martes, 19 de mayo de 2015
Diario de una perra en Argentina (Semanas 96, 97, 98, 99 y 100)
SEMANA 96
Día 673
(Geología de los sentimientos)
La
corriente del río enorme es fuerte y arrastra sedimentos y sueños hacia el
delta del porvenir. Nuestra sangre arrastra el pasado y se filtra en nuestro
corazón para convertir el oxígeno en la luz del presente. Llueve sobre mojado,
y las olas lamen las conchas abandonadas y los acantilados para fraguar playas
y ensenadas. Capas y estratos de recuerdos, de experiencias, dibujan la
morfología de nuestra memoria. En ellos pueden leerse los periodos de paz y los
cataclismos. El oro, el hierro y el diamante brotan bajo la presión de los
días. El tiempo se detiene a intervalos para estallar después sobre una roca de
cuarzo.
Hay
una teoría geológica de los sentimientos. En ella caben el amor, el desamor, y
todas esas cordilleras inconmensurables que nos separan y que ocultan del mismo
modo glaciares y volcanes.
Día 674
(La matera)
Hoy,
cuando Javi ha regresado del trabajo nos hemos ido a pasear por la villa,
siguiendo el sonido de los tambores, siempre hacia el fondo, bajo la sombra de
los árboles imponentes. Una humana y sus cachorros nos han recibido en su casa
de madera y chapa, y mientras Javi hablaba con la humana, los cachorros jugaban
conmigo y me perseguían por el patio. Esta humana y dos de sus cachorros
vinieron alguna vez a nuestra casa, a la terapia optimista que por un tiempo
Javi instauró en el barrio. Son familia de nuestros vecinos y su principal
problema es la miseria. Javi trabajó con la depresión de su madre y con las
carencias emocionales de los cachorros. Cuando la humana restableció el contacto
con la familia, cuando encontró un empleo, cuando empezó a componer la casa, a
tener ganas de vivir, de proteger a sus cachorros de la soledad y de las tretas
de su pareja maltratadora, cuando inició una secuencia mutante sirviéndose de
los recursos comunitarios, los cachorros dejaron de sentirse nada y entonces
perfilaban a su madre en sus dibujos con una sonrisa radiante.
La
humana le ha regalado un morral para tomar infusión con el palito metálico y a Javi se
le humedecían los ojos de regreso por la villa. Tenía ganas de llorar y yo
podía oler sus deseos de destrozar esa parte del mundo humano, de poner bombas
en los grandes salones y acabar con aquellos que hacen de sus vidas desigualdad
e injusticia para otros.
Día 675
(Gos no puede andar)
Esta
tarde ha aparecido Gos con las dos patas de tras quebradas. Es seguro que le ha
atropellado un auto o una moto. Arrastraba lentamente su cuerpo bajo el portón
y empezaba a gemir cerca de la puerta para llamar a la humana vieja.
Poco
después le llevaban al hospital de perros y regresaba con un vendaje. Su mirada
nítida decía que muy pronto se va a recuperar.
Javi
se acerca ahora para acariciarle y Gos le lame las manos. Las gallinas y los patos campan a sus anchas
por el patio, pues es Gos quien siempre las mantiene a raya. Oso está tumbado a
unos metros y parece triste por lo ocurrido a su compañero. Javi me mira, y su
pensamiento me grita: ten
cuidado cuando salgas a la calle.
Día 676
(El billete)
Javi
se ha marchado temprano a la gran ciudad, a terminar su tatuaje del faro, el
mar, el cielo y el acantilado. Pero también para hacer algo más. Metida dentro
en sus ojos, le he visto deambular por algunos barrios del sur, más allá de La
Boca, para conocer una taberna mítica de Tango, llena de fotografías viejas y
un aire nostálgico y triste, una casa ocupada por doscientas familias, y luego
regresar al centro de la ciudad para entrar en un edificio y desaparecer por un
rato de la faz de la tierra. Anoche estuvo sacando el dinero ahorrado de los
ladrillos de las paredes de casa para guardarlo en su mochila, antes de
encender una vela a nuestros santos. Casi dos años de esfuerzo perfilaban una
bolsa oscura llena de papeles pintados con olor a humedad y milanesas. Parece
increíble que la vida pueda resumirse en eso, en un puñado de papeles
inflamables y húmedos; papeles que Javi ha cambiado en el edificio por uno sólo,
uno liviano y sin duda determinante.
De
vuelta en el colectivo, la mochila se sentía más segura y Javi no dejaba de
mirar este papel con ojos brillantes. Y es que se trata de un billete para
viajar en las tripas del pájaro de hierro. Ahora abre la puerta del patio y
mientras yo salto a su alrededor de alegría, él me enseña el papel. No hace
falta que su pensamiento me diga nada. Puedo oler en su sonrisa que muy pronto
regresaremos a nuestra tierra.
Día 677
(Pequeñas celebraciones)
En
casa, en completa intimidad, Javi y yo celebramos las vueltas del destino. Y lo
hacemos jugando, ladrando, hablando, cosquillándonos y lamiendo las horas. Javi
no tenía hoy ganas de corregir su sueño y Javi ha encargado comida por
teléfono.
Javi
se ha pasado el día leyendo y viendo alguna película en la pantalla y yo
dormitando a su lado. Algunos mensajes sonaban en su teléfono pero Javi no se
ha dado a contestar, y ahora escribe en su libreta poemas inconfesables
mientras fuma pitillos de yerba desdibujando la noche para llamar a las
estrellas distantes y traerlas al techo de la cocina.
Día 678
(Los sonidos del viento)
Mi
nariz amplifica los sonidos del viento. Rastrea en el patio de casa cada
detalle y sensación. Con los ojos cerrados invento la realidad olfateando, sin
necesidad de ver lo que ocurre, sabiendo que todo sucede dentro de mí. Gos
duerme junto a la puerta y sus patas quebradas se recomponen. La vecina con
gafas está preparando un guiso y los gatos maúllan caminando por el tejado. Los
patos engordan y las gallinas enflaquecen. Las lagartijas trepan por la pared y
algunos pájaros revolotean en las ramas del sauce y cantan antes de partir
hacia el norte. El cachorro grande pelea con la humana vieja y sus gritos
desconchan las paredes. Es mediodía y Javi está trabajando en el hogar de
humanos especiales. El pueblo se prepara para recibir una nueva tormenta. Bajo
el galpón del fondo se refugian los mosquitos. Ya huele a tierra mojada, y los
vecinos mecánicos prender su radio incombustible y se apuran a beber botellas
de niebla.
Todo
transcurre en mi interior con una levedad tranquila. Otro día y su
cotidianidad. Sin embargo, ahora existe una fecha que me arrastra e inicia en
mí cada despedida amarga. Mi nariz va recoge los hilos, rastrea frenéticamente
el intervalo, cuando las gotas comienzan a caer en silencio, y todo se revuelve
para transformar los sonidos del viento.
Día 679
(Autodestrucción)
Javi
sacrifica su cariño y se aleja de la estrella en sus ajustes. Ella ignora que
Javi es libre, que no le importa a quien ame en tanto sea amor y no ubicuidad;
que no está bien que canalice sus miedos sobre los humanos especiales, que
silencie lo que antes clamaba, que únicamente piense en sí misma, cuando eso va
directamente en contra de su misión en la vida y de su personalidad. Apenas le
habla, y cada día la amistad va cediendo al óxido de lo irreversible. Javi la
pierde y no puede hacer otra cosa que asumir su decisión. La estrella ha
elegido colapsarse, y no dudará en extinguir su luz para acabar con la vida.
Todo lo que puede hacer Javi es intentar separarse de ella, para que tal vez en
la distancia la estrella detenga su autodestrucción.
SEMANA 97
Día 680
(Cámaras y ventanas)
Javi
ha regresado del trabajo enfadado. En el hogar de humanos especiales están
poniendo cámaras de vigilancia en cada habitación y en los talleres y resulta
grotesco cuando éstos llevan un tiempo sin ventanas ni radiadores para el frío,
dejando en manos del vídeo aquello que la confianza no alcanza.
La
parte rebelde de Javi no se permite comprender ningún argumento que lo
justifique. Porque cada ser humano cuenta con una cámara prodigiosa incorporada
en su cerebro, y no hace falta rebobinar cualquier segmento para comprobar lo
irreversible. Que a veces ocurren cosas, unas buenas y otras malas, sin que se
den las consecuencias oportunas, pues dependen de quien las obre, y asimismo de
quien las contempla.
Día 681
(El día más triste de los últimos
tiempos)
Javi
ha regresado hoy a casa triste y abatido. Por la mañana, camino del trabajo, se
ha encontrado en el vehículo colectivo a la estrella, y ésta no le ha dirigido
la palabra. Su silencio y su frialdad han salpicado las horas y Javi no podía
asimilar ese resentimiento incomprensible. Durante la mañana la ha visto actuar
desfasada con los humanos especiales, perdida en su ego y su malestar,
expresando en cada gesto su disgusto, sus ganas de irse, de quebrar cualquier
compromiso, de fugarse, de huir, acumulando negatividad sin perspectiva.
Ahora
se arma pitillos de yerba y sale a la puerta de casa a contemplar las estrellas
distantes. Sabe que ya no puede hacer nada más por ayudarla, y sus lágrimas
espesan los sonidos de la calle, y los colores, haciéndose un ovillo consciente
que quisiera retornar al útero.
Día 682
(Reunión con jefes)
El
pensamiento de Javi repasa los acontecimientos del día. Él está tumbado en la
cama, iniciando el insomnio de los últimos días y éste le lleva a lo
trascendente. Huelo así desde las baldosas la reunión que ha tenido con sus
jefes, en la cual les ha dicho que ha tomado la decisión de regresar a nuestra
tierra y que por tanto dejará de trabajar muy pronto en el hogar de humanos
especiales, que hay algo acá que no termina de cuadrarle, que se siente de
algún modo maniatado, no por la vida y la realidad, sino por cuestiones
burocráticas del mundo humano, y ciertos matices socioculturales que van en
contra de la libertad. Haber esperado absurda la legalidad, es sin embargo
menos dañino que haber aguardado la comprensión profunda de algunos humanos,
perdiendo nuestra aventura parte de su trasfondo misterioso y emocional.
Javi
no cierra su esperanza a esta tierra, porque la conoce y la siente parte de sí.
Sin embargo en su mirada brilla el sueño, y apenas queda nada que hoy lo avive.
Día 683
(Río de la plata y percusión)
En
el atardecer, el agua marrón de sedimento, en el rió inconmensurable, como un
mar, se vuelve de color azul, y si la luna está llena y el cielo limpio, le
otorga ésta un baño de plata en movimiento, donde los pájaros y las barcas se
deslizan en la corriente.
Javi
ha estado con una amiga haciendo percusión en un parque cerca del río. Se
levantaba temprano para marchar al sitio de los perros y conseguir de prestado
un tambor. Ha hecho un día maravilloso y las conversaciones importantes se
entremezclaban con los ritmos. Desde el patio de casa podía observarles
asimilar las diferencias y enhebrar los golpes acompasados. En el parque había
muchos humanos tomando infusión con el palito y han terminado acercándose a
escuchar la música. Las estrellas distantes han acudido también, y parpadeaban
luz sobre la gran ciudad.
Javi
y su amiga han regresado después al sitio de los perros, a la casa donde
vivimos por un tiempo y allí se ha desatado la fiesta. Los vasos se confundían
con las pestañas y pronto han ido a beber niebla al bar de un humano amigo,
situado al frente del parque de las vías del tren, donde Noa, Dama, algunos
otros compañeros callejeros y yo, jugábamos a perseguirnos mientras Javi
escribía en su libreta, en aquellas primeras semanas de nuestro viaje.
De
repente, el dueño del bar, ha salido disparado en su coche y Javi y los demás
le han seguido hasta su casa, pues unos vecinos le habían llamado para decirle
que alguien había entrado en su casa a robar. Hemos llegado antes que la
policía y el dueño del bar no se atrevía a abrir la puerta, pues los ladrones
podrían estar armados y al verse acorralados disparar. La puerta estaba forzada
sin duda y han esperado que viniera la policía. Los ladrones han debido de
aprovechar esos minutos para escapar por los tejados, porque cuando han entrado
más tarde no había nadie.
Javi
lleva ahora en su mente las sirenas de la policía y el sonido de los fusiles
martillados, el de la celebración con polvo blanco y humo en aquel bar que ha
prorrogado su cierre hasta el amanecer, y sobre todo la plata en movimiento del
río inconmensurable. Camina por un barrio peligroso, nuestro barrio, para
llegar a casa. Le recibo en la vereda de la calle moviendo el rabo. Está
cansado y aturdido, y viene dando palmas fumándose el último pucho.
Día 684
(Otra resaca más)
Javi ha dormido todo el día, y yo con él. La luz se colaba
por las cortinas de la habitación amarilleando los sueños extintos y
enverdeciendo los brotes del porvenir.
Día 685
(Lecturas terapéuticas)
Javi
ha regresado del trabajo y se ha sentado en la puerta de casa a leer un libro
que le ha prestado una compañera y que escribió una humana hace ya mucho
tiempo. Los gritos de los niños emergían del fondo de la calle, y los perros
callejeros, yo incluida, nos entreteníamos con algunos huesos de asado,
guardados del mediodía feliz para la tarde. Conectada al pensamiento de Javi, oliendo
dentro de él cada palabra, leo asimismo: “Sabia
que nosotros significábamos poco en comparación con el universo, sabía que no
éramos nada; pero el hecho de ser nada de una manera tan inconmensurable me
parece, en cierto sentido, abrumador y a la vez alentador. Aquellos números,
aquellas dimensiones más allá del alcance del pensamiento humano nos subyugan
por completo. ¿Existe algo, sea lo que fuere, a que podamos aferrarnos? En
medio de este caos de ilusiones en el que estamos sumergidos de cabeza, hay una
sola cosa que se erige verdadera: el amor. Todo el resto es la nada, un vacío
hueco. Nos asomamos al inmenso abismo negro. Y tenemos miedo.”
Javi
sonríe con los ojos brillantes, y me silba para luego acariciarme.
Día 686
(Techarí))
Javi
viene de jugar a la pelota en un potrero del barrio. Se fue hace unas horas con
el cachorro grande en tanto Oso y yo allegábamos un enorme hueso de asado. El
sol rueda por la copa de los árboles y nuestra calle se llena de luz
anaranjada. Muchos vecinos están tomando infusión con el palito en las veredas,
y aunque refresca sostienen sus conversaciones con calidez.
La
humana del kiosco se acerca ahora para regalarle a Javi un bizcocho y Javi le
agradece con un beso. ¿Qué pasaría si todos los astros cruzaran el cielo
bailando, si las creencias se reprodujeran por esporas? Todo está ya decidido.
Esta vez no hizo falta el azar ni el destino. Javi abre la puerta de casa, y
luego la invita a entrar.
La
humana del kiosco mira el dibujo de la puerta y recorre con su mano el sol, las
nubes, el mar y la lluvia. No tiene que preguntar qué significa la palabra
Techarí, escrita debajo. Los labios de Javi tantean su mirada y su intención
cuando en la calle vocea un vendedor tortas fritas, pan casero y
alfajores.
SEMANA 98
Día 687
(El robo)
Hoy
ha sido un día extraño. El viento soplaba de todas direcciones y levantaba
polvo y ausencia en nuestra calle. Javi se ha marchado a trabajar en la
bicicleta aunque ha regresado a la tarde caminando. Su pensamiento olía a
desasosiego, azúcar y alcohol en gel. Y es que anoche unos humanos entraron a
robar a casa de la estrella. Encañonaron a su padre en la entrada, pasaron
adentro y la amenazaron también a ella con una pistola. La suerte quiso que no
sucediera nada más salvo el robo, pero es suficiente para quebrar el espíritu y
el corazón.
La
estrella no ha ido a trabajar y Javi la llama ahora para saber cómo se
encuentra. Ella no responde, y aunque resulta indudablemente natural, su
silencio es una herida. Javi se arma un pitillo y piensa en el vacío, en cómo
los sentimientos negativos allegan las catástrofes y las desdichas, enredados
en esa lucha desigual de permanecer.
(La muerte de Eduardo Galeano)
A
lo largo del día, Javi ha recibido algunos mensajes en su teléfono que decían
que uno de sus escritores favoritos había muerto. Se ha pasado así toda la
tarde buscando en la pantalla sus escritos, y después de leer durante horas me
ha llamado junto a él. Mientras me abrazaba y acariciaba leía…
¿De qué se ríen las calaveras? ¿San
Francisco de Asís amaba también a los mosquitos? ¿Las estatuas que faltan son
tantas como las que sobran?
Las
palabras humanas tienen el poder de crear y destruir, y frecuentemente son
reveladoras de la verdad.
Día 689
(La estrella se marcha)
Hoy
la estrella ha dejado el trabajo y por ello ha debido disfrazarse de ironía y
somnolencia. Sus ojos resultaban irreconocibles, y parecía de pronto una humana
diferente, presa de su propia máscara de invulnerabilidad. Más allá de la
misma, o bajo su existencia, regaló a los humanos especiales su corazón, aunque
terminaron por vencerle las viejas fatigas, las circunstancias carenciales del
centro, los sentimientos que Javi trató de avivar en su interior, la no
aceptación de algunos compañeros y su creciente rechazo a resolver las
diferencias en todo.
Piensa
sólo en ella misma cuando quisiera dedicarse a los demás. Esta es una paradoja
personal que habrá de resolver en el futuro, porque no siempre tendrá esta
posibilidad. Javi recuerda ahora el adiós, dolido de que ella le explique a
algunos humanos especiales que se va porque el hogar en dónde viven es una
mierda. Sus ojos no distinguen ya las formas ni las emociones. No le falta
razón. Pero la lucha parte para que cada día sea mejor, por ellos, por los humanos
especiales que no se quejan, que se la bancan y sonríen. La estrella se aleja
en el cielo de la noche. Ojala que no se extinga su luz y que la vida le guarde
esperanzas.
