SEMANA 74
Día 519
(Inundaciones)
El pensamiento de Javi me ha
traído la realidad, pero también era mi nariz quien me lo advertía. El aire
viene cargado de humedad y el viento arrastra diferentes historias humanas.
Desde hace varios días las tormentas se han sucedido sin tregua, y ha caído
tanta agua que los cauces de los ríos y los embalses no han dado abasto.
Encima, ha estado soplando un viento del oeste, desde el océano, con tal
intensidad que ha producido un extraño fenómeno climático no inusual pero sí
esporádico. El río enorme, en vez de evacuar el agua caída, era invadido en su
desagüe por una marea oceánica consecuencia del viento mencionado, colmándose
de agua dulce por un extremo y de agua salada por el otro.
Nunca imaginé los efectos
catastróficos de un río que deja de pronto de fluir y acumula el agua de su
seno. El río Luján, nudo entre el río Paraná, el Uruguay y el Río de la Plata
se ha desbordado por innumerables segmentos, anegando decenas de pueblos,
ciudades, campos y polígonos. La mayoría de los countries: los barrios de los
ricos, situados en las zonas más altas y protegidos debidamente por enormes
taludes de tierra, se han salvado, pero los barrios pobres y las villas, sin
ningún tipo de protección ni contención, ubicados en los lugares de mayor
riesgo, a veces sospechosamente permitidos allá y no en otros sitios
aparentemente semejantes pero más seguros, se han visto literalmente arrasados
por el agua. Miles de personas lo han perdido todo, y resignados aguardan a que
el nivel baje para rescatar lo insalvable. Los saqueos, la falta de medios y
escusas por parte de las autoridades, que se responsabilizan unas a otras por
haberle ganado terreno al río durante años, enriqueciéndose todos, han
provocado una corriente de indignación sin precedentes. Los humanos afectados
han creado una plataforma que se llama Mibarriobajoelagua, y pretenden exigir
que se tomen una serie de medidas para mitigar en lo posible posibles desastres
y para reducir la desigualdad entre clases.
La sudestada, que así se denomina
el fenómeno climático, pierde fuerza y el río enorme empieza a descargar con
normalidad el agua. No obstante los humanos siguen mirando al cielo pues las
lluvias parece que continuará aún unos días más. A nuestro pueblo no ha llegado
el agua, por encontrarse sobre unas pequeñas lomadas, pero se ha quedado apenas
a un par de kilómetros, sumergiendo algunos barrios humildes. Sin embargo en
Tigre, Pilar, Luján o Zarate ha rebasado lo inconcebible, alcanzando las
distintas plazas del libertador, en el centro.
Veo a Javi llegar del trabajo y
quitarse con esfuerzo las botas de agua. El río enorme va cargado con tanta
agua que colma primero sus brazos, después los esteros, dehesas y bosques que
lo circundan, rebosando canales y lagunas, acequias y arroyos, tierras de
cultivo, quintas y barriadas. Se manda luego más adentro, a los desagües de las
casas y los inodoros. Es cuando devuelve la mierda que le mandan. Tapa
industrias, destruye máquinas e infraestructuras, se hinche de enfado y rabia.
Nunca fue tan enorme desde que llegamos, escondiendo en su turbulencia
asombrosa puentes, esperanzas y caimanes. Ahora entiendo que un humano
desesperado es como un río que deja de fluir, y si se juntan en un nudo la
revolución los rebasa.
Día 520
(Juegos sonoros)
Estoy tumbada sobre las baldosas de
la cocina. Hace ya un par de semanas que Javi sacó la manta verde de la
habitación. El calor la había vuelto inútil. Él lee sobre la cama, con el
ventilador prendido y próximo a sus pies, y su pensamiento sin querer gira con
las espirales del aire, moviendo la bandera de colores de los pueblos indígenas
colgada de la viga: Hay que comprar una nueva pantalla tecleadora, continuar
irreversiblemente en la ilegalidad, bregar con el amor y desamor a un tiempo,
también con sus dulces fuentes, confederar el sueño sin anestesiarlo, regresar
algún día a nuestra, seguir esta aventura, filtrar el afecto marchito,
protegerlo, vencer a la soledad con solidaridad, con autogestión fortuita,
cultivar flores de mandrágora y otras terapias alternativas, mentir y desgastar
la suerte, aprender y perder a veces el tiempo.
De pronto Javi me mira y deja el
libro a un lado. Entonces ladra. No es la primera vez que lo hace, pero yo
levanto mucho las orejas y le miro fijamente a los ojos. Se baja de la cama y
se pone a cuatro patas, volviendo a ladrar y a gruñir. Me acerco a él
manteniendo la distancia, gimiendo y moviendo el rabo. Cuando gruñe nuevamente
yo ladro de la alegría y adelanto las patas para jugar. Javi me imita y durante
algunos minutos el juego se extiende por la habitación y el resto de la casa,
acabando revolcados sobre las baldosas, la cama, sonrientes ambos, felices,
aullando a la luna, a las estrellas distantes, a las circunstancias y a
cualquier porvenir.
