jueves, 7 de agosto de 2014
Diario de una perra en Argentina (semanas 59 y 60)
SEMANA 59
Día 414
(Nuestra tierra arde)
Desde por la mañana he notado una
chispa de preocupación en el rostro de Javi. Antes incluso de que despertara,
ya he podido oler en sus sueños cierta angustia marchita, el fragor de las
llamas arrasando el monte, los árboles chillando, las estepas y los brezos con
ansias de desenterrar sus raíces y salir corriendo hacia las piedras y el agua.
En cuanto ha regresado del trabajo
ha estado hablando por la pantalla con algunos amigos y le han dicho que hay un
gran incendio en nuestra tierra, que la sierra que amamos, en la que vivimos un
tiempo, arde como un sueño que se extraviara en su consecución. Qué poco tarde
en quemarse la belleza cuando cuesta tanto esfuerzo hacerla crecer. Durante el
paseo Javi parecía triste y apenas ha sonreído en todo el camino. Después de
comer algo se ha puesto a teclear aunque no podía concentrarse. La impotencia
de estar tan lejos de las cosas importantes, no poder hacer nada, ni siquiera
saber el alcance de las mismas, es algo desalentador. Ha terminado escribiendo
un poema que decía:
Si la sabia se destruye/ qué nos
quedará en el mundo
si la corteza baila con el fuego y
las hojas se espuman en ceniza
si se mece el verde con el olvido
viejo roble que lindas los
prados/ no te duermas de abandono
mira cómo el retén abre una zanja
y el pastor se apura con sus gritos
mira cómo vienen todos a salvarte
aguanta un poco todavía
no permitas que el rayo y las
llamas quiebren tu memoria milenaria
y haz que tu hermana la lluvia
silencie el horror
Antes de dormir, Javi me ha
llamado a la cama y me he subido sobre sus piernas. Ahora sus caricias son
suaves, tenues. No quiere levantar el viento en ellas, no sea que el incendio
se avive.
Día 415
(Respuestas que no llegan)
Pasan los días y no llegan las
respuestas esperadas. El titulo y la visa están en suspenso. Nadie responde a
los correos de Javi, por más que se afana en intentarlo. El tiempo no le da y
una especie de desgana está comenzando a conspirar contra su optimismo. A veces
tiene ganas de mandarlo todo a la mierda y dar completamente la espalda a este
sistema desigualitario. Hay humanos que le dicen que van a ayudarle pero luego
no hacen nada. Mejor que no dijeran. Los perros no somos así. No hacemos
promesas en balde, y por ello no nos tenemos que tragar nunca nuestras
palabras; es decir nuestros ladridos vacíos.
Día 416
(Versos en la tempestad)
I
Soy hijo de obreros y nieto de
campesinos/ de gentes que siempre se esforzaron por ganarse el pan a la vez que
la dignidad
no tan pobre como ellos/
ignorante de otro modo/ que descubro finalmente/ después de tantas vueltas
sublimes/ el mismo esfuerzo para ganarse el pan/ indignado y consciente/ es
decir
sin descendencia y
condescendiente
soy obrero y campesino sin dueño
II
Fue la primera vez que
mi nariz se salvó de un accidente grave
Cuando la muerte quiso
persuadirme con su alivio
de pronto me sentí un
psicópata o un niño
descubrí que el amor
era en verdad un trastorno bipolar infalible
que me estaba
convirtiendo en un monstruo dorado transparente
pero entonces empujé el trueno
y me tragué las ascuas
y la cadena cayó de mi
cuello
haciendo un ruido
absurdo de guitarras
Javi escribe en su libreta
mientras yo le miro acurrucada en mi manta verde. Sus ojos brillan,
chisporroteando letras ansiosas.
Día 417
(Vendedores de faso)
En nuestra calle, para ser exactos,
en nuestra pequeña cuadra hay cuatro humanos que se dedican a vender faso a
otros humanos. El faso sale de una planta maravillosa de la cual se aprovecha
todo menos la sombra y resulta ilegal por hipocresía; según los pensamientos de
Javi porque muchos de los humanos que mueven los hilos, además de las empresas
farmacéuticas y otros organismos financieros perderían mucha plata si la
legalizaran, pues la producción estaría en manos de cualquiera, y sustituirían
a muchos químicos nocivos y artificiales que hoy en día parecen obsoletos. De
ahí la hipocresía. Sus principios activos resultan inestimables para tratar el
dolor físico y mental y como vehículo sociocultural y afectivo no tiene precio.
