los sobrevivientes al corralón. Se ha llevado a los difuntos y ha traído a los vivos, como si de un barquero entre la vida y la muerte se tratara. A esto olían sus pensamientos. La pradera parece nevada en la dispersión de las plumas blancas y el calor lo convierte todo en un invierno inventado de pesadilla. Javi ha mimado las heridas y ha tratado de curar sus heridas recibiendo varios picotazos medrosos. Los sobrevivientes han formado un círculo al fondo del corralón y no se han movido de allí. No quieren comer ni beber, las moscan rodean a los más enfermos señalando su desenlace, pero los ilesos permanecen junto a ellos pues su vínculo les llevarán a estar unidos hasta el fin. El atardecer nos ha sorprendido pronto, como si la jornada se hubiera reducido para aliviar su carga terrible.

Ahora Javi no puede teclear y su aura se torna oscura. Sus impulsos autodestructivos la dominan. No come ni bebe ni bebe como los gansos aunque fuma. El perro muerto permanece a la vista de los demás junto al portón. Che y yo nos tumbamos en el colchón de gomaespuma sin hacer ruido. Porque cuando el corazón humano se cura se vuelve por instantes violento. Mientras en su trasformación busca la luz al final del túnel para regresar y el cariño que la vida le arrebata sin querer.



Día 227

(La voz)

Hay que continuar. No hay otra. Javi soñó anoche con una voz profunda que salía de su interior; y nosotras también la soñamos. Decía incalculables cariños y tenía el rostro de su abuelo Joaquín. Javi es uno de esos humanos que no cree en dios, porque no le hace falta, ya que cree en todos los seres y en el universo que pueblan. La voz era su misma conciencia que le advertía y para ubicarle de nuevo en el camino. Ha soñado también con los suyos, con su familia y amigos.

Al despertar ha ido a enterrar al perro que mató la noche de la matanza, porque entiende que lo hizo en un arrebato irracional que ahora le duele. Defendía a los gansos, sí, pero dicha defensa ya no le vale, le parece demasiado simple. Está claro que los perros no deberían haber entrado en la pradera y en corralón, que no deberían haber matado a los indefensos gansos, pues no se llevaron si quiera sus cuerpos, no fue por hambre, sino por el placer o el juego de matar. Sin embargo estos juegos están en nuestra naturaleza. Yo también he sentido ese impulso alguna vez al cazar algún conejo o un pájaro. Tampoco ahora devoro a las ratas, aunque con Javi y aquí aprendí a controlar mis instintos. Si esos perros vivieran aquí no hubieran dañado al igual que Che y yo no los dañamos. La convivencia establece los vínculos para que el ecosistema se sostenga; por eso es bueno convivir. En equilibrio las muertes son necesarias, pero en desequilibrio la balanza de la vida se rompe, se diluye. En las situaciones desesperadas actuamos con una voluntad interior, con una conciencia primitiva. Esa voz, en los seres humanos es un guerrero cazador dispuesto a todo para preservar la especie. La noche de la matanza fue ésta quien le hablaba a Javi. Hoy enmudece porque su tiempo pasó. Todas viven juntas en su interior y la convivencia las salva de sí mismas.

Ahora Javi medita sobre la realidad de las guerras y los conflictos humanos, cuando el contexto los obliga a matar para que no los maten, para defender la frágil libertad adquirida, o para alcanzarla. Qué tipo de conciencia aparecerá en ese estado y que rostro traerá para hablarle.



Día 228

(Sin Luz)

No ayuda que ahora nos corten la luz. Desde anoche estamos sin energía como aquellos días antes que terminara el año. Javi no puede sacar agua del pozo, ni lavar la ropa, fregar los cacharros o limpiar la casa-chabola. La nevera no funciona, ni puede enchufar el ventilador o encender la pantalla tecleadora. De noche las bombillas no funcionan y Javi enciende velas. Ha tenido que dormir en la tela colgada entre los árboles, envuelto en una sábana y untado de la cabeza a los pies de spray antimosquitos. El calor ha sido terrible y apenas nos hemos movido del camión. Javi se ha marchado sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba para comprar varias botellas de agua. Al regresar las ha compartido con todos los bichos. Los gansos no quieren salir del corralón y ha muerto otro. Estaba ahí, entre sus compañeros vivos que le velaban.

