jueves, 11 de septiembre de 2014
Diario de una perra en Argentina (semanas 63, 64 y 65)
SEMANA 63
Día 442
(Nube de pegatinas)
De pronto suenan palmas invisibles
en nuestra pieza y en la cocina. Javi está sentado en la puerta de casa
contemplando la calle y sus procesos, escribiendo y fumando con gravidez, yo
acurrucada a sus pies, disfrutando los de los últimos rayos del sol de la tarde
y de la suave temperatura. Los días comienzan a alargarse y a arañar minutos a
las sombras. La luna llena ilumina ese azul oscurecido del cielo sobre los
árboles cuando los pájaros invaden las ramas para descansar sus colores y
silbidos. Los niños corren en jaurías por los patios, tirando los libros de la
escuela sobre los charcos, mientras sus madres preparan la eterna cena del
porvenir. Javi canta con el pensamiento una canción de uno de sus santos que
dice: Hostia que me entra la fatiga… Ay eso ha sido de fumarme las olivas… Pero
la niña mira el petardo…y aluego me mira a mí…
Una niña se para a unos metros
frente nosotros. Es muy morena y con una larga trenza que le cae por la
espalda. Sus ojos brillan de esperanza. Ahora se acerca tímidamente, hurgándose
con un dedo la nariz. ¿Qué están haciendo
señor?... Pregunta a Javi, entando se limpia un moco en su falda. Yo ya sé
lo que Javi va a responder a esta niña, porque lo huelo en su interior de forma
nítida. Estamos, acá mirando la luna…,
dice, porque si no lo hiciéramos de este modo la luna dejaría de existir.
La niña observa a Javi largamente y
después hacia la luna. Su sonrisa expresa que le ha gustado la explicación,
aunque nadie imagina por qué. Alarga su mano y me acaricia las orejas. Yo me
pongo tripa arriba y le permito hacer. La niña se ríe con fuerza y al momento
echa a correr. Vos no sos de acá… Vos no
sos de acá… Grita antes de doblar la esquina y desaparecer. Javi anota algo
en su libreta y entonces murmura… Sólo
quiero mirar a las nubes… y ya no existe medicina… Ay porque he vuelto a
enamorarme, a enamorarme… De esta nube que es de pegatinas…
Las palmas invisibles se cuelan
desde dentro de la casa. El azul se convierte en negro, y los sentimientos en
murciélagos sin radar.
Día 443
(Día para el orto)
Javi se ha levantado con la
sensación de que algo andaba mal dentro de él. Se ha tocado la cabeza como si
esperara no hallarla dónde siempre. Algún engranaje estaba estragado o
doliente. O la integridad sin integrar y la luz sin encender. El tedio se ha
apoderado de sus manos y no tenía de ganas de ir a trabajar –aunque ha ido; ni
por la tarde de pasear, aunque lo ha hecho; ni si quiera de escribir; aunque
esto no- Su mente destilaba sombras y nieblas y es por eso que ha empezado a
rodearle una especie de cordón pesimista que hacía que todo le saliera como el
culo. En el trabajo ha discutido con alguna compañera, su jefe le ha contado
que había un problema con un documento y que aún habrían de esperar un poco más
para seguir los trámites, se le ha reventado la rueda de la bicicleta y casi
tiene de nuevo un accidente, se ha roto la cerradura de la puerta del patio, se
ha estropeado otra vez la luz de nuestra habitación, se han roto la media
docena de huevos para la cena y para colmo no había señal de internet.
Ahora está ahí, fumándose un pitillo
sentado en la puerta de casa contemplando las estrellas distantes. No quiere
moverse ni hacer nada más, salvo aspirar y expirar el humo. Con todo ha logrado
hablar por la pantalla con sus padres y reemprender la terapia con nuestra
vecina. No vaya ser que las luces se apaguen por completo y la tierra de nuevo
se abra bajo nuestras patas o pies.
Día 444
(Morir de nostalgia y renacer)
Lo que le ocurría a Javi era una vez
más nostalgia viva. Acechando, los días a veces nos muerden sin querer y han
sido los mensajes de cariño lo que a Javi le han estragado los sentimientos. En
esta semana, en aquellas montañas en las que vivimos un tiempo, en la sierra
que Javi lleva grabada a fuego en su interior, se celebran las fiestas del
verano. Su familia y sus amigos están todos allá reunidos y le echan en falta.
