eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 22 de octubre de 2013

Diario de una perra en Argentina (Semana 20)

Día 134


(Las luciérnagas)

Che Lokita ya no persigue a los patos. Alguna vez ladra aún a los burros, pero a una voz de Javi agacha la cabeza y ya sabe. Nos hemos despertado con mucho calor y humedad y un rocío intenso que cubría la superficie de la pradera y la casa-chabola. Una buena noticia: esta noche no murió ningún gansito; una mala: las gallinas continúan sin poner huevos. Cuando Javi se ha ido a trabajar con los humanos especiales y nos hemos quedado atadas, hemos comprobado que Negro estaba atrapado con su soga en las ruedas del camión y gemía muy bajito tratando de soltarse. Hasta que Javi no ha venido en uno de sus descansos no ha podido desenredarle. La mañana ha pasado rápido, sobre todo porque ha comenzado a soplar una brisa muy agradable desde el sur que ha logrado que todos los bichos estemos más frescos y que nuestros ojos se cerraran para soñar cada cual con sus quimeras. Yo he soñado que paseaba con Javi como tantas veces entre las jaras allá en las montañas donde vivimos una vez, olisqueando rastros de liebres, perdices, corzos, zorros y jabalíes. Mi amigo Nakel, el mastín blanco, nos acompañaba, y subíamos hasta la cima más alta de la Sierra donde nos tumbábamos al sol para contemplar el paisaje.

Me he despertado con el retorno de Javi. Apenas se ha cambiado y se ha vuelto a ir en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Las horas se han ido desvaneciendo y la tarde ha traído colores muy vivos a la pradera. El verde se impone sobre todos los demás y las ramas de los árboles imponentes están llenas de hojas de este mismo color. Cuando ha regresado Javi ha estado montando a Pepe y después se ha puesto a teclear hasta que ha caido el sol pintando de rosa y violeta a un grupo de nubes que se movían despacio en el horizonte. Che Lokita y yo hemos iniciado nuestra particular cacería de ratas aunque hoy no ha habido suerte. Javi tiene cara de preocupación y no entiendo por qué. La influencia de Laurita sobre él empieza a desvanecerse y ahora ha de cargar de nuevo sólo con todo. Me gustaría ayudarle pero no puedo. Si llorara le lamería las lágrimas, o si necesitara cariño acudiría a ofrecerle mis mimos. No obstante las dificultades que tiene no son en este sentido, y por tanto es otro tipo de angustia humana que yo ignoro.

Con todo, después de cenar, se ha sentado en la puerta de la casa-chabola a fumarse un cigarrillo y a observar nuestros acechos y ataques a las ratas. Esto ha hecho al menos que se sonriera, se distrajera levemente de sus nudos y nos llamara a veces para acariciarnos las orejas. El caso es que cuando aparece la sonrisa de Javi siempre ocurre algo especial. Y hoy no ha sido diferente. De pronto han comenzado a encenderse por momentos unas luces por toda la pradera. Éstas se movían, con matices amarillentos, y en un principio parecía como si las estrellas del cielo hubieran bajado a visitarnos todas a la vez. Che Lokita y yo nos hemos acercado medio asustadas medio curiosas a comprobar la naturaleza de estas luces, pero un instante lucían para luego apagarse de nuevo y no podíamos distinguir de ningún modo su origen.

Ahora Javi, que hace un minuto se ha levantado para atrapar una de ellas, la coloca sobre el banco de la entrada, y ambas podemos ver que se trata de un pequeño insecto cuyo abdomen se ilumina con gran intensidad para después extinguirse. Hay cientos por toda la pradera y son increíblemente bellas. Tanto, que han conseguido que Javi borre de su mente cualquier preocupación y nosotras nos olvidemos de las ratas.





