eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semana 15)

Día 99

(Recuperamos la comunicación)

La buena onda atrae la suerte y el optimimismo transforma la realidad. Mi olfato me advierte de estas cosas, como me advierte del rastro impreciso y del aroma oculto tras otro aroma. No podemos engañar a la verdad y para ser francos, en esto los perros aventajamos en mucho a los humanos, que se deslizan o despistan reflexionando sin entender que tiene ante sí todo lo que buscan.

Javi ha regresado del trabajo y se ha ido montado en la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. Hoy de nuevo ha debido de irse para poder hablar con los suyos y hoy los astros estaban con él quizá porque el aguardaba que todo ocurriera bien y que si no tampoco había que dramatizar y desamortizar directamente a la vida. Cuando ha regresado le brillaban mucho los ojos, tanto que deslumbraban, y ha estado montando a caballo, tecleando, leyendo, limpiando la casa chabola, saludando a los bichos, contemplando el paisaje aunque no recuerdo el orden. Mi día ha sido simple. Mucho tiempo atada y sin nada qué hacer, aunque con el calor que ha hecho me hubiera pasado el tiempo igual debajo del camión, a la sombra y bebiendo agua del cubo. El calor acá es húmedo y dan ganas de quitarse el pelo y de rebozarse por los charcos como hacen los gansos y los patos. He estado viendo cómo las ratas escarban nuevas formas de meterse en nuestra casa y como lo recuerdo esta noche las voy a esperar para cazarlas. Igual Javi me da un premio si cazo alguna, aunque no dejo de pensar continuamente que también son nuestras hermanas.

A media mañana ha venido una familia de humanos y con otros humanos han estado removiendo con una enorme máquina la tierra y han colocado unos palos en el suelo. Javi ha estado hablando con uno de ellos al mediodía y se han fumando un cigarro mientras la máquina obraba el prodigio y los cachorros humanos trepaban por los árboles imponentes.

Estoy muy contenta cuando Javi llega por la tarde y me suelta de la cadena y puedo correr libre por la pradera con todos mis nuevos amigos. Ya no me dan ganas de atacar a las gallinas y ni los burros ni los pájaros de colores me persiguen a mí. Poco a poco nos vamos acostumbrando y adaptando unos a otros y el ecosistema se sostiene por sí mismo. Todos somos importantes y velamos por los demás.

Hoy ha sido especial porque Javi, después de cerrar a los animales, ha sacado del cercado a los perros flacos que corren como el viento. Siempre están encerrados y sé que Javi sufre por ello. No obstante lo ha hecho y al principio parecía que se iban a escapar. Sin embargo luego de precipitarse contra mí, y de ladear velozmente toda la pradera, y de revolucionar y de maravillar con su habilidad a cuantos humanos los han visto, han regresado dóciles y con la lengua fuera al llamado de Javi y sin duda porque éste sujetaba un tacho de comida.

Esta noche hay muchos mosquitos atraídos sin duda por la luz de las bombillas de nuestra casa-chabola. Pero su optimismo no me gusta; les quema. Es mejor disfrutar con tranquilidad lo bueno que viene y con lo malo, tener paciencia. Hoy Javi ha recuperado la comunicación, no sólo con los suyos, sino con todo lo que le rodea. Y por eso ahora me manotea feliz persiguiéndome entre los árboles imponentes mientras huelo nítidamente su alegría y la luna extraña nos alumbra.



Día 100

(Recapitulación)

Como si darnos cuenta llevamos cien días de esta aventura. Lo sé porque Javi ha celebrado este día señalado de múltiples formas, consciente e inconscientemente. Primero, esta mañana se ha levantado más tarde y se ha afeitado. Segundo, porque ha puesto doble ración de pienso, maiz, comida en general a todos los bichos, incluídos Negro y yo. Tercero porque ha desayunado como si estuviera acompañado en espíritu por los suyos pues los llevaba brillando en la mirada, cuarto, porque cuando ha venido de trabajar ha tachado otra jornada del almanaque de la nevera y se ha marchado montado en la bicicleta por la gran carretera hacia arriba para ver por la pantalla con su familia y amigos, y quinto, porque cuando ha regresado no ha hecho otra cosa que teclear y teclear.

