eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 5 de noviembre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semana 22)

Día 148


(El chasco)

Hoy comenzaba el día con un sol espléndido, con buenas expectativas y un aire favorable que soplaba para refrescar nuestras mentes. Che Lokita se ha escapado pero ha vuelto justo cuando Javi ha terminado de mimpiar las cuadras y se disponía a irse a trabajar. Algunos gansos, como si la muerte acaecida sobre su clan se hubiera unido a los esfuerzos de Javi por preservar las vidas restantes, han puesto algunos huevos más. El tiempo ha transcurrido lento pero pacífico y al volver Javi por la tarde se ha detenido.

Javi olía a problemas en el trabajo, casi no olía hoy a los humanos especiales. En cambio lo hacía a enfrentamientos con alguno de sus compañeros y a sutil indiferencia de los responsables, aunque los nervios se le han ido diluyendo tras un pitillo sostenido por la tela verde en nuestra compañía. No ha montado a Pepe como otros días pero le ha estado susurrando cosas bonitas al oído. Lo se porque Pepe relinchaba moviendo su cuello y tenía las orejas curiosas echadas hacia delante. Luego Negro, Che Lokita y yo hemos tenido nuestra aventura particular en el campo contiguo al nuestro; ese que está llenos de huesos de oveja. Subida en un piedra plana cerca del canal tomaba el sol de la tarde una iguana que parecía formar parte de la misma piedra. Sólo Negro se ha atrevido a ladrarla y a molestarla. De pronto nos ha empezado a perseguir chasqueando su larga cola para asustarnos. Javi se ha acercado alertado por los ladridos y ha intentado sacarle una foto aunque antes de que pudiera hacerlo la iguana se ha esfumado.

Al marcharse el sol los árboles imponentes han apagado su verde y la pradera se ha llenado de calma. Cada cual de los animales se ha dirigido a su refugio y Javi ha encendido las luces que rodean la casa-chabola. Tal vez quería llamar a esas otras luces que vienen hasta aquí con nosotros cada noche o a las que desde el cielo infinito nos contemplan con la misma nostalgia que nosotros.

Javi está filtrando los malos sentimientos de una manera más constructiva. Por eso teclea y nos sonríe mientras nosotras bostezamos ahora en nuestro colchón de gomaespuma. Afuera se ha levantado un viento frío, pero acá dentro no nos alcanza.



Día 149

(El coche viejo)

Javi se ha levantado más pronto de lo habitual. Ha compuesto la casa-chabola y las cuadras y se ha sentado para ver el amanecer. Ni Che Lokita ni yo, muy perezosas, le hemos acompañado y nos hemos quedado así en nuestro colchón de gomaespuma. Y tal vez ha sido que no faltaba ningún gansito o que la luz del sol enverdecía el fuerte viento que lo movía todo, también las hojas de los árboles, pero el caso es que le brillaban mucho los ojos. Poco después se ha ido a trabajar sonriente y contento y ya no ha venido en ningún momento hasta bien entrada la tarde. La sorpresa ha sido que lo ha hecho por el portón de la entrada de la pradera, y lo hacía saliendo de viejo coche que él mismo manejaba, y del cual también ha bajado dos de los humanos de su trabajo que huelen a bondad, un hombre y una mujer ya mayores que han venido alguna vez a visitarnos y que quieren mucho a Javi. Los tras parecían muy felices. Aún hemos tenido que esperar que nos quitaran la cadena porque Javi se ha puesto a enseñarle a conducir el coche al hombre un buen rato. Le mostraba el movimiento necesario aunque el otro se enredaba con las palancas y pedales.

Luego se han vuelto a ir y Javi ha llegado un par de horas después desesperado por sacarnos de debajo del camión, pues hemos estado allí prácticamente todo el día, y por guardar a los animales y preparar la cena y teclear y casi para caer redido, con idéntica cara de satisfacción como de cansancio. Pienso que le gusta mucho poder ayudar a otros humanos, y más cuando éstos ya nos ayudaron a nosotros. En eso Javi cree en una ley indivisible y humana compuesta toda de reciprocidad y cariño.

Quizá por ello, por la misma ley, ahora nos está dando un gran paseo por el camino que rodea nuestra pradera. Pretende corresponder de algún modo nuestra espera mientras la noche ya ha hecho acto de presencia sacando de la distancia a las estrellas que nos miran y dilatando en nuestros ojos la silueta difusa de los árboles inconmensurables.