Las horas han trascurrido lentas y Javi olí a puro desencanto. Ni siquiera la llamada de Laurita desde el cielo lejano de nuestra tierra ha logrado animarle un poco. Un relente de tristeza lo ha agarrado el corazón y aprieta. Más tarde se ha ido charlar con uno de nuestros vecinos, Jorge, un humano viejo que vive al cuidado de un pequeño almacén de camiones. Con él viven León y Princesa, compañeros perros que nunca salen de allí y a veces podemos oler al otro lado de la valla. Tiene también cuatro caballos en un terreno en la parte de atrás. León es enorme, su presencia impone y Josefa tiene el cuerpo blanco lleno de lunares negros. Estando con ellos, los humanos tomando mate, ha regresado la luz. Las farolas de la calle se han encendido en tanto el sol empezaba a ocultarse.

Ahora mientras nosotras descansamos en nuestros colchones de gomaespuma Javi teclea incansable. Fuma concentrado, exprimiendo sus neuronas y desatando la expresividad necesaria. En el corralón los gansos se recuperan. La nevera enfría el agua y conserva los alimentos y el ventilador mantiene a raya a los mosquitos. Sus ojos brillan mientras escribe, y la noche le conduce hacia los sueños y sus desvelos.



Día 229

(Optimismo nuevo)

Qué hacer si los sueños nos atrapan, si se vuelven contra nosotros, si por instantes pierden su sentido. Lo más sencillo es recordar el comienzo. Saber y comprender el porqué de su concepción y luchar con humildad para alzarlos entre los escombros. Quién dijo que todo sería fácil, que no habrían de venir días amargos con sus correspondientes tragedias. La muerte ha llegado para mostrar la realidad de la vida y por ella todos aprendemos la mejor lección. Lo más importante es formarse en cada cosa, tomar nota para el porvenir de pensamientos y sentimientos asociados, cultivar la memoria y la imaginación, sobrellevar el desencanto y transformarlo en energía e impulsos positivos.

Los perros no tenemos más remedio que ser optimistas. Si no lo fuéramos nos moriríamos de pena al poco de nacer. Aguardamos la comida que nos echan el tiempo preciso, lo mismo que el paseo o la caricia. Y si no hemos de aguardar, contamos con la paciencia incombustible de sobrevivir buscando, rebuscando, inagotables, sin otro sentido. Los humanos necesitan realizarse, encontrar razones para vivir, cuanto todo lo que les rodea es la mejor razón posible, incluidos nosotros.

Hay así un optimismo artificial y un optimismo innato, no excluyente y sin reglas. El primero es un constructo y el segundo una actitud. Javi brega por hacer coincidir ambos, pero ha de alimentarse del segundo cuando el primero le falta. Hoy lo está consiguiendo, y por ello teclea incansable en su pantalla sin que la muerte acuda a su conciencia, tan sólo la imagen feliz de los suyos, los buenos recuerdos que forman lo que en verdad es y el incierto mañana lleno de posibilidades.



Día 230

(Alejandro Magno)

Es increíble presenciar su fuerza. Uno de los gansos más viejos ha sobrevivido al ataque. Tiene las alas caídas y por tanto quebradas, cojea de una pata y exhibe varios agujeros de mordeduras cerca del cuello y en la cabeza. Pese a todo está logrando evitar su fin. Javi lo ha obligado a comer desde el principio, y le conducía con una vara para que se metiera en la charca y las moscas salieran de sus heridas. Muchos compañeros suyos han sucumbido con menos heridas. Fue de los que se enfrentó a los perros para preservar a los más jóvenes. Irradia una fuerza inmensa te mira como si hubiera entendido el secreto de la existencia. Por ello Javi le contempla ahora, le sonríe tumbado sobre la tela entre los árboles y le da de comer de nuestros gránulos. Le ha puesto de nombre Alejandro Magno. Al oler sus pensamientos lo expresaban y por lo visto el humano que se llamó una vez así fue un conquistador que logró evitar la muerte en muchas ocasiones fortaleciéndose y aprendiendo cada vez que lo hacía.