E imagino que aquello que tecleaba tenía que ver con nosotros dos cuando volábamos en las tripas del enorme pájaro de hierro, aún algo tristes por las despedidas, e ilusionados por que sentíamos sin saber, o nuestra llegada acá, la primera noche de incertidumbre, nuestra llegada al día siguiente al sitio de los perros, Noa, el humano que vivía con nosotros, el de al lado, sus cachorras, los perros callejeros de nuestra calle, Romeo, los hermanos petizos, el Jefe, los humanos y humanas que pasaban por casa, las tiendas, los entresijos cotidianos, los nervios, las alegrías, los desencantos, el esfuerzo de Javi, mis escapadas, los miedos superados, los optimismos, la gran ciudad, el parque, el río enorme, los pájaros verdes y las lagartijas que huelen a sal, el frío, el calor, la humedad, las tormentas increíbles, Javi regresando un buen día oliendo a humanos especiales, los vaivenes, todas los acontecimientos y anécdotas vividas, y luego la decepción, la desesperación, las necesidades emocionales, nuestra fuerza para seguir juntos como siempre, hasta que de pronto estábamos aterrizando otra vez en esta pradera, en nuestra casa chabola, con nuestros nuevos amigos, continuando y ya.

Javi seguro que hará una mejor y más amplia recapitulación de todos los sucesos. Los perros, aunque no es del todo cierto, como dicen, no tenemos mucha memoria. Él se acordará seguro de muchas otras cosas y entre los dos jamás dejaremos que se borren. Mi día ha sido tranquilo, uno más. Me basta entender que Javi está contento, correr libre con Negro cuando nos sueltan de la cadena. Dar algún susto a algún pato o una gallina, tratar de cazar a los animales extraños que habitan bajo la montaña de palés, marcar con orín el tronco inconmensurable de los árboles imponentes, defender nuestra casa-chabola de las ratas o contemplar las estrellas con Javi. Javi, para ser humano en verdad necesita poco más. Pienso que cada día somos más y más parecidos, nuestros corazónes y cerebros se confunden y entremezclan.

Ahora Javi lee tranquilo sobre la cama y yo estoy tumbada a sus pies; ¿o soy yo quien lee sobre la cama y es Javi quien se encuentra tumbado a mis pies?...





Día 101

(Los humanos especiales)

Hoy todo se ha ido de vuelta. Antes de que Javi se fuera a trabajar, mientras se aseaba, me he escapado de la pradera y me he juntado con otros dos perros que viven en los campos de flores que nos rodean en los que trabajan unos humanos pequeñitos y morenos. Hemos marchado hasta las grandes fábricas del fondo y cuando me he querido dar cuenta de lo que había hecho Javi me estaba silbando y llamando angustiado junto con algunos otros humanos, al parecer compañeros de su trabajo. Yo no quería volver porque sabía que había hecho mal y me he metido detrás de un cercado. Javi me miraba suplicante y no sé porqué no le he hecho caso a la primera. Cuando por fin he decidido salir Javi ha tenido que llevarme a su trabajo y dejarme atada junto a una caseta en la que unas mujeres lavaban y tendían continuamente ropa. Creo que ya tenía que empezar en el trabajo y no le daba tiempo acompañarme a casa.

Pese a que la he liao no me ha regañado y los compañeros humanos de Javi me han tratado muy bien, acariciándome y dándome muchas cosas de comer. Todos olían igual que huele Javi todos los días cuando regresa. En esas he oído un grito humano que me ha resultado extraño, y luego otros, también voces y me llegaban olores que explicaban el olor tantas veces mencionado. De pronto he visto un humano sonriente detrás de una reja que saludaba continuamente con una mano mientras sonreía y cojeaba al caminar. Luego otro se ha comenzado a golpear la cabeza contra una pared, y otra humana se ha desnudado y ha salido corriendo, otro miraba parado a un punto fijo sin moverse hasta que alguien se lo decía y así otros tantos, cada cual con sus peculiaridades tan originales. Javi venía caminando con uno muy despacito, que semejaba que en cualquier momento se iba a derrumbar en el suelo y se han acercado a mí. El humano especial ha extendido su mano y me ha acariciado detrás de las orejas y se ha reído mucho cuando yo le he lamido la mano. Después Javi ha ido trayendo a otros y sus reacciones variaban desde el miedo, a la sorpresa o a la absoluta ilusión. Aunque eran humanos adultos parecían en cierta forma niños y asimismo ancianos, y su olor era una mezcla de estas dos entelequias. Me han gustado mucho porque en su olor se percibía una gran bondad e inocencia y ninguno ha tratado de hacerme nada.

Al mediodía Javi me ha conducido para casa y me ha atado con la cadena junto a Negro. Este me ha olido como para corroborar el mismo olor y casi todos los animales se han acercado oliéndome como tratando de adivinar mi aventura y descifrar este olor que trasmite en su mayor parte una gran paz. Yo me he pasado el resto del día meditando sobre estos humanos especiales y sobre el trabajo de Javi. Creo que Javi les cuida y les enseña, al igual que todos sus compañeros. Estos humanos no podrían valerse por sí solos y necesitan por tanto muchos cuidados.