Día 135

(Todo se complica)

No quiero hablar de lo ha pasado hoy. Javi se ha caído en un pozo de pensamientos humanos inabarcables. Ya se olía. Tal vez se veía venir; y sé por supuesto que saldrá, que pasará, que es cuestión de unas horas de descanso y de filtrar las malas sensaciones y los malos actos. No merece la pena hablar de las cosas normales, de las rutinas. El ser que más quiero se ha roto de pronto porque no alcanza a resolver sus inquietudes ni sus problemas. El carácter se le ha agriado, obstinado en dar vueltas a lo que nunca habría que dar. El futuro es una incógnita que se va desvelando sólo. Eso lo comprendemos los perros por instinto. Si los humanos aprendieran a verlo, si involucionaran tal vez, porque en lo más antiguo de su origen sí que lo hacían, vivirían sin duda más tranquilos y confiados.

Hoy Javi no ha reparado en los gansitos, ni en la belleza de la pradera ni en sus seres. Desde que ha venido de trabajar ha estado fumando y leyendo, volteando en su cerebro mil y una ideas inservibles. Ni siquiera la llamada de teléfono de Laurita le ha podido sacar de este estado; es más, ha incrementado su desdén, al tener que expresar sus emociones, poco optimistas en comparación a otros días. Luego parecía triste porque al final ha estado frío con ella, que siempre fue tan buena y comprensiva con él.

Hay algo en Javi que a veces falla, que tiene que curar o controlar. No nos ha puesto de comer, él también se ha olvidado. Nos ha tratado con indiferencia, en una especie de egoísmo inconsciente que era como si llevara una venda sobre los ojos. Así, por muchas estrellas que lucían por la noche en el cielo y en la pradera ha sido incapaz de verlas.

Ahora que duerme es casi un descanso para todos. No puedo oler sus sueños porque no sueña. Y es que anda trazando todas las alternativas posibles para nuestra incierta realidad, en una lucha que le agota el alma porque todo nos va bregando a contracorriente.





Día 136

(Llegan los mosquitos)

Y como ayer Javi se olvidó de todo (también de echarse el spay contra los mosquitos)… Y el calor y la humedad de estos últimos días, anunciaban su venida, se ha levantado con la cara y los brazos llenos de picotazos. Aún así estaba de mejor humor y se lo ha tomado bien. Ha soltado a los animales y nos ha puesto a todos de comer (ración doble), como si su mente ya le diera para estas pequeñas pero transcendentes cuestiones. Ha compuesto la casa-chabola y se ha marchado a trabajar, dejándonos atadas con la cadena bajo el camión. Hoy sí ha celebrado que no ha muerto ningún gansito, con la sorpresa alegre que han nacido otros cuatro y ha estado jugando con nosotras en uno de sus descansos todo lo que ha podido.

Las nubes han dominado el cielo, aunque ha hecho mucho calor. Su concilio no ha sido suficiente o quizá leve y por ello no ha llegado a formarse una tormenta ni a llover. A pesar de todo la atmósfera ha estado cargada de electricidad, posando el polvo sobre el suelo y alterando un poco el ánimo de los animales, incluidas nosotras.

Cuando Javi ha regresado del trabajo se ha marchado sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba para volver un par de horas después con una inmensa sonrisa dibujada en la cara. Aunque su humor no está aún al mismo nivel de siempre ha venido más aliviado y más dispuesto a continuar sus combates existenciales, más positivo y optimista, como cargado de razón y de posibilidades. Hoy sí ha montado a Pepe y ha hecho una colada con su ropa, se ha afeitado, se ha puesto guapo, con una camisa negra y unos pantalones anchos, y se ha ido de nuevo en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo, por lo que después he podido oler, a dar un paseo por la ciudad, a comprar algunas cosas, a cenar otras, y a disfrutar un poco de su tiempo libre.

Al regresar, casi ya era el mismo Javi de siempre. Nos ha soltado y junto con Negro hemos estado paseando por la pradera, él fumando, nosotras corriendo y jugando enloquecidas, entre cientos de luces amarillas y bajo millones que allá arriba parecían sonreír satisfechas.