Día 690
(Poesía eficaz)
Me
rasco las orejas, como si todas las pulgas que le restan a este otoño se
hubieran subido sobre mí. Javi está sentado en la puerta de casa y escribe en
su libreta mientras fuma. Suena una chacarera en una radio, y la brisa colabora
para reunir sobre nosotros una colección de pájaros migratorios
Hay una jaula para cada
persona
pues todos vivimos
presos
[de
algún modo
existen aquellas
invariables
fabricadas para quienes
bregan sin causa
con agujero en el suelo
rata clandestina
y rayitas en la
mugrienta pared
algunas tienen barrotes
invisibles
y se adaptan a los
sueños y las frustraciones
otras son confortables
como la suite de un
hotel
y se ajustan al crédito
bancario
no todos podemos poseer
la insigne jaula de oro
pues está al alcance de
muy pocos
y aunque algunos
prefieran el ladrillo
la madera o el barro
para encerrarse de por vida
la mayoría la anhela
sin saber
el pensamiento único
la mezquindad
el fanatismo
el desencanto
y el odio
son también jaulas a tener en cuenta
no hay que hacer caso
a aquel que diga
que el amor es una
jaula
pues no será amor
entonces
sino clausura.
Día 691
(Haciendo locro)
Javi
se ha levantado hoy con los ojos muy brillantes y hemos salido a pasear
temprano por la villa. Los cachorros jugaban en los potreros del parque
mientras sus padres apuraban su descanso entre sábanas invisibles. Las noches
vienen ahora más frías y las primeras nieblas cubren los árboles imponentes
camino del río enorme en el amanecer.
De regreso
a casa Javi ha ido a buscar a la humana vieja a su casa. Hoy es su cumpleaños y
Javi la va a ayudar a preparar locro.
Primeramente han estado hablando y tomando infusión con el palito, y
después las ollas empezaban a hervir agua hilando en su espacio alquímico los
ingredientes. El locro se cocina con maíz, cebolla, morrones, berenjena, y se
le va añadiendo carne de cerdo y de vaca. El olor resulta tan fuerte y
penetrante que todos los perros de nuestra calle se han ido acercando hasta el
portón del patio para relamerse y soñar despiertos con un plato. Algunas horas
después el caldo espesaba un poco, en tanto la boca se me hacía agua tumbada
junto a la puerta, aguardando un gesto o la señal reveladora.
Esta ha
llegado un rato después, cuando Javi nos traía a Gos, Oso y a mí, los restos de
carne y huesos, añadiendo un poco de caldo. Los humanos, reunidos en familia,
disfrutarán en un rato de una lluvia de olores y sabores, pero ahora es la familia
de perros la que concede moviendo el rabo que el guiso ha salido bien.
Día 692
(El sueño inabarcable)
Javi
apaga la pantalla tecleadora y respira profundo. Acaba de terminar las
correcciones de su sueño y sus ojos brillan intensamente. El esfuerzo se vuelve
tangible, convertido en palabras. Un año estuvo para escribirlo y otro para
corregir sus deslices. Ahora desempaña las dudas y tantas noches en vela
positiva.
El
pensamiento de Javi me dicta el paso siguiente. Dejar que pasar algunos días,
una semana, y establecer entonces una última lectura, buscando una continuidad
imposible, el reverso del sentido y la emoción. La historia se cierra, no como
la nuestra que continúa. Ambas historias confluyen, en una sociedad humana que
avanza hacia un precipicio dispuesta a volar o a caer.
Día 693
(Irene)
El árbol de espirales acoge a la
primera estrella distante. Desde sus raíces fluye la sabia, para convertirla en
las hojas en luz y oxigeno. Javi escribe en su libreta, sentado en la puerta de
casa, mientras yo me acomodo en sus pies a escuchar.
IRENE
Prima
hay diez centímetros de
silencio
entre tus manos y mis
manos
una frontera de
palabras no dichas
entre tus labios y mis
labios
y algo que brilla asía
de triste
entre tus ojos y mis
ojos
me enviaste esto en un wassap
al poco tiempo de haberme marchado
como si necesitaras la distancia
para atreverte a festejar la verdad
una vez te dije que te amaba
y tú renegaste con dulzura
la amistad hizo posible tu silencio
y por ello miro al cielo cada noche
nuestras manos
fulminarán los diez centímetros
y los labios
derribaran las fronteras a besos
aquello que brilla así de triste
entre nosotros
dejará de brillar así de triste
no lo olvides
para brillar
como felicidad desnuda.
Javi sonríe, antes de distinguir a su amiga en el cielo y
comenzar a cantarle una rumba de la mar cautiva.
SEMANA 99
Día 694
(La tierra llama)
La
nostalgia pinta las paredes de nuestra casa. Javi se toma un café en vez una
infusión con el palito metálico y eso me dice que su mente anda ocupada con
cosas de la otra orilla. Allá se continúa bregando contra una adversidad
manifiesta. Los políticos y sus Estados sobrecargan de desdicha el corazón de
los ciudadanos, aunque sufragan sus pérdidas con sucedáneos infinitos. El
trabajo escasea, y por ello la protesta sigue. Todos sobreviven esperanzados,
creyendo todavía en aquello mismo de lo que recelan. Esta contradicción les
amarga y a la vez les impulsa. Algunos de los seres queridos de Javi tienen
suerte y otros no. Cada cual soporta su carga con dosis crecientes de
creatividad, solidaridad e indefensión. La represión la padecen directa e
indirectamente, sin ser conscientes que su memoria genética la proyecta desde
el pasado hacia el futuro. Nuevos partidos aparecen, y los viejos defienden sus
fueros. La única estructura válida es el acuerdo mutuo, cuando el otro camino
consiste en la absoluta individuación.
No le
llegan a Javi los sonidos de nuestra calle, ni el ritmo de las chacareras y
milongas en las radios de los vecinos. No sale a ver rodar el sol de la tarde
sobre las copas de los árboles imponentes ni a descubrir todo aquello que
quisiera. Sus sentimientos exceden la búsqueda insaciable de verdad.
A Javi le
gustaría regresar a una tierra sin rey, sin gobiernos dictatoriales, ni leyes
hechas a medida de unos pocos; regresar a un mundo más libre e igualitario. Han
pasado casi dos años y todo se muestra semejante. El día a día acá nos prepara
para la cotidianidad de allí. Una costra de mentiras deshumaniza la realidad en
cualquier parte, y todos pretenden rascarla en vez de curarla con mercromina.
Eso es lo que le dicen los suyos.
Pero la
tierra llama, tal vez porque reclama para la inminente lucha, la vuelta de
todos sus hijos pródigos.
Día 695
(Linchamiento)
Un
humano ha aparecido esta mañana muerto en una vereda del barrio. Tenía las
manos atadas en la espalda y la cara destrozada por los golpes. Los compañeros
perros callejeros le rodeaban y alguno gemía tratando de entender el sentido.