Día 150

(Miradas)

Me despierta un ruido. Resurjo de un mundo de sueños compartidos que huelo cada noche. Javi calienta en un cazo un poco de leche. Che Lokita se estira sobre su colchón. La veo más grande, más adulta. Las paredes de la casa tiemblan por el aire. Suenan en el techo, como una lluvia extraña, las moras maduras cayendo, las mismas que los todos los animales comemos del suelo para ir dejando luego un rastro de excrementos morados que pinta lunares flamencos sobre la hierba. Salgo a mear y sorprendo a un águila devorando los restos de un gansito. Como Javi está entretenido limpiando la sustituyo en el festín. Che persigue como siempre a estas horas a las ratas y ladra a los burros. El día anuncia calor y todos buscan ya una sombra. Los árboles imponentes parecen más imponentes que nunca pues sus ramas han alcanzado una frondosidad espléndida. Javi se está afeitando y nos pone de comer unos puñados de pienso. Los patos hacen su danza siniestra, picoteándose unos a otros y el pavo conserva el color de la luna. Javi cierra la casa-chabola y se cuelga al hombro su mochila. Ya se va a trabajar y nos mira. Sin que nos diga nada más Che Lokita y yo acudimos debajo del camión para que nos ponga alrededor del cuello la cadena. Una gallina cacarea en el interior de la caseta de Negro en tanto pone un huevo. Desde el paso a través del que Javi marcha a su trabajo, Javi vuelve a mirarnos. Y su mirada dice a la vez lo siento y gracias.



Día 151

(Encierro forzoso)

No hemos podido salir en todo el día de casa. De madrugada nos sacudieron los truenos y no ha dejado de llover desde entonces con una intensidad tremenda. Apenas salir a mear. Javi a abrir el corralón de los gansos y los caballos y nada más. Negro tampoco ha salido de su chamizo, el cual compartía con alguna gallina. Desde la puerta mirábamos cómo toda la pradera se inundaba de agua y los que más disfrutaban eran los patos y los gansos. Nos la hemos pasado tumbados, Javi tecleando o viendo a través de su pantalla tecleadora en la cama, nosotras dormitando sobre el colchón de gomaespuma.

Por la noche aún seguía lloviendo. Y ahora que Javi ya se ha dormido puedo oler en sus sueños el mismo barro espeso que seguro rodea y colma nuestra casa.



Día 152

(Pepe vuela)

Ha continuado lloviendo. Solamente por la tarde ha dado una pequeña tregua en la que Javi se ha ido a comprar, y nosotras hemos podido salir por fin a dar un paseo. De hecho nos hemos escapado, algo inconscientes y felices por la reciente libertad climática adquirida.

Hemos estado así por los campos de flores y las praderas contiguas a la nuestra. Todo estaba empapado y cientos de charcos y lagunas se han formado por doquier. Al regresar Javi preparaba nuestra comida y la del resto de los animales. Se ha reído porque lo hacíamos hasta las orejas de barro aunque no ha querido bañarnos ya que el barro era a nuestro alrededor una constante. Luego, alegre, ha preparado a Pepe y han estado galopando por toda la pradera. Pasaban por encima del agua acumulada levantando miles de gotas y han terminado ellos empapados y embarrados también. Pareciera por instantes que alzaban el vuelo más arriba de los árboles inconmensurables, como si no existiera vaya o alambre que pudiera detenerles en su compromiso común.

Más tarde ha comenzado otra vez a llover con fuerza y nos hemos tenido que refugiar en la casa-chabola. Javi se ha puesto a teclear y nosotras a dormir. Ahora que Javi duerme, tapado con las sábanas hasta las orejas, ya que los mosquitos han llegado por la tarde, huelo sus sueños y, aparte del tremendo olor a tierra mojada que se repite en su mente desde ayer, distingo cómo vuela montado sobre Pepe para cruzar el enorme océano que nos separa y visitar así a los suyos, a su familia y amigos, dándoles esa sorpresa inesperada e imposible que sin embargo imagina prácticamente a diario.



Día 153

(El asado)

Qué rico olor ya simplemente el fuego. Y observar cómo la madera echa llamas que se van comiendo el aire de alrededor y que brillan luminosas. Sentir cómo el tiempo de espera se dilata y descubrir que hay un montón de ascuas que Javi remueve con un palo mientras coloca una plancha embadurnada con aceite encima para que se vaya calentando.

Nos acompañan desde hace un rato los compañeros del trabajo de Javi que son mayores y que siempre van juntos. Estamos a la sombra de los árboles junto a la casa-chabola porque hace mucho calor y ninguno de los animales quiere venir quizá por miedo de que alguno le toque terminar en la parrilla y más tarde en nuestros estómagos.