Día 521
(Materia íntima)
Todo se trasluce. Tiene una
corporeidad transparente y abrumadora. Las situaciones se presentan con una
nitidez agradable. Javi se ha convertido en vidente y a la vez en ingeniero de
la realidad que nos toca. ¿Qué se puede hacer con lo tangible, con aquello que
posee capacidad de desesperarnos, contra lo que nada podemos hacer salvo
aguardar el brillo prometedor de los astros?
Únicamente es posible luchar
construyendo artesanalmente nuestra propia materia íntima, renovando y
conciliando esos pequeños instantes de felicidad que nos preservan. Vivimos en
un sueño a la deriva, amparados por nuestros santos, nuestra inteligencia y
nuestro instinto, y el recuerdo del cariño de nuestros seres queridos. La
distancia no se sufre, es la ausencia. El pequeño goteo de silencios tras las
comunicaciones; notar cómo el olvido se hace patente, y con él nuestro
desarraigo. Parece como si el océano creciera cada día unos centímetros, como
si la línea hemisférica engordara preocupantemente, como si el cielo y la
tierra se expandiera hasta hacerse inmensidad, como si el afecto fuera sal y el
tiempo la disolviera.
El corazón no obstante lucha,
estableciendo distintas acciones. Javi incrementa sus envíos de mensajes,
videos, poemas y llamadas, llamadas de auxilio y certeza; pero las respuestas
llegan tarde, a contratiempo, sin demasiado color, forzadas o forzosas. Tal vez
existe un doble sentido, y Javi también pierde fuelle. Han pasado tantas cosas
en estos últimos meses que cuesta definir su huella, desmembrarla, reconocer
los propios errores y su raíz etérea. Y es que Javi necesita su tierra, nuestra
tierra, más que nada por su gente.
Día 522
(La universidad de la exclusión)
Javi ha bajado hoy de nuevo a la
gran ciudad, y yo he ido con él dentro de sus ojos. Después de tomar el
vehículo colectivo, de marchar en el tren subterráneo, de caminar por algunas
calles luminosas y henchidas de humanos apresurados, hemos llegado a un
edificio que no hace mucho tiempo Javi visitó: la facultad de psicología. En él
se ha enterado con sorpresa que lo tiene verdaderamente complicado para hacer
el examen de nivelación y obtener la homologación tan ansiada. Le piden ahora
plata, asistencia obligatoria a un número indeterminado de clases y prácticas
que le coinciden con los horarios del trabajo, leer un buen número de libros,
lo que quiere decir comprarlos, y aunque por experiencia, todo salvo la
asistencia a las clases resulta ya no positivo sino entendible, que se dejen ya
de joder y que se vayan con el sistema al carajo.
La burocracia se impone nuevamente
al sentido común y a la solidaridad entre los pueblos y los humanos. Es una
enfermedad que cuando parece remitir golpea en forma de metástasis. Ese control
es terriblemente nocivo para la libertad, y cuando la libertad es educación y
pan, es violento y sombrío.
Javi ha hablado con algunos humanos
y humanas estudiantes, seres amables que tampoco comprendían el juego y que
animaban a Javi a seguir los pasos, ayudándole a encontrar los programas de las
asignaturas y a prometerle apuntes y chuletas. En la agrupación El Brote le han
pasado un listado donde podía hallar los libros necesarios en diferentes
librerías de la ciudad a buen precio, por ser usados, aunque han terminando
hablando de la exclusión social de aquellas tierras, también en la nuestra es
así, que se autodenominan libres.
Y es que es igual. Si un humano
fuera a nuestra tierra a buscar trabajo y a estudiar, por nobles y honestas que
fueran sus intenciones, se encontraría con el mismo aparato de filtros y
trabas, que no es otra cosa que el poder del estado para sostener la desigualdad.
Ah, y si el humano cuenta con el capital suficiente, las puertas se le abrirán,
más que quiera destruir con sus manos la tolerancia y la justicia.
Día 523
(Impronta terrorista)
Javi juega con el cachorro grande en
el patio, y su juego resulta crucial. Gos, Oso y yo, tumbados junto al galpón
del fondo, observamos cómo Javi le explica y el cachorro hace. En una botella
de gaseosa vacía echa un chorro de aceite de trementina y después añade un
puñado de bolitas de papel de aluminio. Luego coloca la tapa, agita la botella,
y la coloca de pie sobre el suelo. Javi le obliga a dar entonces unos pasos
para atrás. La botella comienza a hincharse de inmediato pues la reacción
química provoca gas. Continúa deformándose y creciendo y el cachorro parece divertirse
de lo lindo. Las gallinas extrañas y los patos se alejan como si su instinto
les avisara de lo que sigue. La botella se convierte en un objeto descomunal
que desprende energía, y cuando ya no puede sujetarla, explota, haciéndolo con
tal fuerza que sacude los cristales de las ventanas, levanta polvo y piedras
del piso y espanta las sombras. El cachorro ríe mientras los vecinos asoman por
sus puertas convencidos que ha explotado una garrafa de gas o de nafta y llaman
a los bomberos y la policía. Ni la madre del cachorro, ni la humana vieja, ni
la que lleva gafas ni el vecino del fondo se encuentran en casa, de ahí que el
experimento fuera posible. Gos y Oso se han metido con los gatos debajo de unos
hierros, y yo estoy pegada a las piernas de Javi con el corazón latiendo
acelerado. Una bandada de pájaros e insectos vuelan en dirección al río enorme
formando una columna de huída, y las gallinas extrañas y los patos
probablemente estarán unos cuantos días sin poner huevo alguno. Todos los
perros del barrio aúllan a la vez desesperados en tanto las primeras sirenas
empiezan a oírse en la distancia.
