SEMANA 61
Día 428
(El colectivero malhumorado)
Descubro entresijos cotidianos en
los pensamientos de Javi, formas vividas que se agarran a su corazón con fuerza.
Le sorprendo reflexionando por el gremio de conductores de los innumerables
vehículos colectivos que recorren las carreteras de este país. Porque las
diferentes líneas y empresas que las representan son las responsables de la
movilidad de una masa descomunal de millones de humanos cada día. Cada vehículo
colectivo está decorado según los gustos de cada colectivero y hay algunos con
aire barroco o retro. La personalidad del conductor impregna el vehículo y
logra mudar la realidad cotidiana de los humanos que lo acompañan en cada viaje.
Esta mañana Javi ha tenido una discusión con uno de ellos. El humano que maneja
este colectivo está siempre de mal humor y hoy ha sobrepasado la paciencia de
Javi al querer dejar en la dársena a una pobre humana vieja que ha llegado
justo cuando cerraba las puertas y que por más que le ha pedido que le abriera
no ha habido forma de convencerle. Javi se ha levantado de su asiento y ha
recriminado al conductor por su actitud, pues ha dado marcha atrás al mismo con
peligro de atropellar a la humana que ha tenido que apartarse ayudada por otros
humanos. El colectivero se ha enfrentado a Javi y ha terminado diciéndole que
se bajara de su vehículo. Javi se ha reído y le ha dicho que intentara bajarle
él si quería. El colectivero le ha mirado con odio y como el resto de pasajeros
han comenzado a protestar por la hora se ha vuelto a sentar y todo ha quedado
ahí. Cuando Javi ha pulsado el botón para bajarse en su parada el colectivero
ha vuelto a mirarle con resentimiento. Javi temía que iba a tener de nuevo
problemas con él pero finalmente ha abierto la puerta para dejarle bajar. Javi
no ha perdido el tiempo y antes de hacerlo le ha gritado con toda las ganas la
puta que te parió y la concha de tu madre, insultos muy utilizados en esta
tierra para que el otro entendiera su contrariedad y su rabia.
Probablemente en pocos días volverá
a encontrarse con él y habrán de chocar sin remedio. Y es que Javi establece
una sutil e transcendente diferencia entre que te atropellen sin querer o que
traten a nadie como a la mierda.
Día 429
(Madrugón necesario)
Marcho en los ojos de Javi desde el
amanecer. La luz me dijo que hoy podía ser un día transcendente y así me vi
cerrando los míos, haciendo acopio de energía, experimentando el trance y la
dicha. Ya vamos de regreso a nuestro pueblo, después de una nueva controversia
urbana, en la gran ciudad, por sus ritmos frenéticos. Javi quedó muy temprano
con su jefe en una plaza cercana al edificio de migraciones, por lo que el
madrugón de las cuatro y media de la mañana resultó sin duda necesario. Hoy
sobrevino un paso más para que Javi consiga la visa, y aunque su presencia no
era precisa ha querido acompañar a su jefe en este trámite. No había tanta
gente como otros días; tal vez por la hora y apenas han tardado unos minutos en
sacar turno y otros cuantos para esperar que el humano encargado les atendiera.
Su jefe ha presentado la documentación pero por desgracia faltaban algunos
papeles. Con todo, el bagaje ha sido fructífero, por la experiencia y la
información y por la charcha amistosa que Javi y su jefe han mantenido mientras
volvían en el tren subterráneo. Javi tenía pensado ir cuanto antes al trabajo
para no perder todo el día pero después ha decidido pasar por la universidad
para enterarse de algunas cuestiones sobre la homologación de su título. Es
increíble cómo en este tiempo puedo entender el contexto humano y sus distintas
ramas. Mi aprendizaje en este sentido está sujeto a los innumerables instantes
en los que viajo en el interior de Javi. Cada vez que así ocurre todo encaja un
poco más. Del mismo modo que cuando Javi se deja llevar por su parte animal y
se introduce en mi mente para resolver cualquier escollo que se le presenta. El
la facultad de psicología no ha sacado nada en claro. Nadie sabe dónde puede
estar su expediente pero al menos está registrado en el listado de las
computadoras.