Alejandro Magno se acerca a nosotras porque sabe que no le haremos nada. Entra en la caseta de Negro y se echa a dormir. Camina entre los caballos, algo rengo, pero seguro de sí mismo. Reúne a su clan y le infunde ánimo, hablando seguro de los viejos y difíciles tiempos en la pradera. Por él, el resto de miembros salen del corralón por la mañana. Le siguen, le escuchan, le aman, y están dejando atrás el miedo que se les había incrustado en el corazón.

Ahora que Javi los conduce para echarles de comer y encerrarlos en el corralón Alejandro Magno se resiste. Javi espera y el conquistador dirige a los suyos en paz como si comprendiera que así ha de ser. Javi reparte el maíz y cierra la puerta cuando el sol se pone. El clan tiene un nuevo líder, y no es el más fuerte, sino el más sabio de sus miembros.

Día 231

(Compilación útil)

El paso de las semanas hacen necesaria la sinopsis de las circunstancias vividas, del presente y del porvenir. Terminó el 2013 y comenzó el catorce. Lo hizo sin que ninguno lo sintiéramos en realidad, por el clima equívoco, por las nuevas e ignotas perspectivas, y sobre todo por la ausencia de los nuestros, por andar fuera de nuestra tierra y sus horizontes. Han sido estas últimas semanas difíciles, llenas de accidentes y desdichas, carentes de ilusión y de alegría. La rutina nos hace olvidar momentáneamente todo lo que nos trajo aquí y el trabajo mental y físico pesa demasiado. Tanto esfuerzo difumina los sueños, los convierte en lluvia que se filtra en la tierra, tapando las perspectivas y los condicionantes.

Tal vez sea el momento para convenir las prioridades. Javi tiene trabajo y lucha por los humanos especiales y por aprender su profesión cada día. Tenemos casa, un espacio y un ecosistema del que nos hemos convertido en salvaguarda. Debemos aceptar que en cualquier instante todo esto puede cambiar, girar, destruirse o evolucionar. Nada permanece, todo cambia, y debemos estar preparados para lo mejor y también para lo peor. Lo más importante es que permanecemos juntos y que la vida nos permite continuar nuestro camino. Javi echa de menos a los suyos, se sumerge en los cariños ausentes sin tener tiempo para los nuevos. Teclea y construye su más íntimo sueño. Por él a veces obvia cuestiones trascendentes y su actividad le afecta como si aquello que creara dibujara nuestra realidad, concretándola. La ficción domina así nuestra cotidianidad y a veces es la magia la que nos guía.

Che y yo tratamos de agradarle en todo y somos cada vez más responsables y buenas. Protegemos a los animales, ya no hace falta que nos deje atadas con la cadena, no protestamos si tiene que irse él por la gran carretera, pues sabemos y confiamos en su cariño y que nunca va a abandonarnos. Nos hemos convertido en hermanas y hacemos todo juntas. No hay celos ni sentimientos extraños y ambas anhelamos la felicidad de Javi y sus caricias. Han sucedido tantas cosas desde que vinimos aquí y hemos cambiado tanto nuestras costumbres que se nos ha olvidado en parte lo más importante. Los sueños caminan y los miedos no tienen razón de ser.



SEMANA 34

Día 232

(Pedro)

Comenzamos de nuevo para construir, para reinventar una vez más la realidad. Javi se marcha más temprano de lo habitual, pues le espera Pedro, el perro que ha comenzado a adiestrar para trabajar con los humanos especiales. Anoche vino con él para que lo conociéramos y al parecer va atraerlo de cuando en cuando para que seamos sus maestras cánidas y se sienta parte de nuestra manada. Es lo mismo de cariñoso que de bruto. Por lo visto vivía en un departamento de la ciudad y se comía la ropa y los muebles de los humanos. Tiene mucho que aprender aunque seguro que con Javi y con nosotras lo va a hacer muy rápido.

