eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 1 de octubre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semanas 16-17)

Día 106

(Por fin para de llover)

Aunque parecía que no iba a parar nunca, hoy ha cesado la lluvia, y tímidamente ha salido el sol, aunque para esconderse de nuevo después con muchas nubes enormes que traía por el cielo el viento y la brisa del sur. Muy rápido se ha ido secando la pradera y los charcos formados y ya por la tarde el barro se ha ido endureciendo hasta compactarse de nuevo en tierra. Los gansos y los patos chapoteaban en el estanque y los caballos y burros comían pasto sin tregua. Laurita y yo hemos estado todo el día juntas, ella componiendo la casa, ayudando a Javi a limpiar las cuadras y los corralones y echando de comer a los animales, y yo correteando por la pradera o dormitando debajo del camión o en mi colchón dentro de la casa-chabola. Por eso hoy Javi se ha podido levantar un poco más tarde para irse al trabajo.

Cuando ha regresado se han ido los dos caminando por la gran carretera hacia arriba y han vuelto poco después muy contentos y hemos dado un paseo con Negro. Todavía hacía un poco de frío por lo que Javi ha encendido otra vez la salamandra al caer la tarde. El día ha sido muy tranquilo. Laurita pintando unas cartulinas de colores; Javi tecleando y preparando una rica cena; o los dos amándose como sólo los humanos se aman, comiéndose a besos, enredándose entre las sábanas.

Por la noche estaban ambos un poco cansados; igual que yo. Todos estamos muy contentos de que haya dejado por fin de llover y esperamos ansiosos a que mañana salga el sol y siga secando y calentándolo todo. Javi y Laurita no parecen necesitarlo, pero ahora que duermen y puedo oler sus sueños, se sueñan juntos persiguiéndose y riéndose en mil y un lugares distintos e iluminados por un sol inmenso, que les hace brillar mucho los ojos y les pone la piel morena de felicidad.

Día 107

(Feliz con Laurita)

Me encanta que Laurita esté aquí con nosotros. Aparte de que Javi está completamente feliz con su presencia y su cariño nos hacemos las dos mucha compañía y no me tengo que quedar atada con la cadena cuando Javi se va a trabajar con los humanos especiales. Es una humana única y puedo oler todo el amor que nos tiene a mucha distancia y de forma tan nítida y trasparente que se reflejan en ella los árboles y las montañas y el cielo con todas sus nubes. Es tan buena que casi nunca piensa en ella antes que en nosotros dos, pero como Javi también es así entonces todo se compensa y se pasan los días regalándose instantes irrepetibles. Unas veces habla mucho y otras escucha y siempre siempre trata de estar contenta y de aportar y contribuir con su afecto y su paz. Esta mañana nos hemos ido a dar un paseo por la gran carretera hacia abajo y enseguida ha hecho muchas migas con todos los animales, también con Negro que no para ni un momento de reclamar su atención ladrando y moviendo el rabo.

Y es que su corazón es de colores y sueña y construye a cada paso que da. En el fondo, aunque se nota que es una humana fuerte y decidida no ha perdido la inocencia de los cachorros y cualquier pequeña alegría es capaz de conmoverla e iluminarla. Javi la quiere mucho. Lo sé porque la mira muy fijamente a los ojos, del mismo modo como me mira a mí.

Hoy, cuando Javi ha venido de trabajar han estado amándose casi toda la tarde. La casa-chabola rebosa ternura con ellos dos dentro, la pradera enverdece y todos los bichos permanecen tranquilos.

Ahora les oigo reír desde mi colchón y hablar de muchas cosas que sólo a ellos les concierne. Creo que la sombra de los árboles imponentes ha llegado hasta la misma puerta donde están fumándose un pitillo porque las estrellas distantes se han acercado a la tierra para escuchar lo que ambos se dicen susurrándose al oído.



Día 108

(La familia crece)

Vaya sorpresa que se ha llevado Laurita hoy. Comenzó como los anteriores, abrazadita a Javi, justo antes que se marchara a trabajar, sin imaginar las intensas y maravillosas emociones que estaba por sentir. Así se ha levantado como otros días a componer la casa-chabola y a velar por todos los animales de la pradera. El sol desde muy temprano ha hecho acto de presencia y hacía bastante calor. Cuando Laurita ha terminado de hacer todo se ha puesto a pintar de colores sus cartulinas y a contemplar la belleza de la pradera, de los árboles imponentes y de los habitantes que habitan en una y otros. En esas hemos escuchado unos sonidos extraños, como una especie de trinos chiquititos pero potentes que venían de las cuadras y entonces han aparecido detrás de una de las gallinas seis pollitos recién nacidos, titubeantes, de color amarillo fuerte aunque de distintos matices e incluso alguno con motitas oscuras y todos ellos con unas patitas de un naranja intenso.

Laurita se ha puesto a saltar y a llevarse las manos a la boca. Se ha acercado de inmediato y casi se le saltaban las lágrimas de alegría, pensando, por el olor que desprendía, en que en cuanto llegara Javi se lo iba a decir y que iba a ser la noticia del día. De este modo se ha convertido de inmediato en tía de los polluelos, les ha hecho un montón de fotos y ha estado velando y protegiéndolos para que no les ocurriera nada, pese a que éstos ya contaban con la protección continua de su madre. Estaba muy graciosa persiguiéndoles preocupada por toda la pradera o con la frente arrugada en cuanto uno se retrasaba del resto o se despistaba de la estela indispensable de su madre.

Cuando ha llegado Javi le ha conducido de inmediato a mostrarle la sorpresa y ya juntos se han vuelto a emocionar con el acontecimiento. Y es que la familia crece como el cariño que habita en nuestra pradera. Los gansos también han hecho nidos por todos los rincones y muy pronto se abrirán. El burro macho busca a sus compañeras; los caballos suspiran por una yegua. Los patos andan enredados en bailes rituales; los animales que viven bajo la montaña de palés al igual que los pájaros de colores y los que cazan se cortejan y se miman. La pradera rebosa amor y con él sus frutos.

Javi y Laurita no son distintos, aunque ellos evitan multiplicarse. Creo que prefieren ver a los pollitos corretear detrás de su madre y divertirse con el efecto sin causa, es decir con el incendio sin el humo o viceversa.







Día 109

(Me dejan sola con los animales)

Después de todos estos días de alegrías y buenas sensaciones me ha costado entender que Javi y Laurita esta mañana se despertaran, prepararan algunas cosas, desayunaran, soltaran a los animales, limpiaran las cuadras juntos y después, del mismo modo, atándome con la cadena bajo el camión, se marcharan por la carretera grande hacia abajo para no volver hasta que ya era de noche. Digo que me ha costado porque mi día ha sido muy aburrido, observando la libertad de todos los bichos a mi alrededor y soñando con la mía; libertad que sólo ha aparecido a su regreso, y con este regreso los olores que me han hecho comprender lo que durante el día no había podido, por nervios, confusión e incertidumbre.

Así, Javi y Laurita olían a ríos enormes, a vegetación selvática, a rincones paradisíacos, y asimismo a gran Ciudad, a lugares imposibles de olvidar y que han tenido que compartir sin mí porque el mundo humano me veta la entrada o la posibilidad de merecerlos. Y han llegado cansados y felices pero se han puesto a hablar, a beber y a fumar mucho hasta que se ha hecho muy tarde y la luna extraña se ha ocultado buscando al sol en el horizonte.

Ahora que sueñan abrazados bajo las sábanas, veo más claramente dónde han estado, porque sus sueños repiten exactamente lo que han vivido hoy, como si de alguna forma mágica les encantara realizar una y otra vez lo que ya se les hubiera realizado. Por eso sé que esta mañana se han montado en uno de esos vehículos que llevan a muchos humanos a la vez, y luego en otro al que han tenido que esperar durante mucho tiempo porque había humanos que no se ponían de acuerdo y que les ha conducido por una zona de muchos árboles y plantas. Han llegado a un sitio muy bonito que se encontraba rodeado por ríos enormes y bosques profundos y se han montado en una barca maravillosa. Esta barca les ha conducido de un río a otro en tanto ellos hacían fotografías, o reían o se besaban o contemplaban los paisajes innumerables del verde, de los árboles, de las flores, de los pájaros, de las islas, las playas, las casas suspendidas en el aire por pilares de madera. Luego se han subido en un tren y han bajado a la gran ciudad. Allí han estado paseando y visitando plazas monumentales, calles hermosas, avenidas inmensas, parques increíbles y otros escondrijos fascinantes, han comido cosas muy ricas, han comprado otras y se lo han pasado muy bien. Más tarde, cuando ya se hacía de noche, se han metido a un tren que iba por debajo del suelo y por último se han vuelto a subir a un vehículo en el que iban muchos humanos apiñados para regresar aquí.