Co estas ha tomado el vehículo
colectivo de retorno, casi a las tres de la tarde con lo que ya no merecía la
pena pasarse por el trabajo. Ha ido a comprarse algo rico para comer y se ha
dirigido a nuestro barrio. Por ese entonces yo ya le esperaba en mí y podía
oler su proximidad desde la puerta del patio. Cuando la puerta se ha abierto
Javi traía cara de cansado. El madrugón y sus ecos. No obstante nos hemos
echado una buena siesta, llena de sueños providenciales, de celebraciones y
ofrendas a nuestros santos, y ahora ya estamos listos para dar un largo paseo
por la villa.
Día 430
(Día de cobro)
Dinero, billetes, plata, cash… La
mente de Javi enlaza palabras en su conciencia. Hoy ha sido día de cobro en su
trabajo y por ello los compañeros humanos anduvieron primero nerviosos y
después satisfechos. A Javi le han aumentado el sueldo, en verdad a todos
ellos, y una alegría nada artificial, quizá artificiosa, rondaba sus ojos. Las
cuentas del mes se saneaban y probablemente este finde semana Javi lo celebrará
con bifés, whisky, pizza o fernet. El sobre con la plata engorda ahora sus
bolsillos y probablemente mañana copará un nuevo ladrillo de la pared húmeda y
triste que descree de hipotecas y préstamos.
Día 431
(La alegría)
Javi se ha levantado hoy con los
ojos cargados de fuerza y alegría. Su mirada parecía atraer la luz del alba, y mientras
esperaba el vehículo colectivo en la parada de la esquina todos los perros de
la calle se le acercaban moviendo el rabo para olerle las manos y recibir
caricias incesantes.
Quizá por estar tan unida a él he
tenido un día semejante, y mis ojos lograban que Gos y Oso jugaran por vez
primera desde que nos mudamos a esta casa. Es obvio que existe una distancia
infranqueable entre la alegría de los perros y de los humanos. Los humanos
tratan infatigablemente de mantenerla cuando viene en tanto que a los perros
nos basta su cariz efímero.
El olor de los pensamientos de Javi
me descifraba esta lucha titánica y racional. En el trabajo la ha desplegado a
dosis instantánea entre los humanos especiales y sus compañeros humanos. Pedro
le ha ayudado a canalizarla para recubrir con su estela el ambiente. Es lo que
en nuestra tierra llaman buen rollo y acá buena onda. Javi es un defensor de la
alegría, natural, sin aditivos.
Ahora descubro el porqué de su
esencia. En la pantalla lee un poema con el que anoche soñó.
Defender
la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la
alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la
alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la
alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la
alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la
alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la
alegría
El poeta humano que la escribió se
cuela muchas veces en sus pensamiento. Allí juntos se ríen. Da gusto ver a Javi
contento, pues él nunca deja de defender lo que siente: la alegría, la
tristeza, la rabia, el desencanto, la nostalgia. Y aunque los perros también
podemos sentir todo esto, dicen que no hay nada más humano que sentir.
Día 432
(Fotografía urbana)
Como hoy Javi no tenía que ir al
trabajo hemos dormido hasta tarde. Se ha despertado cuando la luz del sol
incidía por las cortinas de nuestra pieza haciendo resaltar el color amarillo.
Javi se ha puesto a teclear y a tomar infusión con el palito metálico mientras
que yo deambulaba por el patio en busca de algún hueso para mordisquear. A
media mañana Javi se ha dado una ducha y se ha preparado para salir. Se ha
vestido con una camisa blanca que le quedaba muy bien, ha comprobado la cámara
fotográfica y me ha abierto la puerta del patio. En mi controversia y mi
esperanza he cerrado los ojos para volver a abrirme en los suyos.