Ha habido una gran tormenta y los relámpagos se entrecruzaban en el cielo sobre la pradera y los árboles inconmensurables. Los gansos han comenzado hoy su rutina antigua y casi pareciera que nunca les hubiera ocurrido nada. Las gallinas han cacareado por la mañana mientras la lluvia caía con intensidad y eso significa que Javi comerá esta noche un huevo con su milanesa. Por la tarde, cuando Javi ha regresado del trabajo, se ha marchado al momento sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba y al volver traía los ojos tristes entre sus brillos. Después se ha puesto a teclear en tanto nosotras cazábamos ratas por los corralones.

Cuando el atardecer ha dado paso a la noche nos hemos reunido todos los bichos, Javi también, alrededor de la tela verde colgada entre los árboles. Ahora la tormenta arrecia y los últimos rayos del sol pintan de púrpura y morado las nubes negras que empiezan a abrirse sobre nosotros. Y es extraño que ahí arriba, en el oscuro cielo, no podemos reconocer a las estrellas distantes.



Día 233

(Lo imposible)

Los sentimientos se van aplacando. Se diluyen. Urden su secreto bajo la identidad de un corazón anónimo. Nadie lo sabe pero sí. Por ello amar únicamente a uno es tan difícil. Puede que no para un perro aunque es así para los humanos.

Me despierto y veo teclear a Javi. Sus ojos brillan humedecidos y febriles escribiendo versos de amor y muerte, de amor para aproximarlo, de muerte para mantenerla a raya. El viento sopla y la tormenta amenaza sin cumplir. No hay verdad más simple que todo lo imposible, inútil y absurdo.

Che se rasca las pulgas y yo me relamo pues en mis sueños devoraba ávidamente un hueso de jamón, como si no existiera el mañana ni el ayer. La casa-chabola está llena de humedad y electricidad estática. Todo el ambiente anda cargado y saltan pequeñas chispas de luz sobre la superficie de la chapa y la mesa. Los dedos de Javi se escuchan sobre la música y las primeras gotas que golpean el tejado metálico.

Los pensamientos de Javi vuelan de uno a otro lugar del mundo. Vuelan a reacción por el universo mágico al que ya pertenecen también el sitio de los perros, la gran carretera, el río enorme, nuestra pradera y los árboles inconmensurables.



Día 234

(El trabajo)

Burbujas de cansancio y soledad. A veces los pensamientos de Javi huelen a humedad y a hastío, sus sentimientos se transforman como el cielo, unos días despejados y otras con nubes. Che y yo vigilamos la pradera y vamos dejando nuestro orín por los bordes del alambre. Aquel que pretenda cuidarla y respetarla será bienvenido, pero quien llegue para destrozarla se la verá con nosotras. Este lugar no es nuestro pero es como si lo fuera. El mundo inmenso es una gran pradera que debiera estar custodiada por perros buenos, colmados de buenas intenciones y compromisos, que no creyeran que ésta es suya o de nadie.

Javi se ha ido esta mañana a pasear a Pedro y ahora cuando el sol cae lo va a hacer de nuevo. En el intervalo para él, su trabajo con los humanos especiales, para nosotras, el nuestro. Ojala todos los humanos, los perros y el resto de especies contaran con uno que les proporcionara sentido y autorealización.

En nuestra tierra los humanos no tienen trabajo y se pudren sumergidos en la rabia esperándolo. Aquí hay quienes lo darían todo por no trabajar porque trabajan, según ellos, demasiado. ¿Por qué ocurren estas cosas con los humanos; por qué existe tanta desigualdad entre unos sitios y otros; por qué existe esa distancia infranqueable entre aquellos que deberían ser hermanos? Dos perros puede que peleen cuando en el suelo hay un solo hueso, pero nunca lo harán si hay dos. ¿Qué ocurre para que estimen que lo peor es compartir? Si no hay trabajo para todos, ¿por qué los que trabajan no comparten su trabajo con aquellos que no lo tienen? ¿Qué deudas encierran consigo mismos y quien se las imponen para que todo sea tan complejo y adverso.

Javi regresa ahora y nos silba desde lejos. Los árboles imponentes parece como si quisieran andar. El calor es asfixiante porque el viento se ha parado. La pradera es una especie de utopía frágil asediada por el tiempo y el espacio y las incoherencias de la vida humana.