Por suerte la carne ya está preparada y condimentada, por lo que no tienen nada que temer. Al colocarla encima es curioso el sonido que hace, como si todavía estuviera viva y de pronto se quejara. Quizá por eso dicen que la carne nunca muere, pero es mejor no pensarlo demasiado. Aparte que la verdura también hace el mismo sonido, pues no hay que ser hipócritas ni postizos. Cualquier sistema nervioso siente y por tanto padece. Incluso el de las piedras.

Javi ha asado la carne despacio, siguiendo las indicaciones del humano que nos acompaña. La humana ha preparado una ensalada de fruta y verdura añadiendo varios huevos cocidos después. Un olor increíble ha colmado la pradera y casi parecía que de un momento a otro una multitud de humanos iban a saltar el cercado para acompañarnos.

Los humanos han comido como reyes humildes, y los perros como pocos días; es decir, como si el mañana no existiera. Como había mucha comida nos hemos puesto unos y otros las botas y hemos terminado con la tripa llena, tanto, que ha sido irremediable y recomendable echarse una siesta, Javi sobre una manta en la hierba y los dos humanos suspendidos en la tela verde. Che Lokita se ha dormido igualmente tumbada bajo la mesa que está cerca de la casa chabola. Pero yo como soy básicamente insaciable y ávida, por mis experiencias pasadas y por puro convencimiento, me he aprovechado cuanto he podido y no he parado de comer restos durante toda la tarde.

No obstante ahora, cuando los humanos ya se han ido y Javi, Che, Negro y los animales descansan, yo aún ando royendo ansiosa un hueso de costilla de vaca y aún me espera al lado del colchón de gomaespuma un cacho de chorizo, otro de intestino y un poco de pan que por respeto dejaré por lo que digan, jijiji.





Día 155

(Certificados y sonrisas)

Javi se fue temprano a la ciudad. Lo sé porque se marchó en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo, antes incluso de que amaneciera, y le vemos ahora regresar con gesto cansado y nervioso por llegar a soltarnos.

En un primer presagio de mi nariz estoy casi segura que ha estado resolviendo cuestiones burocráticas, asuntos que los humanos de cada lugar se inventan sólo para complicarse y para que otros humanos de fuera no puedan establecerse. Con todo, Javi viene sonriendo, por lo que sé que no le ha ido mal en su lucha, y hay algo en sus ojos que no alcanzo a distinguir, que nuevamente se me escapa, destellando y brillando como un nuevo misterio que seguro acudirá por sí mismo cualquier día para desvelarse.

En días como hoy, me encantaría poder hablarle, comunicarme con él, aunque a nuestro modo lo hacemos sin duda, y además cada vez mejor. Si fuera posible, por ejemplo, le contaría que Negro casi muerde a un ganso que comía moras del suelo cerca de su caseta o que los burros han intentado otra vez colarse al campo contiguo para comerse el pasto. También que hoy nos han visitados un pájaro enorme y verde que desconozco y que se ha estado paseando con aire orgulloso y altivo y asimismo una especie de liebre o conejo, en todo formidable, más grande, más ágil, más oscura que las que habitan en nuestra tierra. Le diría igualmente que quiero mucho a Che Lokita y que le agradezco cada día más su adopción, ya que me hace mucha compañía, me lo paso muy bien con ella, aparte de que ambas aprendemos muchas cosas la una de la otra.

Ahora nos suelta de la cadena y nos ponemos a correr y a saltar como locas a su alrededor manchándole toda la ropa, pero no se enfada ni nos regaña lo más mínimo. Un poco más tarde llegará a la casa-chabola una compañera de su trabajo –la que más huele a bondad- y tomarán juntos una de esas infusiones de hierba que llaman mate y que sorben con una pajita de metal mientras conversan con tranquilidad y la luz del sol les envuelve y cae sobre los árboles inconmensurables.

No comprendo el porqué, pero sucederá así. Mi nariz me lo dibuja y no se equivoca. Anticipa nuestro futuro; nuestro buen futuro. Y es que mi mente y la de Javi están completamente unidas…

Por eso también sé, porque lo huelo, o mejor dicho lo oleré seguro en sus sueños, que esta noche Javi va a soñar que es como nosotras un perro y que juntos corremos por la espléndida pradera tratando de apresar esa liebre que hoy nos ha visitado y que era en parte igual y en parte distinta a las que habitan en nuestra tierra tan lejana y no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario