eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 19 de noviembre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semana 24)

Día 162


(Javi se vuelve loco de teclear)

Y amanecen días sin sentido, tan extraños como la luna de este cielo (tal vez ya no lo es tanto) o los animales que viven bajo la montaña de palés (con los que nos ocurre lo mismo, pues la convivencia lo marca).

Javi se ha levantado peor, sin ganas de hacer nada, con unas ojeras enormes que le caían hasta los pies. Con todo ha hecho lo de todos los días, y después se ha marchado a trabajar. Che ha vuelto a escaparse, lo que se está convirtiendo en costumbre, y de los nuevos gansos sólo queda uno con vida. Menos mal que siete ya han crecido lo suficiente para tener prácticamente asegurada la supervivencia. Hoy ha comenzado de nuevo a hacer mucho calor y se estaba de maravilla debajo del camión, a la sombra. Los patos continúan empollando y los burros, el poy, y los caballos pastando sin tregua.

Cuando Javi ha regresado del trabajo se ha vuelto a ir enseguida sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. A su retorno todo ha sido alegría por mi parte y agotamiento y dolor por la suya. Lleva varios días casi sin comer porque le duele mucho la garganta y empieza a encontrarse demasiado débil. A pesar de ello, ha encerrado a los animales, nos ha dado de comer a nosotras y pobre y comprensivo Negro (que hoy se quedaba sin paseo; Che llevaba por aquí un buen rato), ha cerrado la puerta de la casa-chabola y se ha puesto a teclear durante horas y horas. Nunca le había visto así. Estaba como hipnotizado o en una especie de estado delirante incomprensible. Lo hacía a toda prisa, y de cuando en cuando paraba para fumarse un cigarro que en vez de mal le hacía muy bien. A veces se quedaba mirando al techo y de pronto con decisión mataba a un mosquito y se ponía de nuevo a teclear. Che y yo le mirábamos curiosas desde nuestros respectivos colchones de gomaespuma. Ha habido un momento que incluso ha comenzado a sudar como si estuviera haciendo y tremendo esfuerzo. Y de repente se ha detenido, ha apagado su pantalla tecleadora y con un gesto de alivio y felicidad que nunca ya olvidaré ha sonreído, se ha armado un pitillo de yerba, se ha preparado un whisky con coca-cola y obviando su enfermedad, el dolor, el cansancio y todo lo demás ha venido a acariciarnos y proponernos dar un paseo por la pradera.

Ahora, a su lado, contemplamos su locura humana con respeto y cariño. Está mirando a las estrellas distantes y la silueta de los árboles inconmensurables. Le brillan mucho los ojos; y estoy segura que si esta noche hubiera luna llena la aullaría hasta desfallecer.



Día 163

(Precauciones)

Hoy Javi ha tomado sus precauciones y a atado a Che Lokita con la cadena desde que hemos salido al amanecer de nuestra casa-chabola. Creo que no ha pensado bien en ello, porque Che no es como yo, no busca en las basuras del vecindario, no se aleja demasiado de la pradera, aunque tal vez lo que le da miedo es la cercanía y el peligro de la gran carretera.

El episodio de ayer ha debido recuperarle porque hoy ya se encontraba mejor y ya casi no tosía. Se ha ido a trabajar muy contento y al volver hemos pasado la tarde todos juntos. Nosotras correteando libres y buscando rastros por la pradera y él montando a Pepe y arreglando el cercado. Luego ha estado tecleando un rato, pero no tanto ni tan loco como ayer.

Como le ha vuelto el apetito, se ha puesto a cocinar un montón de cosas, y a nosotras nos ha venido bien, ya que luego han sobrado unas cuantas que han caído finalmente en nuestros cuencos.

Después, tenía que recuperar el sueño acumulado y nosotras sumar un poco más nuestras respectivas perezas. Por eso ahora que huelo sus sueños, éstos me dicen que muy pronto Javi habrá de recorrer un río que es casi un océano, y resolver con ello parte de las inquietudes que con todo y como se ve, no consiguen desvelarle.