Sus sueños se entremezclan pero revelan una misma semejanza emocional. Por ello yo no puedo ser egoísta y pensar simplemente que han dejado aquí sola. Juzgo instintivamente que si hubieran podido llevarme lo hubieran hecho; pero el mundo humano es como es: excluyente y fundamentalmente exclusivo. Alcanzo que al menos Javi, a su manera, me demuestra siempre que no todos los humanos piensan así y que por él todo eso sería distinto. Y de manera similar que a Javi e igualmente a Laurita les pesa el haberme dejado todo el día atada con la cadena en la pradera, pero ellos se merecían disfrutar de un día especial y seguro que hay otras días en que podemos estar los tres juntos.

En este instante me fijo bien, y percibo con la nariz y con los ojos, que en sus sueños también me han instalado a mí y que por tanto en verdad he estado con ellos, tanto en el vehículo colectivo, como en la barca que ha navegado por los ríos enormes, o en el tren que les ha llevado a la gran ciudad y a todos sus rincones inolvidables, o en el que les ha llevado por debajo del suelo, etc, compartiendo todas y cada una de sus experiencias, carreras, risas, esperas y cariños como si en realmente así hubiera ocurrido.

Y es que así hubiera debido de ocurrir, ¿no?...





Día 110

(El día de la primavera)

Hoy la lluvia ha regresado. El eterno retorno de las cosas ha protagonizado este día inerme y causal. Por la mañana Javi y Laurita se han marchado por la gran carretera hacia abajo hasta casi la tarde para volver con olor a carne asada y viento. Los pollitos continúan creciendo y siguiendo como pequeñas sombras amarilloanaranjadas a su madre. Uno de los patos se ha ido sin decir dónde y parece que no va a volver. Las aves que cazan andan al acecho de los huevos de los gansos. El burro macho ha intentado montar al pony varias veces. Los caballos han estado revolcándose en el estanque como niños traviesos e inocentes. El gallo y el pavo se han pasado las horas conmigo debajo del camión. Negro, al que parece habérsele quitado definitivamente la tos ha compartido su caseta con varias gallinas a las que consiedera inexplicablemente sus hermanas. Los árboles imponentes tienen silueta de gigantes sin castillo. Las ratas no salen de sus escondrijos tal vez meditando nuevas estrategias y artes para entrar en nuestra casa-chabola. Ni rastro de los animales extraños que viven bajo la montaña de palés, que cuando llueve se ocultan aún más tímidos. Sólo han pasado unos cuantos coches por los caminos que bordean los campos de flores. Algún humano en bicicleta. Y venía una música festiva del centro de humanos especiales donde trabaja Javi.

La primavera ha llegado hoy aunque ha habido otros días más propicios para ello y no. Javi ha tecleado mucho y Laurita ha seguido pintando sus cartulinas. Como hacía frío han encendido la salamandra y casi se olvidan de darnos de comer. Luego han sido pitillos de Javi, y Laurita que ha agarrado un dolor de tripa fuerte y se ha acostado temprano. Yo estoy ahora nuevamente tumbada en mi colchón, como esperando que algo florezca, que se desenreden ciertas cosas, que se estabilice el aire y que luzca definitivamente el sol.



Día 111

(Domingo gris-humano)