Me alegro de haberme escapado y de haber conocido el trabajo de Javi, y en el fondo pienso que también él, porque hoy cuando ha regresado a nuestra casa chabola estaba verdaderamente contento y hemos dado un largo paseo por el camino que bordea los campos de flores. Me han gustado muchísimo estos humanos y juzgo que yo a ellos también. A ver si Javi se decide y lleva de nuevo a su trabajo algún día porque si no igual otra mañana voy a tenerme que escapar otra vez para que no le de tiempo regresarme a la pradera donde vivimos.





Día 102

(Preparativos)

Javi no ha ido a trabajar; le tocaba descansar, aunque se ha pasado todo el día sin parar ni un momento. Se ha levantado y ha desayunado. Ha sacado a los animales y ha limpiado las cuadras. Les ha echado de comer y se ha puesto a barrer y a limpiar la casa; cada rincón, cada objeto, llevando y sacando trastos de un lado para el otro y alzando mucho polvo, dejando por ello la puerta y la ventana abiertas de par en par. Después se ha puesto a clavar maderas por las paredes, para reforzar nuestra casa chabola. Hasta que no ha cerrado todas las grietas no se ha detenido. Luego tocaba pintar las paredes y las vigas. Ha estado haciendo dibujos de espirales y líneas trenzadas como a él le gustan y parecía disfrutar mucho porque se reía mientras sonaba en su pantalla la música que siempre escucha cuando está feliz.

Yo he estado todo el día tumbada a la sombra o tratando de cazar los animales extraños que viven bajo la montaña de palés. Los pájaros de colores hoy han estado más activos que otros días y a cada momento lanzaban sus chillidos sobre la paz que reinaba en la pradera.

Cuando caía el sol ha terminado Javi y estaba rendido. El paseo de hoy junto con Negro ha sido corto y no se ha montado sobre los caballos. Únicamente ha encerrado a los animales ha terminado de colocar algunas cosas en la casa y ha preparado la cena para todos. Luego ha estado tecleando un rato y se ha ido a dormir muy temprano.

No sé porque me da en la nariz que tantos preparativos van a traer un cambio o una sorpresa a nuestra casa-chabola. Conozco a Javi y tanto trabajo no lo haría por sí mismo. Ahora huelo sus sueños y le veo mirando las mismas estrellas distantes que hace un rato contemplaba en tanto apuraba un pitillo y sonreía. No se puede dormir; está nervioso, pero son nervios buenos. Y así sigo oliendo sus sueños, pues aunque se ha despertado no se diluyen.



Día 103

(Llega la primera estrella)

Estaba claro que algo sucedía. La alegría que me he llevado ha sido descomunal. Impensable la de Javi, al que le brillaban los ojos como dos ascuas que el viento tocara de repente.

Esta mañana Javi se ha marchado muy temprano después de hacer lo de todos los días; es decir, soltar a los animales El día estaba gris y comenzaban a venir algarazos de lluvia cargando el aire de humedad. Ha tardado unas horas, y cuando ha regresado no lo hacía sólo. Al principio no podía imaginar quién era, pero al distinguir su olor en la entrada de la pradera, su caminar, su figura y todo lo demás me he vuelto loca de alegría y he movido tanto el rabo que casi podía volar. Javi ha llegaba por sorpresa con Laurita, una de sus primas humanas, uno de sus amores profundos, un cielo palpable, una flor incondicional y maravillosa, una de esas estrellitas distantes que cada noche contempla mientras fuma y sonríe.

Y es que ha venido a visitarnos, espero que por muchos días. Así por la tarde han estado viendo tranquilamente todos los rincones de la pradera y la pequeña granja, justo después de hacer eso que los humanos hacen tan placenteramente, sin parar de besarse, sin dejar de mirarse un solo momento, sin permitir que nada ni nadie les socavara la pasión y el cariño, y han esperado tal vez a que la lluvia se animara y comenzara a formar charcos grandes en el suelo y a empapar a todos los bichos: caballos, burros, gansos, patos y gallinas, que al principio no les molestaba pero que cuando Javi les ha abierto las cuadras para que se refugiaran no se lo han pensado dos veces. Así ya no han tenido que moverse ni que inventarse otra realidad distinta que esta de permanecer juntos en la casa-chabola y en su entorno.