Hoy cuando Javi ha regresado del
trabajo se ha puesto a teclear en la pantalla. Ha escrito dos artículos para la
revista que publica la asociación cultural. Uno en memoria de su abuelo Víctor
y otro saludando a sus seres más queridos, explicándoles la tragedia y la
maravilla de nuestra distancia. Cuando los ha enviado al correo de uno de sus
primos la sensación de muerte positiva se ha transformado en renacimiento, y
como siempre sucede con la nostalgia, cuando nos desprendemos para observarla,
resulta dulce y natural.
Por ello Javi estaba muy contento.
Me ha preparado una olla de arroz con verduras y me ha llenado de mimos.
Después ha ido a comprar vino y gaseosa y ha invitado a cenar a los vecinos del
fondo. Ahora está ahí con ellos platicando de lo cotidiano, aunque por lo que
me dice su nariz su mente se encuentra con los robles, dibujando pequeñas
anécdotas clandestinas, imaginando lo que hará en este instante los suyos:
colmando el local de esperanza y continuidad, preparando el botellón y la
fiesta nocturna en su recorrido, amagando a la noche sin horas, contraviniendo
una vez más el rulo siniestro en el que se mueven, en nuestra tierra flaca,
como una manada primordial.
Nadie es completamente necesario. La
vida extiende sus ciclos y se apura para alcanzar el futuro.
Día 445
(El motor del sueño)
La bicicleta ha quedado otra vez
apoyada en la pared de la cocina. Desde el patio he ido oliendo el camino que
Javi recorre cada día para llegar a su trabajo. He cerrado los ojos y al
abrirlos le he visto laburar con Pedro y los humanos especiales, pero poco
después le he dejado allá y me he venido para mordisquear un hueso de vaca que
me ha dado la vecina con gafas. El día ha sido tranquilo. Algunas nubes
acariciaban al sol en lo alto del cielo y del río enorme ascendían los acordes
de los barcos y los peces en las alas de los mosquitos. Oso ha estado
persiguiendo a unos de los nuevos pollitos de las gallinas extrañas y Gos
apenas se ha movido de la puerta. Las lagartijas no han aparecido entre las
grietas de siempre, sino que se han descolgado desde el tejado echando carreras
entre los ladrillos. Nuestros vecinos mecánicos se han pasado el día chupando
cervezas y escuchando milongas pegadizas que hablaban de amores de desamores, y
de otras certezas humanas. De este modo los motores que arreglaban empezaban a
soñar con imposibles y momentáneamente se engripaban hasta que sus manos sucias
y humildes daban con el resorte adecuado.
Javi ha regresado con los ojos muy
brillantes y después del paseo por la villa ha estado escribiendo versos en su
libreta. Desde la manta verde he contemplado su febril indiferencia al
desencanto y cómo iba hilvanando alegrías y realidades. Por la noche estaba tan
cansado que se ha olvidado de cenar, y ahora que puedo oler sus sueños tumbada
en la cama a su lado, compruebo que sitúa todos los rostros importantes sobre
una barca de tela y que es un concilio del viento y la corriente, corazón
luminoso en su optimismo, para traerlos todos acá.
Suena su teléfono móvil y tras oír
una voz humana conocida se levanta como un muelle. Su cara y sus movimientos me
indican que todo va a romperse para crecer, que me tocará dormir esta noche en
el patio y aguardar nuevamente su retorno. Que la noche es un embudo de
maravillas humanas por el que cae la plata y sus sombras. Que la joda
previsible esconde una garrapata festiva que Javi ansía desde lo más profundo
de su corazón. Que el motor ruge y destella, que ya corre para acelerar el
tiempo y soñar sin soñar.
Día 446
(Recontraresaca)
Javi se ha metido entre las sábanas
con una mujer. Ha aparecido con ella a media mañana, apestando a alcohol y
deseo. La mujer se ha ido unas horas después mientras Javi dormía como un
tronco. Se ha llevado una llave y una botella vacía, y antes de marcharse ha
venido acariciarme a la manta, como si quisiera comprar mi silencio.
El sueño se ha extendido como una
nube y hasta la media tarde Javi no se ha despertado. De nada han servido los
sonidos chirriantes que llegaban desde la calle, las radios a todo volumen, los
gritos de los vendedores callejeros, los ladridos de los perros que los
perseguían, los llamados a la puerta de los vecinos, los martillos, las
máquinas excavadoras, los terremotos en la corteza de la tierra, ni siquiera
los mosquitos que rondaban sus orejas.