-Esta es la impronta terrorista
Lisandro,- Dice Javi al ver la cara de preocupación del cachorro. -y ahora
deberás asumir tu responsabilidad, sin dejar de sentirte como parte de un
pueblo que se defiende del poder opresor.-
Día 524
(Altas nubes)
El viento nace en el continente
helado en un nido de pingüinos, asciende por el océano pacífico hasta rozar esa
parte del mundo donde África y Asia se estrechan la mano. Continúa recorriendo
el mar mediterráneo hasta atravesar la península ibérica. Allí traza círculos
entre las cimas, hace volar las cometas y provoca el tenaz giro de las veletas
soñadoras. Luego regresa de nuevo al océano, esta vez el atlántico, y establece
en él una curva inter-hemisférica que desprende caos. Crea así olas sublimes,
ayuda a los barcos de vela y fastidia la ruta a los cruceros. Llega minutos más
tarde a las costas sudamericanas y desciende, absorbiendo el calor de las
junglas y de las pampas, lamiendo su diversidad, creando altas nubes que
descargan lluvia y silencio en nuestra calle, entre relámpagos que iluminan el
recuerdo de toda su trayectoria.
El viento vuelve al continente
helado, al mismo nido de pingüinos, y muere antes de nacer.
(Pequeño paraíso)
Abro los ojos sobre las baldosas
frescas de la cocina. Afuera, en el patio, hace calor, aunque como la puerta
permanece abierta y sus sonidos me llaman, me dirijo para allá. Oso empieza a
perseguirme y yo me dejo jugar. Corro tras él y enseguida le alcanzo. Gos nos
mira como si le recordáramos algo, y no sabe que es él a quien recuerda. La
humana con gafas tiende la ropa y mastica un cicle y la humana vieja nos
interrumpe para tirarnos algunos huesos. Algunos pájaros de colores cantan
entre las ramas y el cachorro se ríe dando patadas a un balón. Mientras
mordisqueo el hueso el sol me da en el hocico, y es por ello que tiene sabor a
luz. Las lagartijas parecen pequeñas estatuas que se agrupan en el museo de
tablas. Los gatos lamen sus patas voluptuosamente y los patos y las gallinas
consumen la tranquilidad de su búsqueda incesante.
Sé que Javi está escribiendo en su
libreta, pues escucho el filo del lápiz. Y sé también que estará describiendo
cualquier pequeño paraíso que alumbre su corazón.
SEMANA 75
Día 526
(Terapia optimista)
Los martes, y algunos miércoles
también, Javi hace terapia vecinal cuando vuelve del trabajo. A sus pacientes,
que eran cuatro, se han sumado otros
tres. De los primeros, la mamá del cachorro grande y el propio cachorro han
mejorado muchísimo su relación y las sesiones se espacian. El carnicero lleva
cerca de un mes bajando cada día su consumo y su rostro empieza a recuperar el
color de la ilusión. La humana vieja se ha ido de viaje al norte para ver a uno
de sus hijos. Por ello Javi se prepara para recibir a los nuevos y proponerles
su terapia optimista. Durante un mes les dejará hablar y después les ayudará a
seguir su propio camino ideológico y emocional. Hay una humana muy joven,
embarazada, con los ojos tristes, uno de nuestros vecinos mecánicos, aquejado
de los nervios, el alcohol y el cansancio, y una mujer vieja que vive en la
esquina de nuestra calle, quien se siente en extremo abandonada y hastiada. Hoy
se verán acá, en nuestra casa, pero la vez siguiente, será en las suyas, pues
los humanos sólo en su propia casa se muestran realmente como son.
Identificar y reconocer un problema
es importante para hallar la solución, y para establecer un cambio. Es una
escalera que se construye peldaño a peldaño, una espiral ascendente que se ciñe
de vértigos pero se alza segura.
Javi no se arruga por la adversidad.
El estado le niega el visado que le permitiría legalizar su situación, la
universidad el título que lo corroboraría, va sorteando estragos interiores, y
asumiendo desafíos, centrándose en su capacidad para trabajar por las personas.
Con todas las trabas lo está logrando, sin más interés que aprender de esta
experiencia sobre la libertad y el miedo.
Ahora se escucha que alguien llama a
la puerta y Javi no se apresura en abrir. Una humana desconocida sonríe del
otro lado. De su mano dos cachorros, con un olor nítido de violencia y
necesidad. Javi les sonríe y les invita a pasar. La calle es una burbuja de
polvo y miradas curiosas, cuando el viento arrastra intenciones.