La cuestión es que unos humanos lo utilizan bien o al menos sin abusar de sus
efectos, y otros los añaden a esa serie de abismos en los que los humanos se
embarran frecuentemente las patas. Todo se resolvería con educación, como
tantísimas cosas, pero no debe interesar tampoco a esos humanos que mueven los
hilos que la gente sepa demasiado. Tal vez entonces podrían perder además de la
plata el poder.
Pero dejemos los pensamientos de
Javi y volvamos a nuestra calle. Esto cuatro humanos que venden faso se pasan
casi todo el día en la puerta de sus casas, tomando infusiones y fumando pipas,
como cualquier verdulero que espera a que sus clientes lleguen. Javi se lleva
bien con dos de ellos y a los otros dos no los puede ni ver. No se trata
especialmente con ninguno de los cuatro. Dos son buenos vecinos, y los otros
dos simplemente humanos peligrosos. Sin embargo hay una cosa sorprendente que
les aúna aún más que su dedicación a la hierba y a otras sustancias ilegales, y
es que todos ellos aman a los perros callejeros, y es por esto que cerca de sus
casas se acumulan los compañeros más flacos y vulnerables, pues siempre hay un
balde de agua para beber y restos para comer. Tal vez sea una perfecta
simbiosis, ya que los perros les avisan por las noches con sus ladridos de
cualquier movimiento y a cambio por el día tienen asegurado el sustento.
Ahora mismo estamos pasando por
delante de la casa de uno y los compañeros vienen a saludarme con alegría. Al
principio, cuando nos mudamos, no eran tan amables. Javi estrecha la mano al
humano que guarda la puerta y este le cuenta que anoche la cana hizo una redada y se lo llevaron detenido a la comisaría. Javi
le pregunta cómo consiguió salir tan pronto y el humano le responde sonriendo
que sólo tuvo que mostrarles en su agenda el número del hijo menor del intendente.
Día 418
(Demasiado frío)
El cielo está raso y podemos ver las
estrellas distantes sentados en la puerta de casa. El viento nos alcanza desde
el lejano sur y estrecha la temperatura. Javi hoy no ha ido a trabajar y apenas
hemos salido de la cama. Digo salimos, porque ha hecho tanto frío que Javi me
llamó anoche a la cama para calentarles los pies. Él ha estado tecleando un
rato después de comer y después hemos dado un paseo por el barrio. Las calles
estaban tan vacías que resultaba extraño. Algunos tejados vomitaban el humo de
las salamandras. El quebracho crea el fuego que calienta los hogares humanos en
la villa. El aire se ha cargado de humo, y Javi pone su parte con un pitillo de
esencia viva. Se tapa la garganta. Tose, y guiña un ojo de pensamientos al
recordar cada estrella en su constelación.
Día 419
(Las musas regresan)
Javi teclea y está feliz. Desde que
se levantó esta mañana no ha parado ni un instante. Las horas han transcurrido
tranquilas. Yo soñando en el patio con la luz del sol, mordisqueando huesos,
persiguiendo lagartijas, él conspirando contra el poder humano que somete,
testificando contra la opresión, puliendo su sueño maniatado. Ha empezado a
enviar algunos capítulos a algunos humanos de la familia y también a amigos
para que le ayuden con sus críticas. Sin embargo hoy la luz penetraba en su
sangre de vuelta y unos seres invisibles engendraban en sus pensamientos ideas.
A la tarde, cuando el sol caía ya
sobre los árboles, ya tenía en mente escribir un relato, varios poemas y nuevo
libro. Ahora, desde mi manta verde veo el brillo de sus ojos y comprendo que
una nueva grieta está rajando el muro del desencanto. Javi me mira por un
instante, y sonriendo se enciende entre los labios el eterno y efímero pucho
del impulso o la pausa.
Día 420
(Sinopsis del presente)
Y las semanas van pasando. El
invierno que se adueñó de la realidad con la niebla helada va perdiendo fuerza
cada día. Las tormentas se suceden y al sol del atardecer le cuesta más y más
despedirse de nosotros. Pareciera que llevamos en este barrio una eternidad
cuando hace apenas unos meses que nos mudamos y puede decirse que las
dificultades, que fueron muchas, no lograron contravenir nuestra inclusión en
él. En la villa no hay ojos desconfiados cuando la atravesamos para ir a la
selva de árboles imponentes. Gos y Oso me aceptan como un nuevo ser del patio y
hemos ido configurando la segunda familia humana desde que vinimos a esta
tierra. Javi se siente embarrado en ese laberinto de papeles y la lentitud de
los procesos le desilusiona, le saca de sus casillas, aunque cuando pensamos
por un instante que tenemos casa, trabajo y que en este aprendizaje continuo
nada nos falta, al menos de lo importante, el optimismo regresa a llamar a
nuestra puerta cado dos por tres. A veces el recuerdo de Che nos asalta, o la
nostalgia de nuestra familia verdadera. Las cosas por allá siguen sin estar
bien. La chispa podría estallar en cualquier momento y los humanos. Desde que
murió el abuelo de Javi, su corazón camina con arritmias y noto que hay algo
que le oprime. Javi quisiera hacer más. Su sueño no fluye como en otros
tiempos. Tiene que esforzarse demasiado; trepar por las cornisas, agarrarse
para que el viento no lo tire. Le gustaría teclear y escribir más pero salvo en
algunos momentos de inspiración las ideas terminan en ruinas. Javi no sabe
darse tregua y a veces sufre. La lucha es extenuante. No puede hacer los cursos
que desearía porque es un ilegal y necesita dejar de serlo, más allá de que si
no fuera por esto le daría completamente igual.
Me encantaría poder ladrarle calma,
y creo que algunas noches consigo meterme dentro de sus sueños para hacerlo.
Hay días que despierta tranquillo, lleno de ganas, de ilusión, y otros en los
que una rutina absurda formas legañas increíbles y apaga el brillo de sus ojos.
Los humanos son un torbellino emocional. Y Javi es humano, por más que yo le
vea con mirada perra.
SEMANA 60
Día 421
(La interpretación de los sueños)
Hoy Javi ha regresado del trabajo y
lo primero que ha hecho es sacar de la mochila un libro que parecía destellar
en sus manos. Se ha sentado en la puerta mientras yo deambulaba por la calle y
ha comenzado a leer ávido e intranquilo, mordiéndose las uñas como siempre
hace, fumando un pitillo tras otro. Resulta cómico contemplar a Javi leyendo,
pues sus dedos se enturbian pasando páginas, encendiendo llamas, encajando en
el diente preciso con posturas inconcebibles. No ha parado de leer en toda la
tarde, y cómo el olor de sus pensamientos no se me escapan, sé que llevaba un
tiempo queriendo volver a leer ese libro, cuyo autor es un humano al que admira
y de cuyos pensamientos se nutre. Entre otros muchos imposibles, este humano
creó un método para interpretar los sueños.
Tal vez que Javi necesite clarificar
algunos de los últimos que se han venido repitiendo las últimas semanas. Ha
estado soñando con los humanos especiales, como si existieran circunstancias
que él mismo reprime. También con nuestra tierra, con nuestra gente; con sus
padres y sobrinos, y con las estrellas distantes. Sus sueños han mutado desde
el porvenir provechoso, hasta la angustia futura. Javi se afana por comprender
lo que ocurre en su interior. Y según lo que dice el libro, los sueños
proyectan nuestros deseos, confieren sentido al halo irracional de la vida, son
un proceso terapéutico natural de nuestra mente y nos ayudan a prepararnos para
lo que viene. Representan la parte más antigua e instintiva de los humanos, la
libertad y la esperanza, y en un sentido incomparable, en ellos, los humanos y
los perros podemos encontrarnos.
Día 422
(El reloj solar)
Siete y media de la mañana, y el sol
sale por el este. Debe de asomar entre las aguas del océano porque su luz huele
a sal y espuma. Ahora sé que viene desde nuestra tierra para susurrarme
mensajes de cariño y esperanza. Javi estará en este instante caminando hacia el
centro del pueblo para tomar el vehículo colectivo que le lleve al trabajo.
Las sombras del patio comienzan a
moverse. Gos y Oso permanecen enroscados junto a la puerta de la casa de la
humana vieja. La puerta no tardará mucho en abrirse y entonces el día se
llenará de estímulos alimenticios.
Sé todo lo que sucederá. El reloj
solar marca los sucesos cotidianos. Cuando el sol toque la ventana de la humana
con gafas está saldrá a recoger la ropa que se seca en las cuerdas al aire.
Cuando alcance la planta de yuyos se juntarán a tomar mate y las lagartijas
empezarán a salir de sus escondrijos. Cuando esté exactamente sobre el patio
las gallinas extrañas y los patos se acercarán al centro pues la humana vieja
les echará un poco de maíz. Cuando se asiente sobre los árboles del fondo Javi
estará ya por regresar y yo interrumpiré cualquier actividad o expectativa para
esperarle, tumbada junto a la puerta, con la cabeza apoyada sobre las patas.
Este reloj no es exacto porque
las pequeñas variaciones alteran todo lo descrito. Y los días que las nubes
cubren el cielo, todo se embrolla y acontece como buenamente quiere.
Día 423
(La puerta y la luz, todo)
Y de pronto ha venido un día complejo,
igual que otros días complejos pero amasando sombras. No hay tragedia en estos
hechos sino impotencia humana. En verdad para mí ha sido un día como cualquier
otro, sin demasiada controversia, pero para Javi ha supuesto todo un suplicio;
eso sí, no vayamos a exagerar. Javi reconoce estos días, pues él cree que su
estado anímico los determina; días que le sacan de sí mismo, en los que nada
funciona bien y todo parece estropearse entre sus manos.
Por la mañana fue la puerta de la
calle. Giraba la llave y no había modo de abrirla. Ha tenido que salir por la
del patio y saltar el portón para poder marcharse al trabajo. Iba apurado,
presa del horario y la responsabilidad. Y por fuerza ha debido llegar tarde. La
mañana ha acontecido con lluvia y la calle se ha embarrado lentamente. El aire
estaba cargado de electricidad y olía a pan mohoso. Los compañeros perros
aullaban a nadie. Había una especie de silencio instalado sobre los sonidos
cotidianos. Las horas han transcurrido de este modo, silenciosas, inconcluyentes.
Al regresar Javi traía un gesto de
estrago. Ha debido ser una jornada dura en el hogar de humanos especiales y
Javi parecía decidido a tumbarse en la cama, ver una peli en la pantalla, y no
hacer nada más. Sin embargo ha estado probando de nuevo la puerta aunque la
llave seguía sin encajar. No ha habido forma de abrirla y por fin lo ha dejado.
Entonces ha sido la luz. El fluorescente de nuestra pieza no llegaba a
encenderse sino que se quedaba parpadeando de continuo. Por más que Javi ha
tratado de arreglarlo no ha habido manera, y yo desde la manta verde le veía
desesperar de oscuridad. Poco después se ha dado cuenta de las goteras, han
mojado la cocina y mi bolsa de pienso. El agua ha entrado también por el baño y
ha empapado el calefón. Javi lo ha secado pero al encenderlo ha pegado un
chispazo. Lo más probable es que se haya roto. Ahí ha sido cuando Javi se ha
echado a reír y ha decidido meterse en la cama para no descomponer ninguna otra
cosa.
No sabía si acercarme a él a la
cama, porque su pensamiento me decía peligro, humano asaltado de adversidad. No
obstante me he subido a sus pies y he empezado a lamer sus manos. La puerta, la
luz y todo lo demás son cosas sin importancia. Lo más significativo es que Javi
me acaricia ahora y, en ese movimiento implícito continúa rebosando la
esperanza y la fe. Nuestros santos nos protegen, logrando que tengamos presente
aquello de enamorados de la vida aunque a veces duela o se arrugue.
Día 424
(Propuesta Temaiken)
Y después de la fatalidad nos ha sorprendido
la suerte, quizá el acuerdo sonoro, la disolución del pesimismo. En el camino
hay tantos giros, incluso si va en línea recta, en la vida se dan tantas
variables que es prácticamente imposible determinar su sentido.