De este modo Javi ha estado enseñando el lugar a Laurita mientras Negro y yo andábamos a su lado y la noche ponía en el cielo al resto de las estrellas, las cuales no se veían primero por las nubes y segundo por el resplandor de que ha llegado con nosotros aquí.

Ahora Javi y Laura hablan y hablan porque se tienen seguro muchas cosas que decir, que contar, que compartir. Yo dormito sobre el colchón y me rasco continuamente porque me pica mucho. Creo que he agarrado pulgas de mis compañeros. Por un instante levanto los ojos y noto la felicidad de Javi flotando en el ambiente. El sonido de la lluvia golpea en la chapa en tanto Javi y su estrella se reencuentran las miradas y juntos sueñan.



Día 104

(Alegría en la pradera)

Después de despertarse, de desayunar, de amarse a cada segundo, y de darme un gran baño-susto para quitarme los bichitos y para dejarme tiritando de frío y desasosiego, Javi y Laurita se han marchado por la gran carretera hacia abajo, hacia la ciudad, y no han vuelto hasta después de comer, cuando de nuevo comenzaba a llover. Lo curioso es que han regresado por la carretera arriba, y oliendo a pizza, a parque y a gasolina. Han estado haciendo fotos a los animales y riéndose mucho todo el tiempo. Luego, como la lluvia no arreciaba, nos hemos metido en la casa chabola y Javi ha encendido la salamandra, pero como la madera estaba muy húmeda salía mucho humo revocado y hemos tenido que abrir la puerta para despejar el aire cargado.

Toda la tarde han estado charlando y riendo mientras que yo me la he pasado prácticamente durmiendo, ya rascándome menos, gracias al baño-susto, que tan poco me gusta pero yo sé que es efectivo. En la pradera todos los animales están alegres. Los patos y los gansos se bañan en las charcas improvisadas, los pájaros de colores enseñan a volar a sus crías en tantos que las que cazan tratan de agarrarlas, los caballos, los burros, el pony comen pasto fresco sin parar y el gallo, el pavo y las gallinas descansan bajo el camión entonando sus diversos cantos; hasta las ratas y los animales extraños que viven bajo la montaña de palés parecían disfrutar de la lluvia y del día gris, neblinoso, en el que los matices se animaban y resplandecían.

Ahora se están preparando para irse a dormir y juntos se fuman un pitillo en la puerta, abrazados, preguntándose si mañana dejará de llover y contemplando la silueta desdibujada y borrosa de los árboles imponentes.



Día 105

(Con Laurita sin salir de la casa-chabola)

Javi hoy ha soltado a todos los bichos y se ha marchado a trabajar. No ha limpiado las cuadras ni los dos corralones porque todo estaba lleno de barro y charcos por lo que se ha podido despertar más tarde. Ha hecho frío y no ha dejado de llover en todo el día. Yo me he quedado con Laura en la casa chabola y ha estado bien porque así no me ha dejado atada con la cadena bajo el camión y además, tanto Laura como yo hemos estado durmiendo casi hasta el mediodía. Javi ha venido varias veces a lo largo de la mañana y cuando ha regresado por la tarde se ha encontrado todo colocadito porque Laura se ha afanado en componer y limpiar la casa-chabola pues ayer se ensució de fango, polvo y humedad.

Después Javi ha estado cortando leña y ha encendido otra vez la salamandra. El calor ha comenzado a secar todos los objetos húmedos y hasta de las paredes salía vapor, señal de que todo se calentaba lentamente. Al final dentro de la casa-chabola se estaba muy bien y hemos estado muy a gusto, ellos dibujando en unas cartulinas blancas o amándose o escuchando música o comiendo y bebiendo abundantemente. Javi ha encerrado a los animales antes que otros días y luego se han puesto a fumar en la puerta contemplando los árboles imponentes y observando por vez primera las estrellas, ya que hace un rato que ha dejado de llover y el cielo se ha ido despejando.

Por la noche les he sorprendido cuando he aparecido con una rata en la boca tras cazarla al merodear cerca de la casa. Laura ha puesto cara de asco y Javi me ha felicitado con caricias y palabras amables, cargadas de emoción. No me olvido de que a los dos no nos agrada la muerte, pero las ratas tienen que aprender a respetar, y si tratan de entran en nuestra casa, ya saben lo que les espera. Como mi instinto ha satisfecho su consecución me he ido a dormir tan tranquila. Ahora miro cómo Javi y Laurita se besan entre las sábanas y dan rienda suelta a su amor. Amor y muerte. Vida que se despliega en esta aventura nuestra que prosigue sin descanso.