Al parecer este humano junto con otros intentó anoche asaltar una casa, y
después de herir a sus moradores, siendo abandonado por los otros, varios
vecinos le lincharon.
La
policía ha aparecido con sus sirenas azules y sus rostros neutros, y mientras
preguntaba a algunos humanos del barrio sobre lo sucedido tapaban el cadáver
con una sábana y hacían chistes sonoros a la espera del forense.
Un
perro callejero ha llegado tarde y se ha acercado a olisquear al muerto, sin
duda asaltado por la curiosidad y el olor incipiente y profundo, aunque ha
salido espantado porque uno de los policías se ha puesto a jugar con él al
blanco de su pistola.
El
linchado ha sido trasladado en un furgón funerario y aunque todos conocen a sus
asesinos, pues son humanos del barrio, padres de familia, trabajadores y
estudiantes, nadie vendrá a imputarles aunque se tomaran la ley por su mano. Lo
que no imaginan ninguno de ellos, o tal vez alguno sí, es que esta muerte no solucionará
nada. El problema de fondo es un germen contagioso de ignorancia, miseria y
marginalidad. Y es que mientras unos entran a robar en casa ajena, otros se
defienden matando, en vez de pedir juntos cuentas a los responsables de tanta
adversidad.
Día 696
(Inflación)
El
pan, las papas, el alimento balanceado, la carne y la verdura, los vehículos
colectivos y la nafta, la electricidad, los pañales, la yerba, las clases de
inglés o de tango, las milanesas, las facturas, la joda y la locura. Todo
cuesta el doble que hace un año. Sin embargo los salarios son los mismos, y es
por ello que los humanos aúllan desesperados a la luna y se agarran entre
ellos, antes de emprender con fuerza el camino de la violencia, la melancolía,
el optimismo y la unidad.
Día 697
(Dialogo con Papás)
Javi habla
por la pantalla tecleadora con sus padres. Mis orejas se alzan y trascriben el
diálogo humano. Su rostro habla, sumando diferentes sentidos.
-Tengo muchas ganas de volver. Estoy
muy nervioso.
-Y nosotros hijo. Llevas demasiado
tiempo lejos.
-Me siento raro. Me va a dar mucha
pena marcharme de aquí. Voy a dejar también una familia.
-Pues tendrán que sufrir ahora como
nosotros.
-Y como yo.
-¿Qué tal en el trabajo?
-Todo bien. Intentando disfrutar las
últimas semanas con los chicos, aunque la situación es difícil en el Centro.
-Y eso ¿por qué? ¿Qué pasa?
-Que cada cual rema para un lado, y
nadie se para a pensar qué es lo que los humanos especiales necesitan en
verdad. Hay demasiados apuros con la plata, y muchos enfrentamientos entre
nosotros. Yo también remo para mí.
-Pues vaya…
-No es diferente a cualquier trabajo
en cualquier parte.
-Ojala encuentres trabajo cuando
vengas. ¿Qué vas a hacer?
-Tomármelo con calma. Darme dos o tres
meses de descanso. Acá forcé demasiado la máquina, aunque era algo
imprescindible. A ver qué pasa con la novela. No creo que quiera regresar a
Guadalajara, a la ciudad. Necesito la sierra y las montañas, y posiblemente
también el mar. Ya me han ofrecido alguna cosa, pero vaga e inestable. Ahora
tengo más experiencia, en muchos frentes, y tengo que hacerme valer. Sé que
quiero seguir trabajando con animales y con humanos especiales. Hay que tantear
el proyecto de la granja y valorar las posibilidades en el pueblo. La
autogestión y el autoempleo me parecen la clave. Voy a descansar un poco y
después me voy a mover mucho. Tranquilos.
-Y si no encuentras, ¿qué?
-No cierro la puerta a volver a acá,
ni a marcharme a probar a otras tierras. La experiencia es sin duda positiva.
Pero no anticipemos las cosas. Todo se verá. ¿Vosotros cómo estáis? ¿Y la
abuela?
- Nerviosos. La abuela tiene días
mejor y días peor. Ya sabes.
-La misma respuesta de siempre.
-Y tú la misma pregunta. ¿Tú por lo
demás bien?
-Tengo días mejor y días peor. Debo
haber salido a la abuela. Hay algo intangible que también ha hecho que decida
volver definitivamente, más allá de los papeles, la situación en el trabajo o
el haber realizado mi sueño, y es un fracaso a nivel personal del cual no me considero
para nada responsable.
-Qué quieres decir.
-No sé bien cómo explicarlo y sí… Me
ha ocurrido que, acá, de un modo significativamente más amplio, cuando te
muestras transparente, y vosotros me conocéis en ese sentido, o bien se
aprovechan y te cagan, o bien no se lo creen y lo malinterpretan todo o bien
simplemente te rechazan por frustrante comparación. Ya sabía que en la vida los
amigos se cuentan con los dedos, pero acá me costó y me cuesta hacer amigos
mucho más que allá. Con todo, alguno hice y ya será para siempre; por lo que os
digo, por transparencia. Es una cuestión de cultura y geografía, porque acá y
allá todos odiamos y amamos igual.
-Lo importante es que estés bien.
-Lo estoy. Ya os digo que unos días
mejor y otros peor. Contando los días. Nervioso, con altibajos de tristeza y
alegría. Deseando daros un abrazo, anticipando las amargas despedidas y los
felices reencuentros. Viviendo lo que me queda e imaginando lo que viene.
Contarme también vosotros, si queréis.
-Al Samu le han hecho una prueba muy
jodida, aunque en los estudios va muy bien. Tus sobrinos están muy contentos.
La niña con sus competiciones de natación. El otro día quedó segunda de la
provincia. Y el niño con la escuela. Le ha cogido el gusto a hacer los deberes
y se pasa el día preguntando cosas. El otro día nos encontramos con El José y
La Mary, también con los padres de Irene, y te mandan recuerdos. El Barcelona
va a ganar la liga y cada día sale un nuevo caso de corrupción por la tele. A
tu hermano no le va mal. El domingo celebramos el cumpleaños de tu padre con
los de la peña, que ya llevamos algunos de retraso. Ah, y se murió el Francisco
de Chiloeches, el padre de la María, el que fue alcalde. Cuéntanos algo tú.