Javi se ha ido a trabajar y el día ha amanecido otra vez gris, aunque no llueve. La atmósfera está tan húmeda que sale vaho de las respiraciones y todos los objetos tienen en su superficie una especie de rocío asombroso. A Laurita le sigue doliendo la tripa y ha manchado de sangre las sábanas. Con todo está contenta y ha pintando la última cartulina de colores. Esta noche han ladrado mucho los perros de la zona pero los humanos no se han enterado. Javi ha aparecido en varias ocasiones hasta que ya por la tarde ha regresado y Laurita y él han encendido la salamandra y se han puesto a ver una película por la pantalla. Se han pasado la tarde tranquilos mientras que yo he dormido todo lo que he querido en mi colchón y he olisqueado los rincones que me gustan de la pradera. Todos los animales han permanecido tranquilos. La humedad lo cubría todo y únicamente el olor de los humanos especiales y el calor del amor entre Javi y Laurita secaban el ambiente. Hoy ha debido ser un día especial en el trabajo de Javi porque ha llegado muy contento y le ha estado contando a Laurita lo que ha hecho con las cartulinas de colores que ella le ha ayudado a pintar estos días. Repentinamente ha aparecido el pato que se había desvanecido aunque poco después volvía a desaparecer. Javi ha hecho muchas fotos de la pradera, de los animales y de los árboles imponentes con la luz del atardecer que se abría paso entre las nubes al fin y coloreaba de morado, naranja y rojo el cielo. Asimismo de los animales extraños que viven bajo la montaña de palés y del ave grande que caza y que anda al acecho de los huevos de los gansos y de los pollitos. Luego hemos paseado con Negro y he atrapado mi segunda rata. Era muy grande, tanto que hoy Laurita se ha asustado aún más y Javi me ha felicitado con entusiasmo.

Hemos cenado pronto y en tanto yo velaba la entrada de la casa ellos han estado charlando. Me han ofrecido de su comida, pienso que en parte por matar a la rata y en parte porque les ha sobrado mucho. Más tarde se han tumbado en la cama para ver una película en la pantalla y yo me he quedado dormida en mi colchón.

Ahora Javi ha salido afuera a fumarse un pitillo y a contemplar las estrellas y la silueta de los árboles imponentes. Laurita descansa y yo estoy con los ojos abiertos esperando que Javi se meta en la cama. Le contaría que Laurita está soñando con nosotros viajando por el mundo y conociendo muchos muchos lugares maravillosos y exóticos. Lo que no entiendo es por qué Javi lleva una pistola escondida en el pantalón, se ha dejado barba y lleva unas gafas oscuras que con todo no pueden esconder el brillo ardiente de su mirada.



Día 112

(Estrellita se adapta muy bien a nuestra vida en Argentina)

Laurita cada día se levanta al poco tiempo de que Javi se marcha a trabajar. Compone la casa, echa de comer a los animales, también a Negro y a mí, pasea por la pradera, lava la ropa o damos un paseo para ir a comprar comida. Asimismo le gusta observar a los animales, sobre todo a los pollitos (hoy uno se perdió y ya únicamente son cinco) y hace muchas fotos como Javi. En verdad se parece mucho a él, son como dicen los humanos dos almas gemelas, aunque entre otras especies igualmente ocurre; sólo hay que vernos a Javi y a mí. Tal vez consiste en las energías que se desprenden o en la intención de los actos y los sentimientos compartidos. El caso es que me encanta esta estrellita que ha venido a visitarnos y casi parece que llevara con nosotros desde el principio quizá porque en nuestro corazón así ocurría. Javi la quiere mucho, y yo lo mismo. Desde que está ella apenas me dejan atada con la cadena y puedo disfrutar más de las horas. Ella nos da todo su cariño, que es tan grande como los árboles inconmensurables. Se ha adaptado a nuestra vida muy bien y está siempre contenta, y se nota que se encuentra a gusto con nosotros.

Esta tarde, cuando Javi ha vuelto del trabajo, se han ido juntos por la gran carretera hacia arriba y como han venido oliendo a gasolina y emociones transparentes, sé que han estado hablando con los suyos. Hasta que ha caído el sol han permanecido tranquilos contemplando la paz de la pradera y los pequeños acontecimientos que en ella suceden, fumando, hablando y riendo. El pato que desapareció, regresó y después desapareció de nuevo, ha reaparecido esta mañana pero se encuentra muy mal. Sus compañeros le picotean continuamente y de los tres que quedan hay otro que tiene una herida muy fea en la cabeza. Los instintos a veces son complejos y la competencia sexual de las aves es terrible. Los árboles imponentes cada día tienen más hojas y se muestran hermosos. Los gansos no paran de poner huevos y de perderlos. Los pájaros de colores siguen igual de protectores con sus nidos, y los caballos, el pony y los burros se dedican todo el día a comer pasto, salvo cuando Javi trabaja con ellos un rato.

Ahora Javi y Laurita se aman y transmiten su luz a las estrellas distantes que hoy les observan a ellos. Yo escucho ruidos que me explican la intención de las ratas para entrar y las espero sentada en la puerta de nuestra casa-chabola como el ángel canino de su destrucción. La luna extraña traza círculos de claridad sobre la pradera tranquila. El universo fluye a nuestro alrededor y nosotros fluimos en él. Somos libres…





Semana 17



Día 113

(La muerte)

Hoy ha amanecido gris aunque luego a media mañana ha salido el sol. Laurita, como siempre feliz, ha estado componiendo la casa-chabola y haciendo muchas fotos a los animales, disfrutando de la vida de la pradera y sus colores. Cuando Javi ha vuelto del trabajo venía algo enfadado y se ha puesto a llamar con el teléfono pero nadie le contestaba. Luego se ha ido con Laurita por la gran carretera en el vehículo colectivo y no han regresado hasta que casi era de noche. Los animales han estado algo nerviosos, una sombra acechaba invisible y natural. Tal vez por ello el pájaro que caza hoy no se ha llevado ningún huevo de los gansos ni el pato regente ha lastimado a sus compañeros. Las ratas han estado en cambio muy activas, abriendo varios túneles nuevos alrededor de la casa, pero como me dejan atada no he podido hacer nada por evitarlo. Se ve que éstas andan en alianza con la sombra mencionada y por ello se afanan sin temor. El caso es que se ha muerto otro pollito y además a otro se le ve muy débil. Esto ha hecho que el ambiente en la pradera haya estado un poco triste y que a Javi y a Laurita se les hayan humedecidos los ojos.

No ha sido el mejor día para ninguno de nosotros. No obstante también hay días como éstos, en los que las alegrías se desdibujan y la muerte puede agarrarte en un despiste. Si no que se lo digan a la rata que finalmente, creyéndose una aliada de quien no los quiere ni pretende, ha terminado por caer en una de las trampas y se ha quedado ahí mirando fijamente a la vida que se le escapaba.





Día 114

(Javi y Laurita huelen a Noa)

Hoy ha hecho bastante calor. Laurita se ha levantado más tarde de lo habitual y ha limpiado las cuadras. Después se ha marchado a toda prisa por la gran carretera hacia arriba aunque ha regresado pronto para ver a Javi, en uno de los descansos de su trabajo.

Cuando ha vuelto Javi por la tarde, han estado esperando sentados en el banco de la puerta, Javi algo nervioso e irritado, aunque luego de hablar por teléfono su rostro se ha suavizado y se han ido juntos caminando para trascurridas unas cuantas horas tornar de nuevo a la pradera con cierta frustración en las caras y oliendo nítidamente a Noa, por lo que muy contenta movía el rabo en tanto recordaba todas mis aventuras y desventuras con ella en el sitio de los perros.

El día por lo demás ha sido tranquilo. Javi y Laurita se han estado amando y besándose hasta que se ha hecho de noche y los árboles imponentes han dejado de echar sus sombras imponentes; es decir han convertido su frustración en cariño y han resuelto sus entretelas convirtiendo la muerte en vida y el agua en vino, como sólo ellos saben hacer.

Negro ha estado ladrando mucho aunque Javi y Laurita no se han enterado de nada. Ahora duermen y sueñan a la vez un escenario de luz y tormentas, de caballos, castillos y bosques, de tibia libertad; y en sueños juntos sonríen; curándose también de los sueños extraviados del ayer y preparándose para lo que llegará mañana: la gallina empollando al último de sus vástagos ya muerto y medio comido por las hormigas. Sentada sobre él tratando de darle calor como si de este modo resarciera de este modo traumático y compasivo de aquello que no supo enseñarle: encontrar el alimento; caminar por la vida.





Día 115

(La sombra se aleja)

La cuestión es entender los sentimientos y los pensamientos humanos y animales. Agilizar el instinto y descubrir sobre todo nuestras semejanzas, puliendo al mismo tiempo nuestras diferencias. La sombra que durante esta semana ha estado acechando a los seres de la pradera se ha alejado con el amanecer y aunque ha dejado un rastro nítido de muerte, ha fortalecido a los vivos con la sustancia robada a los ausentes. Todos los pollitos han muerto. Nadie sabe bien el porqué y su madre deambula desorientada buscándolos todavía; aún pueden escucharse el sonido maravilloso de su piar confundido con la brisa. No obstante esta madre picotea semillas y gusanos mientras los busca, y esto quiere decir que la vida triunfa, que ha hallado su mejor consuelo decidiendo vivir. Las ratas cuentan sus bajas y a la vez multiplican. Los gansos reúnen sus huevos extraviados pero no saben contar, y para mi olfato no es ignoto que entre los animales que viven bajo la montaña de palés igualmente ha habido pérdidas.