La resaca ha sido tan brutal que se
ha comido el paseo, las ganas de comer, no las de beber agua del grifo, y ha
sido tan contagiosa que me he pasado el día bebiendo agua del barreño y del
inodoro. Hasta la noche Javi no se ha movido de la cama viendo películas o
fumando pitillos. Su cuerpo le dolía y rechinaba, aunque era un dolor que le
hacía sonreír a gusto. En la habitación aún huele a esa mujer desconocida. Es
una hembra poderosa, de piel oscura e incandescente. Javi se estremece de placer
al recordarla y sonríe consciente del peligro. El muy boludo todavía no se ha
dado cuenta de lo de la llave.
Día 447
(Tormenta de piedras)
Para mí que Javi ha provocado la
tormenta de piedras, la terrible granizada que ha caído al mediodía sobre el
pueblo estropeando los tejados y los techos de los autos. El cielo amenazaba
gris sombra desde la mañana, y tras unos días de calor casi tropical, se
encontraba éste en su seno con las masas frías de la sensatez estacional.
Javi se ha quedado muy sorprendido
al descubrir lo de la llave unos minutos antes de tener que irse a trabajar.
Por suerte la mujer le había mandado un mensaje para explicarle. Ha sido
cuestión de afecto, aunque a Javi se le han encendido varias alarmas y le ha
pedido encontrarse en unas horas para cerrar el embalaje.
Para Javi el amor y la libertad han
de estar en la misma orilla. Si no es así corre riesgo el mundo de llenarse de
guerras individuales. No le valen las mentiras ni le sientan bien. El respeto
debe ser una vanguardia, aunque por delante de ella camine la ilusión.
Tomando un café después del trabajo,
de venir a buscarme para que le acompañara, ha estado hablando con la mujer, y
ésta, tras escuchar sus palabras, le ha tirado la llave a la cara. Javi no le
ha pedido en ningún momento que se la devolviera. De hecho ha sido
prácticamente al revés. Sonriendo, me ha acariciado la cabeza y luego de pagar
la cuenta hemos regresado a casa bordeando la estación y las vías del tren.
No ha tenido mucha suerte con las
humanas que ha conocido acá. Las siente diferentes, por cuanto le juzgan loco
en cuanto conocen su forma de pensar y de amar. No entienden que Javi no busque
una pareja, que crea que las relaciones, tal y como las propone la sociedad
humana hoy en día, van en contra de su propia naturaleza, que la mayoría de los
humanos se engañan con eso del amor para siempre, que no es otra cosa que el
miedo a la soledad lo que les empuja, o el conformismo lo que mantiene dicha
homilía, que son posesivos y racionalizan dicha posesión como si la consumieran
como un cucurucho o un jugo amargo. Javi logró hace un tiempo resolver esta
ecuación absurda. No niega la intensidad de los sentimientos cuando éstos
acontecen, pero tampoco quiere negar aquello que ocurre más allá del filo de la
almohada e incluso de la amistad, es decir el anillo y la cadena.
Día 448
(Decisiones)
Hay cuestiones que fluyen. Bien es
cierto que el cauce venía algo bajo, pero de nuevo las lluvias emocionales van
llenando los acuíferos y los manantiales. Menos mal que los sueños se resisten:
la novela escrita, el aprendizaje cotidiano, el trabajo y la ilusión afectiva,
los versos subversivos, la libertad y la alegría momentánea, el camino
despierto, las metamorfosis animales. Otras en cambio parecen encajadas. Son aquellas
que más tienen que ver con las burocracias humanas y ese sistema corrupto y
desigualitario llamado democracia. La visa continúa siendo una incógnita y el
contrato de trabajo un espejismo. Javi se desespera esperando y mientras nuevas
oportunidades surgen. Javi tiene un compromiso firme con los humanos
especiales, con las personas que le dieron una oportunidad y con Pedro, pero
los plazos se agotan y ha de pensar en su avance, en su crecimiento.
Por más que estira sus dedos sólo
puede alcanzar parte de la verdad. Y está llegando el momento de tomar
nuevamente algunas decisiones. Si serán acertadas o no únicamente nos lo dirá
el tiempo. Aunque el hecho de tomarlas es el mejor ejercicio para la esperanza.
Mi decisión personal es seguir a su lado, oliendo sus sentimientos y sueños,
entregándole todo mi apoyo y mi cariño, lamiendo sus lágrimas cuando está
triste, acurrucándome en sus pies cuando algo le asusta, mezclando su felicidad
con la mía, desde mi manta verde o desde cualquier otra. Ya demostramos que
necesitamos muy poco, pero para prolongar nuestro vuelo común, el viento ha de
soplar.