Me he visto así llegando en el
vehículo colectivo a la gran ciudad. Tomando el tren subterráneo hasta el
centro y comenzar un recorrido urbano en el que los parques poblados de árboles
se sucedían entre enormes edificios de piedra, acero y cristal. Cuando la
mirada de Javi hallaba el más mínimo detalle emocional, sacaba su cámara de la
mochila y captaba su trayectoria controlando la distancia del enfoque y la luz
que se filtraba en un segundo. Ventanas, ramas, rostros humanos, perros, nubes,
conjuntos indiferenciados han pasado por un tamiz poético que lograba con un
simple clic de un dedo acceder a la atemporalidad. Javi parecía muy contento y
sus ojos brillaban como ascuas avivadas por el viento. Durante horas ha seguido
este recorrido hasta una colosal avenida en la que se alzaba un tremendo
obelisco, por cuyos alrededores miles de humanos paseaban con gravidez o se
sentaban en las múltiples terrazas, disfrutando de un día espléndido. Javi ha
entrado a comer en una vieja pizzería y se ha divertido charlando con algunos
de los camareros que le contaban anécdotas antiguas.
Por
la tarde se ha dirigido hacia la zona del puerto. Ha estado fotografiando los
barcos de pasajeros y ha visitado el museo de los inmigrantes, del cual hace
poco que enteró de su existencia. En su interior ha conocido a un grupo de
turistas y a su guía y ha compartido sus explicaciones sobre las distintas
oleadas de inmigración que ha soportado este país desde su constitución. La más
grande sobrevino a finales del siglo diecinueve, seguida de aquellas que
acaecieron justo después de las guerras humanas mundiales. Después de la visita
el guía del grupo le ha dicho a Javi que por qué continuaba con ellos. Está
claro que han hecho buenas migas y el caso es que al finalizar la pequeña
excursión por el barrio de San Telmo han acabado todos tomando cervezas y vino
en un bar oscuro donde un humano de voz ajada cantaba tangos acompañado por
otro humano que tocaba el bandoneón.
Javi
lo ha pasado lindo. Ha estado chapurreando en inglés y se ha emborrachado de
alegría y música. Una par de turistas alemanas querían llevárselo a su casa pero
a Javi no ha debido de cuadrarle porque un par de minutos más tarde ya estaba
despidiéndose con una rumba y con palmas, tirando por la calle Defensa hasta
Catedral, metiéndose de nuevo en metro dispuesto a regresar a nuestro pueblo.
Como el olor de su pensamiento es nítido sé que no podía dejar de pensar en mí,
en cómo estaría después de tantas horas sola. Si supiera que estoy dentro de él
tal vez no se preocuparía tanto de cómo me encuentro, quizá se hubiera ido a
casa de esas dos humanas que le miraban con deseo y a las que Javi ha estado
fotografiado, intercambiando sus teléfonos y direcciones; pero en el fondo
siento que está bien así. Su rostro se recuesta cansado en el asiento del tren
subterráneo y el aire que entra por una ventana le revuelve los pelos. Dentro
de un par de horas estará de vuelta en casa, por eso yo cierro los ojos y luego
los vuelvo a abrir.
Día 433
(El día del niño)
Hoy ha sido el día del niño en
Argentina y parece como si los niños y las niñas se hubieran reproducido de
pronto para asaltar con su presencia las calles, los parques y las plazas. Los
humanos mayores les regalan bombones y caramelos, y en su preciado intento
tratan de volverse también un poco niños.
En nuestra calle varias familias
humanas han dado una fiesta para sus cachorros y han traído unos castillos
hinchables y una murga para acompasar las horas. Aparte de niños, la
concentración de perros callejeros ha ido en aumento. Tanto que al comienzo de
la tarde, cuando los asados se ultimaban y las sobras se extendían por las
veredas, podría decirse que por cada cachorro humano habíamos unos diez perros.
Uno de nuestros vecinos mecánicos ha tenido que sacar una pistola y disparar al
alto para dispersar las distintas jaurías reunidas levantando un coro de
aullidos y haciendo que muchos cachorros humanos lloraran.