Día 527
(La inauguración del chino)
Nuestro barrio, la Chechela, crece
de continuo. Los okupas invaden las tierras baldías y los campos que rodean el
pueblo y los countries de los ricos. En esos terrenos construyen casas y sobre
las que ya hay se levantan otras. Antes que un parque o un centro cultural ,
brotan de la colectividad algunos potreros, y detrás las verdulerías, las
despensas, los kioscos, que también lo son. A la antigua calle de tierra se le
echa escombros y graba, y a la que ya los tenía, los vecinos de la cuadra
juntan plata para comprar la capa de alquitrán. Las compañías eléctricas y las
telefónicas aparecen enseguida y se disputan los nuevos intereses. Construyen
torres, escarban el suelo y se complementan en su carroña. Si hay contratos
viene el domicilio postal y un número. Otros negocios surgen entonces. Una
chatarrería, un taller mecánico, una panadería, una pollería, nuevos kioscos y
despensas, lavanderías e incluso una pequeña escuela para cachorros. Después de
mil y un detalles y progresos, en cuya entidad el barrio se conforma, en el que
la villa se aferra al pueblo y se transforma, hay algo que sin duda marca un
punto de inflexión o de inclusión. Esto es: el supermercado chino.
Hoy han inaugurado uno en nuestro
barrio, en la esquina de la calle Bolivia con el bulevar de 9 de Julio. Javi y
yo hemos ido para allí a comprar, luego de que llegara del trabajo. Es curioso,
pero en nuestra tierra ocurre un fenómeno semejante, a pesar de que varíe el
comercio y los productos, y la realidad consecuente.
Acá todas las despensas, tiendas y kioscos
del barrio, tienen asignado un número sostenible de perros callejeros. Estos
deambulan siempre cerca de sus puertas, sin perder su lugar ni la oportunidad,
pues otros lo ocuparían. La cuestión es que hoy ha habido una gran batalla por
dichos puestos en el supermercado, y mientras Javi compraba junto con otros
humanos con más curiosidad que necesidad, en las puertas del nuevo chino de la
Chechela, decenas de perros de la calle, venidos de la lluvia y el barro, de
quién sabe qué agujeros, enterados por instinto y por nariz, se peleaban por un
sitio que frecuentemente habrán de defender con su vida.
Y es que con este supermercado
chino, nuestro barrio ya es un poco más barrio, y sus perros callejeros,
recientes de pulgas y garrapatas, dejarán de estar tan flacos.
Día 528
(Tierras de exilio)
Javi lee un libro y siente que las
palabras le atrapan. Es de un poeta y escritor de la tierra que se encuentra al
otro lado del río enorme. Una vez él escribió desde la nuestra sobre el exilio,
y decía:
Un viento
misionero sacude las persianas
no sé qué jueves trae
no sé qué noche lleva
ni siquiera el dialecto que propone
creo reconocer endechas rotas
trocitos de hurras
y batir de palmas
pero todo se mezcla en un aullido
que también puede ser deleite o salmo
el viento bate franjas de aluminio
llega de no sé dónde a no sé dónde
y en ese rumbo enigma soy apenas
una escala precaria y momentánea
no abro hospitalidad
no ofrezco resistencia
simplemente lo escucho
arrinconado
mientras en el recinto vuelan nombres
papeles y cenizas
después se posarán en su baldosa
en su alegre centímetro
en su lástima
ahora vuelan cómo barriletes
como murciélagos como hojas
lo curioso lo absurdo es que a pesar
de que aguardo mensajes y pregones
de todas las memorias y de todos
los puntos cardinales
lo raro lo increíble es que a pesar
de mi desamparada expectativa
no sé qué dice el viento del exilio.
Ahora Javi arruga los ojos sobre la
página y le responde desde este lado. Los exilios se intercambian y se
confunden. El suyo fue sin duda forzoso, y el nuestro forzado. Mientras existan
en el mundo humano las guerras, las desigualdades, las injusticias y el paro,
los exilios serán una frontera, y los exiliados aquellos que deciden
cruzarla.
Día 529
(El cóndor)
Javi sigue sin su pantalla y a veces
se pone de mal humor. Le agarra una pintura depresiva en la cara, y acumula
tantas hojas escritas que podría forrar todas las paredes de la casa.
Hoy no tenía muchas ganas de
levantarse, y lo he notado en el mismo momento en que abría los ojos. Ha
empezado a dar vueltas sobre la cama y el aire que fluía desde el ventilador no
lograba apaciguar su sensación de vacío. Al final se ha levantado y se ha
puesto a componer la cocina y la ropa de la semana. Ha baldeado los suelos,
preparado una colada, por aburrimiento más que por otra cosa, aunque después
algo ha debido torcerse para bién, y ha hecho tostadas para desayunar con un
café.
En esa suerte, con el sol, el café y
las tostadas, en el patio luminoso, sus sentimientos han comenzado a variar de
pronto. La sonrisa regresaba de nuevo a su rostro, y para mi alegría, me ha
silbado llenándome después de caricias, mimos y cosquillas. Su pensamiento me
revelaba con un susurro que hoy se tomaría un descanso en sus correciones y
escritos, al igual que con sus preocupaciones. La nostalgia, los sueños, la
pantalla, la visa, el título y el vacío deberían esperar o asistir con nosotros
a la mañana, a la luz del sol, al olor de las plantas y de los árboles, y al
mundo humano circundante, en ocasiones complicado, hoy inesperadamente
conciliador.
Javi se ha marchaba un rato más
tarde, regresando al mediodía con un pájaro enorme con las alas extendidas
sobre su hombro, un cóndor de la gran cordillera, el mismo que Javi
fotografiara una vez. Es el último animal que quedaba por dibujar en ese totem
idealista en que se ha convertido su brazo. Representa a la libertad como una
sombra que cruza sobre nosotros, y por lo tanto lo inalcanzable.