Y es que en la primavera tantos nacimientos traen también algunas muertes. Es la ley de la vida. Menos mal que todo continúa y que los árboles imponentes tienen cada vez más hojas verdes. Es inútil lamentarse demasiado.

Hoy Javi y Laurita se han levantado aliviados y somnolientos. Javi se ha ido a trabajar y Laurita ha estado haciendo la colada de ropa, limpiando las cuadras o disfrutando del sol. Por la tarde se han ido juntos caminando de nuevo por la gran carretera hacia abajo y han regresado muy contentos. Nos han paseado a Negro y a mí por la pradera y han logrado fotografiar a los pájaros de colores y al pájaro que caza. Luego ha llegado el dueño de la pradera con dos humanos jóvenes para llevarse un carro de madera enorme que había encerrado en uno de los corrales con su camioneta. Venía con varios perros de los que corren como el viento y han estado corriendo por la pradera hasta que se ha hecho de noche. Ha sido muy curioso verlos marcharse arrastrando el carro antiguo con el vehículo moderno; era la mezcla de dos mundos contrapuestos. Más tarde Javi y Laurita se han estado amando y besando y hablando mucho hasta que la noche se ha comido la luna extraña y ellos se han bebido un par de litros de Fernet.

Ahora duermen en la cama y a mí se me van cayendo los ojos de sueño. Me parece increíble ver en los agujeros de la chapa de nuestra casa-chabola el brillo intenso de todas las estrellas que desde allí arriba nos protegen.





Día 116

(Nos vamos de viaje)

Nos hemos levantado muy temprano. Hacía calor y eso ha conseguido dibujar una sonrisa en el rostro de Javi. Laurita ha sido más perezosa y se ha despertado y se ha despertado después, cuando Javi ya había sacado a los animales, limpiado sus cuadras y estaba preparado para asearse y afeitarse. Juntos ha preparado una mochila formidable y algunas otras cosas y luego se han marchado, Laurita por la gran carretera hacia arriba, y Javi en el vehículo colectivo hacia abajo. Ha sido una sorpresa inesperada el instante en que han vuelto los dos en un coche pequeñito y blanco, han cargado los bultos, me han acomodado en la parte de atrás con una mantita y nos hemos despedido de la pradera, no sin antes encerrar a los animales y darles de comer. Me ha dado mucha pena Negro, que se ha quedado ladrando muy fuerte y casi igual el resto de los bichos que tenían cara de susto o asombro por haberles cerrado tan pronto.

En la carretera Javi y Laurita reían, hablaban y fumaban, disfrutando de todo lo que a sus ojos se presentaba resplandeciendo vida. Yo me he dormido enseguida, y es que el movimiento del coche siempre me ha relajado mucho y no me he enterado de casi nada. Creo que he soñado con otros viajes pasados en los que Javi me llevaba a conocer las montañas o el océano; viajes muy felices, en los que estaba prohibido el pesar y sucedían tan sólo para conocer, sentir, descansar y divertirse.

De pronto el coche se ha detenido en una plaza muy bonita, con grandes palmeras y flores hermosas. Hemos dado un paseo por el pueblo y nos hemos dirigido hacia una zona boscosa donde un río imponente creaba una especie de costa interior. Allí hemos encontrado una casita, donde nos ha atendido una humana amable y simpática. Y así, después de descargar los bultos, nos hemos ido a pasear por el lugar, llegando a un parque en el que había muchos humanos reunidos haciendo y escuchando música, o equilibrios en unas cuerdas de árbol a árbol o malabares con mazas y pelotas. Había también puestos de comida y por tanto muchos restos ricos distribuidos por el suelo e igualmente muchos compañeros callejeros: perros flacos que deambulaban solitarios o formando verdaderas jaurías descontroladas.

Javi y Laurita han hecho muchas fotos, sobre todo de los árboles y los pájaros, y hemos estado recorriendo el parque y la ribera del río, contemplando las barriadas humanas más humildes, un buque con cañones y metralletas todo construido de metal, muchas barquitas de colores y rincones paradisíacos, en una selva con mil verdes indivisibles.