La fiesta ha terminado cuando uno de
los niños se ha lastimado una pierna al saltar desde el interior de uno de los
castillos hinchables y caer sobre unas chapas de un patio. Dicen que el día del
niño en Argentina los padres se gastan más de los que tienen, nuevos niños se
engendran sin actitud y se saturan las urgencias de los hospitales y centros de
salud con intoxicaciones etílicas y gastrointestinales. Javi no ha parado de
teclear en casi todo el día, y como se siente un niño en su interior ha estado
jugando conmigo, con Gos, Oso y con el cachorro grande, el cual tenía los
sentimientos enfrentados, sabiéndose cada día más adulto, pero queriendo en el
fondo continuar siendo un niño, pues aún sin comprender intuye y entrevé las
mentiras del mundo humano y las responsabilidades le la sociedad le exigirá.
El cachorro grande quisiera ser
un niño para siempre, y no comprende que esa lucha ya ha comenzado.
Día 434
(Compañeros de laburo)
Huelo los pensamientos de Javi y
estos me indican sus preocupaciones y sus esperanzas. Su corazón vaticina
cambios en ese horizonte próximo. En el trabajo pronto sobrevendrán nuevas
fórmulas y su contrato está por venir. El trabajo con Pedro avanza y cada vez
se siente más a gusto. Sus compañeros de trabajo parecen haberle aceptado por
completo y es ahora cuando se están interesando por su historia y por su
situación. Bien es cierto que algunos ya lo hicieron desde el inicio, aunque
sus compañeros maestros mantenían con él una lucha irracional cargada de
prejuicios y comparativas sin sentido. Javi se ha hecho respetar a fuerza de
trabajar y de aportar apoyo, comprensión e ideas innumerables. Intentó desde el
inicio romper la diferencia entre las distintas ocupaciones en el hogar.
Mantenimiento, limpieza, lavandería, ropería, enfermería, auxiliares y
profesorado, todos son obreros que laburan por el bien de los humanos
especiales, para aportarles el máximo bienestar en el día a día. Los directivos
organizan, consiguen reunir los recursos necesarios y son los responsables de
que todo funcione como un reloj. Esto le llevó a tener algunos conflictos, del
mismo modo que los tuvo también cuando se dieron situaciones de maltrato y violencia.
En la actualidad nuevos escollos
acaecerán y Javi estará preparado para hacerlos frente, con la fuerza de la
dignidad y la tolerancia. Hay compañeros que no soporta pero que respeta como
personas, y otros que se están convirtiendo en una nueva familia de la cual lo
aprende todo. Los humanos especiales son lo más importante, y para Javi están
por encima de cualquier conflicto, alianza o interés.
SEMANA 62
Día 435
(La verdulería de la Boliviana)
El barrio de la Chechela es un nido
enmarañado de nacionalidades humanas que conviven en perpetuo conflicto y que
con excepciones se dedican a las distintas ramas del trabajo. Los paraguayos se
afanan en la construcción y la venta de faso. Los ecuatorianos a las flores
exóticas y al transporte de fletes. Los chilenos tienen talleres y tiendas de
electrodomésticos, los colombianos peluquerías que ocultan negocios de
estupefacientes. No hay apenas uruguayos ni brasileros, tal vez porque son
países con un buen nivel de vida y no hay corriente migratoria; y los bolivianos
se encargan de cultivar la tierra y de sacar adelante la mayoría de las
verdulerías del pueblo.
En nuestro barrio hay varias
verdulerías, dando color al verde interminable, pero en mitad de la villa hay
una en concreto en la que a Javi le gusta comprar las papas y las batatas. La
regenta una vieja boliviana con trenzas en su pelo cano y sombrero de colores.
Siempre la encontramos mascando coca sentada en la puerta como si en vez de
estar apenas a un par de kilómetros del Paraná y al nivel del mar, estuviera en
un cerro de cuatro mil metros. Hace unos días le contó un vecino a Javi que los
chorros atracan dicha verdulería al menos una vez al mes, pero que nunca se han
atrevido a hacer nada a la mujer porque según lo que dicen es la chaman de su
comunidad y el humano que la provoque algún mal lo verá multiplicado en sí
mismo. Los chorros la roban porque entienden que siempre serán pobres, pero no
se animan a lastimarla.