-Pedro, el perro con el que trabajo a
veces me mira como si ya supiera que me voy a ir. También algunos de los
chicos. Ya le he dicho a Marcelo que me gustaría pasar con el y con su hermano
el último mes en Maswhitz y le ha parecido genial. Me quiere llevar con su hija
a la costa el primer fin de semana de Julio. Ahora estoy mejor que nunca con
ellos. Han hecho unos días de frío aunque es seguro que aún habrán de venir días
de calor. El otoño es la estación que más me gusta acá. La semana que viene
tengo que bajar a la ciudad a comenzar los trámites de Ichi aunque las vacunas
se las tengo que poner más adelante. ¿No os he dicho que ya nació el hijo de
Manu y Tere? El otro día estuve hablando con ellos. Ahora os mando una foto. Me
empezó a gustar mucho una chica y así como me empezó a gustar, me empezó a
decepcionar. Esperó a que me equivocara para enterrarme. Qué sé yo. Me han
dicho que ahora anda saliendo con alguien que va diciendo que otras personas le
hacen eso mismo. ¿Sabes qué? Voy a hacerme para cenar pasta fresca. Una especie
de raviolis grandes que se llaman sorrentinos. Están rellenos de ricota y
champiñones. Os encantarían.
Día 698
(La recorrida)
Después
de que Javi llegara del trabajo, ha dejado su mochila, se ha armado un par de
pitillos de yerba y nos hemos ido a pasear por el centro del pueblo. Las nubes
marchaban con rapidez por el cielo y el frío arrinconaba a los perros
callejeros en las veredas, vaciando las calles de humanos.
Desde
la estación de vehículos colectivos hemos iniciado una recorrida sinuosa, que
dibujada una espiral imperfecta, pasando por el Jardín Japonés, la entrada del
pueblo desde la gran carretera, la calle favorita de Javi, en la cual decenas
de poemas y dibujos embellecen de sentido las paredes, el parque del
ferrocarril, la biblioteca social y el teatro, y la librería donde alguna vez
Javi leyó sus escritos, la plaza y la pizzería favorita, ya en dirección hacia
el barrio, cruzando frente al hospital al que trajeron a Javi cuando le
atropelló el colectivo, siguiendo por la calle Libertad dejando Estrada,
cortando el boulevar de 9 de Julio, hasta la despensa y el supermercado chino,
navegando sin querer como en un sueño hasta el viejo Ceibo retorcido, obviando
por ahora nuestra calle, bordeando primero y atravesando después el corazón de
la villa sintiendo el rumor del río enorme y el silencio de los countries amurallados, retornando por el
sendero oscuro que tantas veces recorrimos, sin sortear la mirada de los
cachorros descalzos, ni sus preguntas, tantas madres tras las cortinas de la
miseria, tantos hijos aferrados al fierro al caer la noche, escuchando el
sonido de los tambores, de las radios inverosímiles e invariables, de la vida
escurriéndose imprevisible, hasta alcanzar la esquina de la calle Bolivia y
dirigirnos hacia la puerta de casa, para entrar y no olvidar.
Día 699
(Conversación ineludible)
Javi se arma un pitillo y se lo
ofrece al vecino del fondo. La hija de la humana vieja, nuestra casera, explica
que lleva algunos días sin ir al trabajo porque le han cambiado el turno y no
quiere aceptarlo.
-Un médico
vende por cien pesos el justificante y el turno del especialista.
-Ah, mirá que bueno. La cuestión es
ganar plata.
-Me tendrían que haber blanqueado el
contrato hace dos meses y ahora quieren que vaya de noche. Ni un pedo. Prefiero
quedarme en casa.
-Y ayudar al médico a que sus hijos
vayan a la universidad.
-¿Y qué quieres que haga?
-Que vayas al sindicato.
- Esos se la roban también.-
-Eso es lo que dicen todos los que la
roban.
El vecino del fondo se enciende el
pitillo y escucha. Está serio. Algo lee en los ojos de Javi.
-Señor Ferreti, Andre… Tengo algo que
deciros. Hace un rato se lo he dicho a Blanca y a Lisandro (Blanca es la vecina
vieja y Lisandro el cachorro grande). He decidido volver a mi tierra
definitivamente.
-Y eso ¿cómo? Pensamos que volverías.
-Pienso volver, pero no sé cuándo.
Quería que lo supierais cuanto antes, por si queréis ir buscando un inquilino.
Sé que andáis apurados de plata.
-No te preocupes.
-Si me preocupo. Sois mi familia,
aunque en los últimos tiempos no os he sentido demasiado cerca.
-¿Por qué lo dices?
-Quiero pagaros un par de meses más
de lo que me corresponde. Nunca me hicisteis pagar anticipo de nada y aunque no
me va a quedar mucha plata, porque con el pasaje de avión me rompieron el orto,
creo que es lo justo.
-Igual sabemos que tendríamos que
haber arreglado algunas cosas. La puerta del patio, las goteras, y que te
dijimos que pondríamos mosquiteras en las ventanas.
-No hay drama. Aunque sí que lo
dijisteis.
-Cuando te vayas no se la vamos a
alquilar a nadie.
-¿Por?
-Igual cultivamos marihuana. Podemos
sacar más.
-Si nadie os la roba. Yo si fuera
vosotros invertiría un poco ahora y después la alquilaría. Ya estáis mayores
para hacer de transas.
-No la vamos a alquilar, ¡posta!...
Así si quieres volver, podrás hacerlo.
-Siendo sincero, si vuelvo, no sé si
volvería acá. Una de las cosas que aprendí en este viaje es que a la familia es
mejor tenerla ni muy cerca ni muy lejos, pues si no todo se termina
complicando. Ferreti, vos sos un tipo inteligente. Y es verdad que te cagaron
en el pasado, que podrías haber sido recontra-rico, entiendo tu frustración
pero no tu inmovilidad, deberías plantearte trabajar todos los días, no los dos
o tres a la semana, cuando quieres, para ir tirando. Si lo hicieras Andrea
viviría más tranquila y Blanca y Lisandro también. Andrea, no sé muy bien lo
que pasó entre nosotros. Cuando comencé la terapia con Lisandro, vos te
distanciaste de mí. Yo nunca te culpé de sus problemas pero sí te hice
responsable. Asimismo de que él la dejara. Intenté hablarlo con vos aunque vos
lo evitaste. Y está bien. Lo comprendo. Comprendo que es difícil asumir ciertas
carencias, pero yo sólo traté de ayudarles, porque ustedes me lo pidieron, yo
ya se lo advertí que esto podría pasar, por experiencia…
-Llevás razón che…
-Pese a todo, tenéis que saber que os
quiero muchísimo y que podéis contar conmigo para lo que sea.