Estando subidos en una plataforma sobre el río enorme, se nos ha acercado una perrita, todavía una cachorra apenas, ha olido tímida a Javi y a Laurita, les ha lamido las manos y después ha comenzado a seguirnos tratando de jugar conmigo y con ellos. De este modo natural y clandestino, Javi y Laurita la han adoptado, sé que seguramente cavilando que a mí me va a venir muy bien, para tener una compañera de la especie, para ganar en confianza, y a ella porque está muy flaca y desasistida, y es muy joven, y para que aprenda también de mí.

No puedo decir que me haya gustado del todo este acontecimiento, y ya la he sacado los dientes un par de veces. Si se me adelanta al comer o se sienta en algún sitio que me corresponde será así. Tengo que enseñarla la ley de los perros, y que por instinto, barajamos una jerarquía que la edad y la experiencia nos exige en nuestro trato milenario con los humanos. Sin embargo he de reconocer que huelo mucha bondad e inteligencia en ella y que me recuerda mucho a cómo era yo cuando me encontré con Javi.

Por ello, ahora que estamos los cuatro de regreso en nuestra casita a la orilla del río enorme y la observo ahí tumbada a mi lado, pienso en que sí que puedo compartir el cariño de Javi, ya que de este modo ha sido siempre, desde el principio. Laurita le ha puesto el nombre de Che Lokita y Javi ha sonreído encantado. Con todo la única locura que atesora dentro de sí es la misma que a Javi, a Laurita y yo protegemos; es la locura de querer para los demás exactamente lo que quisiéramos para nosotros. Suficiente.









Día 117

(San Pedro, Baradero y Che Lokita)

Qué bien levantarse sin prisa, salir con Lokita a deambular por el parque y la ribera mientras Laurita y Javi se aman entre las sábanas y regresar justo a tiempo a nuestra casita improvisada, a la orilla del río enorme para subir a nuestro coche pequeñito y blanco e ir a conocer otro pueblo maravilloso, con otro río y otros árboles y otra plaza, lleno de muros de colores, de pájaros extraños y humanos que pescan o pasean a caballo, y comer carne a la parrilla, pero cuidado Che Lokita que yo voy primero, y volver por la tarde a nuestra casita, a nuestro pueblo adoptivo con su río enorme y terminar escuchando en el parque los acordes insensatos de los humanos haciendo música, reunidos en grupos, todos felices, en tanto nosotros rebuscamos restos de comida y caricias, perdiendo y encontrando a Javi y a Laurita a cada instante, a los que les brillaban mucho los ojos de tanto que se divertían y mejor así, porque si no quizá no podríamos hallarlos; y bebían de unos vasos grandísimos cuando el tiempo se les escapaba, hasta que de repente hemos retornado todos a nuestra casita, escoltados por una jauría de perros que se unían a nosotros con la intención olfativa de que de inmediato los adoptaran; porque el caso aquí es adoptar o que te adopten; y ya tumbados en el colchón, Lokita y yo, suspirar de felicidad de cuando en cuando o de corrido por ver y oír reír a Javi y Laurita y atribuir todo ese cariño al olor infame de una distancia que para ellos no existe y que encogen como una verdad encerrada en un puño humano.

Qué bien, claro que sí… Che Lokita.



Día 118

(Volvemos a la realidad)

Es posible que lo bueno algún día siempre tiene que acabar. Javi se ha acostumbrado a vivir de manera humilde, de alguna forma cambió la bicicleta por su coche, su casa de piedra por la casa-chabola en la que ahora habitamos, no tiene tele, la ducha es de plástico y se encuentra en un baño tan pequeñito que no puede ponerse de pie ni abrir por completo los brazos. Un candado sustituye a la cerradura y en vez de baldosas el suelo es de tierra y el techo de uralita. La cocina es de dos fuegos con bombona chica y la despensa escasa; el colchón viejo y no hay armarios para guardar la ropa. Eso sí, por las paredes de madera y metal ha dibujado sus sueños y sus santos y los clavos son el mejor sucedáneo para todo, incluídos el miedo y la soledad.