Ahora que estamos todos preparados para dormir, veo que Javi se está echando el mencionado spray y que comprueba en el techo si hay mosquitos que puedan picarnos. Una nueva preocupación, esta nimia y absurda, se añade a las muchas que ya tiene. Y al oler su pensamiento compruebo que éste afirma que ojala existiera algún tipo de spray contra los prejuicios, las envidias y todos los chantajes emocionales que los humanos gustan de inventar para dominarse los unos a otros.







Día 137

(Afectos y engaños)

Los perros somos recurrentes. Sentimentales y positivos. No existe nada que nos pese más que el hambre y la indiferencia de quienes queremos y somos fieles a éstos y a nuestros instintos hasta la muerte. Los humanos en cambio se disfrazan, levantan puentes para después destruirlos, y algunos llevan varias máscaras por encima del rostro frustrado que los representa.

Pero no es el caso de Javi. Esta mañana se fue con la bicicleta por la gran carretera hacia abajo, ilusionado con el sol y con el aire limpio, y cuando ha vuelto al mediodía parecía feliz y satisfecho, como si lo sucedido estos días atrás hubiera sido un mal sueño, una pesadilla de incertidumbre, desarraigo y prisas entremezcladas. La cuestión es pugnar contra nuestra propia contradicción. Creo que Javi a veces olvida que desde que vinimos aquí no nos ha rodeado otra cosa, que allá dejamos la seguridad y las certezas, y también el cariño labrado con los años, con esfuerzo, que esto era un empezar de nuevo, en cada una de las facetas distintas de la vida

Así por la tarde se ha marchado de nuevo en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo, y por los olores que trae, ha estado primero en la ciudad para que le curaran una muela que le ha molestado las últimas semanas y para persuadir a las dificultades con su optimismo casi inquebrantable. Luego ha estado en el sitio de los perros, en aquella casa donde vivimos por un tiempo, con un montón de humanos y humanas que fuimos conociendo de a poco pero que nunca hicieron por conocernos a nosotros, y sé que ha acariciado a Noa y le ha hablado de mí y de Che Lokita y de todos los animales de la pradera. Más tarde se ha emborrachado en varios bares. Lo percibo así por la diferente densidad del humo y ha terminado sintiéndose fuera de lugar, engañado, bardeado como dicen acá, por humanos increíblemente cínicos que llegado el instante definitivo han mostrado su verdadero rostro aunque en el fondo no han sorprendido a Javi, que anda ya estableciendo una criba inicial de tontos y mezquindades para inaugurar su primera circunferencia de amistad acá en la Argentina.

Una humana que huele a bondad nos lo ha devuelto en su coche a la pradera, sano y salvo, justo antes de marcharse y de que él nos soltara, pasando con nota alta el filtro mencionado, para que ladráramos y aulláramos alegres en su presencia activa y graciosa y le lamiéramos los ojos y las manos… mientras él se preparaba unas milanesas, compartiéndolas después con nosotras, y atara inmediatamente una hamaca de árbol a árbol y se pusiera a contemplar los colores del amanecer, fumando, recordando, conspirando con el aire y la luz, quedándose ahora dormido como un niño recién nacido mecido en el cálido regazo de su madre.





Día 138

(Ilegalidad)

El juego falso al que se someten los humanos para desplazarse hoy en día es irracionalmente insólito y exagerado. Cuando comenzamos a unir nuestras dos especies, los seres humanos eran distintos –tal vez nosotros, los perros, también; pero no tanto-, recorrían los caminos libremente y sin reconocer al menos en parte de quién era el terreno de unos y de otros. Actualmente todo son trabas, aranceles y tributos. Yo no me había dado cuenta de este hecho ni siquiera cuanto tuvimos que venir acá en las tripas del enorme pájaro de hierro. Ahora huelo los pensamientos de Javi, su preocupación creciente y me invaden sentimientos de hastío de tristeza, de nostalgia de no sé de qué…