Día 235

(Independencia)

Hoy ha amanecido más fresco. La brisa zarandeaba la ropa tendida en la cuerda y los gansos buscaban la luz del sol en mitad de la pradera. Che se ha largado a los campos contiguos y yo me he puesto a buscar rastros por los alambres mientras Javi se iba a trabajar un rato con Pedro. Las nubes pasaban por el cielo y dejaban a intervalos estelas de lluvia. Javi ha regresado y se ha vuelto a ir en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha debido marcharse a la gran ciudad porque cuando ha retornado por el portón unas cuantas horas después olía a acero, asfalto, raíles, cables, gasoil y prisas humanas encendidas sobre el espacio trascendental que se hacina sobre sí mismo demudando su futuro.

Por la tarde Javi se ha puesto a teclear en tanto nosotras tratábamos de cazar ratas cerca de la charca. Hoy no ha habido suerte. Cuando ha venido el atardecer y los colores se diluían para dar paso a las sombras, Javi ha preparado la cena y hemos salido fuera de la casa-chabola para ver la llegada de las estrellas distantes. Javi ha estado fumando algún pitillo y nosotras nos hemos tumbado en los colchones de gomaespuma.

Ahora le brillan mucho los ojos cuando de nuevo teclea en la pantalla. Sus pensamientos huelen a una colección de países exóticos, de tierras extrañas, con templos inmensos de piedra y playas maravillosas, y campos de arroz, árboles de caucho y selvas inexpugnables, con culturas milenarias y gentes humildes que luchan por su libertad contra el poderoso imperio que los oprime. Los míos se me cierran en el mismo instante que aquel pueblo humano sometido alcanza al fin su independencia.





Día 236

(La gran joda)

Qué nervios nos han entrado cuando Javi ha aparecido por los alambres con el compañero Pedro y lo ha soltado por la pradera. Por unas horas hemos estado pensando que se iba a quedar a vivir aquí con nosotras, pero no. Javi lo ha traído para que se acostumbre a nosotras y aprenda de nuestro carácter. A Che intentaba montarla todo el tiempo y ella le mostraba los dientes. Yo he estado a punto de morderle varias veces por lo mismo y pronto ha comprendido que no podría hacer con nosotras nada en ese aspecto. Luego hemos estado entrenando con las salchichas y los silbidos en la pradera. Por ello Javi ha tenido que encerrar a los gansos pues no sabía cuál podría ser la reacción de Negro y después de lo sucedido el otro día no quería arriesgarse.

De este modo hemos pasado casi todo el día juntos. A media tarde Javi se ha aseado, se ha afeitado y se ha llevado a Pedro a su casa en el hogar de los humanos especiales, para después marcharse en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia arriba. Cuando tumbada debajo del camión he pestañeado me hallaba de repente en dentro de Javi. Hemos subido así en un bondi camino de Campana, el pueblo de su amiga Agus. Nos hemos encontrado con ella en un bar cerca de la plaza y nos hemos tomado un café. Luego hemos ido a visitar a una amiga humana de Agus que Javi llama burlonamente Misterio y más tarde hemos pasado por una casa okupa pintada de colores y murales donde varias bandas daban un concierto. Por la noche hemos estado cenando un asado y unas ensaladas en la casa de otros amigos suyos muy simpáticos que nos han tratado de primera y ni siquiera nos han permitido fregar los platos sucios. Viven con tres perros, dos muy pequeños y otro enorme que sólo hace que jugar en el patio trasero. Acababan de llegar de viaje de Brasil y hemos hablado de aquella tierra y de la nuestra. La humana le ha hecho un truco de magia a Javi para adivinar los hijos que va a tener en el futuro con una aguja y un hilo blanco, y ha salido que va a tener un varón y una niña. Ella estaba triste porque hacía unos días que había perdido el niño que crecía en su interior. El humano tenía muchas rastas y daba la sensación de estar perdido o atrapado en una realidad inventada. Había también otro amigo que resultaba al completo trasparente y bueno y estaba enamorado de una humana que era un amor imposible. Javi ha disfrutado mucho de su compañía y le han hecho prometer que volvería pronto.