Día 164

(Olores de un país)

Existen olores eternos, que permanecen atrapados en los lugares y en los seres y que por ello son algo así como ecos de un pasado distante. Los humanos los llaman fantasmas pero no son más que controversias de la vida, conflictos y situaciones que nada ni nadie pudo resolver y que aguardan hacerlo para poder desaparecer, para consumirse en el olvido.

En esta tierra hay un olor de fondo que es como un silbido. Se escucha en la sombra de los árboles, cerca de la carretera, o en las noches, cuando se levanta viento frío del sur. Lo noto en la mirada de los perros callejeros y el gesto de algunos humanos que nos vamos encontrando. Esta tierra hace unos años padeció una gran crisis, siendo tan rica como es, pero la padeció. A veces el olor me trae imágenes de aquella época, colas y tumultos alrededor de los bancos, escasez de alimentos, confusión en los corazones, y gente que como nosotros tuvimos que hacer en su día tenía que marcharse de aquí. El olor se vuelve más denso cuando se retrocede y profundizas; posee entonces matices de sangre, de dictadura, de desaparecidos e exiliados. Es un olor en ello semejante al de nuestra tierra; dolor a ignorancia, a pueblo oprimido, a libertad naciente y defendida con la vida.

Hoy ha venido un perro a la pradera y se ha quedado dormido debajo del camión con nosotras. Nos ha estado hablando antes de aquellos años difíciles en los que él como tantos otros compañeros se quedaron sin hogar porque sus dueños no tenían con qué alimentarles, abandonándolos a la suerte de las calles y el azar. En este país hay por lo visto tantos perros callejeros desde aquella época y me ha hecho preguntarme si en la nuestra estará ocurriendo lo mismo que ocurrió aquí.

Javi ha llegado de trabajar y la tarde decaía su luz entre las ramas de los árboles imponentes, entristecida por lo que nos ha contado nuestro amigo, no he corrido con la misma sensación de libertad que otros días, y he estado todo el tiempo a los pies de Javi, que me miraba extrañado por mi comportamiento pero dejándome hacer.







Día 165

(Ataque de nostalgia)

Te da repentinamente en el corazón, pero es el cerebro quien te proporciona imágenes y pensamientos. Recuerdas así aquel rincón a la sombra, aquella fuente de agua fresca, el olor de la comida que te preparaban, la cama en la cual dormías, el cariño de tantas manos acariciándote, la sensación de seguridad velando tus pasos, las jaras rozando mi pelaje, cientos de rastros para cubrir tu inquietud, los amigos mastines, y hasta los que no lo eran, y esos humanos respetuosos y humildes con los que Javi compartía su tiempo y su intención.

Y también la ciudad con el pequeño río que pasaba cerca de nuestra casa. El parque enorme y los compañeros para correr. Aquel salón de colores y el patio maravilloso en el que hacíamos dilatarse las horas. Allí fue donde me encontré con Javi después de errar por la calles y carreteras, de adquirir los miedos más profundos, de sentirme una excluida de cualquier sociedad posible.

Te da y tu mente se llena escenas maravillosas aunque no todas son buenas. Y es mejor así. Repasas una existencia compartida en la que respiran todo tipo de situaciones y circunstancias. Afloran emociones intensas y sientes el arraigo y su raíz unidos a las alas que te hicieron volar, aunque asustaran de pronto.

Entonces el ataque pasa y enfocas tus ojos y tu nariz hacia el presente. Javi está preparando risueño algo para cenar y te llama. Te acaricia como siempre y te trasmite buenos sentimientos. En el cielo puedes ver brillando todas las estrellas distantes. No obstante estamos aquí en la pradera, y por algo debe ser.





Día 166

(Día de ASANA)

Después de despertar y de soltar a los animales, Javi se ha afeitado y se ha vestido con una camisa negra que sólo se pone en las ocasiones especiales y eso me ha dicho que hoy debía de serlo. Ha estado todo el día en su trabajo y por el olor que llegaba hasta la pradera ha debido de haber una gran fiesta. Con las prisas de por la mañana Javi no nos atado bien con la cadena, nos la ha dejado demasiado suelta y Che y yo nos hemos zafado sacándonosla por la cabeza.