Estamos en un país extraño, sí. Y Javi sólo hace que trabajar, que reconciliarse en este sentido con la vida, sobreviviendo, labrándose sus propias oportunidades, aprendiendo a distinguir lo importante de lo nimio, luchando por un futuro mejor. No hace mal a nadie, y sin embargo ha de cumplimentar unos requisitos dictados por la ley humana de acá para que no le expulsen como si fuese un criminal o tuviera una enfermedad contagiosa. Lo más terrible de todo –y creo que allá en nuestra tierra no es diferente- es que para ser seres legales alguien te tiene que impeler en esto o tutelar tus pasos, es decir que tiene que confiar en ti; pero no sirve con cualquier humano; ha de ser uno de aquellos que dominan, o contratan, o llamarlo establecen la diferencia entre las orillas de los herederos y los desheredados. La ley humana es un túmulo de desigualdades y agujeros donde unos pocos sacan provecho y otros muchos se extravían para siempre.

Javi, en su esfuerzo, tiene que bregar con estas cuestiones además de todas las cotidianas. Es necesario que arregle sus papeles para que nuestra aventura pueda continuar desarrollándose y anda estragado con las emociones contradictorias que dicha situación le proporciona a cada segundo; los tremendos rechazos que ha de parecer por parte de otros humanos, la sensación de ser libre acaparada por un gendarme en una esquina, o una bibliotecaria que no le deja coger un libro, o por un médico que le niega la atención a su salud. Estoy segura que Javi piensa en el concepto de libertad y que juzga es una realidad que no puede darse en una dictadura, pero que se asfixia del mismo modo en lo que los humanos denominan democracia. Diferencian a los humanos que conviven, establecen un sistema de compensadas en la igualdad por unas desigualdades ingentes de riqueza que coloca a cada cual en su status adquirido.

Hoy la pradera se ha llenado de estos litigios, en la resaca mental de Javi, en la fragancia de sus pensamientos y sentimientos, mientras todos disfrutábamos de un día soleado, primaveral y verde, en el que soplaba una leve brisa del sur y las nubes iban unificándose amenazadoras aunque terminaron por seguir cada cual por su camino, sin disputas ni truenos hacedores.

Ahora Javi sentado en la puerta de la casa-chabola se fuma un cigarrillo contemplando el brillo de las estrellas distantes. Pareciera que por hoy ha saldado su deuda con las inquietudes, pero una reflexión se escapa de su cerebro que afirma que a la verdadera hermandad y al cariño no les hacen falta leyes.





Día 139

(Primavera loca)

Un gansito se ha ahogado en el bebedero, un pájaro de los que caza se ha chocado contra un cable por donde viaja la electricidad y ha estado aturdido varias horas hasta que sin más ha remontado de nuevo el vuelo, los animales extraños que viven en la montaña de palés han salido así a la luz del día, haciendo mal en acostumbrarse, rompiendo la uniformidad de sus costumbres, los caballos, el pony y los burros han salido del cercado y se han metido en el centro donde trabaja Javi, provocando un revuelo de gritos y aspavientos exagerados por parte del personal, los patos han estado peleándose todo el tiempo y las gallinas, superando su record, han puesto cuatro huevos. Negro de pronto a mordido al gallo (que se las lleva todas) y el pavo le ha dado por subirse encima del camión sin que nadie sepa la razón, si es que ha de haberla, ¿no?

Tal vez es este tiempo inestable, donde lo mismo hace mucho calor que baja la temperatura hasta saltar a un frío helado, donde llueve con intensidad y luego el cielo se abre aprisa, donde el viento convierte el sol en una esfera inútil que levanta el polvo del suelo y su ausencia en un calvario que adelanta y aproxima el todopoderoso verano que nos aguarda; tal vez este tiempo loco es el responsable de todos estos sucesos y comportamientos descritos.