Javi ha regresado del trabajo con
ojos brillantes. El aroma de su pensamiento me descifraba el motivo. Sus jefes
le han dicho que en unos días van a ir a ver cómo trabaja con el perro unos
humanos que trabajan desde hace muchos años con animales en una especie de
zoológico donde cientos de cachorros van a aprender los secretos de las
distintas especies. Esto supone un reto para Javi y le ha llenado de motivación
y alegría. Durante el paseo por la villa hemos pasado por una tienda de llaves
y cerraduras y Javi ha hecho una copia nueva de la misma, también por la
ferretería de nuestro viejo amigo, el cual le ha dado una especie de
interruptor. Al llegar a casa Javi se ha puesto a probar las soluciones y
afortunadamente han resultado efectivas. La puerta abre, la luz de la pieza se
enciende y para culminar la esperanza el calefón funcionaba.
Después de ducharse y de cenar
juntos, Javi ha estado tecleando un rato. Las palabras fluían en sus dedos y
antes de acostarse para dormir se ha fumado un pitillo sentado en la puerta de
casa contemplando la calle vacía y el fulgor parpadeante de las estrellas
distantes. Una luna creciente corría sobre los árboles y el viento frío parecía
platicar con las sombras. Ahora desde la manta verde huelo sus sueños y en
ellos Javi está trabajando con los humanos especiales. La diferencia con la
realidad es que en vez de hacerlo con Pedro lo hace con pájaros, hipopótamos,
cebras, tigres y cocodrilos.
Día 425
(Tienda Tatto)
Aunque Javi no ha ido hoy a trabajar
nos hemos levantado muy temprano. Javi ha estado tecleando un par de horas
mientras tomaba infusión con el palito metálico. Yo he estado deambulando por
el patio, jugando con Gos, ya que Oso seguí dormitando hecho una bola.
Luego Javi se ha preparado para
salir y yo he pensado que me iba a tocar quedarme sola. Sin embargo Javi me ha
llamado, me ha puesto mi pañuelo rojo de lunares, ese que lleva el nombre de la
mujer de uno de sus santos, la Chispa, y hemos marchado hacia el centro,
evitando los chaparrones aislados que traían las nubes tan fugaces como
cargadas. Sus pensamientos me revelaban que nos dirigíamos a la tienda donde esbozan
a Javi sus sueños sobre su piel. Cuando hemos llegado Javi ha sacado una cadena
de su mochila y me ha dejado atada en la puerta, aunque poco después el dueño
de la tienda ha debido decirle que me llevara con él porque me ha desatado y me
ha abierto la puerta para que pasara. La tienda es pequeña, rebosante de
diseños. Dragones, hadas, animales, símbolos, calaveras atestan sus paredes.
Javi me ha señalado un rincón junto a una camilla y allí me he hecho una rosca
mientras una humana muy simpática me traía un balde de agua. Javi se ha quitado
la camisa en tanto un humano enorme con todo el cuerpo dibujado menos la cara
preparaba su máquina y las pinturas. Al momento Javi se sentaba y extendía su
brazo sobre la camilla. El humano le ha afeitado el brazo y ha enchufado la
máquina a la corriente eléctrica. Con minuciosidad ha estado dibujando olas y
espumas, coloreando de azul celeste y grises, aplicando su técnica y su arte,
haciendo que el océano por instantes se avivara con el viento. El humano y Javi
no han parado de hablar y de reír de la vida y de sus controversias. Se nota
que se llevan bien y eso resulta importante para que los dibujos cobren sentido
y transmitan aquello que para Javi representan. Durante varias horas han estado
así. De cuando en cuando la humana simpática venía a acariciarme y a mirar cómo
avanzaba el dibujo.
Cuando ha terminado la sesión Javi
se ha estado mirando en un espejo y después el humano enorme ha cubierto el
dibujo con adhesivo transparente. Javi le ha dado la plata acordada y se ha
despedido de él y de la humana simpática, mirando un almanaque para quedar la
próxima vez. De regreso a casa hemos ido a un parque. Javi ha estado
escribiendo en su libreta y fumándose un pitillo mientras yo correteaba con
algunos perros callejeros. Las nubes han dado paso a un sol espléndido que
calentaba secaba la hierba húmeda.