Tal vez para sacudirse el último
rastro de malestar, por la tarde se ha vuelto a marchar, esta vez hacia el
sitio de los perros. Lo he sabido nada más cerrar los ojos y abrirlos dentro de
él, cuando apenas llegaba allá en el vehículo colectivo. Su cara expresaba sed
de alegría y desmesura, ganas de emborracharse de vida, de bailar, de encontrar
una flor clandestina y anónima para envolverla de besos y caricias, y derramar
el tiempo como arena, la plata y el sentido, reparando el eco sonoro, el ritmo
fundamental, construyendo momentáneamente aquel paraíso perdido, situándolo
frente a sí como si contemplara estrellas y galaxias desconocidas.
No sé si habrá sido así, pero en el
cielo del pueblo se alumbra la amanecida y Javi continúa sin venir.
Día 530
(Fiesta con los humanos
especiales)
Cuando Javi ha regresado por la
tarde, ya sabía dónde había pasado el día. Sin dormir se ha ido a la fiesta
anual que se celebraba en el centro de humanos especiales. Hoy iban allá todas
las familias, por lo que el encuentro resultaba importante. A través de los
ojos de Pedro he visto cómo llegaba, cansado y optimista, dispuesto a vivir por
segunda vez un evento relamente esclarecedor, pues los humanos especiales
rebelan potencialidades ocultas y fallas en presencia de los suyos.
Los talleres estaban decorados con
sus trabajos y dibujos, y había un puesto donde se podían comprar algunas de
sus artesanías. Las familias se han agrupado, unas vestidas de rayas y otras de
lunares, y ha habido algunos juegos en los que se enfrentaban y competían.
Después ha venido la comida, cuyo menú era empanadas diversas y gaseosas. Javi
charlaba en cuanto tenía la oportunidad con algunos familiares de los humanos
especiales, estableciendo puentes de entendimiento y empatía. El ambiente ha
sido distendido y las horas han transcurrido armoniosas.
Al comienzo de la tarde,mientras
Javi ayudaba a montar la estructura de un pequeño espectáculo circense, los
trabajadores del centro, los humanos especiales y sus familias han pasado
dentro del hogar para ver el video que hacía una sinopsis del año. Luego, de
vuelta afuera, sentados en bancos, sillas y también sobre el pasto, han
asistido a las lindas locuras y acrobacias de un humano divertido que ha hecho
reír y gozar a todos. Para finalizar ha habido un sorteo de regalos y una
emotiva despedida.
Algunos humanos especiales
tardarán en volver a ver a encontrarse con sus seres queridos, y eso estriste.
Sus rostros reflejaban una incerditumbre momentánea que pronto se ha diluído
con la compañía de las caras de quienes siempre les acompañan.
Javi ha sacado a pasear a Pedro
antes de marcharse. En una pared estaban colocados los dibujos que los humanos
especiales le dedican a su mascota, y en otra los veintiocho poemas que Javi
les ha dedicado a ellos, y que ha sido su regalo para las familias. El bullicio
de la mañana se transformaba en tranquilidad, y el viento refrescaba las
sombras que el sol fuerte había maniatado.
Ahora un eco semejante resuena en
nuestra calle. Acabamos de regresar a casa después de un largo paseo. Javi trae
en la mano una pizza para cenar y los vecinos mecánicos le llaman. Está
rendido, pero sus ojos brillan cómplices, y como resulta que uno de los vecinos
aún no ha podido almorzar, la pizza se comparte y se última. La milonga empieza
en la radio, cuando el sol ya rueda sobre los tejados y las copas.
Día 531
(Buenas noticias)
La pizza que ayer compartimos fue
como una llave. Hoy, cuando los vecinos han visto pasar a Javi por la vereda de
la calle, de regreso del trabajo, ansiaban devolverle el gesto, y entre
cervezas, ascuas y carne, no ha tenido más remedio que corresponderles.
Ha venido primero a casa para
llevarme con él. Se me hacía la boca agua al ver el asado sobre la parrilla.
Los pedazos de vacío, la falda, las costillas, los chinchulines, el chorizo y
la morcilla se hacían despacio, a la custodia de un humano gordo que poseía sin
duda el secreto oportuno. Javi parecía feliz con la invitación y hablaba y se
reía con los vecinos. Sus ojos brillaban con una luz prodigiosa. Sin embargo ha
sido mi nariz quien me avisaba que había algo más en su brillo, aunque rodeaba
como estaba de olores sabrosos no he podido dilucidar su verdad.
Por la noche, saciados ambos de
nuestros respectivos apetitos y sentados en la puerta de casa contemplando las
estrellas distantes, Javi me ha dicho con el pensamiento las mejores noticias
de nuestra tierra. Naquel, mi mejor amigo, el oso blanco, el mastín de la
sierra, no va a ser sacrificado. La adversidad se volvió esperanza y parece ser
que le aceptaron hace unos días en un refugio y que una familia está dispuesta
a adoptarlo, dándole una nueva oportunidad. Me he puesto a correr como loca y a
saltar de la alegría mientras Javi se entregaba al llanto del alivio. En su
memoria se hallaba el corazón de su primo Israel y el de sus padres. Ninguno de
ellos se merecía lo que había pasado, aunque fueran responsables de que Naquel
estuviera tan sólo.