-Volvé entonces…
-Eso está hecho. Plantar treinta
plantas. Vender un par de cosechas. Hacer los arreglos necesarios en la casa y
decirme. Por cierto, cuando me vaya, salvo mi maleta y mis recuerdos, todo lo
que queda: la cocina, el colchón, los cacharros y utensilios, el calefón, las
sillas, las cortinas, el calefactor, la paraguaya, todo lo demás se lo dejo a
ustedes.
Día 700
(Ocha)
El árbol de espirales sigue
creciendo. En él Javi sitúa a la segunda estrella en una rama que anhela tocar
el cielo. Ya está cargada de frutos y flores, y el viento arrastra sus semillas
a otros prados y paisajes.
DIANA
Monstrua
cuánto amamos la sierra
sin fanatismos ni otros deslices
dispuestos los dos
a romper las diferencias de antaño
abriendo las puertas y los brazos
a quienes llaman su hogar el nuestro
y no al revés
nos conocimos con la mirada
aquella noche inconcebible
antes de morderte la boca
bajo el sombrero de los hongos
venenosos
cuando se me caían los pantalones de
la risa
el cariño acercó nuestros pueblos
y los seis kilómetros y pico
se convirtieron en tres minutos
porque una vez viniste conmigo
[al fin del mundo
pude comprobar lo equivocado que
estaba
y entendí que más allá me esperaban
otros
configurando un sueño ambiguo
que rondaba mi mente como un animal
hambriento
juntos sembramos un huerto de respeto
pero en él creció una libertad
solitaria
juntos nos fuimos separando
para conservar las semillas del
porvenir.
SEMANA 100
Día 701
(Cuesta arriba y cuesta bajo)
Las semanas
pasan y el viento suena en la rendija de las puertas y ventanas. El otoño no
puede con el verde perpetuo pero sí con el caduco, multiplicando los colores de
las calles y los parques. Javi atraviesa los pliegues de sus sentimientos y ya
siempre ha de ser así, hasta que partamos pronto. Las horas unas veces van
cuesta arriba y otras van cuesta abajo, dependiendo del humor, la humedad de
aire y la sensaciones momentáneas. Todo gira y se revuelve en torbellino, y
caen pequeñas gotas de lluvia antes de que salga la luna o el sol. El patio
está lindo y es ahora cuando más a gusto me siento en él. Me tumbo en el galpón
del fondo y contemplo las mismas escenas o me duermo. Los patos y las gallinas
escarbando la tierra, los gatos caminando por los tejados, los pájaros bajando
de las ramas a los baldes a de agua, y las lagartijas persiguiéndose por
cualquier pared. Gos tiene mejor la cadera y Oso empieza de nuevo a chincharle.
Puedo salir a la calle por el portón cuando quiera y recorrer la calle en busca
de sobras. Todos los vecinos me conocen y me dan de comer. He engordado varios
kilos, y las pulgas ansían mi sangre. Con todo, o tal vez por lo mismo, sueño
ya con un mar de estepas, con la arena de la playa, con los robles, las encinas
y las piedras, con la libertad y la amplitud indispensable, con el trabajo
necesario y prometedor, y escuchar los silbidos de Javi mientras olisqueo
rastros, sombras y alegrías, moviendo el rabo, sin sentir ningún vehículo en mi
costado, adherida a la felicidad de Javi, participando y participante.
Día 702
(No todo nos chupa un güevo)
Por
mucho que digan, y eso es obvio… A los perros más que a los humanos, no todo
nos chupa un güevo. Por más que traten de engañarnos contamos con nuestra nariz
aunque por una chuleta recemos a cualquier dios todopoderoso y destructivo. En
eso somos más materialistas que los humanos. No obstante, por suerte, en
algunas otras de nuestras creencias nos mantenemos igual de firmes. Amamos
incondicionalmente a quienes nos aman, nos gusta oler a nosotros, no a
humanidad, y marcar nuestro territorio, aunque sin creerlo de nuestra
propiedad.
Cuántas
cosas se dicen que carecen de sentido. Y ya hemos dejado claro que nosotros
somos los artífices de vuestras metáforas. Y es los güevos podemos chupárnoslo,
no hay duda anatómica alguna, no en cambio ustedes, pues entre ustedes, el que
dice que todo le chupa un güevo, miente, o quiere decir en verdad que se los
toca.
Día 703
(La ley de Murfy)
Huelo
el pensamiento de Javi. Y este dice:
No es ninguna novedad que aquellos
que van poniendo los puntos sobre las íes a los demás sólo puedan entenderse
con quienes siempre evitan escribirlas…
Sin querer recuerdo la ley de Murfy,
que todos lo perros concebimos como nuestra, y que dice:
Si algo ha de pasar, pues que
entonces pase.
Día 704
(Visita musical)
Hoy
nos hemos levantado temprano y hemos salido a pasear por el barrio. La
madrugada pintaba de blanco las nubes y anunciaba calor tenue. De algunas casas
salían fragancias dulces y en las cuerdas ondeaba la ropa húmeda con la brisa.
Un rato después, ya de regreso en casa, Javi se preparaba para desayunar unas
tostadas con ajo, tomate y aceite. Yo dormitaba sobre las baldosas de la cocina
cuando ha encendido la pantalla y se ponía a teclear un nuevo sueño.
Unas
horas más tarde alguien ha llamado a nuestra puerta y Javi ha ido rápido a
abrir, sonriendo, mientras yo movía el rabo con curiosidad. Una humana con
muchos tatuajes en los brazos, amiga del humano que vivía con nosotros y amiga
también de Javi, entraba en casa y se sentaba antes de empezar a hablar sin
tregua ni incertidumbre, algo ansiosa y necesitada, pues tenía que vomitar
varias angustias. Javi, y esto lo sé porque yo estuve en sus ojos aquel día,
fue con ella al río de la Plata para hacer percusión y disfrutar de un
atardecer irrepetible.