Los colores llenan la verdulería
y sus cajas humildes, que huelen a esfuerzo y tierra. Las verduras son los
remedios naturales para el cuerpo y la mente. A Javi le gusta comprar allá las
papas y las batatas, los morrones y pimientos, las cebollas, zapallos y
calabacines, las berenjenas, la yuca y los palmitos, pero sobre todo lo que más
le gusta es hablar con aquella mujer vieja de cómo la pachamama obró creando
tantísimos dones para alimentar a sus hijos, todos los seres que la pueblan,
sin distinción de especies y razas.
Ahora mismo Javi extiende la mano
para pagar la compra. En la villa truena la tormenta y suenan los tambores de
las murgas y las radios. La mujer sonríe mostrando sus dientes ennegrecidos por
la coca y nos echa la bendición del cóndor y el guanaco.
Día 436
(El cumple del cachorro grande)
Cuando Javi ha llegado del trabajo no
hemos ido a pasear como siempre. El patio se colmaba desde bien temprano con
preparativos y limpiezas. En cambio Javi ha pasado a la casa de la vecina
vieja, donde casi un centenar de gente atestaba las estancias en la celebración
del cumpleaños del cachorro grande. Javi le ha dado dos regalos, un atlas
geográfico al cual el cachorro no ha prestado mucha atención y una tableta de
chocolate, que no ha tardado ni un minuto en devorar con una avidez monstruosa.
La cumbia sonaba en el aparato de música y los vecinos, familiares y demás
invitados humanos platicaban alumbrados por luz de la fiesta. Algunos cachorros
jugaban a la pelota en el patio, aunque más bien el juego consistía en darnos
con ella a nosotros, los bichos. No hay nada más peligroso que una jauría de
cachorros humanos, saturados de azúcar y ansiedad. Si se les permitiera,
destruirían el mundo.
Por suerte sus madres de cuando en
cuando les echan un ojo y les ponen las orejas rojas.
Javi ha aparecido por la puerta con
cara de cansado y me ha silbado para regresar a casa. He movido tan fuerte el
rabo, escondida bajo unos hierros del galpón que se ha levantado una polvareda
gris. Qué alegría descansar en la manta verde viendo cómo Javi tecleaba y las
dulces horas se extinguían con el sonido de fondo de la celebración contigua.
Bien entrada la noche, cuando Javi
ya se disponía a meterse en la cama para dormir, han llamado a la puerta. Se
trataba del cachorro grande, que le está tomando mucho cariño a Javi. Venía con
el atlas debajo del brazo y sonriendo, y por ello ahora Javi le está mostrando
con el dedo dónde se encuentra la tierra de la que vivimos y las geografías que
la rodean. El cachorro grande sonríe, y le pregunta con ojos enormes si alguna
piensa en ser padre.
Día 437
(El recuerdo)
Sorprendo a Javi leyendo algunos de
sus escritos más antiguos. Pulir su sueño recién estructurado es un trabajo
inconmensurable y a veces acude a sus primeras experiencias y ensayos
literarios para superar sus dudas racionales. El viento se agota en la calle
mientras la luz del atardecer cae sobre los tejados. Yo le miro a los ojos y
huelo sus pensamientos. De pronto aparece un recuerdo en la curva de sus sienes.
Un humano viejo y con cara búho le dice que su estilo de prosa es poético y su
poesía peca de prosaica. Javi pestañea y le pregunta ¿y eso es malo?... El
humano viejo sonríe con misterio acercándose los textos a la nariz, y los
olisquea levemente antes de responder: lo mejor de ti es que tienes estilo y no
te doblega el desencanto.
Este recuerdo le mueve, y regresando
sobre la pantalla, comienza a repasar en busca de grietas prodigiosas.
Hoy un perro enorme me ha mordido en
una pata y Javi se ha asustado cuando me ha visto así, sin poder apoyarla, pues
ha pensado equivocadamente que me la había roto. Me ha llevado al hospital de
perros y me allí han puesto un vendaje. La venda me molesta e intento sacármela
cuando Javi no me mira. Los círculos nos envuelven cerrándose sobre sí mismos.
Nuestros santos hacen todo lo posible, cuando en la calle se encienden las
farolas y suena los ecos de la realidad.
Día 438
(Mensajes de nostalgia)
Por loco que parezca, en nuestra
tierra ahora mismo es verano; porque en este planeta tan grande y redondo hay
delirios geográficos que la física maniata y ciñe.
Por eso en el pueblo donde
vivimos durante un tiempo, en aquellas montañas repletas de robles y encinas,
estarán estos días repoblándose de humanos y humanas nerviosos, seres
vacacionales que cuentan con unos días para desconectar de la ciudad, descansar
en lo posible, comer y beber en exceso, divertirse por demás, y evadirse del
calor nocturno que sufren en sus refugios urbanos. Este caudal humano es un
pequeño movimiento migratorio interior que se da en la estación del estío. Las
ciudades se vacían para que se llenen los pueblos y las costas. Los cachorros
no tienen que ir a la escuela. Los días son más largos y las noches más cortas.
Todo contribuye para que el ritmo humano se transforme o se reconstruya.
Javi padece la nostalgia de
perderse tantos momentos que llegarán. Amigos y primos se acuerdan más que
nunca de él y él asimismo de ellos. El móvil envía y recibe mensajes mojados de
ternura y optimismo. Fotos que revelan cada minuto y cada sentimiento
recorrido. Y como hoy le es imposible teclear ni escribir en su libreta se ha
sentado en la puerta de casa para fumar pitillos poderosos y contemplar las
estrellas distantes mientras sus dedos vuelan sobre el teléfono en llamas. Para
septiembre todo volverá a su antigua esencia y la soledad y el abandono volverá
a aquellas sierras. En esa época Javi sentirá de vuelta esta nostalgia
descrita, y aunque no le lleguen tantos mensajes de los suyos, él se acordará
de ellos como se acuerda de las cabras, de los robles y de las piedras.
Día 439
(Javi arregla la bicicleta)
Por más que nuestro vecino se
empeñara en estos últimos días en que iba a ayudar a Javi a arreglar la
bicicleta, Javi ya sabía de antemano en que hoy precisamente no asomaría ni la
nariz ni las manos hasta el mediodía, cuando la humana vieja le llenara el
plato con un guiso. Por ello Javi se ha levantado con espíritu autodidacta, ha
pedido prestada las herramientas necesarias a uno de nuestro vecinos mecánicos
y se ha ido a conseguir la rueda de atrás, llevándose en su mano la vieja y
ajada por el paso fenomenal del vehículo colectivo, que la dejó como el símbolo
del infinito.
Con la rueda nueva Javi se ha puesto
a reparar el sillín, a limpiar la cadena, los discos y los pedales con nafta, a
ajustar la rueda con el portaequipajes, la pata de cabra, el freno de pedal y
finalmente la cadena y el manillar. No pensemos que ha sido tan fácil. Javi no
es muy hábil en dichas cuestiones, pues siempre le sobran o le faltan tuercas,
aunque su perseverancia suple su poca destreza. Los vecinos mecánicos se reían
tomando cerveza en la vereda y Javi les puteaba sin clamar auxilio, cagándose
en los muertos de Borges, Perón y Maradona.
Las horas se han llevado el sol
hacia los árboles de la selva, y justo cuando empezaba a rozar sus copas Javi
ha terminado. Yo he levantado un ojo desde mi bola de sombras y pelos y le he
visto sonreír feliz mientras se encendía un pucho y se servía un vaso de
gaseosa fresca. En la casa de nuestros vecinos sonaba la música en directo de
las chacareras y milongas de los sábados. Nuestra calle tenía un color maravilloso
de humanos y perros jugando a vivir con actitud.
Javi se monta en la bicicleta,
dispuesto a probarla por el barrio, cuando nuestro vecino aparece por el portón
del patio diciendo que porqué no le ha llamado para que le ayudara. Yo ya voy
corriendo hacia la villa como una ráfaga de viento. Javi se ríe en tanto
pedalea, y le grita que no se preocupe, que todo bien, y que se vaya a la loma
del orto.