Día 99

(Recuperamos la comunicación)

La buena onda atrae la suerte y el optimimismo transforma la realidad. Mi olfato me advierte de estas cosas, como me advierte del rastro impreciso y del aroma oculto tras otro aroma. No podemos engañar a la verdad y para ser francos, en esto los perros aventajamos en mucho a los humanos, que se deslizan o despistan reflexionando sin entender que tiene ante sí todo lo que buscan.

Javi ha regresado del trabajo y se ha ido montado en la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. Hoy de nuevo ha debido de irse para poder hablar con los suyos y hoy los astros estaban con él quizá porque el aguardaba que todo ocurriera bien y que si no tampoco había que dramatizar y desamortizar directamente a la vida. Cuando ha regresado le brillaban mucho los ojos, tanto que deslumbraban, y ha estado montando a caballo, tecleando, leyendo, limpiando la casa chabola, saludando a los bichos, contemplando el paisaje aunque no recuerdo el orden. Mi día ha sido simple. Mucho tiempo atada y sin nada qué hacer, aunque con el calor que ha hecho me hubiera pasado el tiempo igual debajo del camión, a la sombra y bebiendo agua del cubo. El calor acá es húmedo y dan ganas de quitarse el pelo y de rebozarse por los charcos como hacen los gansos y los patos. He estado viendo cómo las ratas escarban nuevas formas de meterse en nuestra casa y como lo recuerdo esta noche las voy a esperar para cazarlas. Igual Javi me da un premio si cazo alguna, aunque no dejo de pensar continuamente que también son nuestras hermanas.

A media mañana ha venido una familia de humanos y con otros humanos han estado removiendo con una enorme máquina la tierra y han colocado unos palos en el suelo. Javi ha estado hablando con uno de ellos al mediodía y se han fumando un cigarro mientras la máquina obraba el prodigio y los cachorros humanos trepaban por los árboles imponentes.

Estoy muy contenta cuando Javi llega por la tarde y me suelta de la cadena y puedo correr libre por la pradera con todos mis nuevos amigos. Ya no me dan ganas de atacar a las gallinas y ni los burros ni los pájaros de colores me persiguen a mí. Poco a poco nos vamos acostumbrando y adaptando unos a otros y el ecosistema se sostiene por sí mismo. Todos somos importantes y velamos por los demás.

Hoy ha sido especial porque Javi, después de cerrar a los animales, ha sacado del cercado a los perros flacos que corren como el viento. Siempre están encerrados y sé que Javi sufre por ello. No obstante lo ha hecho y al principio parecía que se iban a escapar. Sin embargo luego de precipitarse contra mí, y de ladear velozmente toda la pradera, y de revolucionar y de maravillar con su habilidad a cuantos humanos los han visto, han regresado dóciles y con la lengua fuera al llamado de Javi y sin duda porque éste sujetaba un tacho de comida.

Esta noche hay muchos mosquitos atraídos sin duda por la luz de las bombillas de nuestra casa-chabola. Pero su optimismo no me gusta; les quema. Es mejor disfrutar con tranquilidad lo bueno que viene y con lo malo, tener paciencia. Hoy Javi ha recuperado la comunicación, no sólo con los suyos, sino con todo lo que le rodea. Y por eso ahora me manotea feliz persiguiéndome entre los árboles imponentes mientras huelo nítidamente su alegría y la luna extraña nos alumbra.



Día 100

(Recapitulación)

Como si darnos cuenta llevamos cien días de esta aventura. Lo sé porque Javi ha celebrado este día señalado de múltiples formas, consciente e inconscientemente. Primero, esta mañana se ha levantado más tarde y se ha afeitado. Segundo, porque ha puesto doble ración de pienso, maiz, comida en general a todos los bichos, incluídos Negro y yo. Tercero porque ha desayunado como si estuviera acompañado en espíritu por los suyos pues los llevaba brillando en la mirada, cuarto, porque cuando ha venido de trabajar ha tachado otra jornada del almanaque de la nevera y se ha marchado montado en la bicicleta por la gran carretera hacia arriba para ver por la pantalla con su familia y amigos, y quinto, porque cuando ha regresado no ha hecho otra cosa que teclear y teclear.