Javi se ha ido trabajar y nos ha dejado a Che Lokita y a mí atadas con la cadena debajo del camión. A su regreso se ha ido a comprar con la bicicleta por la gran carretera hacia abajo y ha vuelto enseguida. El resto de la tarde la hemos pasado los tres, refugiándonos unas veces de la lluvia, otras buscando de beber por el intenso bochorno posterior, otras enroscándonos por la humedad no sé si álgida o gélida que en ocasiones traía el aire, otras tumbándonos a la sombra, otras saliendo a la luz del sol… y así hasta que ha venido la noche y con ella la estabilidad al ambiente.

Es como si alguien anduviera metiendo la mano en un sobre de recortes meteorológicos y los arrojara desde el cielo para que nadie en la tierra supiera a qué atenerse. Ahora Javi se ha desquiciado y está persiguiendo luciérnagas por toda la pradera. Lokita anda haciendo equilibrio en sus fauces con un par de huevos de ganso y yo misma tecleo en el ordenador de Javi para que queden registrados todos estos comportamientos excéntricos e incongruentes.





Día 140

(Regresa el frío)

Lo curioso es que anoche pasamos calor. Javi sudaba bajo las sábanas y daba vueltas sin poder dormir ni soñar. Los mosquitos acechaban y las arañas nos ayudaban tenuemente a contenerlos. Tal vez por ello decidió encender ese extraño artefacto con aspas que giran, que trajo ayer del trabajo y que echa muchísimo aire fresco si te sitúas delante. Al rato lo apagó y ya casi no había mosquitos, sólo alguno gordo y saciado con nuestra sangre y otros que intentaban escapar de las innumerables telarañas.

Esta mañana, al despertarnos, nos hemos dado cuenta que había regresado el frío. Javi ha tenido que ponerse un abrigo grueso y aunque Che Lokita ha salido a correr por la pradera, yo me he quedado tumbada en la entrada, sobre su colchón, hecha toda una bola de pereza y legañas. Después de sacar a los animales y de limpiar las cuadras, también de comprobar con tristeza que habían muertos dos gansitos (la balanza de la vida y la muerte cada día cambia y se desequilibra), y de distinguir con sorpresa que el burro macho ha saltado (o abierto sutilmente) la valla que da al centro donde Javi trabaja con los humanos especiales pastando feliz y despreocupado en el mismo lugar que ellos juegan o se sientan a tomar el sol, trayéndolo inmediatamente de regreso con sus compañeros, se ha aseado rápido, ha compuesto un poco la casa-chabola, ha desayunado un te con leche caliente, nos ha echado de comer, ha llenado de agua el estanque, ha comprobado una vez más que todo está bien y por último se ha ido a trabajar dejándonos atadas con la cadena bajo el camión junto a Negro.

El viento ha soplado del sur y casi pareciera que el invierno hubiera regresado de pronto. Aunque el sol ha estado presente desde el amanecer, no ha sido capaz de calentar la atmósfera y todos los animales andábamos como sin comprender lo que sucedía. Cuando ha llegado Javi por la tarde el viento se había calmado ya ligeramente, y con ello se ha suavizado el frío. Es como si una especie de nube helada e invisible hubiera atravesado la pradera durante la mañana. Así, no hace la temperatura alta de estos días atrás y es de agradecer.

Javi se ha marchado un rato sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. Ha vuelto con el rostro ensombrecido, como disgustado consigo mismo. La verdad es que desde que se fue Laurita sus ojos han perdido parte de brillo. Él trata de continuar como si nada pero le conozco y entiendo que deber ser difícil retomar la realidad sin compartir las alegrías o los esfuerzos con otros humanos afines o queridos.

Ahora le observo desde el colchón de gomaespuma mientras teclea incansable y me parece algo más viejo. Su corazón late con fuerza porque puedo escucharlo desde aquí, aunque huele a nostalgia cada latido momentáneo. Afuera se ha levantado de muevo el viento y el frío se siente dentro de la casa-chabola. Che Lokita duerme tranquila con la nariz enroscada en la tripa. Esta noche no va a ser necesario encender el ventilador y probablemente se habrán concedido una tregua temporal y positiva, las arañas, los humanos y los mosquitos.

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