SEMANA 64
Día 449
(Respuestas transcendentes)
Javi ha leído en la pantalla
tecleadora algo que ha desatado una tremenda alegría en su corazón. Se ha
puesto a saltar y me abrazado levantándome por el aire. Ha sido tan fuerte que
las paredes de nuestra casa se ha abombado y el patio se ha colmado de colores,
tanto es así que las gallinas extrañas y los patos ya no sabían cuál era cuál
intercambiando nidos y pollitos. Por fin ha encontrado un apoyo importante para
poder corregir su sueño y prepararlo como él quiere. La respuesta ha venido
desde nuestra tierra. Acá aún no ha conocido a nadie que le pueda orientar en
este sentido, aunque Javi no está dispuesto a rendirse. Por lo que huelo en sus
pensamientos sé que ha estado enviando algunos capítulos a algunas personas y
que las respuestas posteriores han resultado transcendentes.
Contemplando las estrellas distantes
Javi se fuma un pitillo. Calibra la posibilidad de nuestro retorno con las
cuestiones que aún tenemos que hacer y vivir acá. La balanza se mantiene en
equilibro. Javi canta ahora una canción de uno de sus santos y nuestra calle se
pinta de esperanza rítmica.
Día 450
(Capacitación y violencia)
Javi ha regresado hoy del trabajo
con los ojos nublados, extraviados en la incertidumbre. Sus pensamientos huelen
a incomprensión y sus sentimientos no están dispuestos a asumir lo vivido. Y es
que mientras sus jefes han montado una nueva capacitación para establecer
cuáles son las conductas inadecuadas de los humanos especiales para los
trabajadores del hogar, una de las profesoras ha agredido a uno de ellos,
aunque esta vez, que no es la primera, la han pillado en plena agresión.
Más allá de la cagada y de la
dificultad para resolver algunas situaciones dentro de los talleres, lo que
Javi no soporta es la soberbia que dicha profesora ha lucido después de que le
llamaran la atención, justificándose de mil formas y echando la culpa como
siempre a los demás, sin ver en ningún momento su responsabilidad y sin
manifestarse arrepentida siquiera.
Tal vez por ello Javi piensa que
quizá en la próxima capacitación deberían establecer las conductas indeseables
de los trabajadores y de los directivos para el bien de los humanos especiales,
para respetar sus derechos y su dignidad como seres humanos. Y sobre todo
adecuar unas consecuencias proporcionales a la violencia y el miedo que ellos
padecen.
Día 451
(Huelga humana)
El país, toda su fuerza humana se ha
paralizado. Lo huelo en el aire. Las escuelas están cerradas, al igual que la
mayoría de los comercios. Los transportes, vehículos colectivos, trenes, las
carreteras, las gasolineras y las fábricas, han interrumpido su impulso
productivo. Javi se ha ido a trabajar a pesar de ello, y es que en el hogar de
humanos especiales todo sigue, pues ellos necesitan como cualquier día quienes
les cuiden.
Cuando Javi ha regresado por la
tarde, venía cansado. Al parecer esta semana han faltado algunos de sus
compañeros y las labores se han ido acumulando. Una compañera le ha acercado
hasta el centro y en sus ojos brillan las dudas provisorias.
Su pensamiento se sumerge en las
directrices sociales y no encuentra solución en su estructura. Ha estado preguntando
a compañeros y amigos el porqué de esta huelga y nadie ha sabido responderle
con claridad. Resulta evidente que la economía de esta tierra sufre hoy por las
deudas de su pasado y que la corrupción y la oligarquía se llevan la plata como
el río que lleva dicho nombre. Con las riquezas que atesora es un misterio que
tantos humanos vivan en la miseria, pero al descubrir la precariedad en la
educación y los valores vulnerados por quienes sostienen y ciñen el sistema, se
entiende tanta inseguridad, tanto individualismo y sobre todo tanta
inconsciencia social.
No es distinto de lo que sucede en
nuestra tierra, aunque existe un recorrido distinto. Javi no puede evitar
comparar cada elemento y determina una vez más la falla democrática. Escuchando
la radio en la cocina trata de comprender cómo un simple sindicalista, un tipo
que por lo que dicen ha dormido en la cama de tantos políticos de ideologías
enfrentadas puede lograr paralizar todo un país. El populismo acá es muy
fuerte, y de cuando en cuando cada actor del juego exhibe su tremendo poder.
Los gobernantes inaugurando sueños que se oxidarán tras las elecciones, los
empresarios prometiendo nuevos contratos ambivalentes donde siempre faltará un
puñado de pesos para vivir bien, y los sindicalistas acusando a unos y a otros
de robar mientras ultiman sus nuevas sedes y se gastan la guita del obrero
asando todas las vacas de la provincia.