La
humana se sentía triste y cansada. Lo podía oler en su pensamiento y sus ojos. Su
mamá está muy enferma y todo lo que puede hacer es trasmitirle optimismo. Y ha
sido esta adversidad lo que le ha llevado a darse cuenta que su pareja es una egoísta
y por ello ayer mismo terminó con ella. A esta humana le gustan otras humanas.
Los perros sabemos bien de estas trayectorias del instinto, también yo, pues no
hago caso alguno a los machos de mi especie, simpatizando más con las hembras.
Ella lo supo desde siempre, y no es distinto a lo que ocurre en una relación
entre un humano y una humana, o entre un perro y una perra. Todo es cuestión de
respeto y confianza. Parece fácil, pero en verdad no lo es.
Han estado hablando
hasta el mediodía, cuando la sonrisa de la humana y el hambre de Javi, los
traía de vuelta a la necesidad. Javi ha llamado para encargar una pizza y han
salido a esperar a la calle. La humana ha sacado un par de tambores del
maletero de su auto y en la vereda de casa, han empezado a construir ritmos,
mezclando la rumba de allá con la cumbia de acá. Por unos minutos se han
silenciado las radios de los vecinos y los cachorros se han acercado a oír la
fusión insólita y positiva que emergía a cada golpe. Luego de comer la pizza y
de ver juntos un documental en la pantalla, la humana se ha ido. Su rostro se
había transformado y la angustia se desdibujaba para dar paso al alivio. Tal
vez por ello, se han besado en la boca en la despedida, abrazándose con fuerza,
sonando así su amistad nítida y segura.
Javi se ha
pasado toda la tarde escuchando canciones y bandas que ella le ha anotado para
que buscara, y por un mensaje que ella le ha escrito después, ella ha estado
haciendo lo mismo con las que le apuntó Javi, añadiendo al final del último que
su madre le mandaba saludos y le invitaba a comer la semana que viene.
Día 705
(El humano que vivía con nosotros se
sincera)
Javi
se ha marchado hoy al sitio de los perros a visitar a una excompañera de
trabajo y a su marido. Va a pintar un mural en la pared del salón de su casa y
tenía que ver la pared para calcular la pintura. Todo va a ser para su cachorra,
que cumple años dentro de poco, siendo que su madre quiere darle una sorpresa.
He visto
así, en los ojos de Javi, cómo la cachorra se comía el polvo de un sobre de
jugo y se acercaba a Javi, curiosa, con las manos pegajosas y la cara muy seria
preguntándole quién era. Aunque al principio desconfiaba, la indiferencia
inicial de Javi, sus leves aproximaciones y guiños, ha obrado para convencerla,
y ha terminado de este modo jugando con Javi y subiéndose a sus brazos para ya
no querer bajarse más. La cachorra le ha invitado a su cumpleaños, aunque ha
sido su madre la que se lo ha susurrado en el oído, y Javi le ha respondido que
por nada se lo va a perder.
Luego de la
visita, se ha dirigido hacia la que fue por un tiempo nuestra casa. Todavía se
puede sentir allá la presencia de Noa, aunque su ausencia desequilibra el
sentido, pues no se ven más en la calle a los viejos compañeros que siempre la
rondaban. Javi ha pasado a ver al humano que vivía con nosotros, antes de regresar
a nuestro pueblo en el vehículo colectivo. Juntos se fuman ahora un pitillo de
yerba sentados en la puerta, desplegando una conversación positiva.
-Entonces
te marchas definitivamente. Dímelo de una vez.
-Sí, Marce.
Sos la persona a la que más pena me da decírselo.
-Te voy a
echar mucho de menos; lo sabes Javichu.
-Lo sé. Y
yo a ti también, y a tu hermano.
-Algo me lo
decía. Te he notado raro las últimas veces que nos juntamos. Entiendo que
quieras regresar allá.
-No estaba
raro Marce, era más que nunca yo mismo.
-¿Por qué
te vas?
-Porque me
tengo que ir, nada más. No estoy demasiado mal pero tampoco demasiado bien. Soy
un inconformista, siempre lo he sido. Cuando estaba en tu casa, me decías que
la milanesa a la napolitana de la rotisería valía setenta pesos cuando valía en
verdad cincuenta. Por eso tuve que irme lo más rápido, para que pudieras respetarme. Creo que lo conseguí. Me gustaría
pasar acá, en esta casa, las últimas semanas. Tu hermano Edu y vos sois mi familia, para siempre.-
-No tenés
ni que preguntarlo
-Cuando
vengas con Julieta para allá, os voy a llevar a todas partes. Ah, por
cierto, ¿querés que te dibuje nuestra amistad en esa pared?
Día 706
(El prólogo)
Javi lee en
la pantalla, cuando los odios andan
sueltos, uno ama en defensa propia. Encierra estas palabras en un archivo, adecuando
el prólogo de su sueño, el cual dedica a sus cuatro abuelos.
Se sienta
en la puerta de casa y enciende un pitillo. Mira las estrellas distantes y
sueña despierto con ellas. La calle está en silencio, presa de nuestro
insomnio. Javi está alegre, convencido, asustado y por supuesto triste, sin
saber qué hacer con sus pensamientos salvo transcribirlos, salvo sacarlos fuera
y que se queden.
Día 707
(Ajustes positivos)
Estas
últimas semanas fueron necesariamente intensas y determinantes. Nuevamente el
destino obró con el viento para mover las aspas de nuestro corazón. Ahora sólo
hay que ajustar lo positivo, dejar el esfuerzo y la frustración a un lado,
respirar y gritar ensanchando los pulmones, y comenzar a vivir de a poco la
despedida ansiosa, allegándonos en todo lo posible a esta tierra que nos acogió
y nos sostuvo, que nos dio, nos arrebató y de la cual aprendimos tanto.
Javi
se imagina el retorno. Lo anticipa y se hace mal. Ya quiere abrazar a los suyos
y tirarse en cualquier cima o cualquier playa para depurar el tiempo por un
tiempo. No obstante sabe, que aún quedan algunas cosas por hacer, en el
trabajo, con nuestros amigos de acá, y que hemos de hacerlas bien, para que la
despedida no resulte tan amarga. En este ajuste, sólo queda conciliar nuestra
lucha y afianzarla para que se recuerde. Javi y yo no dejamos de sentir el día
a día. Nuestra aventura continúa, y como ya dijimos tantas veces, por suerte, seguimos
en ella juntos.
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