Ahora, Javi se quita el adhesivo y
se lava con jabón la parte nueva del dibujo que supura tinta y pus. Con papel
de cocina absorbe el agua y vuelve a cubrirlo con adhesivo transparente. Me ha
encantado compartir esto con Javi. Tal vez algún día yo también esté en esta
constelación simbólica y optimista que se dilata por su cuerpo. Sé que Javi me
ama, y parece dibujarse todo aquello que ama.
Día 426
(Se viene la calor)
Incomprensiblemente, esta noche ha
hecho mucho calor, Javi se retorcía entre las sábanas y transpiraba en sueños
hasta que se ha despertado. Yo me había tumbado sobre las baldosas, fuera de la
manta verde. Ha tenido así que apagar el calefactor y echar hacia atrás la
colcha. Este calor anunciaba que durante el día aún sería mucho más. Y así ha
sido, resucitando varios ejércitos de mosquitos y haciendo que los humanos
salieran a la calle como si llevaran mucho tiempo guardándose de ello. Todos
parecían felices, comiendo helados, bebiendo sin cesar, poblando los parques y
las veredas.
A Javi hoy le tocaba ir a trabajar,
pero en cuanto ha regresado, hemos marchado a dar un paseo por la villa
aprovechando la luz del día que restaba y la temperatura agradable. Es como si
este invierno de nieblas y frío hubiera urdido una tregua momentánea.
Javi también se ha dado una tregua y
no ha tecleado como siempre. En cambio ha puesto música en la pantalla y hemos
salido a la puerta de casa a disfrutar del inicio de la noche. Pronto han
acudido algunos vecinos y vecinas y han acabado tomando cervezas y gaseosas. Y
como si la memoria humana fuera tan mudable como el tiempo, ninguno se ha
acordado de los mosquitos y cuando han querido percatarse estaban llenos de
picotazos.
Día 427
(El borde de un abismo extraño)
La luna crece, pero Javi no la mira
como debiera. Le noto distraído, un tanto nervioso, indeciso, necesitado de
afecto y caricias, de momentos cargados de intimidad, de amor y de amistad.
Bien es cierto que en esta aventura siempre ha antepuso sus compromisos, sus
expectativas, su intención social, el ámbito colectivo, por encima de sus
intereses y necesidades particulares, pues entendía que para que todo
funcionara, para poder empezar desde cero, ejercer la magia humana y aprender
todo lo posible debía estar muy atento al entorno y entretejer un esfuerzo tras
otro sin desviarse de dicha estrategia. Su corazón se concentró así en
establecer un orden conciso, tal vez porque en si mismo su corazón es demasiado
caótico y si se dejara llevar completamente por el compás y las notas sería un
riesgo muy grande para los dos.
Sin embargo le conozco, y aunque las estrellas distantes,
a pesar de la distancia, son capaces de llenar de colores y brillos sus ojos
cada noche, precisa irremediablemente de nueva piel, de labios que besar, de
sexo alternativo y súbito, de vida compartida y complementaria, de placeres
ignotos. Es verdad que ha habido momentos en los que ya pudo satisfacer dicha
necesidad, pero han sido tan escasos e incongruentes que quedaron en menos que
nada. Hay muchas mujeres que le buscan, que le desean, aunque Javi no se da al
reciclaje y luego la soledad le devora por dentro, por mucho que él mismo crea controlarla.
En ninguna mujer ha encontrado todavía algo lo suficientemente especial para
ilusionarse o para enloquecerse. Hay tanto machismo en ellas que le asusta comenzar
esta nueva lucha en el plano de los sentimientos. Tal vez aquella ley que se
impuso de evitar el contacto mientras escribía su sueño ha descompensado sus
emociones. No obstante sé que Javi confía en el amor como en la vida, y sabe
por experiencia que detrás de cualquier esquina, franqueando el borde de un
abismo extraño, soportando la luz de las incógnitas celestes, puede aparecer
cualquier estrella morocha y cegar de alegría estas células sedientas de cuerpo
y baile.
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