Tal vez por ello estos dos días Javi se encontraba en la casita a la orilla del río enorme como bloqueado por tanto confort y asimismo disfrutando como un niño de las comodidades. Laurita se reía y se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. Hoy nos hemos ido de allí para regresar a nuestra pradera y a nuestra casa-chabola. Aún hemos visitado otros lugares, y la mayor alegría es que Che Lokita nos acompañaba, aunque un toque de tristeza o temblor ceñían los ojos de Javi (de nuevo la bicicleta, la ducha de plástico, de nuevo el suelo de tierra, etc…)

Y es que hemos tornado a la realidad que nos pertenece, al frío por las noches, al polvo cubriéndolo todo, al colchón viejo y al techo de uralita; pero también a la tranquilidad, a los animales y sus bondades, a los árboles imponentes, a la vida colorida y simple de nuestra pradera. Nos salva que la fuerza de nuestro interior es poderosa y transforma el viento en actitud. Ahora, además de acompañarnos Laurita en nuestra aventura, se nos ha unido Lokita, la cual ha estado flipando con todos los bichos, ladrándolos, tratándolos de agarrar unas veces y otras huyendo de ellos.

Javi le ha preparado un colchón de gomaespuma como el mío y Laurita lo ha cubierto con una mantita idéntica también. El pienso no le gusta, pero ya le gustará. Así, estos últimos días hemos vivido todos un sueño maravilloso que con optimismo continuamos soñando en nuestro escenario cotidiano. Se escucha una rata roer una bolsa en la despensa y Javi se levanta a ver, a establecer una nueva estrategia en nuestra guerra, a seguir soñando el día a día realizable, y regresa al calor que emana del cuerpo desnudo de Laurita bajo las mantas, al dulce olor de su nuca revuelta y despeinada, y por su puesto a descansar lo posible porque mañana ha de laburar y bregar con los humanos especiales.





Día 119

(Ratas 1 – Humanos 1)

Cuando Javi ha regresado de trabajar con los humanos especiales, Lokita le ha olido despacito, como fascinada, pero había muchas cosas que hacer. Lokita se ha pasado casi todo el día atada porque por la mañana, en un descuido, se ha escapado y casi cruza la gran carretera. Laurita le ha colocado la cadena porque ya le da miedo tenerla suelta. Han venido unos humanos a llevarse nuestro coche pequeñito y blanco y otros han estado levantando una estructura de madera y plástico en el fondo de la pradera. Luego ella se ha ido a comprar y ha estado componiendo un poco la casa-chabola porque se encontraba muy sucia de barro, puesto que ayer y anoche llovió, y del polvo acumulado de estos días que estuvimos de viaje.

Como digo había muchas cosas que hacer; aunque únicamente para los humanos. Limpiar en lo posible las cuadras, arreglar una de las paredes que los burros han debido de tirar por la noche, establecer un nuevo perímetro de seguridad en nuestra guerra, un frente levantado en la puerta y en los rincones interiores, pues las ratas han abierto un túnel y Javi juzga, por lo vivido anoche, que se esconde dentro de casa. Así, han sacado las cosas afuera, han movido los muebles y tablas del suelo, han organizado las bolsas de la comida (aquí ha sido Laurita la promotora), han tapado los agujeros, han reforzado con madera, piedras y planchas de metal, han colocado otra vez las trampas con queso y nos han situado los colchones a Lokita y a mí en la salita, junto a la despensa. Más tarde hemos juntos a comprar por la gran carretera a comprar y después han encerrado a los animales en sus cuadras. Por último han cocinado y Javi ha estado tecleando un rato, y se ve que lo necesitaba, porque andaba con el humor atravesado y lo necesitaba; y al terminar ya se estaba riendo contento y tenía mucho brillo en los ojos. Han estado también adiestrando a Lokita en la pradera y enseñándole a Laurita a cómo hacerlo ella para que cuando la llame, Che Lokita obedezca y piense y sienta la energía humana y lo que éstos intentan decirle (sin mencionar que me han bañado de nuevo aunque me sigue picando y yo sigo rascándome). Ambos han terminado rendidos y han cenado mucho y se han metido rápido para darse calor y hablar y besarse.

Esta noche no se escucha ni se advierten la presencia de rata alguna dentro de la casa-chabola, pero en el exterior se las siente conspirar. Ratas 1 – Humanos 1. Hoy hemos ganado nosotros la batalla, sin embargo la guerra continua. Ahora tengo a Lokita para ayudarme, pero ha de estar preparada y debe aprender sobre los sentimientos humanos y sus vaivenes.


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