Luego nos hemos marchado a una fiesta en una casa y la noche se ha comido las horas. Alcohol, bailes, desenfreno y sustancias psicotrópicas en un patio iluminado por la luna y las luces rojas y verdes de dos ambientes definidos, uno de cumbia y otro de rock. Javi ha hecho muchos amigos y amigas humanas y se lo ha pasado estupendamente.

Cuando se ha hecho de día y el alba clareaba el cielo aún nos hemos quedado bebiendo un rato fuera de la casa, dilatando la gran joda. A Javi le ha regalado un tipo extraño unos posters antiguos de unos grupos de música. Par terminar nos hemos ido algunos a agarrar unas cuantas cervezas a un Kiosco y nos hemos ido andando hasta la costaneda del río Paraná, a un lugar maravilloso, a fumar yerba y seguir bebiendo negando el nuevo día como si la noche fuera azul y la luna un sol espléndido. Dos de los humanos, infundidos por la intolerancia, la soberbia y el egoísmo han tratado de molestar a Javi con sus palabras afiladas. Agus se reía pues Javi ha conseguido después encandilarlos con sus palabras y les ha ayudado a destapar sus sentimientos ocultos. Han terminado así haciéndose amigos y al acompañar a Javi al vehículo colectivo de regreso, ya por el mediodía, ha habido muchas sonrisas y lágrimas.

El viaje de vuelta ha sido arduo, inconsciente. Nos hemos dormido y pasado de parada, sin plata en los bolsillos, ebrios y reconcentrados, recorriendo el torbellino mareante y curvo de la carretera panamericana.



Día 237

(Cuerpos rotos)

Hemos ido a sacar a pasear a Pedro, Javi sin dormir (y yo en cierta forma tampoco), y después hemos comido con hambre, para recuperar fuerzas. Luego Javi se ha metido en la cama y nosotras nos hemos tumbado en colchón de gomaespuma. Hoy no han salido los gansos del corralón ni nos hemos enterado de nada de lo que ocurría en la pradera. Con los cuerpos rotos hemos dormido de seguido hasta la noche.

Cuando nos hemos despertado Javi ha visto una película en su pantalla tecleadora mientras Che y yo correteábamos contentas para estirar las piernas. Al rato estábamos ya los tres de nuevo tumbados y dispuestos a descansar lo máximo posible, pues mañana comienza la semana y el ritmo cotidiano.

Las estrellas distantes brillan ahora en el cielo y velan nuestro descanso. Javi se fuma un pitillo antes de dormir mirando el techo de chapa y sin querer se le están cerrando los ojos.



Día 238

(Se manda la lluvia y bien)

Podemos reciclar nuestro cuerpo y convertir el calor en vapor de nubes. Todos juntos formaremos jirones de espuma ascendente y nos reuniremos después más arriba. La semana comienza para los humanos y prosigue eterna para los perros. La rutina amanece gris, plomiza, pero henchida de verdad. Las goteras en la casa-chabola nos dicen dónde estamos y para qué. Javi se calza las botas de agua y Che y yo no queremos salir afuera. Los gansos esperar ver abrirse la puerta. En estos días son ellos quienes más disfrutan. En el fondo lo merecen, pues pasaron trágicos ratos estas últimas semanas.

Javi se va a trabajar con los humanos especiales y nosotras nos quedamos bajo el camión, descubriendo que Negro nos acompaña. Las horas trepan sobre el barro y el estío en esta tierra es definitivamente húmedo sobre mojado. No hay relámpagos, tal vez en nuestro interior. Los sentimientos se funden y desde la tierra son absorbidos por los árboles inconmensurables.

La tormenta será un desastre para las ratas. Javi tendrá que empaparse para hablar con los suyos. Probablemente llegará con los ojos brillantes deseando teclear y acercarse un poquito más al abismo. Por suerte los mosquitos no vuelan en estos días, aunque seguiremos sin contemplar de nuevo sobre la maravillosa pradera la luz cálida de las estrellas distantes.

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