Javi se da un respiro y se arma un
pitillo sentado en la puerta de casa. La calle está tranquila. Los cachorros
están contentos, pues se han librado de las clases, los trabajadores que
secundaron el parón también lo están, aunque a final de mes lamenten este día.
En la capital ha habido manifestaciones, y en ellas detenidos. El mundo humano
puede ser una trampa o un embudo.
Los perros en cambio no hemos
secundado la huelga. Desde bien temprano, y como cada día hemos poblado las
veredas en busca de restos, hemos jugado y corrido por los descampados, hemos
protegido las casas y hemos entregado nuestro amor a nuestros dueños. De este
modo me acerco ahora a Javi, percibiendo que su mente se desliza, y le lamo con
ternura las manos.
Día 452
(Truco o trato)
Debe ser tremendamente difícil
hablar algunas cosas para los humanos. A veces veo a Javi indeciso, pendiente
de deshojar su corazón, sujeto a la esperanza que nunca llega; y así ha de ser,
porque la espera puede extenderse hasta la desesperación.
Llevamos varias semanas sin luz en
nuestra habitación y Javi ya no sabe cómo decirle a nuestra vecina casera que
la arregle. La puerta del patio también sigue rota y Javi tiene que trabarla
cada noche con un palo. Está claro que no necesitamos demasiadas comodidades y
que incluso rechazamos algunas, pero en las cosas básicas somos inflexibles, es
decir, Javi lo es.
Tal vez es por esto por lo que
Cuando ha regresado del trabajo ha ido a llamar a nuestra vecina casera y le ha
recordado los arreglos. La sola mención de que no va a pagarle el alquiler o
que va a utilizarlo para conseguir que alguien solucione lo de la luz y la puerta
ha logrado que la vecina reaccione.
Javi no entiende por qué se los
humanos han de pasar por ciertos apuros para generar movimiento y afecto. Hoy,
yo lo sé, le gustaría ser un perro flaco y quebradizo, para olvidarse por
momentos de la estrategia del truco o trato, defenderse a mordiscos de los
ataques, y elegir libremente a quién quiere olerle el culo.
Día 453
(Correcciones)
Javi ha aprovechado su día libre
para avanzar en la corrección de su sueño; yo para dormir mucho, demasiado
sobre la manta verde y por hacer vida en el barrio junto a algunos compañeros
callejeros.
El humo ha sustituido el aire de la
casa, porque cada vez que Javi quedaba trabado con alguna frase o pasaje,
maquinalmente se ponía un pucho en la boca. Hoy no ha atendido a la vecina
vieja que ha venido a buscarle para comer, ni al vecino del fondo que ha hecho
lo mismo para ofrecerle una infusión con el palito metálico. Javi ha abrazado
las horas en su trabajo y la pantalla tecladora no ha tenido descanso.
La suerte ha sido el pastel de papas
que Javi ha comprado a media tarde en un kiosco después de nuestro paseo. Era
tan grande que me ha tocado un buen pedazo y mientras Javi se ponía a corregir
de nuevo en la pantalla, yo me he entretenido en morderme las patas y en soñar
con cualquier desafío.
Día 454
(Restaurando la identidad)
Sé que Javi hoy ha estado en el
sitio de los perros porque ha venido oliendo a Noa, al humano que vivía con
nosotros y a filetes de churrasco y papas.
Acaba de llegar y se ha apurado para
abrir la puerta del patio. Ahora salimos de casa para emprender un paseo
nocturno bajo las estrellas distantes y la temperatura suave nos ayuda. Puedo
oler sus pensamientos y estos me dicen que su mente hoy está más allá que acá,
que nuestra tierra le ha invadido el corazón y la distancia le pincha los
ventrículos. Su prima Andrea le ha enviado un regalo y esta tarde se lo ha
entregado el humano mencionado, un familiar suyo ha estado de viaje en nuestra
tierra y su prima no ha perdido la oportunidad. Por ello Javi luce ahora la
camiseta de su equipo, con los ojos brillantes pero vueltos hacia su interior.
Las dudas le asaltan y concibe todas las cosas que se está perdiendo, cosas
importantes, que no podrá volver a recuperar y que las que vivimos acá no
sustituyen.
Unos tipos en una moto vienen desde
el final de la calle y como siempre Javi pone su mano en la navaja que lleva
oculta en el bolsillo de su pantalón, y dobla por la mitad de la cuadra para
comprobar que no nos siguen. La moto pasa y Javi respira. Los paseos nocturnos
por la villa no son muy recomendables, pero creo que ambos lo necesitábamos. Yo
para estirar las patas, y Javi para restaurar en parte su difusa
identidad.
