eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

viernes, 18 de octubre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semana 19)

Día 127

(Los gansitos)

Hoy nos hemos levantado temprano. Javi buscaba con el trabajo un olvido forzoso que trata de imponer para poder seguir luchando como el primer día. La ausencia de Laurita se percibe en cada rincón de la pradera, sin embargo ha soltado los bichos, limpiado sus cuadras, nos ha dado a todos de comer y ha compuesto la casa-chabola. Luego nos ha atado con la cadena bajo el camión y se ha ido a trabajar por el cercado con los humanos especiales. No sé si habrá hallado extraño que al abrir la puerta a los gansos éstos no han querido salir o ni siquiera lo ha notado con las prisas. Sólo después de que se marchara hemos entendido nosotras el porqué, y es que han nacido ya unos veinte gansitos a los que todo el clan rodean y protegen.

Las horas han transcurrido lentas. Ha hecho mucho calor y todos los seres de la pradera buscaban agua para refrescarse. Che Lokita es tan dormilona como yo y excepto alguna pelea entre burros y una visita de Javi en la que nos ha soltado para que corriéramos y jugáramos un rato, al igual que para sorprenderse de pronto por la multitud de gansitos que le han hecho sonreír y que le brillaran mucho los ojos, el día ha sido de lo más tranquilo.

Cuando ha vuelto por la tarde ha agarrado la bicicleta y se ha largado con prisas por la gran carretera hacia arriba para regresar justo para salvar a varios de los gansitos que se habían caído en el bebedero de agua y construir a continuación en él una rampa de salida y evitar así futuros accidentes, darnos un breve paseo con Negro y volver a irse a trabajar con los humanos especiales no sin antes atarnos otra vez con la cadena.

El tiempo ha ido dibujándose con la luz cada vez más flaca del atardecer. Los árboles imponentes mecían sus ramas con la brisa y sus hojas cantaban canciones desconocidas, meciendo el aire y los colores. Javi ha tornado a la casa-chabola ya de noche, entendiendo los nervios y la alegría de Che Lokita y mía al liberarnos de la cadena y empezar a saltar sobre él; cosa que a veces le disgusta, pero que hoy nos ha permitido, tal vez por habernos dejado tanto tiempo solas y atadas. Mientras nosotras deambulábamos por la pradera, él ha encerrado a los animales, se ha preparado algo de cenar y se ha puesto a teclear al momento en su pantalla.

Ahora le veo desde mi colchón sentado en la puerta de nuestra casa-chabola fumando un cigarrillo, contemplando a las espléndidas estrellas distantes y la silueta borrosa de los árboles imponentes. Lokita se encuentra a su lado y su mano la acaricia sin mirarla. Yo bostezo de sueño cuando el viento hace que algunas ramas rocen contra el techo de chapa. Suenan en la lejanía varios ladridos de perro, el croar de un millón de ranas cantando una canción a la diosa lluvia y también las voces de las estrellas en las que Javi piensa cuyos destellos hacen brillar muy fuerte sus ojos.

Día 128

(La influencia de Che)

El sol se ha alzado sobre los árboles imponentes con mucha fuerza. La tierra se ha secado con su aliento y los bichos de la pradera lo hemos sentido desde el amanecer. Javi ha soltado a los animales, ha terminado las tareas, ha comprobado más nacimientos entre la comunidad de gansos, también que los patos no se acercan a la casa-chabola tal vez porque Che Lokita los persigue ladrando y la tienen miedo. Luego se ha marchado a trabajar y no ha vuelto hasta la tarde. Lentamente me voy acostumbrando a la presencia de Lokita y ya apenas le enseño los dientes. No ocurre lo mismo con otros animales. Los gansos cierran el círculo y sisean como serpientes cuando se acerca, el pavo la ignora y le funciona, los patos son los peor parados porque como ya hemos dicho la temen aunque creo que exageran, al igual que las gallinas. Yo no sé si estará relacionado pero ya llevan dos días sin poner un huevo y una prácticamente no sale del interior de la caseta de Negro. A Negro le debe de caer muy bien, porque cada vez que puede le lame el hocico, al igual que a los caballos, que son impertérritos. Sin embargo con los burros tiene verdaderos problemas de convivencia y cualquier día, de tanto ladrarles e importunarles, se va a ganar bien merecida una coz.