E imagino que aquello que tecleaba tenía que ver con nosotros dos cuando volábamos en las tripas del enorme pájaro de hierro, aún algo tristes por las despedidas, e ilusionados por que sentíamos sin saber, o nuestra llegada acá, la primera noche de incertidumbre, nuestra llegada al día siguiente al sitio de los perros, Noa, el humano que vivía con nosotros, el de al lado, sus cachorras, los perros callejeros de nuestra calle, Romeo, los hermanos petizos, el Jefe, los humanos y humanas que pasaban por casa, las tiendas, los entresijos cotidianos, los nervios, las alegrías, los desencantos, el esfuerzo de Javi, mis escapadas, los miedos superados, los optimismos, la gran ciudad, el parque, el río enorme, los pájaros verdes y las lagartijas que huelen a sal, el frío, el calor, la humedad, las tormentas increíbles, Javi regresando un buen día oliendo a humanos especiales, los vaivenes, todas los acontecimientos y anécdotas vividas, y luego la decepción, la desesperación, las necesidades emocionales, nuestra fuerza para seguir juntos como siempre, hasta que de pronto estábamos aterrizando otra vez en esta pradera, en nuestra casa chabola, con nuestros nuevos amigos, continuando y ya.

Javi seguro que hará una mejor y más amplia recapitulación de todos los sucesos. Los perros, aunque no es del todo cierto, como dicen, no tenemos mucha memoria. Él se acordará seguro de muchas otras cosas y entre los dos jamás dejaremos que se borren. Mi día ha sido tranquilo, uno más. Me basta entender que Javi está contento, correr libre con Negro cuando nos sueltan de la cadena. Dar algún susto a algún pato o una gallina, tratar de cazar a los animales extraños que habitan bajo la montaña de palés, marcar con orín el tronco inconmensurable de los árboles imponentes, defender nuestra casa-chabola de las ratas o contemplar las estrellas con Javi. Javi, para ser humano en verdad necesita poco más. Pienso que cada día somos más y más parecidos, nuestros corazónes y cerebros se confunden y entremezclan.

Ahora Javi lee tranquilo sobre la cama y yo estoy tumbada a sus pies; ¿o soy yo quien lee sobre la cama y es Javi quien se encuentra tumbado a mis pies?...





Día 101

(Los humanos especiales)

Hoy todo se ha ido de vuelta. Antes de que Javi se fuera a trabajar, mientras se aseaba, me he escapado de la pradera y me he juntado con otros dos perros que viven en los campos de flores que nos rodean en los que trabajan unos humanos pequeñitos y morenos. Hemos marchado hasta las grandes fábricas del fondo y cuando me he querido dar cuenta de lo que había hecho Javi me estaba silbando y llamando angustiado junto con algunos otros humanos, al parecer compañeros de su trabajo. Yo no quería volver porque sabía que había hecho mal y me he metido detrás de un cercado. Javi me miraba suplicante y no sé porqué no le he hecho caso a la primera. Cuando por fin he decidido salir Javi ha tenido que llevarme a su trabajo y dejarme atada junto a una caseta en la que unas mujeres lavaban y tendían continuamente ropa. Creo que ya tenía que empezar en el trabajo y no le daba tiempo acompañarme a casa.

Pese a que la he liao no me ha regañado y los compañeros humanos de Javi me han tratado muy bien, acariciándome y dándome muchas cosas de comer. Todos olían igual que huele Javi todos los días cuando regresa. En esas he oído un grito humano que me ha resultado extraño, y luego otros, también voces y me llegaban olores que explicaban el olor tantas veces mencionado. De pronto he visto un humano sonriente detrás de una reja que saludaba continuamente con una mano mientras sonreía y cojeaba al caminar. Luego otro se ha comenzado a golpear la cabeza contra una pared, y otra humana se ha desnudado y ha salido corriendo, otro miraba parado a un punto fijo sin moverse hasta que alguien se lo decía y así otros tantos, cada cual con sus peculiaridades tan originales. Javi venía caminando con uno muy despacito, que semejaba que en cualquier momento se iba a derrumbar en el suelo y se han acercado a mí. El humano especial ha extendido su mano y me ha acariciado detrás de las orejas y se ha reído mucho cuando yo le he lamido la mano. Después Javi ha ido trayendo a otros y sus reacciones variaban desde el miedo, a la sorpresa o a la absoluta ilusión. Aunque eran humanos adultos parecían en cierta forma niños y asimismo ancianos, y su olor era una mezcla de estas dos entelequias. Me han gustado mucho porque en su olor se percibía una gran bondad e inocencia y ninguno ha tratado de hacerme nada.

Al mediodía Javi me ha conducido para casa y me ha atado con la cadena junto a Negro. Este me ha olido como para corroborar el mismo olor y casi todos los animales se han acercado oliéndome como tratando de adivinar mi aventura y descifrar este olor que trasmite en su mayor parte una gran paz. Yo me he pasado el resto del día meditando sobre estos humanos especiales y sobre el trabajo de Javi. Creo que Javi les cuida y les enseña, al igual que todos sus compañeros. Estos humanos no podrían valerse por sí solos y necesitan por tanto muchos cuidados.