Día 455
(La materia)
Toda la materia está compuesta por
unos elementos esenciales. Dichos elementos nacen en el interior de las
estrellas, y sólo cuando éstas mueren y estallan, logran expandirse por el
universo extraordinario hasta que se dan ciertas condiciones favorables que los
transforman en materia: inerte y la viva. Los animales no somos diferentes de
las plantas o de las piedras en nuestra composición. Únicamente las diferencias
en los niveles moleculares marcan el límite; de ahí que a veces algunas rocas
parezcan que estén vivas y que haya humanos con un corazón tan duro y terroso.
En el pensamiento de Javi aprendo estas cuestiones al igual que él aprende de
mí aquella sabiduría instintiva que su especie dejó de lado y que le ayuda a
distinguir el vaso del espejismo, el sentimiento impuro de la mentira.
Hay algunos humanos que piensan que
la materia tiene también espíritu, y otros que el espíritu es colocado en la
materia por un dios. Javi cree que el espíritu es la energía primordial y que
la materia la posee porque fue ella quien la creó. Javi no cree en dios y en
esto se parece a nosotros los perros. Los perros no tenemos dioses, y por ello,
la mayoría de los que los humanos inventan no nos permiten la entrada a su
paraíso.
Muchos humanos son hoy en día
materialistas. Quizá la misma naturaleza del ser humano sea material, pues
desde el principio trato de dominarla y después de consumirla. Los perros también
somos materialistas, porque nos gustan los huesos, aunque como las caricias no
son materiales, somos también, al igual que los humanos un tanto espirituales.
Javi opina que no es malo ser materialista si en dicho propósito hay
sostenibilidad y carencia de egoísmo. El mundo es de todos sus seres, y al
igual que la materia por si misma es armónica, el espíritu que la concibe
también debería serlo.
De este modo el problema no es la
materia sino el espíritu. Y el que Javi guiñe un ojo a las estrellas distantes
mientras se fuma un pitillo es un ejemplo de que no existe nada indivisible.
SEMANA 65
Día 456
(Verdad parcial)
Algunos humanos buscan la verdad de
un modo obsesivo, casi como la necesitaran para entender que existe un sentido
de la vida o un plan maestro; otros en cambio prefieren vivir engañados, porque
en el engaño se sienten más cómodos. Entre unos y otros los hay también
despiertan de pronto, por un golpe de suerte o de infortunio, por sumar
adecuadamente las incógnitas o por chocarse de frente con ella, y entonces
levantan sus ojos queriendo contemplarla en ese instante dado. Después regresan
a su deliciosa molicie y se olvidan. Los perros nos parecemos a estos últimos.
Nuestra nariz nos revela a veces una verdad parcial, y luego nuestro estómago
la difumina.
El pensamiento de Javi me cita en
esta encrucijada. Me sumerjo en las galerías que componen su personalidad, del
mismo modo que él se integra en mi espíritu, sacando su animal interior,
arañando la superficie de la realidad, mordiéndola. Javi entiende la verdad
como algo absoluto, pero indistintamente imperfecto. La verdad para él puede
ser y lo será la mentira para otro. Y piensa que empujar a la propia verdad a
alguien es tan humano como imprescindible, aunque los demás de la misma manera
nos empujan hacia las suyas. La diferencia entre las versiones de la verdad
está en el cómo. El entendimiento, la tolerancia, la falta de agresividad son
las claves positivas. El miedo, la fuerza bruta y la manipulación serían
algunas de las negativas. Por ello en el camino de la educación hay dos sendas
irreconciliables que se miran. Enseñar la verdad es la meta de ambas. Pero
resulta evidente que no es igual que nos enseñen la verdad con paciencia,
comprensión y caricias, que con gritos, castigos y golpes. Esto sirve para un
humano, un perro y cualquier especie de este mundo.
Recuerdo todas y cada una de las
veces que Javi me mandó un manotazo en la nariz y siempre fue para advertirme
que la vida me transcendía, que no debía matar por matar, o hacer de mis miedos
una vanguardia afectiva. No obstante recuerdo con mayor entusiasmo aquellas
ocasiones en que mi verdad coincidía con la suya, y entonces sus manos me
llenaban el alma de sueños y caricias.
Día 457
(Se hizo la luz)
Algunos pequeños problemas comienzan
a solucionarse. Esta tarde ha venido un amigo de nuestro vecino humano del
fondo y ha arreglado la luz de la habitación. Javi estaba tan contento que hoy
ni siquiera se ha acordado de teclear. Ha agarrado su libro rojo y negro y ha
estado leyendo tumbado sobre la cama hasta bien entrada la noche.