Cuando Javi ha vuelto de trabajar, casi al momento, se ha ido sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba y ha estado varias horas fuera. Tanto calor ha conseguido crear nubes inmensas en el cielo, que al hacer concilio han formado una gran tormenta justo cuando se marchaba. Relámpagos amenazadores caían a lo lejos el iluminaban un fondo gris de oscuridad precoz que traía la tarde.

Al volver Javi parecía contento, a pesar de hacerlo empapado y con una sombra ignota en los ojos que no alcanzaba a desvanecer su brillo. Entonces ha encerrado a los animales, ha contado a los gansos (había uno menos), ha comprobado que las gallinas han seguido sin poner, y nos ha soltado a nosotras para que corriéramos libres al fin por la pradera junto con Negro, que extrañamente no se ha escapado y ha obedecido los silbidos y las caricias de Javi.

La noche se ha adelantado y la lluvia ha alimentado de vida la pradera e igualmente los sueños de los seres que descansaban ya en sus distintos refugios. Javi se ha puesto a teclear unas horas mientras que nosotras tratábamos de cazar alguna rata y olisqueábamos rastros, cuando ha terminado tenía esa cara de satisfacción que conozco bien y que únicamente le da cuando consigue imaginar otros mundos con un lápiz y tres dedos. Después se ha sentado en la puerta de la casa-chabola para contemplar los rayos increíbles y la intensidad de la lluvia que unido a nuestro pensamiento creaban un halo extraño haciéndonos sentir una afinidad con su interior que muy pocas veces he sentido, y que huele siempre a tierra y hierba mojada.

Ahora que ya duerme, huelo sus sueños y percibo que está volando por encima del océano y alcanza unas montañas familiares cuyas cimas recorrimos juntos tantas veces en las que los suyos le preparan una fiesta de bienvenida en la que suenan guitarras, tambores y palmas, corre el alcohol como arroyos infinitos y todas las estrellan están reunidas en una constelación de afecto y cariño eterno.



Día 129

(El caballo Pepe)

El día ha estado cargado de normalidad. La lluvia que descargó ayer tormenta ha dado paso a un sol espléndido que secaba gota a gota la pradera, y salvo que Che Lokita ha intentado comerse a uno de los gansitos (hay otro menos), por lo que se ha ganado un manotazo de Javi en el hocico que le ha valido para entender dónde se haya el límite y desarrollar así su instinto de hermandad, que se ha medio caído una valla del corralón, que las ratas han vuelto a aparecer para traer de nuevo la muerte, que Negro, desconocemos el motivo, no quiere comer y que el pasto comienza a escasear, no ha ocurrido nada mencionable.

Javi se ha ido al trabajo y ha regresado muy cansado. Nosotras, atadas con la cadena prácticamente todo el día bajo el camión, hemos estado dormitando todo el tiempo. No obstante, en vez de descansar, ha preparado a uno de los caballos para montar y ha estado paseando sobre él un buen rato por la pradera mientras Che Lokita y yo les mirábamos algo celosas. Cuando han terminado Javi le ha estado cepillando, y después le ha dado un cubo de avena en tanto le hablaba despacito al oído. Es la primera vez que Javi consigue montarle y dirigirle como si fuera parte de sí mismo y por ello, al despedirle, le ha llamado Pepe (el caballo ha debido decírselo) y éste va a ser su nombre ya para siempre. Y es que los caballos también pueden llegar a tener relación muy cercana y vinculante con los humanos. Al fin y al cabo llevan como nosotros milenios conviviendo con su especie.

Ahora que está fumando en la puerta y le veo contemplar las estrellas lejanas, recuerdo que en muchas ocasiones en sus sueños aparecen caballos y que para Javi son seres muy especiales. Es una de las razones por las que vinimos acá, para aprender a tratarlos y conocer costumbres y sentimientos. Seguro que Pepe le va a ayudar a lograrlo. Tiene el corazón muy grande, tanto que cuando te acercas a él, se escucha su latir poderoso. Esto hace que el tuyo se acompase. Como sucede en este instante, en que Pepe se acerca lentamente a Javi, olisque curioso la entrada de la casa-chabola y Javi se ríe preguntándose seguramente si podrá ser capaz de encontrar un trozo tan grande de colchón de gomaespuma.