Día 440
(Propuesta terapéutica)
Poco después de que Javi se fuera
hoy al trabajo nuestra vecina vieja ha venido hasta la puerta del patio a
buscarle. Tenía los ojos humedecidos y cara de no haber dormido en toda la
noche. Cuando se ha dado cuenta de que no estaba, ha venido hasta mí y me ha
acariciado la cabeza. Poco después me ha traído un hueso y mientras cogía la
ropa tendida de las cuerdas no dejaba de llorar. Las horas se han quedado
suspendidas en esta escena triste y a pesar de que el día ha sido lindo y
avanzaba con alegría propia, un halo de angustia crecía en el patio,
envolviendo a todos sus seres. Gos y Oso parecían contagiados de la humana e
incluso las gallinas extrañas y los patos apenas se han movido de sus nidos.
Cuando Javi ha llegado por la tarde,
tal vez por instinto ha pasado a saludarla y entonces ella ha desatado en
llanto y rabia contando a Javi sus más profundas frustraciones. Los humanos se
empeñan siempre en ir guardando todo lo malo que les sucede hasta que de
improviso un buen día revientan, salpicando con esa marea negativa todo lo que
tienen a su alrededor. A Javi no ha debido asombrarle su reacción, pues de
algún modo ya sabe de los entresijos afectivos de esta familia que también es
ahora la nuestra. Por ello cuando la humana vieja se ha descargado, vaciándose
de palabras, Javi la ha propuesto verse una vez a la semana para tratar sus
problemas y encontrar las soluciones juntos.
La humana vieja ha mudado su rostro
llena de agradecimiento y ha abrazado a Javi como si quisiera retenerlo en su
pecho. Tanto es así, que ahora mismo, acá acurrucada en la manta verde, saboreo
una de las deliciosas empanadas que nos ha traído la humana hace un rato en
tanto Javi teclea concentrado con un pucho en la boca y los ojos brillantes y
limpios.
Día 441
(Feriado en el laburo)
A veces me pregunto por qué Javi
trabaja tantos días. Hay semanas que sólo tiene un día para descansar. Incluso
los feriados también se los pide. Sé por sus pensamientos que está ahorrando
para hacer un curso con caballos, para viajar en cuanto pueda y para arreglar
la computadora. Seguimos viviendo con la misma humildad. Javi reniega de poseer
tantas cosas por más que los humanos que nos conocen nos digan todo lo que
necesitaríamos, tal vez para justificar todo que lo ellos acumulan. Si comemos
lo del día, y continua lavando en el barreño, si la ropa se sostiene con
clavos, el mejor sillón es la cama y el mejor vehículo la bicicleta… ¿para qué
hipotecar nuestro corazón y nuestros movimientos con esas raíces materialistas?
Entiendo que está haciendo todo lo
necesario para conseguir un contrato de trabajo y con él la visa. De este modo
su esfuerzo sí que guarda un interés. Con todo, desde que vinimos acá estamos
forjando un estilo de vida libre de ataduras, adaptado a cualquier cambio que
acontezca y fuera en lo posible de la llamada sociedad humana de consumo. No
sabemos lo que nos puede traer el mañana y se vuela mejor con las bodegas
vacías.
Ahora veo cómo Javi dobla la esquina
de la calle montado en la bicicleta. Hoy ha sido feriado pero él ha ido a
trabajar. Sus ojos brillan silbándome caricias. En el manillar hay una bolsa
que esconde nuestra cena. Ya frena frente a nuestra puerta pintada con nubes,
la lluvia, el sol y el mar, y mientras la abre yo salto de alegría a su
alrededor moviendo el rabo y el aire. Algunos vecinos nos saludan y la calle se
colma de palabras aviesas y asombros nuevos. Javi pasa la bicicleta adentro y
se sienta en la puerta a fumarse un pitillo armado. Escribe un par de versos en
su libreta antes de contemplar el sol cayendo sobre los árboles de la selva. Me
pongo con las patas hacia arriba y él me hace cosquillas en la tripa. Un par de
niños descalzos pasan corriendo en dirección a la villa con las manos repletas
de caramelos. Nuestra vida pretende ser sostenible, pero nunca imparcial.