Al principio no nos hemos atrevido a acercarnos, pero cuando hemos comenzado a percibir el olor de la carne a la parrilla no hemos podido resistir la tentación, y tímidas hemos atravesado el cercado. El hogar de los humanos especiales estaba lleno de humanos, y pronto hemos sabido que eran los familiares de aquellos. Estaban jugando y comiendo y sorbiendo esa hierba en infusión que tanto les gusta. Javi hablaba con unos y con otros y cuando ha advertido nuestra presencia cerca de las ascuas ha venido para mandarnos de nuevo a la pradera. Sin embargo, un humano que al parecer era su jefe, por el olor a dominio y a plata que desprendía, le ha debido decir que nos dejara, pues algunos niños se acercaban a darnos comida, además que varios de los humanos especiales que ya me conocían han comenzado a llamarnos contentos y a acariciarnos. Entonces todo ha sido ya alegría. Todo el tiempo cerca de Javi, que de cuando en cuando nos vigilaba para ver si nos portábamos bien. Che ha hecho muy buenas migas con uno de los humanos especiales que tiene la piel muy oscura y habla muy despacito. Se ha quedado acurrucada a sus pies y juntos se han dormido. Allí estaban también algunos de los compañeros de trabajo de Javi y todos los humanos estaban muy felices.

Por la tarde hemos regresado juntos a la pradera y Javi ha estado montando a Pepe durante mucho tiempo. Nosotras, del atracón que teníamos hemos estado dormitando y alzábamos únicamente los ojos si venía a molestarnos algún insecto. El atardecer ha sido espléndido y al haber nubes dispersas en el cielo, el sol las pintaba de rojo, de naranja, de morado, de rosa y de un azul oscuro que parecía el mar.

Ahora Javi teclea y bosteza a la vez. Esta noche no hay muchos mosquitos porque se ha levantado aire frío y no pueden volar hasta la casa-chabola desde los árboles y las plantas del entorno. Las estrellas distantes brillan en el firmamento y en nuestros ojos. Un aroma a bondad y transparencia flota en el ambiente, y es que todos estamos impregnados del olor cálido y sincero de los humanos especiales.



Día 167

(El vendedor y su carro)

Javi se ha levantado temprano. Che y yo nos hemos levantado con pereza y legañas. El suelo se ha vuelto a cubrir de moras porque esta noche ha hecho viento. Los burros estaban tumbados sobre la hierba y los caballos estiraban sus cuellos para alcanzar las ramas bajas de los árboles. El día ha comenzado respirando calor.

Cuando Javi se ha ido a trabajar Che y yo nos hemos quedado atadas con la cadena debajo del camión, vigilantes y atentas, junto con un Negro desgastado. Anoche Javi se despertó escuchando sus ladridos y gemidos y salió de la casa-chabola pues se había enredado con la cuerda y estaba atrapado sin poderse mover. Varias horas estuvo así y por eso acumulaba cansancio y somnolencia. A media mañana hemos presenciado una batalla terrible entre los pájaros de colores y los que cazan cubriendo la pradera de plumas. Unas horas después hemos escuchado unos gritos humanos que nos han alarmado hasta el punto de comenzar a ladrar. De pronto hemos visto a un humano que venía de pie manejando una mula que arrastraba un carro con cascabeles henchido de cosas. Por el olor sé que llevaba frutas y verduras pero también carne, pescado, productos de limpieza y tabaco. Era como una pequeña tienda ambulante y los gritos era para anunciar sus productos. Los vecinos de los campos de flores han acudido a comprar en varios puntos del camino y después de unas cuantas ventas se ha sentado en el borde de nuestra pradera, a la sombra de los árboles inconmensurables. El hombre era muy mayor y tenía la cara poblada de arrugas.