Día 130

(Fuga compartida)

Aunque hoy no le tocaba, Javi ha ido hoy también a trabajar. Por ello se ha levantado a la misma hora, ha soltado los animales, ha limpiado las cuadras y nos los ha dado de comer mientras Che Lokita y yo nos escapábamos por un camino que bordea la pradera y que se pierde entre los campos de flores.

Al escuchar los silbidos de Javi hemos vuelto enseguida, pero nada nos ha librado de la cadena. Javi ha compuesto rápido la casa-chabola y se ha marchado de inmediato para volver por la tarde y nuevamente marcharse en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Al regresar a la pradera venía cargado con bolsas de comida y cara de haberse agotado. Con todo, en tanto nosotras corríamos felices y jugábamos por la pradera, él ha estado tecleando y fumando en la puerta de la cas-chabola. Sin saber muy bien el porqué Che Lokita y yo nos hemos escapado otra vez aprovechando que Javi se hallaba distraído en su tecleo. Hemos ido así por el mismo camino pero mucho más lejos, tanto que nos hemos podido escuchar los silbidos de Javi. De este modo hemos deambulado varias horas por los campos de flores, acercándonos tímidamente a los cachorros humanos de los trabajadores, haciendo nuevos amigos perros y marcando con nuestro orín mil y un rincones desconocidos hasta llegar a una especie de marisma inundada de agua. Entonces Lokita y yo hemos estado chapoteando y nos hemos puesto hasta las orejas de fango.

Lo más extraño del asunto es que Javi no ha venido a buscarnos en ningún momento. Eso sí, al regresar nos ha regañado con preocupación, nos ha atado con la cadena junto al abrevadero de los caballos y los burros y nos ha bañado con la manguera para quitarnos todo el fango pese a nuestras protestas y gemidos, sobre todo los de Che Lokita, tal vez poco acostumbrada y desconocedora de éstas costumbres humanas por la limpieza en pos del equilibrio.

Tal vez lo más importante todo es que esta aventura relatada, esta fuga compartida, nos ha unido mucho a Lokita y a mí. Y por ello ahora, descansamos nuestros quebrantos, bajo el camión, compartiendo también la cadena, la cena y el cariño de Javi que nos observa a ambas sonriendo.

Día 131

(La bicicleta)

Bicicleta por acá y por allá; todo el día Javi subido sobre ella, frenéticamente, y mientras nosotras atadas con la cadena bajo el camión oxidado de calor, esperando, esperándole, y el pájaro que caza cazando un gansito, y Negro acurrucado junto al gallo y las gallinas que siguen sin poner huevos, y los caballos, el pony y los burros tumbados a la sombra de los árboles inconmensurables, y los patos en el agua sucia de la charca, y los pájaros de colores chillando y trazando círculos en el cielo, y el pavo abanicándose la asfixia con su linda cola, y las ratas de nuevo desaparecidas, tal vez compitiendo en la profundidad de sus túneles con los animales extraños que viven bajo la montaña de palés que cada vez son más y más asustadizos.

Y más bicicleta, sí, hacia arriba y hacia abajo por la gran carretera. Javi oliendo a expectativas, a humo, a parque, a comida preparada, a silencio de multitud humana, a alegría, a ilusión. Un montón de hierros viejos sobre dos ruedas con el que los humanos se desplazan con deleite y equilibrio.

Lokita y yo estamos muy enfadadas. Hoy nos ha hecho poco caso, se podría decir que ninguno. Su mente estaba centrada en cuestiones humanas que se nos escapan y que no entendemos ni casi queremos entender. No obstante, a pesar de nuestro enfado, ahora que Javi viene de vuelta a la pradera, movemos al unísono el rabo convirtiendo nuestra frustración al toque en una inmensa e incontrovertible felicidad momentánea.



Día 132

(Tenemos visita en la pradera)

Al despertar, hoy a Javi no le salían las cuentas de los gansitos. Se ve que varios han muerto. Esto ha hecho que el día comenzara un poco triste. Sin embargo una visita inesperada ha venido para alegrarle el corazón. Aquel humano que vivía con nosotros en el sitio de los perros, su cachorra, el que vivía a nuestro lado y la humana que casi siempre estaban con él, han llegado de improviso (tal vez Javi sí los esperaba), y aunque no han traído a Noa, al menos me han alcanzado su olor.