Me alegro de haberme escapado y de haber conocido el trabajo de Javi, y en el fondo pienso que también él, porque hoy cuando ha regresado a nuestra casa chabola estaba verdaderamente contento y hemos dado un largo paseo por el camino que bordea los campos de flores. Me han gustado muchísimo estos humanos y juzgo que yo a ellos también. A ver si Javi se decide y lleva de nuevo a su trabajo algún día porque si no igual otra mañana voy a tenerme que escapar otra vez para que no le de tiempo regresarme a la pradera donde vivimos.





Día 102

(Preparativos)

Javi no ha ido a trabajar; le tocaba descansar, aunque se ha pasado todo el día sin parar ni un momento. Se ha levantado y ha desayunado. Ha sacado a los animales y ha limpiado las cuadras. Les ha echado de comer y se ha puesto a barrer y a limpiar la casa; cada rincón, cada objeto, llevando y sacando trastos de un lado para el otro y alzando mucho polvo, dejando por ello la puerta y la ventana abiertas de par en par. Después se ha puesto a clavar maderas por las paredes, para reforzar nuestra casa chabola. Hasta que no ha cerrado todas las grietas no se ha detenido. Luego tocaba pintar las paredes y las vigas. Ha estado haciendo dibujos de espirales y líneas trenzadas como a él le gustan y parecía disfrutar mucho porque se reía mientras sonaba en su pantalla la música que siempre escucha cuando está feliz.

Yo he estado todo el día tumbada a la sombra o tratando de cazar los animales extraños que viven bajo la montaña de palés. Los pájaros de colores hoy han estado más activos que otros días y a cada momento lanzaban sus chillidos sobre la paz que reinaba en la pradera.

Cuando caía el sol ha terminado Javi y estaba rendido. El paseo de hoy junto con Negro ha sido corto y no se ha montado sobre los caballos. Únicamente ha encerrado a los animales ha terminado de colocar algunas cosas en la casa y ha preparado la cena para todos. Luego ha estado tecleando un rato y se ha ido a dormir muy temprano.

No sé porque me da en la nariz que tantos preparativos van a traer un cambio o una sorpresa a nuestra casa-chabola. Conozco a Javi y tanto trabajo no lo haría por sí mismo. Ahora huelo sus sueños y le veo mirando las mismas estrellas distantes que hace un rato contemplaba en tanto apuraba un pitillo y sonreía. No se puede dormir; está nervioso, pero son nervios buenos. Y así sigo oliendo sus sueños, pues aunque se ha despertado no se diluyen.



Día 103

(Llega la primera estrella)

Estaba claro que algo sucedía. La alegría que me he llevado ha sido descomunal. Impensable la de Javi, al que le brillaban los ojos como dos ascuas que el viento tocara de repente.

Esta mañana Javi se ha marchado muy temprano después de hacer lo de todos los días; es decir, soltar a los animales El día estaba gris y comenzaban a venir algarazos de lluvia cargando el aire de humedad. Ha tardado unas horas, y cuando ha regresado no lo hacía sólo. Al principio no podía imaginar quién era, pero al distinguir su olor en la entrada de la pradera, su caminar, su figura y todo lo demás me he vuelto loca de alegría y he movido tanto el rabo que casi podía volar. Javi ha llegaba por sorpresa con Laurita, una de sus primas humanas, uno de sus amores profundos, un cielo palpable, una flor incondicional y maravillosa, una de esas estrellitas distantes que cada noche contempla mientras fuma y sonríe.

Y es que ha venido a visitarnos, espero que por muchos días. Así por la tarde han estado viendo tranquilamente todos los rincones de la pradera y la pequeña granja, justo después de hacer eso que los humanos hacen tan placenteramente, sin parar de besarse, sin dejar de mirarse un solo momento, sin permitir que nada ni nadie les socavara la pasión y el cariño, y han esperado tal vez a que la lluvia se animara y comenzara a formar charcos grandes en el suelo y a empapar a todos los bichos: caballos, burros, gansos, patos y gallinas, que al principio no les molestaba pero que cuando Javi les ha abierto las cuadras para que se refugiaran no se lo han pensado dos veces. Así ya no han tenido que moverse ni que inventarse otra realidad distinta que esta de permanecer juntos en la casa-chabola y en su entorno.