Javi ha llegado de trabajar y lo ha encontrado allí. En cuanto nos ha soltado de la cadena hemos salido disparadas a ladrarle pero según nos íbamos acercando su olor personal nos ha hecho desistir, tanto que al llegar a su lado no hemos podido hacer nada más que lamerle las manaos. Se secaba la frente con un pañuelo porque traspiraba con el calor. Javi también se ha acercado y le ha ofrecido una botella de agua. Luego se ha sentado con él y han estado hablando y fumando un buen rato. Ambos se reían y ha habido un momento que se ha puesto a cantar en tanto Javi daba palmas. Y es que resulta que el humano en cuestión era gitano y arribó hace muchos años también aquí desde nuestra tierra, perseguido por la ley y las miserias. Sus ojos brillaban como ascuas encendidas y al reír mostraba sus dientes de oro. Únicamente cuando el sol ha comenzado a caer, se ha levantado y ha iniciado la vuelta a su improbable hogar. Parecía muy agradecido con Javi y le ha regalado una bolsa con frutas y verduras. Aunque ha intentado pagarle, ha rechazado cualquier dinero, y se ha ido lento y seguro, con su mula y su carro, por la gran carretera hacia abajo mientras el sol se ocultaba en el horizonte y las primeras estrellas hacían del cielo una tela azul celeste y morada de lunares.

Javi prepara ahora la cena con algunas verduras de las que le ha dado este humano tan peculiar. Sé que está pensando en él porque mi nariz así me lo dice; aunque sabemos que volverá cualquier día. Aparecerá por el camino, gritando a la vida sorda, sobreviviendo y alimentando el viento con su voz, conduciendo su carro con una sonrisa segura y humilde en su cara.



Día 168

( Pipetas para las pulgas)

Nadie sabe lo terrible de este picor, que no da tregua, que te consume. Las pulgas se nos suben; los gansos las llevan, los gallos y las gallinas las extienden, los caballos y los burros las atraen. En el suelo hay menos, por las últimas lluvias, pero allí respiran. Y así nos pasamos el día Che Lokita, Negro y yo rascándonos y rascándonos.

Javi se ha ido a trabajar con los humanos especiales, aunque se ha levantado con la hora pegada. Anoche tecleo mucho y se ve que no ha dormido lo suficiente. Hoy no ha limpiado las cuadras ni ha compuesto la casa-chabola. Ha venido más tarde en uno de sus descansos pues se le había olvidado el tabaco y la pantalla tecleadora. Se le nota cansado, porque no para de hacer cosas en todo el día. Necesita curarse del cansancio o aflojar, pero algo en su interior le empuja. Tal vez sería bueno que alguien le atara con la cadena debajo del camión para que no pudiera moverse y se quedara de este modo dormitando a la sombra con nosotras. Pero esto no es posible. Algunos humanos se machacan sin razón, persiguiendo sus sueños y metas, y se pasan la vida en un proceso de aprendizaje y compromiso continuo.

En vez de regresar a su hora, por la tarde, lo ha hecho casi de noche, cuando el sol caía sobre los árboles inconmensurables, por el portón de la entrada a la pradera. Se ha puesto a hacer todo y a la vez: a limpiar, a fregar los cacharros, a recoger la ropa tendida, a preparar la cena mientras fumaba y hablaba por el teléfono móvil. Nosotras hemos aprovechado para dar una vuelta por los campos de flores contiguas y hemos estado persiguiendo varias iguanas. Las estrellas han aparecido todas de golpe sobre la casa-chabola y Javi se ha sentado en una silla en la puerta para mirarlas. Los árboles hinchaban su silueta como si aspiraran bocanadas de viento.

Huelo los pensamientos de Javi y sé que está repasando la semana e ideando los asuntos que le esperan para la próxima. Pepe se acerca a él y le olisquea la mano. Pepe también puede entender la mente de Javi, pero sólo cuando cabalgan concentrados, como si fueran uno, por la pradera. Todos los animales descansan ya, incluso Negro se ha metido en su caseta y se escucha su respiración profunda sobre la brisa.

Luego, estoy segura, tecleará como todas las noches, y pondrá su corazón en esas palabras. Pero antes de marcharse a dormir vendrá a ponernos, porque no ignoro que ha ido a comprarlas, las pipetas que le han dado en el hospital de perros para que dejemos de rascarnos y las pulgas abandonen nuestro apetitoso cuerpo. Aplicará el líquido en varias veces separando el pelo que alcance nuestra piel. Y al principio será muy molesto el olor y trataremos de chuparlo y quitarlo, pero poco a poco nos irá haciendo bien y mañana cuando nos despertemos estos bichitos habrán iniciado una tregua forzosa que durará varias lunas.

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