La cachorra, al principio, parecía muy asustada de todos los animales aunque luego quería tocarlos a todos, subirse en ellos, darles de comer. Ha disfrutado muchísimo y luego no se quería ir. Javi ha estado enseñándoles la pradera y la casa-chabola a los otros, que sonreían con una y negaban con la cabeza con otra. Han estado bebiendo vino y hablando a la sombra, disfrutando de la belleza de los animales y de los árboles imponentes.

Más tarde Javi se ha marchado con ellos para volver ya entrada la noche, con una indigestión de asado y mentiras. Con todo parecía alegre y se ha puesto a teclear durante mucho tiempo.

Antes de echarse a dormir ha estado mirando a la luna extraña, que va llenándose lentamente cada noche y a las estrellas distantes, tal vez recordando aquellos días en que vivíamos en el sitio de los perros, con esos dos humanos incoherentes, junto con Noa, Romeo, los perros callejeros de nuestra calle, al comienzo de esta aventura que yo os voy transmitiendo.

Y debe ser que sí, porque ahora huelo manifiestamente los pensamientos que fluyen de su cabeza y lo que expresan es que siempre estará agradecido y en deuda por la ayuda que le prestaron, pero que estamos ahora mucho mejor, libres de sus enredos e inconsciencias construyendo los cimientos de una nueva vida en esta pradera y esta casa-chabola humilde y maravillosa.



Día 133

(Festividad de Colón)

Hoy ha empezado el día con el mismo estrago triste de ayer. Cuatro gansitos habían desaparecido y cuando Javi ha tratado de indagar sobre lo ocurrido, ha visto cómo una rata estaba devorando los despojos de uno dentro de los corralones. Che Lokita y yo la hemos perseguido, dándola caza antes de que se ocultara en una de las entradas de su guarida.

Así, habiendo vislumbrado al menos una parte de la verdad, Javi ha estado varias horas tapando los agujeros y grietas en el vallado de madera del corral de los gansos. Lo ha hecho con tablas, plásticos y piedras, meticulosamente, intentando de evitar en lo posible la muerte de otros gansitos indefensos.

Luego, durante el resto del día ha estado descansando. Lo cierto es que hoy tendría que haber trabajado, pero se ha quedado en casa; por lo que Che Lokita y yo hemos estado muy contentas al no tener que permanecer atadas con la cadena bajo el camión. Como ha hecho bastante calor, todos los animales buscábamos la sombra fresca de los árboles y las fuentes de agua. Javi, justo después de marcharse con la bicicleta por la gran carretera hacia arriba y de regresar algo alterado y sombrío, expresando preocupación en su mirada, ha estado leyendo, tecleando, dibujando, fabricando pendientes y escuchando música en su pantalla, que para él son sin duda las actividades más relajantes y positivas. Le faltaba tal vez montar un rato a Pepe, y así lo ha dispuesto. Parece tener con él una relación cada día más profunda, llena de complicidades y sentimientos contiguos. Después ha soltado a Negro y ha dejado que juegue con nosotras por la pradera.

Cuando la noche ha descolorido el azul del cielo, oscureciéndolo y ha llamado a su presencia a todas las estrellas distantes, hemos cenado los tres, bueno, también Negro, aunque ya atado. Luego ha encerrado a los animales y se ha sentado en la puerta de la casa-chabola a fumarse un pitillo. Sus pensamientos podían olerse de forma nítida. Estaban sin duda puestos primero sobre su familia, luego sobre el futuro incierto, para continuar dirigiéndose por último hacia el presente. Hay algo que me ha sorprendido de sus reflexiones. Hoy debía celebrarse una festividad humana, y por ello Javi no ha tenido que ir a trabajar. He distinguido claramente en su mente cómo tres barcos enormes de madera llegaban por el océano a las costas de este continente, colocando inmediatamente una bandera con una cruz en la playa que era en verdad un yugo, y uno al que llamaban Colón, que hacía de jefe de todos aquellos humanos, se frotaba las manos codiciosamente mientras los indígenas y otros seres los observaban perplejos desde los bosques interiores con una mezcla de miedo y curiosidad.

Justo cuando el mencionado e ilustre personaje ponía un pie sobre la tierra, una de rata que había viajado en las tripas de los barcos, hacían lo mismo, y ambas ratas tenían la única misión de conquistar aquel nuevo mundo que nunca lo fue ni ya nunca lo sería para quienes siempre vivieron en él.

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