De este modo Javi ha estado enseñando el lugar a Laurita mientras Negro y yo andábamos a su lado y la noche ponía en el cielo al resto de las estrellas, las cuales no se veían primero por las nubes y segundo por el resplandor de que ha llegado con nosotros aquí.

Ahora Javi y Laura hablan y hablan porque se tienen seguro muchas cosas que decir, que contar, que compartir. Yo dormito sobre el colchón y me rasco continuamente porque me pica mucho. Creo que he agarrado pulgas de mis compañeros. Por un instante levanto los ojos y noto la felicidad de Javi flotando en el ambiente. El sonido de la lluvia golpea en la chapa en tanto Javi y su estrella se reencuentran las miradas y juntos sueñan.



Día 104

(Alegría en la pradera)

Después de despertarse, de desayunar, de amarse a cada segundo, y de darme un gran baño-susto para quitarme los bichitos y para dejarme tiritando de frío y desasosiego, Javi y Laurita se han marchado por la gran carretera hacia abajo, hacia la ciudad, y no han vuelto hasta después de comer, cuando de nuevo comenzaba a llover. Lo curioso es que han regresado por la carretera arriba, y oliendo a pizza, a parque y a gasolina. Han estado haciendo fotos a los animales y riéndose mucho todo el tiempo. Luego, como la lluvia no arreciaba, nos hemos metido en la casa chabola y Javi ha encendido la salamandra, pero como la madera estaba muy húmeda salía mucho humo revocado y hemos tenido que abrir la puerta para despejar el aire cargado.

Toda la tarde han estado charlando y riendo mientras que yo me la he pasado prácticamente durmiendo, ya rascándome menos, gracias al baño-susto, que tan poco me gusta pero yo sé que es efectivo. En la pradera todos los animales están alegres. Los patos y los gansos se bañan en las charcas improvisadas, los pájaros de colores enseñan a volar a sus crías en tantos que las que cazan tratan de agarrarlas, los caballos, los burros, el pony comen pasto fresco sin parar y el gallo, el pavo y las gallinas descansan bajo el camión entonando sus diversos cantos; hasta las ratas y los animales extraños que viven bajo la montaña de palés parecían disfrutar de la lluvia y del día gris, neblinoso, en el que los matices se animaban y resplandecían.

Ahora se están preparando para irse a dormir y juntos se fuman un pitillo en la puerta, abrazados, preguntándose si mañana dejará de llover y contemplando la silueta desdibujada y borrosa de los árboles imponentes.



Día 105

(Con Laurita sin salir de la casa-chabola)

Javi hoy ha soltado a todos los bichos y se ha marchado a trabajar. No ha limpiado las cuadras ni los dos corralones porque todo estaba lleno de barro y charcos por lo que se ha podido despertar más tarde. Ha hecho frío y no ha dejado de llover en todo el día. Yo me he quedado con Laura en la casa chabola y ha estado bien porque así no me ha dejado atada con la cadena bajo el camión y además, tanto Laura como yo hemos estado durmiendo casi hasta el mediodía. Javi ha venido varias veces a lo largo de la mañana y cuando ha regresado por la tarde se ha encontrado todo colocadito porque Laura se ha afanado en componer y limpiar la casa-chabola pues ayer se ensució de fango, polvo y humedad.

Después Javi ha estado cortando leña y ha encendido otra vez la salamandra. El calor ha comenzado a secar todos los objetos húmedos y hasta de las paredes salía vapor, señal de que todo se calentaba lentamente. Al final dentro de la casa-chabola se estaba muy bien y hemos estado muy a gusto, ellos dibujando en unas cartulinas blancas o amándose o escuchando música o comiendo y bebiendo abundantemente. Javi ha encerrado a los animales antes que otros días y luego se han puesto a fumar en la puerta contemplando los árboles imponentes y observando por vez primera las estrellas, ya que hace un rato que ha dejado de llover y el cielo se ha ido despejando.

Por la noche les he sorprendido cuando he aparecido con una rata en la boca tras cazarla al merodear cerca de la casa. Laura ha puesto cara de asco y Javi me ha felicitado con caricias y palabras amables, cargadas de emoción. No me olvido de que a los dos no nos agrada la muerte, pero las ratas tienen que aprender a respetar, y si tratan de entran en nuestra casa, ya saben lo que les espera. Como mi instinto ha satisfecho su consecución me he ido a dormir tan tranquila. Ahora miro cómo Javi y Laurita se besan entre las sábanas y dan rienda suelta a su amor. Amor y muerte. Vida que se despliega en esta aventura nuestra que prosigue sin descanso.

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