Al preparase para dormir he olido en
su pensamiento, la posibilidad irracional de dejarla encendida, pero después de
sonreír, se ha armado un pitillo, y la apagado para ver mejor por la ventana el
brillo de las estrellas distantes, el movimiento perpetuo de las sombras y la
llama temblorosa del mechero.
Día 458
(Inventiva plena)
Javi utiliza un destornillador cada
vez que cierra la puerta del patio, pone un palito en la canilla por donde sale
el agua que va a parar al calefón, porque si no lo hiciera el agua se
derramaría por el piso, enciende con un alfiler la cocina de gas para hacer la
cena, y usa un pequeño cuchillo como picaporte, sujeta-interruptores y
unta-jabón. En los platos mezcla las cuentas y las conchas para hacer pulseras
y pendientes y el cazo para hervir sueños y afeitarse algunas mañanas. La cama
es por el día un sillón, y las sillas porta múltiples cosas. Los clavos de la
pared hacen de percheros y los posters son ventanas de esperanza. La bicicleta
es una máquina del tiempo y nuestra puerta de casa un balcón a la realidad.
La inventiva humana no es distinta a
la de otras especies. El mundo animal es diverso en sus manifestaciones imaginativas,
y más cuando dos especies se unen en simbiosis. Así mi manta verde es una
aeronave de incertidumbres felices, mi trasportín una cueva que sube hasta el
cielo de cenizas, mi lengua es experta en chupar lágrimas de tristeza y
nostalgia, mi nariz teoriza matemáticas para la esperanza y mi cuerpo se
transforma en una manta para calentar los pies.
Día 459
(Dialogo hispano-argentino)
Javi y nuestro vecino humano del
fondo hablan sin descanso. Algunas tardes, como hoy, después de nuestro paseo
por la villa y de cenar temprano, se juntan para platicar de las diferencias y
de las semejanzas entre nuestra tierra y la suya.
Suelen tomar una infusión con el
palito metálico y fuman ansiosos puchos y pitillos. No hay fanatismos en sus
palabras, y eso me alivia. Por ello puedo oler sus pensamientos respectivos e
hilar el diálogo fundamental.
-Pero entonces acá es como allá,
che. Los políticos se la roban y no van a cana.
- A dos manos, primo. En España
cuanto más plata robas menor es la probabilidad de ir a la cárcel.
-¿Cómo te lo morfás?...
-El problema es los pobres se acaban
robando unos a otros, porque creen que la justicia no caerá sobre ellos. La
justicia es para los pobres.
-Más vale. El intendente o el
ministro coloca al narco, vende castillos en el aire y saca comisiones
terrenales…
-Es decir, de cada terreno
-Se la aguanta, ¿viste?... Y todo
por el bien de sus hijos putos.
-Es el sistema. Si educamos a los
canijos…
-¿A los pendejos?
-Sí, si educamos a los pendejos para
ser materialistas, los preparamos para la corrupción del porvenir. Es jodido,
pero el dinero manda.
-Manda y falta, boludo. No hay
trabajo suficiente.
-Si hay trabajo, cabrón. O lo
habría, si la lucha no fuera sólo por la plata.
Día 460
(Dos kilos de carne)
Tumbada en la manta verde estoy
feliz. Mi estómago ronronea de placer, y me tiro un eructo, con el que Javi se
sonríe. Me conoce y sabe que ahora me encuentro realizada, dispuesta a dormitar
y a soñar con campos, rastros y montañas.
Hoy nos despertamos tarde, deliciosamente
cuando la luz del día pintaba de amarillo intenso las cortinas de la
habitación, y Javi rompía un sueño que le tenía enredado entre labios y playas.
La barca zozobraba sobre las olas y Javi ha abierto los ojos para no verla
naufragar.
Ha estado tecleando un rato y
después hemos ido a dar un paseo. Al mediodía se ha sentado en la vereda de
nuestra casa a fabricar pendientes y pulseras. El sol golpeaba las paredes
blancas, descansando entre las ramas de los árboles. Gos, Oso y yo sentíamos su
influjo y dormitábamos a gusto junto a la puerta. Nuestra calle era una palanca
sobre la que mundo se levantaba para respirar.