Javi me llama ahora a su lado y
me acaricia, y envía consciente un saludo a la estrellita que les guarda. Pone
un poquito de choclo junto a la vela que encendió a sus santos, y enciende
otra, para iluminar otras esencias vivas. Escho en mi mente el aullido de
Naquel y le veo dichoso protegiendo un campo interminable, a los pies de una
gran montaña nevada.
Día 532
(Primeras ramas)
Javi continúa luchando, a veces
contra sí mismo. Porque en esta aventura existe como en todas, un mundo
exterior clasificable y uno interno y desprovisto. El árbol de espirales poco a
poco cobra altura, y sus primeras ramas comienzan a entreverse. Javi escribe en
su libreta, en tanto fuma, y la sabia alcanza sus dedos, por herencia y
adquisición.
Tío Víctor
Tío
hubo un tiempo de mi vida
que tus palabras hacían crecer en
mí
sentimientos rebeldes
eras un ángel vestido de negro
que venía susurrando augurios
y verdades anticipadas
me enseñaste a ser el extraño
y a asumir el rol de mi destino
a velar por aquellas fronteras
que nadie defendía
no sé en qué momento ocurrió
pero aquel vínculo poderoso
que fue tu mejor herencia
se fue deshilachando en sus
costuras
puede que alguna vez te
decepcionara
y que nunca te atrevieras a
decírmelo
o quizá la decepción fue mutua
y yo tampoco me atreviera
siempre traté de devolverte
aquellos mismos susurros
aunque tu oído los distorsionaba
será que los golpes nos
transforman
y que nos llevan a olvidar como
fuimos
quiero que sepas
que en esta distancia inasible
en este silencio elegido y
natural
nuestro vínculo brilla y se
sostiene
y por aquello que acunaste y
construiste
soy dichoso
y te siento un revolucionario
fiel a su causa.
Tía Maite
Tía
Recuerdo aquel día que subiste
a la cima de nuestra sierra
jadeante y lúcida
esforzadamente feliz
para descubrir poco después
que estabas embarazada
aquella locura positiva
marcó para siempre tu espíritu
con los años tuviste que superar
tantos miedos
que a veces te miro como a un
enigma
no te sientas culpable
sino responsable de haberlo
logrado
creo que aquel día subiste a la
sierra
porque intuías que en un tiempo
tu hijo no podría subir allí
salvo de tu mano
igual de jadeante y lúcido
y esforzadamente feliz
con el mismo embarazo optimista.
Tía Belén
Por más que una vez cortaras mi
oreja
o tal vez por lo mismo
aprendía a confiar en ti con los
ojos cerrados
jamás hallé mejor diván
que la silla de tu peluquería
ni mejor terapia que tu
comprensión fértil
como el pelo crece igual que el
cariño
tu te afanas en cortarle las
puntas
y allá donde ves un trasquilón
lo repasas con la navaja
nuestra relación es firme
porque carece de fijadores y
espumas
nunca quisiste cobrarme el amor
de tus tijeras
y yo no tendré nunca dinero
suficiente
para pagarte esta verdad
mi corazón te quiere
como una hermana
inteligente y buena
y añora que le revuelvas el
flequillo
con los dedos
y que le cuentes
desde el otro lado del espejo
la historia de las canas y de los
tintes.
Tío Quique
Tienes una bisagra de juventud
que no consigue aplacar el olvido
y un modo particular de
improvisar ternuras
que luego cuelas por la escuadra
tu alma es de delantero centro
pero tu pensamiento es de quien
distribuye los pases
y siempre que logras desmarcarte
en el área
el público se cristaliza por la
espera
porque aprendiste que en la vida
hay cosas mejores
que marcar el gol de la victoria
que el partido va más allá
del tiempo
de descuento
porque confiar en el equipo
es el mejor de los resultados.
El viento que suena tras las
ventanas mueve suavemente las ramas del árbol. Javi sonríe, pensando todo lo
que en ellas ha visto crecer.
SEMANA 76
Día 533
(El sueño y el resplandor)
Javi se mueve soñando, y como yo
puedo oler lo que sueña, se que está en una tierra extraña, que es la nuestra y
también otra. La sierra de nuestro pueblo de allá se abraza a las cimas que
conocimos de este lado, y junto con los robles, encinas y pinos, se alzan
cardones, algarrobos, quebrachos y ombúes. El suelo negro se divide rodeado de
estratos multicolores. Al alcaudón, al jilguero y al buitre, se les unen el
cóndor, la cuchicha y el tero, e incluso los distintos cielos se concilian y
yuxtaponen con la forma de las nubes y la inclinación del sol. Javi monta a
caballo y vuela sobre su lomo. Yo le sigo corriendo por quebradas y valles,
ladeando montañas y cerros, tomando senderos conocidos y desconocidos. Naquel
asímismo nos acompaña, al igual que Noa. Una casa que es el futuro asoma sobre
las copas de los árboles, junto a un capilar de arroyos. Una chimenea de piedra
en el tejado deja ver una flaca columna de humo. Se distingue una luz encendida
en la ventana, y la puerta se abre.
El corazón de Javi se cuela en ambas
realidades, las mezcla en su balde de espectativas. El viento sopla frío y las
sombras del atardecer se preparan.
Javi se mueve sobre la cama,
soñando, sin saber lo que estos sueños significan, si son augurio o deseo,
cuando por la puerta , resplandeciendo, salen todas las estrellas distantes de
los dos firmamentos.
Día 534
(La abuela Antonia se enferma)
El sonido de un motor me avisa y me
aparto hacia la vereda. La villa es un escándalo de niños y perros callejeros.
Caminamos de vuelta a casa, pues Javi ha de hablar con los suyos. Como la
pantalla tecleadora murió definitivamente hace unos días, al llegar, busca
señal en el patio, se sienta en un bordillo de cemento y llama con su teléfono
móvil. En esta espera, sus ojos siempre se iluminan, pero hoy, después de
quebrar la distancia con la tecnología, de reconocer los rostros y las voces y
de expresar las cuestiones presentes y futuras, su mirada parece languidecer.
Será que la llamada ha sido corta y
grave, y el tono nervioso y definitivo. Su pensamiento ahora me lo anuncia, y
es que la abuela Antonia se puso enferma hace unos días y estuvo internada en
el hospital de humanos.
La abuela Antonia tiene el corazón
muy débil. Hace unos cuantos años le pusieron una válvula, pues no podía
impulsar la sangre de su cuerpo y se ahogaba. En la familia de Javi los
corazones son vulnerables. No por falta de fuerza, sino porque viven la vida
con intensidad y adolecen su desgaste. La medicina humana es así de extraña y
artificial, mantiene la esperanza bajo palio y lucha contra la muerte con un
ingenio absurdo, en el que la vejez se distiende como una enfermedad.
Javi se ha quedado preocupado y
piensa en ella, en su rostro fatigado, hastiado por la reciente pérdida del
abuelo Víctor, su compañero, combatiendo contra el tiempo y la apatía. La
abuela Antonia es la única raíz del árbol que aún le queda con vida. Javi
quisiera decirle que la entiende, y tenerla entre sus brazos para acariciar sus
mejillas, pero no es solamente los kilómetros los que nos separan. Daría todo
por volver a verla, y Javi se siente con acierto un egoísta.
Día 535
(Sumideros)
La tormenta se abalanza sobre el
pueblo. La primavera prepara de este modo su fiesta de despedida. Viene desde
el sur, rotando por la costa. La lluvia empieza justo cuando Javi regresa del
trabajo. El agua anega con rapidez las calles de tierra, pues cae con
intensidad desmesurada, y las goteras se extienden por el techo de la casa
después de atravesar las chapas del tejado. El viento se cuela con la humedad
por las rendijas de las puertas y las ventanas. El mundo respira y clama del
otro lado, pero Javi escribe en su libreta y fuma incansable, y yo dormito
sobre las baldosas, molesta por una mosca que me ronda.
Pronto la calle se convierte en un
arroyo. Lo percibo sobre la piel. Los arroyos en ríos, y los ríos en mares
provisionales, donde los peces de agua dulce y salada se encuentran ideando
nuevas especies híbridas con mejor resultado evolutivo. Los sumideros no dan
abasto, y como los sentimientos humanos, se desbordan sobre los campos y
caminos.
El cielo es una amenaza que promete
remitir. Los sumideros se llenan de hojas y basura, de plásticos, estragos y
frustraciones. Alguien debería haberlos limpiado para que los sentimientos no
se trabaran. Sin embargo los truenos acallan los pensamientos de Javi al igual
que los míos, y en ese mismo instante, haciéndome la dormida, resurjo con las
fauces abiertas para atrapar la maldita mosca.
Día 536
(Mercado libre)
La canción de las pequeñas cosas
brilla hoy en los ojos de Javi. Está sentado en la mesa de una cafetería, en
una avenida enorme de la gran ciudad. Le veo a través del cristal y de la
mirada de un compañero callejero que le ha estado siguiendo desde la boca del
tren subterráneo.
Un humano llega ahora a su mesa y le
da la mano, sentándose con él. Enseguida sonríen y empiezan hablar como si se
conocieran, o a pesar de que acaban de conocerse. El humano saca de una bolsa
una pantalla tecleadora y Javi la revisa y la enciende. Poco después le entrega
un sobre con plata y se vuelven a estrechar la mano. Cientos de humanos
hormiguean a su alrededor, en la cafetería, por las veredas de la enorme
avenida, ajenos al trato. Los sonidos de la ciudad parecen suspendidos en el
aire, gastando los altos edificios y pintando las nubes de humanidad. El humano
y Javi se despiden, y Javi sale de la cafetería para caminar de vuelta por la
avenida hacia la boca de metro. Yo le sigo, es decir, mi compañero. Hay algunos
humanos que tratan de retenerle para venderle sus maravillas únicas, sin
embargo Javi acaba de comprar su mayor tesoro, y no se para ni un momento a
escuchar otra cosa.
El compañero callejero es su sombra,
pues yo soy luz dentro de él. Por ello su pensamiento me revela lo que ocurre.