Por la tarde Javi se ha marchado al
sitio de los perros. Lo sé porque me ido con él, en su mirada. Y por ello le he
visto llegar a aquella casa en la que vivimos por un tiempo, saludar a Noa, al
humano que vivía con nosotros, a su cachorra y al que vivía al lado. Lo han
pasado muy bien charlando y tomando vino con gaseosa. Luego han ido a comprar
la cena a la carnicería, y han sido tan desmesuradamente optimistas, tal vez
faltó algunos de los amigos a los que invitaron, que unas horas más tarde Javi
ha regresado con una bolsa maravillosa que contenía dos kilos de carne en
sobras que ahora viven felizmente en mi interior.
Día 461
(La despensa de la Calle 9 de
Julio)
Hoy es otro domingo más en nuestra
aventura por esta tierra maravillosa. Javi ha ido a trabajar hasta media
mañana. Ha recuperado sus viernes y ahora está librando por fin dos días.
Tenemos más tiempo para estar juntos y para salir a pasear a conocer. Javi se
ríe de mí porque he agarrado algunos kilos. Nuestra vecina humana vieja me trae
muchas cosas de comer cuando él no está en casa. Javi lo sabe y por ello ha
empezado a darme menos comida cuando llega. Los perros somos insaciables, pero
de esta pequeña ambición dependía nuestra supervivencia. Lo llevamos en los
genes.
Nuestro paseo de la tarde nos ha
conducido por las calles de un barrio que no conocía. Las casas también son muy
humildes como en el nuestro, aunque los patios y jardines son más amplios,
rebosantes de plantas, árboles y flores. En algunas de ellas pastaban con
tranquilidad caballos y cabras, y las gallinas escarbaban a cientos el suelo
colmado de hierba. Javi ha estado hablando con algunos humanos y poco después
tomábamos un camino hacia el centro del pueblo. Javi ha estado tomando café
casero sentado en un banco de la plaza. Le gusta observar a los humanos
prójimos y escribir versos en su libreta. Mientras yo jugaba con algunos perros
callejeros y buscaba en la basura de las papeleras algún rastro de comida. Los
humanos son su inspiración. La mía un trozo de milanesa entre dos rebanadas de
pan. Las horas han transcurrido felices hasta que hemos regresado a nuestro
barrio. De vuelta hemos parado en una despensa en la que a Javi le encanta
comprar.
Una despensa es algo así como un
supermercado chiquitito. Hay a montones, y aunque todo es un poco más caro, los
humanos acuden a ellas porque el trato es más cordial y les pilla más cerca de
casa. A Javi le encanta sumergirse en aquel caos de productos, donde al lado de
las pastas están los jabones, o el pan entre las bebidas, los caramelos invaden
las estanterías, y el fiambre aparece debajo de cualquier género. Javi ha
comprado unos filetes de churrasco, unas papas, jugo de pomelo y medio kilo de
pan. Regresamos por 9 de Julio, para torcer por Bolivia y entrar en la
Chechela. El sol roza la copa de los árboles y agoniza de placer. Los niños
corren por las calles y las músicas de las radios se mezclan. Javi me silba y
yo me pongo a caminar a su altura. Un colectivo nos pasa rozando. Gos y Oso nos
reciben en la vereda moviendo el rabo y el cachorro grande aparece en la puerta
vecina para decirle a Javi que su abuela le espera para tomar infusión con el
palito metálico.
Día 462
(La peluquería)
Cierro los ojos y los abro. Estoy
dentro de Javi. Le veo reflejado en un espejo muy grande, sentado en una silla
extraña, de color rojo. Una humana muy linda le está cortando el pelo mientras
Javi le indica que de atrás no, que tenga cuidado con las patillas, que meta la
máquina por los lados y otras cosas. La humana se ríe pues no debe estar muy
acostumbrada a este tipo de cortes. Después de una larga temporada sin cortarse
el pelo, Javi regresa a sus viejas costumbres. Recuerda ahora tantos momentos
con su tía Belén, que era quien siempre le cortaba el pelo en nuestra tierra.
Ahora me fijo en los humanos que
aguardan su turno o están asumiendo su metamorfosis con algunos de los otros
peluqueros. Un gran televisor colgado en la pared pasa la típica telenovela y
en una mesa del fondo hay un montón de revistas del corazón, de automóviles y
de fútbol. Hay banderas de los equipos más importantes y la decoración resulta
barroca, casi navideña, combinándose los santos católicos con los paganos, las
guirnaldas con las luces de neón.
La humana peluquera termina y con un
espejo ovalado le muestra a Javi el resultado. Javi da su aprobación y le da
dos besos. Una niña que espera con su madre para que la peinen le mira con
extrañeza. Ahora le dice a su madre que quiere el mismo corte para ella y su
madre le responde riendo que va a tener que empezar a dejarse largas las
patillas.
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