Existe un mercado humano que se maneja en las redes invisibles, tras los
teclados y pantallas, más solidario, cuyos precios son más razonables que en el
otro, tal vez porque la compra-venta se cierra directamente entre el que compra
y el que vende, porque es necesario un salto de fe, de confianza mutua entre el
que entrega y el que recibe, y en el cual la gratitud se premia con una
puntuación de diez sobre diez. Si cualquier humano no da uso a alguna de sus
herramientas, la puede vender o intercambiar por aquí, y si algún otro ansía
esta herramienta, pero no tiene con qué comprarla, puede hallar el modo. El
mercado verdaderamente libre puede acabar con todos los círculos viciosos y los
filtros de la legalidad. Hay mercados que adeudan y que generan desigualdad.
Éste es sin duda esperanzador, no perfecto, más tolerante.
Javi desciende las escaleras hacia
el tren subterráneo y le tengo que dejar ahí. Sé que viene de camino a casa y
que nada podría entretenerle. En unas horas nuestra casa se llenará con el
sonido de la nueva pantalla tecleadora. La canción de las pequeñas cosas es
sublime, y siempre trata sobre la más mínima felicidad.
Día 537
(Cuando el corazón se detiene sin
remedio)
Suena un mensaje en el teléfono
móvil de Javi y se despierta. Alarga el brazo para leerlo y el dolor amanece en
nuestra casa. Javi llora con el teléfono en la mano un llanto silencioso, sin
rabia ni frustración, matizado de impotencia y locura. No hay palabras para
describir sus ojos, ni el olor de sus sentimientos. Lo que ha leído resulta ineludible
y atroz, y así no hay modo de vivir ni reír ni de hacer nada más que odiar la
vida y sus golpes.
Nunca antes Javi había sufrido la
distancia tanto. Su corazón se detiene sin remedio, tratando de encontrar una
raíz empática tan inexistente como inútil.
Día 538
(Los Gipsy Kings)
Javi se ha ido a trabajar muy
temprano. Apenas ha podido dormir, pensando en el mensaje que ayer anunció un
dolor irreparable, escribiendo versos absurdos que ha terminado quemando sobre
un plato y tratando de hallar cualquier magia positiva que le salvara y que
pudiera enviar a sus amigos.
Ha regresado a la tarde, con los
ojos tristes, y después de nuestro paseo por el barrio, ha preparado algo de
comer, se ha cambiado y nos hemos marchado para el centro del pueblo. En uno de
los parques había montada una feria con puestos de comida y artesanía, y
algunas bandas amenizaban con su música el ambiente humano multitudinario.
Enseguida he entendido que Javi se
obligaba a salir y respirar. Ayer no tenía fuerzas ni ganas de hacer nada. Su
pensamiento revelaba que no iría a la boda boliviana a la que una de sus
compañeras de trabajo le había invitado. Simplemente se quedó en casa y
permitió que las horas le envolvieran guardando la inquietud y la angustia. Hoy
busca acompañarse, suplicar al tiempo una tregua, encontrar una forma nueva de
sonreír contemplando las bombillas de colores y el brillo de las estrellas
distantes sobre los tejados y las copas de los árboles. No puede dejar de
pensar en David y Elenita. Ella es una de las estrellas distantes, él un sol
compañero al que quiere por amarla tanto a ella. Hace un tiempo decidieron
regalarle al mundo su semilla y Elenita quedó embarazada. Unos días atrás todo
se dispuso, ella dio a luz, y un niño vino a poner a prueba su amor y su
humanidad. Su Pequeño corazón tuvo un fallo y ya quería regresar al otro lado.
No hubo forma de convencerle, y la ciencia lo sostiene con arrullos. Mientras,
ellos aprenden, desesperados, con una valentía irracional, con un cariño
inexpugnable, creciente y decidido. Javi los imagina acunando un sueño
inconcebible, aprendiendo la lección mas dura de sus vidas, compartiendo con su
hijo los primeros y últimos momentos de su existencia, padeciendo pero
sonriéndole, entregándole en lo posible toda la ternura y entendimiento que
atesoran, que fluye en ellos, y que le hubieran entregado con los años. Por
como son, porque los conoce, Javi sabe que no se separarán de él ni un
instante, que serían capaces de quebrar los moldes del universo, sus leyes y
esencias, por tenerle entre sus brazos, por tocarle, hablarle y besarle, aunque
sus propios corazones y sus mentes se rompan ahora en mil pedazos.
Los humanos destilan alegría en
medio de la fiesta y Javi y yo nos acercamos al escenario. Inexplicablemente
empieza a sonar una canción que Javi reconoce y que logra que sus ojos se
humedezcan de inmediato. Su pensamiento me dice que se trata de una versión de
un grupo que le entusiasma, que nos traslada en un segundo a nuestra tierra.
Los acordes y las palabras de los Gipsy Kings acarician nuestros oídos, y en
tanto asumimos la realidad humana que nos rodea, Javi cierra los ojos y piensa
en sus amigos, como si entendiera que la música esconde algo, que es la única
forma de acabar con los miles del kilómetros que nos separan, con el océano y
los hemisferios y las elecciones, para abrazarles, hablarles y besarles, y
estar a su lado, lo más cerca y más profundo de sus corazones
maravillosos.
Día 539
(Una estrella más)
Javi despierta con un nuevo mensaje.
El niño ha muerto. Y en el alba de nuestro barrio, con todo respeto, brilla una
estrella más.